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El proyecto Florida

Drama Una niña de 6 años y sus amigos pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de adultos que les rodean sufren aún los efectos de la crisis. (FILMAFFINITY)

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Críticas 136
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2018
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine independiente: ¡qué pereza! Sin embargo, esta vez parece que se ha conseguido la cuadratura del círculo, porque tan importante son las travesuras nada inocentes de la tenaz y enredadora niña protagonista como todo aquello que no vemos (o sobre lo que no se habla) pero sobrevuela e impregna, tácito y sigiloso, todo el metraje. Vivir en Florida pudiera semejar a vivir en el paraíso aunque, en realidad, estamos ante las puertas de una inminente tragedia familiar que borrará de un plumazo todo lo que nos es querido y conocido hasta el momento. Hay puntos sin retorno que una vez alcanzados es imposible revertir.

El director y guionista Sean Baker es un hacendoso y modesto clásico del cine realizado al margen de la industria hollywoodiense – es decir, que busca financiación para sus proyectos alejado de los canales habituales de las grandes productoras norteamericanas – para poner en pie sus historias marginales sobre perdedores irredentos, algo que casa mal con el tan vanagloriado mito del ‘sueño americano’. Pero conviene recordar y tener presente que todo relato de un éxito conlleva también su porción de sombra y suele ser útil y beneficioso no desatender que también existen los perdedores, los desdeñados, los infelices que luchan por sobrevivir al día a día con las cartas marcadas que la rueda de la fortuna ha ido repartiendo a ciegas según es su malhadada costumbre.

Pocos personajes bastan para pintarnos un lienzo atiborrado de colorines chillones como es costumbre en la zona. Y la mirada tierna e ingenua de una niña de apenas seis años nos sumerge en un mundo arbitrario y fantástico lleno de aventuras y acontecimientos que nos desvelan los pormenores de una lenta e inexorable caída, el descenso a las puertas del averno (o de la edad adulta, que viene a ser lo mismo) hasta que una última y antojadiza gota indolente hace rebosar el vaso de la paciencia y nos arrastre al precipicio del edén perdido, a la fatalidad de la desdicha. El verano se agota, el juego declina, la infancia concluye: comienza, por sorpresa, la ponzoñosa realidad de unos hechos que nos apresan entre sus grilletes y nos vuelven esclavos de nuestro sino, sin otra escapatoria que una fantasía inútil, como si pudiéramos dejar atrás, por arte de magia, todo aquello que nos anega y oprime. Vana utopía.

Sorprende el desparpajo y espontaneidad de Brooklynn Prince, toda una presencia escénica que nos conmueve cuando, por fin, da rienda suelta a sus desconsoladas lágrimas de niña golpeada por la desventura. Bria Vinaite nos brinda una exuberante y alocada madre amorosa y protectora que hace cualquier cosa por salir adelante… y fracasa. Y Willem Dafoe encarna a un desvalido ángel de la guarda que es incapaz de preservar del hundimiento a sus protegidos. Tierna, sutil, mágica y amarga, en nuestra memoria reverbera esa última escena esplendorosa como una quimera inalcanzable.
antonalva
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30 de diciembre de 2017
102 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los dos minutos de película, te presentan a dos niños tan despreciables que te dan ganas de... llamarles de todo menos bonitos. Se entienden las travesuras, no que llamen "gorda y puta" a alguien unos niñatos que no levantan dos palmos del suelo.
Pero sigues viendo la película porque te imaginas lo que viene después. Lo que va a ser la moraleja. Deseas que no se confirme. ¡Joé!, después de todo, tiene buena nota en todas partes. No puede ser tan obvia. ¿No?
A los diez minutos, esas ansias de llamarles de todo menos bonitos se acentúan. Pero sigues esperando por si acaso te sorprenden.
A los veinte minutos, esa sensación se transmite a la madre... o lo que sea eso. Los temores de la moraleja se van fundando.
A los treinta, ciertas actitudes inquisitoriales se te vienen a la cabeza. Lo están consiguiendo: ya odias a la madre y la hija, incluso a pesar de las escenas con juegos. Bravo por el guion (o su ausencia, porque apenas hay. El 50% está improvisado... y se nota) y por la dirección que consiguen lo que se proponían.
¿Pero se confirmarán las obvias intenciones de Sean Baker?

