Viridiana
8.1
29,693
Drama
Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda. Un día recibe la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal), novicia en un convento, que tiene un gran parecido con su mujer. Basada libremente en la novela "Halma", de Benito Pérez Galdós. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2016
30 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viridiana (Silvia Pinal), una joven novicia que vive recluida en un convento, visita unos días a su tío D. Jaime (Fernando Rey), un viudo que pasa sus días en soledad con la única compañía de su criada y algunos empleados de la finca. Jaime ve un gran parecido entre su difunta mujer y la joven monja. El deseo que Viridiana despierta en él incrementa cada día que pasa en la mansión, su objetivo es que pase con él el mayor tiempo posible, se obsesiona hasta tal punto que llega a pedirle matrimonio al verla ataviada con el vestido de boda de su mujer. El rechazo de su sobrina es inasumible para Jaime, que acaba con su vida tras la marcha de la ofendida Viridiana.
Viridiana se siente culpable de su muerte y decide dejar el convento para regresar a la finca. A partir de ese momento, su vida se orienta exclusivamente a socorrer a los indigentes. Jorge (Paco Rabal), el hijo de Jaime, es el opuesto de este último, se presenta como un hombre vital, moderno, ansioso de introducir cambios en la hacienda que ha heredado de su padre. Será él quien consiga definitivamente que Viridiana abandone el mundo de Dios para adentrarse en el del hombre, en una memorable escena final en la que Jorge, Viridiana y Ramona, la sirvienta, juegan una partida de tute que sugiere la subordinación de la mujer a la dominación masculina.
En 1961 Viridiana se convertía en la primera, y única, película española en lograr el máximo galardón en el Festival de Cannes. El guion de Buñuel y Julio Alejandro consiguió esquivar las severas garras de la censura franquista, no obstante, tras recibir la Palma de Oro las autoridades del Régimen negaron la existencia del filme como producción española. “La hicieron desaparecer, como si nunca se hubiera rodado” [1], recuerda Pere Portabella, productor de la cinta. Durante años se declaró como producción mejicana y en España no se estrenó hasta 1977, tras la muerte de Franco.
Buñuel aceptó la propuesta del productor mejicano Gustavo Alatriste de rodar la película en España, “a condición de trabajar con la sociedad de producción de Bardem (UNINCI), conocido por su espíritu de oposición al régimen franquista” [2]. La decisión del cineasta de Calanda de regresar a suelo español tras su exilio en Francia y Méjico no fue bien recibida por muchos emigrantes republicanos que prácticamente le acusaron de traición.
La película fue rodada en Madrid, en una finca cerca de Alcobendas, “disponía de un presupuesto normal, excelentes actores (Silvia Pinal, Fernando Rey y Francisco Rabal, quien ya había trabajado con Buñuel) y de siete u ocho semanas de rodaje” [2].
La mujer como oscuro objeto de deseo, la represión sexual, el fetichismo, el voyeurismo, la obsesión por los símbolos religiosos, son todos temas recurrentes en la filmografía de Luis Buñuel, que se condensan y se manifiestan cristalinamente en Viridiana. El montaje conecta las imágenes al son de la música de Mozart, Haendel o Beethoven, lo que dota al relato de un tono mordaz y altas dosis de humor negro. Escenas célebres como aquella en que Don Jaime se prueba uno de los tacones de su sobrina o la célebre cena de los mendigos, parodiando La última cena de Da Vinci, son una muestra del gran poderío visual que desprenden las escenas de la película.
La fotografía crea grandes contrastes lumínicos repletos de significado. La escenografía está cargada de naturalismo, “Buñuel converge con Zola en la búsqueda de la inmediatez y aspereza de lo real del hecho, más allá de su verosimilitud realista” [3]. La representación de los mendigos (alguno de ellos era indigente en la vida real) como seres interesados y crueles, como verdugos-víctimas, en un despiadado retrato que fue visto como otro ataque más a la moral beata condensada en el personaje principal. El mérito de Buñuel no fue solo el de esquivar la censura franquista disfrazando un alegato anticristiano con sugerentes imágenes que ni el propio Franco consideró amenazantes, aparte del revuelo que causó, es un indiscutible éxito cinematográfico. La soberbia interpretación de los actores, la ágil y sobria dirección y puesta en escena, con elementos clásicos y tintes surrealistas, y el montaje cargado de símbolos religiosos y sexuales, otorgan a la cinta un estatus de obra maestra. Aunque sobradamente analizada e interpretada desde distintos campos de conocimiento, mantiene aún el frescor y la vigencia de las grandes obras de arte, cada nuevo acercamiento proporciona una nueva reflexión; escandalizó en su época, hoy cuesta imaginar tal cosa, no obstante, el espíritu libre e irreverente de su autor sigue intacto en Viridiana tras más de medio siglo de existencia.
