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Cerrar los ojos

Drama Un célebre actor español, Julio Arenas, desaparece durante el rodaje de una película. Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que ha sufrido un accidente al borde del mar. Muchos años después, esta suerte de misterio vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue ... [+]
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
15 de octubre de 2023
51 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anacrónica, lenta y larguísima, desaconsejo perder tres horas de tu vida visualizando esta película.

Dato objetivo: 20 éramos en la sala y un cuarto de la gente se fue yendo sin esperar al final.

Si le quitas dos horas de las tres, aún sería pasable. Pero rellenar el tiempo con una fotografía cuidada -pero dada la competencia no pasa de correcta-, con un guion que flojea, unas las interpretaciones salvables -destaca Pou lo breve si bueno..-, la música ausente cuando hacía falta rellenar planos, muchos personajes arbitrarios que no pintan nada y otros encorsetados en clichés. Situaciones archirepetidas y manidas de tabaco y whisky gratis que ya cansan, para aludir al prototipo del creador intelectual ohhh -que por cierto, no crea nada de nada-

Son casi tres horas de metraje y no diré que para no contar nada. Pero sí para contar muy poco. Y emocionar menos. Y me gusta el género. Pero casi cualquier producción de cine humanista/drama que haya visto en mis últimos 20 años le da mil vueltas. Se nota que el director llevaba 30 años sin hacer una película. Aunque ya en los 70/80/90 creo que hubiera chirriado por ramplona.

Parece que para muchos meter tres frasecitas de referencia a clásicos, fumar mucho y beber mucho delante de la pantalla les sitúa en una plenitud melancólica que hacen ver la obra con otro ojos. Eso, o que la millonada de organismos que subvenciona el trabajo, haya llegado a más partes.

Ya he tomado nota definitiva para no dejar que me influencien las opiniones en este portal. Es la segunda vez que me pasa. La otra con Las Bestias...qué casualidad.

Hay 4 analogías a la vida, 2 frases evocadoras y 1 guiñito humanista bastante flojo. No hacen falta 3 horas para contar eso...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Val
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29 de septiembre de 2023
66 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Torpe, amorfa, con una fotografía anodina, alargada hasta la extenuación, interpretaciones rancias y nada emotivas, citas de cinéfilo viejuno... se ha hecho un (mal) Garci. Lo malo es que ni siquiera me he quedado a gusto con este mensaje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
krapolis
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1 de octubre de 2023
69 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ocurre con Woody Allen o con el maestro José Ignacio Lapido, da igual el tiempo y la distancia que haya entre una obra suya y otra, las esencias son tan inmutables y la capacidad tan absoluta, que siempre vas a encontrar lo que buscas y te vas a saciar de ello. 40 después de “El sur” y 50 desde “El espíritu de la colmena”, Víctor Erice, el gran poeta de nuestro cine, reaparece en la ficción a lo grande con “Cerrar los ojos”. Porque, cuando abandonas la sala de cine y cierras los ojos, evocas al genio conservado en formol que te ha regalado otro trozo de tu vida como si de una celebración hipnótica de la continuidad se tratase.

Y todo comienza a cobrar sentido cuando entiendes que “El espíritu de la colmena” es su visión sobre la infancia; “El sur” es la descripción del despertar iniciático de una adolescente (para mí, su gran obra maestra, superior al resto); y “Cerrar los ojos” lo ha aterrizado en la vejez. Es una pena que la edad madura no tenga film referencial en Erice, o quizás es que fuera su documental “El sol del membrillo”, mostrándonos a un Antonio López en la cumbre de su capacidad artística.

Pero “Cerrar los ojos” es, sobre todo, una carta de amor al cine, porque su historia versa sobre cine, porque sus personajes son muy cinematográficos y porque todo da una y mil vueltas alrededor de su cinefilia que es la nuestra. Una película perfecta en sí misma y como ejercicio de metacine a la que sólo le pongo una pega: el poco protagonismo que alcanzan sus personajes femeninos, porque de todas ellas necesitas saber más y lo ansías, especialmente del que encarna la maravillosa Soledad Villamil, que me deja en los labios una historia que yo necesitaría conocer y el momento cumbre de este clásico instantáneo.

