La rueda de la maravilla
6.2
10,209
Drama
En la Coney Island de la década de los 50, el joven Mickey Rubin (Timberlake), un apuesto salvavidas del parque de atracciones que quiere ser escritor, cuenta la historia de Humpty (Jim Belushi), operador del carrusel del parque, y de su esposa Ginny (Winslet), una actriz con un carácter sumamente volátil que trabaja como camarera. Ginny y Humpty pasan por una crisis porque además él tiene un problema con el alcohol, y por si fuera poco ... [+]
4 de mayo de 2022
4 de mayo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen es uno de los poco directores de cine que no admite término medio. Es como en el fútbol, o eres del Real Madrid o eres del Barcelona. Tiene una visión tan particular, tan personal, de cada tema y detalle que no admite término medio. O te gusta o no te gusta, pero no se le puede negar su calidad cinematográfica.
Para empezar nos encontramos con una producción exquisita, una fotografía impresionante y una paleta de colores que es un auténtico cuadro, digno de exponerse en una pinacoteca. Rojos, amarillos, naranjas, azules, etc., desfilan en un plano tras otros de una forma impresionante e hipnótica; acompañados de una música cuidadosamente elegida.
Añadimos una dirección tremendamente personal y creativa, que no desperdicia ningún plano, que estudia minuciosamente la perspectiva, el contraluz y que no deja decaer el ritmo de la narración. Que además hace una dirección de actores intensa, como si de una obra de teatro se tratara.
Seguimos con una historia original y muy personal, como suele hacer siempre a base de sus neuras y obsesiones; bien desarrollada, con unos diálogos de teatro, incesantes e interesantes. Quizá demasiado abrumadores para el espectador porque llegan a atropellarle. No paran, no existe el silencio. Hay que escuchar, cuando no hay diálogo es porque hay música; la que a él le gusta.
Y acabamos con unas interpretaciones de lujo. Especialmente Kate Winslet que se sale de la pantalla.
Este impecable cóctel da lugar a una gran película, a Cine auténtico del que te atrapa y no te suelta.
Para empezar nos encontramos con una producción exquisita, una fotografía impresionante y una paleta de colores que es un auténtico cuadro, digno de exponerse en una pinacoteca. Rojos, amarillos, naranjas, azules, etc., desfilan en un plano tras otros de una forma impresionante e hipnótica; acompañados de una música cuidadosamente elegida.
Añadimos una dirección tremendamente personal y creativa, que no desperdicia ningún plano, que estudia minuciosamente la perspectiva, el contraluz y que no deja decaer el ritmo de la narración. Que además hace una dirección de actores intensa, como si de una obra de teatro se tratara.
Seguimos con una historia original y muy personal, como suele hacer siempre a base de sus neuras y obsesiones; bien desarrollada, con unos diálogos de teatro, incesantes e interesantes. Quizá demasiado abrumadores para el espectador porque llegan a atropellarle. No paran, no existe el silencio. Hay que escuchar, cuando no hay diálogo es porque hay música; la que a él le gusta.
Y acabamos con unas interpretaciones de lujo. Especialmente Kate Winslet que se sale de la pantalla.
Este impecable cóctel da lugar a una gran película, a Cine auténtico del que te atrapa y no te suelta.
27 de diciembre de 2017
27 de diciembre de 2017
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Así conoce la crítica especializada al período inicial de Piasso en París (1904-1906). En aquellos días, el artista daba un tono muy frío a sus cuadros, casi todos centrados en el mundo de la marginalidad. Dentro de una atmósfera parecida nos sumerge Woody Allen para esta historia de un Coney Island irreal pero de época, en una curiosa apuesta que mezcla elementos de las tragedias de Eugene O´Neill con un capítulo de "Los Soprano".
Si bien no abandona el sentido del humor que le caracteriza en los diálogos, el director coge un tono cotidiano pero sombrío para enfocar a una mujer desesperada, ahogada en las migrañas y un mediocre matrimonio. Sabiamente, el argumento no toma partido por sus personajes, todos tienen motivaciones y frustraciones comprensibles, mezquinas, románticas y, ante todo, humanas.
Kate Winslet brinda uno de sus mejores trabajos, entregándose en cuerpo y alma a esta especie de Blanche Dubois. Es fascinante comparar el excelente trabajo brindado por Winslet con el que firmó Cate Blanchett en "Blue Jasmine". La desesperación es la misma, el estrato social es la divergencia.
La historia no podría estar mejor escrita. No es el Woody más original, pero es imposible no entender por qué los personajes actúan así. Tiene elipsis elegantes y que apuestan por confiar en la inteligencia de su audiencia. Javier Krahe afirmaba que hay comedias chabacanas con las que uno se parte de risa. Sin embargo, no era comparable, a su juicio, con la sensación de salir de un film de este autor, donde uno se sentía recompensado por la atención prestada.
