No
7.1
8,297
Drama
René Saavedra (Gael García Bernal) es un ejecutivo de publicidad que regresa a Chile tras su exilio en México y diseña una brillante y optimista campaña que propugna el "No" al plebiscito chileno de 1988. Su objetivo es poner fin a la dictadura militar y derrocar a Augusto Pinochet, con una estrategia de márketing no basada en el enfrentamiento y la denuncia del régimen sino en la esperanza de un futuro mejor. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2013
7 de abril de 2013
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La democracia, un sistema que dicen es lo mejor para el desarrollo de los países y de la sociedad. Quizás es cierto, pero en Chile aún intentamos conseguirla. A veintitrés años de aquel plebiscito que vislumbraba un cambio radical hacia un país democrático, con libertades de pensamiento, electoral, ideológico y económico, aún transita y debate sobre la desigualdad, injusticia, discriminación y represión en varios ámbitos. No tenemos una democracia plena, un proceso el cual ha tardado más de lo prometido y lo que muchos pensamos.
La película de Larraín se desmarca de lo ideológico, incluso molestando a algunos sectores de izquierda, y prefiere enfocarse en lo difícil que fue inventar una franja propagandística metafórica y simbólica, dejando de lado lo evidente, es decir, los abusos a los derechos humanos, desapariciones y asesinatos. Combina con acierto lo documental para lograr un realismo y una visión objetiva sobre los hechos. Es importante recalcar la importancia de este trabajo, no solamente desde el punto de vista cinematográfico, sino que realzar la intención de informar y mostrar con objetividad a la generación actual una época oscura desde el punto de vista social, tal como lo ha hecho por ejemplo Alemania.
Técnicamente la cinta tiene puntos bajos, por ejemplo el trabajo de sonido que no permite captar con claridad todos los diálogos, aún así, su guión está bien construido e interpretado por los actores. La fotografía refleja con acierto la década de los ochenta mezclada con una correcta ambientación y puesta en escena.
En definitiva, "No" es una buena película. Nos permite construir una opinión objetiva sobre realidades y sobre las bases en que está construida la sociedad actual. NO queremos otra vez ese Chile de Pinochet, en cambio SI queremos un país equitativo, justo y desarrollado.
La película de Larraín se desmarca de lo ideológico, incluso molestando a algunos sectores de izquierda, y prefiere enfocarse en lo difícil que fue inventar una franja propagandística metafórica y simbólica, dejando de lado lo evidente, es decir, los abusos a los derechos humanos, desapariciones y asesinatos. Combina con acierto lo documental para lograr un realismo y una visión objetiva sobre los hechos. Es importante recalcar la importancia de este trabajo, no solamente desde el punto de vista cinematográfico, sino que realzar la intención de informar y mostrar con objetividad a la generación actual una época oscura desde el punto de vista social, tal como lo ha hecho por ejemplo Alemania.
Técnicamente la cinta tiene puntos bajos, por ejemplo el trabajo de sonido que no permite captar con claridad todos los diálogos, aún así, su guión está bien construido e interpretado por los actores. La fotografía refleja con acierto la década de los ochenta mezclada con una correcta ambientación y puesta en escena.
En definitiva, "No" es una buena película. Nos permite construir una opinión objetiva sobre realidades y sobre las bases en que está construida la sociedad actual. NO queremos otra vez ese Chile de Pinochet, en cambio SI queremos un país equitativo, justo y desarrollado.
1 de marzo de 2013
1 de marzo de 2013
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Antes de nada quería mencionarles que lo que van a ver ustedes a continuación está enmarcado dentro de la actual contexto social. Nosotros creemos que el país está preparado para una comunicación de esta naturaleza… […] Seamos honestos, hoy Chile piensa en su futuro.»
Argumentada sobre la anterior introducción, frases y maniobras publicitarias, “No” es una jugada (que no obra) maestra sobre el punto de vista y descripción de una tragedia a modo de fábula revolucionaria. Bajo un estilo claramente documental, Pablo Larraín es consciente de frivolizar la desdicha que muchos sufrieron en el pasado. Al mismo tiempo, describe la misma a través de varios personajes y breves situaciones dignas de un thriller político como telón de fondo para conseguir, por momentos, dar amparo a todas las voces y puntos de vista en momentáneas incisiones argumentales y diálogos. La democracia aquí es divisada como un simple producto o concepto, que podría enlazar con el discurso final de “El dictador” de Larry Charles. Se trata de un cambio… y un combate entre jefes y subordinados… para que los primeros reconozcan el valor y poder de los segundos. No da la impresión de que existan más cambios: la libertad es poder ir a monopatín a trabajar y expresar tu libre opinión sin que una porra te abra la cabeza. Simplemente, dejar de tener miedo... aunque dicho concepto sea tan volátil en ejemplos de democracias presentes.