A los cuarenta, le obvia moraleja queda clara: de tal palo, tal astilla.
Horror.

A la hora, empiezan las tomas repetitivas de la miseria moral de la madre, que está contagiando a su hija, y de los juegos de los niños. Y empieza a aburrir. Como el director también se da cuenta de que está agotando los recursos, decide solucionarlo embutiendo frases en la boca de la niña que de ningún modo una niña de esa edad podría construir: "me encanta ese árbol porque siguió creciendo después de caer" y colocándola en una casa que sueña que es suya. Y que acaba ardiendo. Como dijo Kevin Costner en JFK: "tan sutil como una cucaracha sobre la nieve". Lo intenta solucionar también abriendo cuadro al mundo adulto: la conversación en la piscina que doña top-less, del mannager con el trabajador, la lucha entre madres... Pero todo se siente ya forzado, repetitivo una vez más.
A partir de ahí, la película cae en picado porque no sabe contar otra cosa, solo reincidir en lo mismo. Una, otra y otra vez.
Y todo se vuelve un desastre.
Y como se da cuenta, pues entonces metemos un poco de drama al final. ¿Pero sabes por qué no es drama? Porque estás deseando que ocurra eso. Y, por tanto, más que emocionarte, solo dices "¡ya era hora!". Sin emoción.

Lo que empezó siendo una original visión subjetiva del mundo a los ojos de la niña, se destruye a lo largo de los siguientes cincuenta minutos. Solo sientes repetición, repetición, hastío y repetición de nuevo.

Lo que comenzó siendo una muy buena antítesis de mundo adulto triste vs mundo infantil alegre, te empieza a dar igual. Porque aunque comprendes a la niña, ya no la soportas. Das gracias a todo cuando llegan quienes llegan a la puerta. Eso sí, como buen estadounidense amante de la familia a pesar de todo que debe de ser el director... el amor. ¡Ay, el amor! Pero como en muchos casos es cierto, se lo compro. Vale, venga.

Lo que era una buena idea, reflejar la miseria moral y la supervivencia en un mundo despiadado de ricos/pobres, se lo carga el propio director al mostrar que la mayor parte de los que están en esa situación en el motel no optan por lo que hace esa madre. Se carga su propia idea de base. ¡Olé!

Así que lo mejor de esta película es la excepcional interpretación que hace la niña acompañada de un más que correcto Williem Dafoe y una estupenda madre (a la que odias), lo bien que muestra el mundo infantil y sus juegos y la escena que da cierre al film desde que rompe a llorar en la puerta de su amiga hasta que acaba donde acaba.
Una metáfora muy lograda.
¡Chapeau! Y esto sí lo digo en serio.

Esta película habría sido un cortometraje fabuloso. Le sobra al menos una hora de metraje. Y hubiera estado de cine. Literalmente.

Lamentablemente, alguien decidió que era un excelente idea hacer un largometraje. Y el resultado es The Florida Project.

Pero ¡ey!, la crítica la pone por las nubes. Y el público, por lo que veo.
Así que el equivocado debo de ser yo.
Otra vez.
Áralan
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31 de enero de 2018
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El verano y varias niñas han sido, curiosamente, los pilares sobre los que se han asentado dos de las mejores películas que heredamos de 2017, la española 'Estiu 1993' y la estadounidense 'The Florida Project'. Ambas comparten mimbres, aunque su premisa es diferente. Si en la cinta de Carla Simón se narra algo general –cierta búsqueda identitaria a edades muy tempranas y la pérdida de la inocencia–, pero de manera muy personal e intimista, a partir de unas vivencias de la infancia e intentando abarcar un sólo núcleo familiar, Sean Baker trata de exponer aquí el camino inverso y retrata, a partir de una familia desestructurada –una de tantas–, a toda una generación de perdedores azotados por la crisis económica reciente.