Todo ello convierte a Viridiana en una joya del cine, un orgullo para la filmografía española y una experiencia imborrable para el espectador.
[1] García, Rocío (mayo de 2011). Así se rio Buñuel del franquismo. El País, edición impresa.
[2] Buñuel, Luis (1982). Mi último suspiro. Plaza & Janes.
[3] Poyato, Pedro (1995). El cine de Buñuel: Fotografías que se suceden vermicularmente.
Viridiana se siente culpable de su muerte y decide dejar el convento para regresar a la finca. A partir de ese momento, su vida se orienta exclusivamente a socorrer a los indigentes. Jorge (Paco Rabal), el hijo de Jaime, es el opuesto de este último, se presenta como un hombre vital, moderno, ansioso de introducir cambios en la hacienda que ha heredado de su padre. Será él quien consiga definitivamente que Viridiana abandone el mundo de Dios para adentrarse en el del hombre, en una memorable escena final en la que Jorge, Viridiana y Ramona, la sirvienta, juegan una partida de tute que sugiere la subordinación de la mujer a la dominación masculina.
En 1961 Viridiana se convertía en la primera, y única, película española en lograr el máximo galardón en el Festival de Cannes. El guion de Buñuel y Julio Alejandro consiguió esquivar las severas garras de la censura franquista, no obstante, tras recibir la Palma de Oro las autoridades del Régimen negaron la existencia del filme como producción española. “La hicieron desaparecer, como si nunca se hubiera rodado” [1], recuerda Pere Portabella, productor de la cinta. Durante años se declaró como producción mejicana y en España no se estrenó hasta 1977, tras la muerte de Franco.
Buñuel aceptó la propuesta del productor mejicano Gustavo Alatriste de rodar la película en España, “a condición de trabajar con la sociedad de producción de Bardem (UNINCI), conocido por su espíritu de oposición al régimen franquista” [2]. La decisión del cineasta de Calanda de regresar a suelo español tras su exilio en Francia y Méjico no fue bien recibida por muchos emigrantes republicanos que prácticamente le acusaron de traición.
La película fue rodada en Madrid, en una finca cerca de Alcobendas, “disponía de un presupuesto normal, excelentes actores (Silvia Pinal, Fernando Rey y Francisco Rabal, quien ya había trabajado con Buñuel) y de siete u ocho semanas de rodaje” [2].
La mujer como oscuro objeto de deseo, la represión sexual, el fetichismo, el voyeurismo, la obsesión por los símbolos religiosos, son todos temas recurrentes en la filmografía de Luis Buñuel, que se condensan y se manifiestan cristalinamente en Viridiana. El montaje conecta las imágenes al son de la música de Mozart, Haendel o Beethoven, lo que dota al relato de un tono mordaz y altas dosis de humor negro. Escenas célebres como aquella en que Don Jaime se prueba uno de los tacones de su sobrina o la célebre cena de los mendigos, parodiando La última cena de Da Vinci, son una muestra del gran poderío visual que desprenden las escenas de la película.
La fotografía crea grandes contrastes lumínicos repletos de significado. La escenografía está cargada de naturalismo, “Buñuel converge con Zola en la búsqueda de la inmediatez y aspereza de lo real del hecho, más allá de su verosimilitud realista” [3]. La representación de los mendigos (alguno de ellos era indigente en la vida real) como seres interesados y crueles, como verdugos-víctimas, en un despiadado retrato que fue visto como otro ataque más a la moral beata condensada en el personaje principal. El mérito de Buñuel no fue solo el de esquivar la censura franquista disfrazando un alegato anticristiano con sugerentes imágenes que ni el propio Franco consideró amenazantes, aparte del revuelo que causó, es un indiscutible éxito cinematográfico. La soberbia interpretación de los actores, la ágil y sobria dirección y puesta en escena, con elementos clásicos y tintes surrealistas, y el montaje cargado de símbolos religiosos y sexuales, otorgan a la cinta un estatus de obra maestra. Aunque sobradamente analizada e interpretada desde distintos campos de conocimiento, mantiene aún el frescor y la vigencia de las grandes obras de arte, cada nuevo acercamiento proporciona una nueva reflexión; escandalizó en su época, hoy cuesta imaginar tal cosa, no obstante, el espíritu libre e irreverente de su autor sigue intacto en Viridiana tras más de medio siglo de existencia.