Porque la cinta se funda, sobre todo, en el festival visual pausadamente estético de Erice y en la interpretación magistral de su elenco actoral. Por supuesto, por encima de todos, el andaluz Manolo Solo que, junto con Antonio De la Torre, son los mejores intérpretes que haya dado Andalucía nunca. Ante Manolo Solo hay que rendirse en cualquier caso, pero especialmente en “Cerrar los ojos”. Erice le entrega el protagonismo absoluto de la cinta y el sevillano responde de manera inigualable. El resto, ante él, entran en la categoría de secundarios.

José Coronado me sorprende, mostrando la parte más vulnerable de su capacidad actoral, en un personaje tan alejado de los rudos que le han dado fama, y sabe hacerlo de manera soberbia. Ana Torrent reaparece ante la cámara de Erice 50 años después y parece que no hubiera pasado el tiempo y pudiera seguir aguantando, como lo hace, un primerísimo plano durante más de 5 minutos de un monólogo apasionante. María León está luminosa y rotunda como ella es siempre. Josep María Pou sostiene el ejercicio de metacine en el que consiste el film de manera espléndida. Pero…

… tenemos que llegar a Soledad Villamil. Por desgracia para el espectador (no te lo perdonaré nunca, Erice), apenas aparece diez minutos en pantalla, pero qué diez minutos, los mejores del film, el momento cumbre. Yo quiero saber más sobre la historia de desamor que le une al protagonista y me quedo con las ganas. Ella mira directamente a cámara y no necesito nada más en la vida. Es esa mujer de la que todo el planeta se enamoró a la vez que Ricardo Darín en la magistral “El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella. Es justo esa mujer. Ella. No hace falta decir nada más. ELLA me deja una escena eterna brincando por mi cabeza a perpetuidad.

Erice juega al despiste y comienza la cinta, después de un homenaje al cine a través de un ejercicio inmersivo de cine dentro del cine, con un formato de thriller que me desorienta y no me gusta. Pienso que Erice ha entrado en territorios que no domina y que está tirando de fórmulas hechas. Me asusto. No hay nada que temer. Hay que dejar que el film evolucione, que se vaya cocinando en su propio jugo, que encuentre su propio camino. A Erice no le importa el paradero de un actor desaparecido en mitad de un rodaje 20 años antes, el maestro nos quiere hablar de lo duro que es envejecer y del páramo desolador que deja a su paso. Esa es la clave del film. Y vaya si lo logra, mientras que va homenajeando al Séptimo Arte e incluso a sí mismo.

Sus 169 minutos pasan como un suspiro, sin apenas darte cuenta, mientras que te asomas al abismo que te espera en una película, por cierto, profundamente granadina, porque en Calahonda y en el Valle de Lecrín se desarrolla buena parte de su trama y, sin duda, la más importante (Segovia aparte donde refulge Soledad Villamil). Ya se sabe de la vinculación de Erice con esta parte de Andalucía que aquí explicita sin tapujos.

Suena la música siempre sutil de Federico Jusid y se despliega la belleza de la fotografía de Valentín Álvarez frente al espectador, para demostrar que nada ha cambiado desde “El sur”, que fue norte de mi vida.
Sergio Berbel
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8 de febrero de 2024
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo esta (pseudo)película me ha pasado como con 'Mantícora'. Es decir, me he encontrado con una película lentísima, con ínfulas poéticas y existenciales, pero en realidad vacía, sosa, fría y plana. El usuario @Val ha hecho un buen resumen de la película en la zona de spoiler, y es que la trama no tiene más que eso, porque es una pequeña historia sin enjundia (y contada con demasiada frialdad). Podría tenerla con un guion trabajado, porque el planteamiento es interesante, pero les debió dar pereza. Es desconcertante, realmente. Te pasas las película viendo al protagonista hablando con este, con esta y con aquel para nada, yendo de aquí para allá, regando sus tomateras, tocando la guitarra, bebiendo licor y fumando. Y todo para nada porque la mayoría de escenas, aunque puedan estar bien hechas, no cuentan realmente nada y no llevan a ningún sitio. En esta película no existe el pulso narrativo, nada trasciende, no hay hilos que hilar ni por dónde tirar del hilo. Desconcertante, de verdad. Pero vamos, una más de lo que he dicho otras veces: el cine español del siglo XXI tiene un problema con los guiones.