El casting es exquisito. Se trae un refuerzo de lujo de la mano de dos queridos intérpretes de "Los Soprano". Justin Timberlake ejemplifica a la perfección a un galán y artista frustrado, alguien que lleva mucho tiempo buscando experiencias ajenas y hablando de obras que nunca va a empezar. Juno Temple y James Belushi, por su lado, nos brindan una tensa, complicada y emotiva relación paterno-filial.
No es "Delitos y faltas" o "Match Point", pero de la mano de una sobresaliente Winslet volvemos a enfrentarnos a dilemas morales y éticos en la gran pantalla que, a día de hoy, pocos pueden garantizar a la altura de un cineasta único e irrepetible.
Puede parecer fría. Al igual que en los cuadros de Picasso, es absolutamente premeditado.
Si bien no abandona el sentido del humor que le caracteriza en los diálogos, el director coge un tono cotidiano pero sombrío para enfocar a una mujer desesperada, ahogada en las migrañas y un mediocre matrimonio. Sabiamente, el argumento no toma partido por sus personajes, todos tienen motivaciones y frustraciones comprensibles, mezquinas, románticas y, ante todo, humanas.
Kate Winslet brinda uno de sus mejores trabajos, entregándose en cuerpo y alma a esta especie de Blanche Dubois. Es fascinante comparar el excelente trabajo brindado por Winslet con el que firmó Cate Blanchett en "Blue Jasmine". La desesperación es la misma, el estrato social es la divergencia.
La historia no podría estar mejor escrita. No es el Woody más original, pero es imposible no entender por qué los personajes actúan así. Tiene elipsis elegantes y que apuestan por confiar en la inteligencia de su audiencia. Javier Krahe afirmaba que hay comedias chabacanas con las que uno se parte de risa. Sin embargo, no era comparable, a su juicio, con la sensación de salir de un film de este autor, donde uno se sentía recompensado por la atención prestada.
El casting es exquisito. Se trae un refuerzo de lujo de la mano de dos queridos intérpretes de "Los Soprano". Justin Timberlake ejemplifica a la perfección a un galán y artista frustrado, alguien que lleva mucho tiempo buscando experiencias ajenas y hablando de obras que nunca va a empezar. Juno Temple y James Belushi, por su lado, nos brindan una tensa, complicada y emotiva relación paterno-filial.
No es "Delitos y faltas" o "Match Point", pero de la mano de una sobresaliente Winslet volvemos a enfrentarnos a dilemas morales y éticos en la gran pantalla que, a día de hoy, pocos pueden garantizar a la altura de un cineasta único e irrepetible.
Puede parecer fría. Al igual que en los cuadros de Picasso, es absolutamente premeditado.
30 de diciembre de 2017
30 de diciembre de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
Buena película de Allen, que a sus 81 años de edad todavía está en forma.
Y es que la cinta, no de las mejores de su autor, pero competente, posee un buen y constante ritmo interno sostenido con excelentes diálogos (quizás demasiados para parte de espectadores modernos).
Y contiene excelentes interpretaciones, con una magnífica (una vez más) Kate Winslet (sin ninguna duda la mejor actriz de su generación) y un ¿definitivamente? recuperado James Belushi.
Hay humor, no demasiado, y sí un aire a lo Tennesse Williams, con personajes superados por el destino, por una fuerza mayor que hace que no sigan lo que les dicta el cerebro sino su corazón, por más que sepan que no es lo adecuado y que les traerá problemas.
Una tragedia, con o sin muertos, donde la infelicidad del ser humano por más que este luche, será quien triunfe, aunque la vida siga... pero ya no será lo mismo.
Impresionante fotografía del maestro Vittorio Storaro, con riquísima gama de colores en las escenas nocturnas en la playa, y una puesta en escena sencilla pero llena de la fuerza de sus infelices personajes. Y de la dirección artística, perfecta la ambientación.
A mi modo de ver, muy estimable, aunque no alcance la excelencia de otros títulos, ya algo lejanos en el tiempo, de su autor.
https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Y es que la cinta, no de las mejores de su autor, pero competente, posee un buen y constante ritmo interno sostenido con excelentes diálogos (quizás demasiados para parte de espectadores modernos).
Y contiene excelentes interpretaciones, con una magnífica (una vez más) Kate Winslet (sin ninguna duda la mejor actriz de su generación) y un ¿definitivamente? recuperado James Belushi.
Hay humor, no demasiado, y sí un aire a lo Tennesse Williams, con personajes superados por el destino, por una fuerza mayor que hace que no sigan lo que les dicta el cerebro sino su corazón, por más que sepan que no es lo adecuado y que les traerá problemas.
Una tragedia, con o sin muertos, donde la infelicidad del ser humano por más que este luche, será quien triunfe, aunque la vida siga... pero ya no será lo mismo.
Impresionante fotografía del maestro Vittorio Storaro, con riquísima gama de colores en las escenas nocturnas en la playa, y una puesta en escena sencilla pero llena de la fuerza de sus infelices personajes. Y de la dirección artística, perfecta la ambientación.