Todo ello convierte a Viridiana en una joya del cine, un orgullo para la filmografía española y una experiencia imborrable para el espectador.
[1] García, Rocío (mayo de 2011). Así se rio Buñuel del franquismo. El País, edición impresa.
[2] Buñuel, Luis (1982). Mi último suspiro. Plaza & Janes.
[3] Poyato, Pedro (1995). El cine de Buñuel: Fotografías que se suceden vermicularmente.
14 de junio de 2016
14 de junio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miserias humanas contadas como nadie, única.
Como la escena de la cena, que hace un guiño con humor negro, tragedia y surrealismo a la ultima cena de Jesús de una forma maravillosa.
Personajes esperpenticos, magistrales que te hacen disfrutar de esta inolvidable, estimulante obra maestra.
Actores magníficos, película llena de matices y de escenas elocuentes contadas de forma especifica y sorprendente. Una delicia.
Como la escena de la cena, que hace un guiño con humor negro, tragedia y surrealismo a la ultima cena de Jesús de una forma maravillosa.
Personajes esperpenticos, magistrales que te hacen disfrutar de esta inolvidable, estimulante obra maestra.
Actores magníficos, película llena de matices y de escenas elocuentes contadas de forma especifica y sorprendente. Una delicia.
13 de octubre de 2016
13 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme es notablemente fascinante. Está plagado de contenido y mensajes a lo largo de toda su extensión. Un trabajo minucioso que no deja nada al azar. De él se pueden extraer multitud de reflexiones, pues nos encontramos ante una crítica tenaz y poderosa sobre la mayoría de dogmas anacrónicos que imperaban en la época. Realmente, obra referencia para el cine español.
3 de junio de 2018
3 de junio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lenta, inquietante, extraña, contundente, irónica, acertada e inteligente visión de lo que puede llegar a ser la sociedad y sus comportamientos.
Todo un retrato de los comportamientos enfermizos, caprichosos y miserables de una sociedad podrida por todo lo que pueden hacer las personas a pesar de intentar hacer cosas con buenas intenciones para todos.
Puede incomodar y llega a tocar la conciencia del espectador. No deja indiferente y lanza diversos mensajes claros y contundentes
Todo un retrato de los comportamientos enfermizos, caprichosos y miserables de una sociedad podrida por todo lo que pueden hacer las personas a pesar de intentar hacer cosas con buenas intenciones para todos.
Puede incomodar y llega a tocar la conciencia del espectador. No deja indiferente y lanza diversos mensajes claros y contundentes
1 de julio de 2018
1 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este fin de semana, como he pasado mucho tiempo encerrado en un mismo sitio, al estilo "Angel Exterminador", pues me he dicho: ¿Por qué no hacer una maratón de Buñuel? Y, que sorpresa tan grata, haber podido ver entre ellas dos de sus mejores películas, entre ellas esta de Viridiana. Ha sido brutal. Jamás había visto cine de culto tan bien hecho, y con tanta clase. Es un genio, no hay más. Había leído que era una crítica a la religión, pero he de decir, que supera todas las críticas posibles, y lo hace a lo grande. Las imágenes se suceden dejándote pegado a la butaca, el ritmo narrativo es impecable. La interpretación, inmejorable. El simbolismo, lo mejor.
Aún y así, no le he puesto el 10 porque me dejó con ganas de más. ¡No quería que se acabara nunca! Y es que parece que no se le acaben las ideas. La recomiendo a todos los cinéfilos como lección magistral. Y sobre todo a todos a los que les vaya el rollo crítica, porque de verdad, superará las espectativas.
Aún y así, no le he puesto el 10 porque me dejó con ganas de más. ¡No quería que se acabara nunca! Y es que parece que no se le acaben las ideas. La recomiendo a todos los cinéfilos como lección magistral. Y sobre todo a todos a los que les vaya el rollo crítica, porque de verdad, superará las espectativas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Brutal el simbolismo. El fetiche de Viridiana, el del tío. La imagen del cuadro de Da Vinci, la corona de espinas ardiendo y el final...como ella acaba yendo a la habitación del primo, como si supiera que es lo que tenía que haber hecho desde el principio.
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