Es en esa América pre-Trump, hostil, pero atractiva, inaguantable a ratos y envuelta en un halo preciosista y colorido –necesario porque la hace soportable–, pero de fondo mugriento, donde se desarrolla este 'Proyecto Florida'. Un mundo, un parque temático, compuesto por moteles de mala muerte, polígonos semiabandonados y restaurantes de comida rápida, que gira al ritmo pesado que marcan el estío y las penurias, y donde la vida golpea a sus habitantes que, no obstante y de manera imparable, consiguen abrirse camino con mejor o peor éxito.

Baker bebe del pop luminoso, irreverente y hortera de 'Spring Breakers' al que suma esa parte más social que ya reivindicó, un año antes, Andrea Arnold en su notable 'American Honey' o Barry Jenkins en la premiada (y también fluorescente) 'Moonlight'. De la de Arnold no sólo toma cierta influencia, sino que, además, la complementa a la perfección y añade, así, la enésima capa de pintura a una realidad, la del gigante Estados Unidos, desconchada casi hasta los cimientos.
Jorge Pardo
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6 de febrero de 2018
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy meritorio el naturalismo que maneja, y el retrato de un grupo de infantes pobres, sin caer en el morbo, logran retratar esa vida en la que se ven sumergidos según el tipo de madre que tengan, porque en la mayoría de los casos los padres brillan por su ausencia, interesante también que de los 4 chicos que salen en la película, ninguno tiene un hogar donde sus padres estén juntos, y tampoco por lo que se ve tengan contacto con uno de sus progenitores, solo con el que viven, también los peligros que los acechan, excelente e hiper realista la escena del pedófilo.
Lo que me molesta es su condescendencia con la madre, está bien que no la juzgue y trate de entenderla, pero se pasan, la tipa es una persona nefasta, marginal, de lo más autodestructiva que puede haber, vulgar, haragana, viciosa, violenta (no con su hija, pero si con el resto), con una absoluta incapacidad para hacerse cargo de alguien, bueno, ni de sí misma.
También creo que dura más de lo necesario y se regodea en la simpatía de la niña, esos minutos se los podrían haber dedicado al personaje de William Dafoe, del cuál dejan entrever cosas, pero nunca llegamos a saber nada concreto de su vida.
Manuel
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28 de febrero de 2018
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película más reciente del director, productor, guionista, editor y cinematógrafo, Sean Baker (Starlet, Tangerine). Baker sigue puliéndose como maestro de lo cotidiano y poeta de la américa profunda. Con “The Florida Project”, nos cuenta otra historia que rebasa humanidad, naturalismo, la oscuridad y dureza de la realidad; y al tiempo, la luminosidad de la mirada infantil, y de los momentos de la vida. Un grupo de familias pasan el verano en un pequeño motel muy cercano a Disneyworld, en precarias condiciones, pero los niños disfrutan de los encantos del paisaje y la amistad. La mirada de Baker es humanista, y en esta película especialmente, al abordarla netamente desde la mirada y perspectivas de los niños. Baker narra y filma la infancia con maestría, la composición de los planos, la fotografía y el diseño de producción lleno de colores bonitos, y artificiales al tiempo, sirven de reflejo a la cruel realidad que se asoma de fondo. Los niños actores brillan, especialmente Brooklynn Prince, y por supuesto, el nominado al oscar (injusta única nominación de la película) Willem Dafoe, compone uno de sus personajes más sensibles y humanos. Delicada, detallista, hermosa, triste y muy conmovedora. Sin dudas, de las mejores películas que se vieron en el 2017. Y Baker, otro hit. Y esa escena final, que Baker grabó con celular dentro de Disneyworld, porque no se le permitió grabar adentro del parque, también tiene un gran mensaje que acompaña la película… esas imágenes borrosas y difuminadas.

Frases y Diálogos de la película:
http://frasesdecineparaelrecuerdo.blogspot.com.co/2018/02/frases-pelicula-the-florida-project-sean-baker.html
Alejandro
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