A mi modo de ver, muy estimable, aunque no alcance la excelencia de otros títulos, ya algo lejanos en el tiempo, de su autor.
https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
1 de enero de 2018
1 de enero de 2018
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Es esta una película teatral, discursiva, con un realismo algo abstracto y una excelente ambientación, música y dirección de actores, al más puro estilo Woody Allen. Y además está, al contrario que en algunas de sus malas películas, trabajada y pulida. No tiene, en cambio, el habitual contrapunto humorístico de las buenas, y eso la hace más triste y dramática. Pero como ya he dicho, la música, la ambientación, la fotografía, las actuaciones, el argumento..., todo es bueno, y forman una buena película digna de ver. A mí me gustó.
25 de enero de 2018
25 de enero de 2018
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El porvenir es tan irreversible como el rígido ayer. No hay una cosa que no sea una letra silenciosa de la eterna escritura indescifrable cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida es la senda futura y recorrida. El rigor a tejido la madeja. No te arredres. La ergástula es oscura, la firme trama es de incesante hierro, pero en algún recodo de tu encierro puede haber una luz, una hendidura. El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios, que acecha.
Para una versión del I Ching, Jorge Luis Borges
Para una versión del I Ching, Jorge Luis Borges
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ginny pasa sus días arrepentida del engaño que le propinara al hombre que amaba, padre de su hijo, al que se le presenta siempre avergonzada por un hecho que a esta altura parece haber sido novelado por ella misma, solo para producirle aún más dolor.
Es una herida que se abre y se sala todos los días con su elección fuera de toda casualidad, de su nuevo hombre, un tosco y oscuro responsable de la calesita de ese parque de diversiones que no le da paz ni aún en las noches, si tenemos en cuenta que vive justo arriba del juego de los disparos al blanco.
Sin embargo, siempre mantiene despierto el lado de su vida que cree más interesante, el de actriz que prometía, ése que aún ahora, bajo todo ese peso agobiante que día a día le recuerda lo que ya no es, la mantiene viva como una promesa del pasado que aún no se da por muerta, más allá de toda evidencia de hierro que la realidad le acerca.
Hasta que Mickey aparece, guardavidas en la playa en donde ella muestra su sensibilidad que lo enamora para iniciar una historia que vuela hasta que la hija de Humpty, su actual marido, se presenta en escena con su juventud y — una vez más — malas experiencias con un compañero que resultó ser de la mafia que no perdona a los soplones como ella, dándole el pie adecuado a la desesperación de Ginny, que sabiendo que no ganará nada en el intento, igualmente deja que la secuestren para despejar así el imposible deseo de fugarse con su bañero que no le perdonará la vileza, abandonándola para siempre y dejándola, ahora sí, a merced de Humpty.
Quién que por centésima vez le preguntará si quiere ir a pescar, sabiendo que la respuesta será siempre la misma, dejando en claro que él encontró una forma de resignación en el tedio de lo que decimos una y otra vez en conversaciones vacías y que ella ha quedado a una milésima de perderlo todo, incluyendo esa inexplicable intuición que hay algo más que puede emerger y que en su recursividad, empuja nuestra vida hacia adelante.
Es una herida que se abre y se sala todos los días con su elección fuera de toda casualidad, de su nuevo hombre, un tosco y oscuro responsable de la calesita de ese parque de diversiones que no le da paz ni aún en las noches, si tenemos en cuenta que vive justo arriba del juego de los disparos al blanco.
Sin embargo, siempre mantiene despierto el lado de su vida que cree más interesante, el de actriz que prometía, ése que aún ahora, bajo todo ese peso agobiante que día a día le recuerda lo que ya no es, la mantiene viva como una promesa del pasado que aún no se da por muerta, más allá de toda evidencia de hierro que la realidad le acerca.
Hasta que Mickey aparece, guardavidas en la playa en donde ella muestra su sensibilidad que lo enamora para iniciar una historia que vuela hasta que la hija de Humpty, su actual marido, se presenta en escena con su juventud y — una vez más — malas experiencias con un compañero que resultó ser de la mafia que no perdona a los soplones como ella, dándole el pie adecuado a la desesperación de Ginny, que sabiendo que no ganará nada en el intento, igualmente deja que la secuestren para despejar así el imposible deseo de fugarse con su bañero que no le perdonará la vileza, abandonándola para siempre y dejándola, ahora sí, a merced de Humpty.
Quién que por centésima vez le preguntará si quiere ir a pescar, sabiendo que la respuesta será siempre la misma, dejando en claro que él encontró una forma de resignación en el tedio de lo que decimos una y otra vez en conversaciones vacías y que ella ha quedado a una milésima de perderlo todo, incluyendo esa inexplicable intuición que hay algo más que puede emerger y que en su recursividad, empuja nuestra vida hacia adelante.
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