Tampoco creo que la fotografía pase de lo correcto, igual que la dirección. Hay un total de cero (0) planos en los que uno esboce un "¡Oh!". A no ser claro, que a uno le flipe que el objetivo de la cámara tire para arriba para enfocar el cartel de unos almacenes. ¡Bravo!

Luego lo de las edades de los actores, que no encajan con sus personajes, y te acaba de sacar de la película. O sea, tienes a Ana Torrent haciendo de hija de Coronado, actores que se llevan solo nueve (9) años. Es que los ves juntos y parecen un matrimonio. ¿Quién puede ver ahí a un padre con su hija? Creo que se dice que el personaje de Ana Torrent nació en 1966 y la película está ambientada en 2012. Es decir que hace el papel de una mujer de 45-46 años. Pues bien, la actriz tiene 57 (a lo mejor 54-55 durante el rodaje, pero vamos). Más. No quiero entrar en detalles por el tema spoiler, pero el personaje que interpreta Soledad Villamil también le saca un montón de años al de Ana Torrent. Pues bien, Soledad es tres (3) años más joven. No mayor, más joven. ¿Qué sentido tiene? (Por no hablar, por cierto, de que sus personajes son dos pegotes que no aportan nada a la película; como los vecinos). Manolo Solo también es demasiado joven para el papel que hace, pero reconozco que la caracterización no está mal.

Pero bueno, no todo es malo porque al menos los actores cumplen.

Al final de las más de dos horas y media de metraje, aparece un "Cerrar los ojos" que anuncia el final de la película y te quedas como "Ah, pues vale". No ha resuelto (casi) ninguna de las preguntas que se desprenden del planteamiento, pero al menos se acaba el tedio. En fin, películas sobre desaparecidos hay muchas, pero normalmente hay un contexto, se acaba explicando algo del por qué. Aquí no, aquí no hay nada que llevarse a la boca, así que el resultado es artificial (rollo 'lo hizo un mago', vamos).

¿Cómo es posible que esta cosa tenga ¡once! (11) nominaciones a las Goya? Ni idea, lo digo en serio. Pero bueno, que viva el cine español y todo eso. No es magia, son tus impuestos.

Por cierto, recomiendo ver la película a velocidad 1.5x (por no decir 2x), que no os perderéis nada de la (casi inexistente) trama, el tedio se alargará menos y además no perderéis tanto tiempo (gracias por hacerme perder el mío, señor Erice).
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Pollizador93
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2 de octubre de 2023
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores imprimen tanta fuerza y tanto magnetismo a sus imágenes como Erice. Consigue que se te queden en la retina planos totalmente intrascendentes. Lo ha hecho siempre y en esta cinta también, deslumbran sus imágenes, el tempo que consigue darle a cada secuencia, a cada conversación. Su cámara impregna la luz de realidad y de poesía al mismo tiempo, algo a la altura de unos pocos, de los más grandes de la historia del cine.

Hasta ahí el "sí". El "pero no" está en la historia, sobre todo en ese principio y en ese final que no emocionan ( la opinión mayoritaria es que sí). El personaje interpretado por José María Pou (más en spoilers) resulta algo discordante, parece utilizado únicamente como coartada para lo que el director quiere transmitir acerca del cine, de la memoria y de la muerte. O lo que sea que quiera trasladarnos, pero en este caso no llega al espectador como en sus tres obras mayores. La película provoca una emoción difusa, incierta, más por la música y por la belleza de las imágenes que por la historia o por la verdad existencial que la envuelve (ver spoilers). Resulta interesante, entre otras cosas porque está hábilmente disfrazada de thriller, pero no deja ese poso que emana de las grandes obras de arte.

Bienvenida sea la vuelta de este magistral animal cinematográfico que es Erice. No se la pierdan (la sala estaba casi llena), que lo mismo mi impresión no es la más adecuada, pero quizá lo mejor sea no albergar la expectativa de presenciar la obra maestra que muchos pregonan.
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East
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