«—¿Un arcoíris? ¿Eso no es de maricones?»
Basada en la obra de teatro ‘El plebiscito’ del chileno Antonio Skármeta, Larraín es consciente de frivolizar la tragedia con un arcoíris, de jugar con la palabra negativa por antonomasia y de revisar el cambio de una dictadura hacía una democracia bajo el contraste de los argumentos que exponen los propios personajes. La publicidad nos demuestra que se puede instaurar una democracia con una buena campaña sin que realmente importe el mensaje, por negativo que éste sea o camufle una gran e inolvidable tragedia. Vivimos en un mundo político donde los grandes eslóganes y campañas venden, donde la mentira es envuelta en caramelizado y vistoso algodón. “No” ejerce un discurso sobre la retórica de la publicidad llevada a la política de manera aplastante: murió Pinochet y el cine chileno sigue intentando hacer una nueva película remarcable tras el fallecimiento del dictador. Larraín, posiblemente, quiere establecer un paralelismo con su ‘muerte’ política en la campaña que en el 88 supuso en un referéndum el fin de su gobierno militar.
Cuando la crítica queda cercada por el absolutismo, llegó un breve espacio para hacerse oír y llegó una reforma constitucional que entró en efecto en 1980. “No” no esconde ni en su material ni diálogos la influencia y contradicción gubernamental norteamericana por quitar y desquitar a su antojo sistemas en otros países. El estilo es documental e influenciado por el formato y la filmación con equipos de los 80 para no mostrar apenas diferencia entre el material de archivo y la propia ficción. No obstante, tal vez resulte demasiado banal o demasiado calculada… Como un anuncio haciendo propio el discurso de la película: desde una simple campaña/anuncio/película se pretende hablar de un gran todo. La verdad invisible, como moraleja del cuento de Larraín, no es un ‘NO’ bajo la bandera de un arcoíris sino que vender humo como marca es la clave de la política, se venda una democracia o un gobierno dictatorial.
Argumentada sobre la anterior introducción, frases y maniobras publicitarias, “No” es una jugada (que no obra) maestra sobre el punto de vista y descripción de una tragedia a modo de fábula revolucionaria. Bajo un estilo claramente documental, Pablo Larraín es consciente de frivolizar la desdicha que muchos sufrieron en el pasado. Al mismo tiempo, describe la misma a través de varios personajes y breves situaciones dignas de un thriller político como telón de fondo para conseguir, por momentos, dar amparo a todas las voces y puntos de vista en momentáneas incisiones argumentales y diálogos. La democracia aquí es divisada como un simple producto o concepto, que podría enlazar con el discurso final de “El dictador” de Larry Charles. Se trata de un cambio… y un combate entre jefes y subordinados… para que los primeros reconozcan el valor y poder de los segundos. No da la impresión de que existan más cambios: la libertad es poder ir a monopatín a trabajar y expresar tu libre opinión sin que una porra te abra la cabeza. Simplemente, dejar de tener miedo... aunque dicho concepto sea tan volátil en ejemplos de democracias presentes.
«—¿Un arcoíris? ¿Eso no es de maricones?»
Basada en la obra de teatro ‘El plebiscito’ del chileno Antonio Skármeta, Larraín es consciente de frivolizar la tragedia con un arcoíris, de jugar con la palabra negativa por antonomasia y de revisar el cambio de una dictadura hacía una democracia bajo el contraste de los argumentos que exponen los propios personajes. La publicidad nos demuestra que se puede instaurar una democracia con una buena campaña sin que realmente importe el mensaje, por negativo que éste sea o camufle una gran e inolvidable tragedia. Vivimos en un mundo político donde los grandes eslóganes y campañas venden, donde la mentira es envuelta en caramelizado y vistoso algodón. “No” ejerce un discurso sobre la retórica de la publicidad llevada a la política de manera aplastante: murió Pinochet y el cine chileno sigue intentando hacer una nueva película remarcable tras el fallecimiento del dictador. Larraín, posiblemente, quiere establecer un paralelismo con su ‘muerte’ política en la campaña que en el 88 supuso en un referéndum el fin de su gobierno militar.
Cuando la crítica queda cercada por el absolutismo, llegó un breve espacio para hacerse oír y llegó una reforma constitucional que entró en efecto en 1980. “No” no esconde ni en su material ni diálogos la influencia y contradicción gubernamental norteamericana por quitar y desquitar a su antojo sistemas en otros países. El estilo es documental e influenciado por el formato y la filmación con equipos de los 80 para no mostrar apenas diferencia entre el material de archivo y la propia ficción. No obstante, tal vez resulte demasiado banal o demasiado calculada… Como un anuncio haciendo propio el discurso de la película: desde una simple campaña/anuncio/película se pretende hablar de un gran todo. La verdad invisible, como moraleja del cuento de Larraín, no es un ‘NO’ bajo la bandera de un arcoíris sino que vender humo como marca es la clave de la política, se venda una democracia o un gobierno dictatorial.
16 de noviembre de 2013
16 de noviembre de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no me he enterado de casi nada de los diálogos. No entendía nada. Al problema del idioma, que no es el castellano de acá, se añade el mismo problema que con las películas españolas actuales: no las doblan y los actores no saben hablar para el público. Hablan para el botón de su camisa los chicos, y para el canalillo del escote las chicas (hay una excepción de una chica, que se le entiende de maravilla, con una preciosa voz y modulando sus frases. Pero sale muy poco). No vocalizan para nada, hacen un revoltijo con sus frases, y las lanzan por las comisuras de la boca entreabierta hacia donde caigan, hechas un gurruño ininteligible. Se les suma un poquito de ruidos de fondo en los exteriores y de efecto botijo en los interiores, y ¡ta-chan! ¡tonto el que no lo entienda!! Busqué en el menú del DVD para ponerle subtítulos y nada, tampoco vienen subtítulos: su V.O Español 5.1: mentira cochina, porque español, español, tampoco. (A lo mejor lo del 5.1 sí que era y quiere decir 5.1=chileno bien rápido y enmarañado pa que no te enteres de ná).
Pero debo de ser yo, porque el resto del planeta sí se ha enterado.
Total: Le he puesto un 6 porque me ha parecido una película interesante. Tan interesante como para seguir hasta el final, adivinando lo que pasaba sin entender una m. lo que se decían entre ellos. Me recordaba mucho el cine político de hace unas décadas, aunque no tan arriesgado, ni tan dramático.
A pesar de eso, bien los actores, bien el ritmo, la trama interesante, algo superficial para lo que uno esperaba.
Pero debo de ser yo, porque el resto del planeta sí se ha enterado.
Total: Le he puesto un 6 porque me ha parecido una película interesante. Tan interesante como para seguir hasta el final, adivinando lo que pasaba sin entender una m. lo que se decían entre ellos. Me recordaba mucho el cine político de hace unas décadas, aunque no tan arriesgado, ni tan dramático.
A pesar de eso, bien los actores, bien el ritmo, la trama interesante, algo superficial para lo que uno esperaba.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tiene tanto peligro el enfrentamiento entre los dos publicistas por su diferente concepto de cómo llevar a cabo la campaña, que el enfrentamiento político entre los partidarios del Si y del No. O así parece por el tono que emplean.
16 de enero de 2013
16 de enero de 2013
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que ocurre en NO desgraciadamente SI existe y sigue ocurriendo en muchos países de la Tierra, y continuará ocurriendo hasta el día que esta deje de existir pues forma parte de nosotros los humanos quienes somos responsables de todo lo que en ella ocurre.
Cerniéndome a los hechos de la película, soy español y por lo tanto no puedo expresar mi opinión de la misma manera que lo haría un chileno que ha tenido que pasar por todo el varapalo de la dictadura de Pinochet, pero sí sé de lo que hablo pues vivo en un país donde no hay democracia desde la II República Española.
Es terriblemente triste y duro conseguir vivir en una sociedad en la que el bien prevalezca sobre el mal, en donde todos vivamos en un equilibrio y armonía completos. Lamentablemente, creo que todos estos problemas quedan zanjados en la gran pregunta de; ¿qué es el bien y qué es el mal? A mi entender, todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra propia concepción de lo que es el bien y el mal. Para la mayoría de los seres humanos, el bien consiste en: asesinar, violar, destruir, quemar, robar, envenenar, y generar el caos en general. Para la minoría a la cual yo pertenezco, el bien se basa en: amar, compartir, bondad, solidaridad, respeto, tolerancia, ayudar a los más desfavorecidos, vencer las injusticias sociales, etc...
Una de las escenas que más me han llamado poderosamente la atención, son precisamente imágenes de archivo en las que Pinochet va de visita a varios lugares del mundo donde besa a cientos de niños y estos le besan a él, donde la gente le alaba e idolatra como si fuera un dios. Esto fuera de Chile, dentro de Chile, a solo unos días del día de votación de referéndum, millones de personas manifestándose en favor del SI a la dictadura, me resulta incomprensible, casi imposible de asimilar por qué tal número de personas salen a la calle para mostrar su apoyo a un dictador, a un asesino.
Volviendo ya a la película en sí, está dirigida de forma más que notable por Pablo Larraín, uno de los grandes directores chilenos actuales, consiguiendo una gran ambientación muy creíble en todo momento (desconozco si los videos de 15 minutos que salen en el film son los videos reales que se utilizaron en su momento). Gael García Bernal vuelve a hacer alardes de su enorme talento interpretativo ofreciendo una de sus mejores interpretaciones a su ya extensa carrera en la que no hay ni un solo borrón. El resto del reparto también hace un gran trabajo, destacando Alfredo Castro, Luís Gnecco y Antonia Zegers.
Me sorprende que haya sido elegida por los miembros de la academia de Hollywood para estar este año nominada entre las cinco mejores películas de habla no inglesa, al menos ha sido elegida por la crítica especializada como una de las mejores películas de 2012, y se lo merece.
Cerniéndome a los hechos de la película, soy español y por lo tanto no puedo expresar mi opinión de la misma manera que lo haría un chileno que ha tenido que pasar por todo el varapalo de la dictadura de Pinochet, pero sí sé de lo que hablo pues vivo en un país donde no hay democracia desde la II República Española.
Es terriblemente triste y duro conseguir vivir en una sociedad en la que el bien prevalezca sobre el mal, en donde todos vivamos en un equilibrio y armonía completos. Lamentablemente, creo que todos estos problemas quedan zanjados en la gran pregunta de; ¿qué es el bien y qué es el mal? A mi entender, todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra propia concepción de lo que es el bien y el mal. Para la mayoría de los seres humanos, el bien consiste en: asesinar, violar, destruir, quemar, robar, envenenar, y generar el caos en general. Para la minoría a la cual yo pertenezco, el bien se basa en: amar, compartir, bondad, solidaridad, respeto, tolerancia, ayudar a los más desfavorecidos, vencer las injusticias sociales, etc...
Una de las escenas que más me han llamado poderosamente la atención, son precisamente imágenes de archivo en las que Pinochet va de visita a varios lugares del mundo donde besa a cientos de niños y estos le besan a él, donde la gente le alaba e idolatra como si fuera un dios. Esto fuera de Chile, dentro de Chile, a solo unos días del día de votación de referéndum, millones de personas manifestándose en favor del SI a la dictadura, me resulta incomprensible, casi imposible de asimilar por qué tal número de personas salen a la calle para mostrar su apoyo a un dictador, a un asesino.
Volviendo ya a la película en sí, está dirigida de forma más que notable por Pablo Larraín, uno de los grandes directores chilenos actuales, consiguiendo una gran ambientación muy creíble en todo momento (desconozco si los videos de 15 minutos que salen en el film son los videos reales que se utilizaron en su momento). Gael García Bernal vuelve a hacer alardes de su enorme talento interpretativo ofreciendo una de sus mejores interpretaciones a su ya extensa carrera en la que no hay ni un solo borrón. El resto del reparto también hace un gran trabajo, destacando Alfredo Castro, Luís Gnecco y Antonia Zegers.
Me sorprende que haya sido elegida por los miembros de la academia de Hollywood para estar este año nominada entre las cinco mejores películas de habla no inglesa, al menos ha sido elegida por la crítica especializada como una de las mejores películas de 2012, y se lo merece.
22 de enero de 2013
22 de enero de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez para quien no esté acostumbrado, esta película resulte demasiado lenta. Ahora bien, la inversión de dos horas en el cine está plenamente justificada: atrapa desde el primer subterfugio, desde el primer truco, desde el primer intento por escapar de la realidad.
NO no endulza la realidad, no distorsiona los hechos, no levanta a sus protagonistas sobre un pedestal; los muestra tal y como son, con miedo, con intereses particulares, con vidas privadas, con secretos que es mejor mantener ocultos. Tal vez eso sea lo mejor: no hay nadie exactamente "bueno" o exactamente "malo". Hasta el lado menos siniestro del dictador sale a la luz, y aunque no compagina con la sanguinaria represión que ejerció sobre el país durante diecisiete años, conmueve.
Bravo por Larraín y por García Bernal. Difícilmente otro filme logre, como este, exponer la intrincada relación entre las dos caras de la dictadura militar chilena.
NO no endulza la realidad, no distorsiona los hechos, no levanta a sus protagonistas sobre un pedestal; los muestra tal y como son, con miedo, con intereses particulares, con vidas privadas, con secretos que es mejor mantener ocultos. Tal vez eso sea lo mejor: no hay nadie exactamente "bueno" o exactamente "malo". Hasta el lado menos siniestro del dictador sale a la luz, y aunque no compagina con la sanguinaria represión que ejerció sobre el país durante diecisiete años, conmueve.
Bravo por Larraín y por García Bernal. Difícilmente otro filme logre, como este, exponer la intrincada relación entre las dos caras de la dictadura militar chilena.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here