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El abogado del diablo

Intriga. Terror Kevin Lomax (Keanu Reeves) es un joven y brillante abogado que nunca ha perdido un caso. Vive en Florida y es feliz junto a su esposa Mary Ann (Charlize Theron). Un día, recibe la visita de un abogado de Nueva York que representa a un poderoso bufete que tiene la intención de contratarlo. Al frente de la prestigiosa empresa se encuentra John Milton (Al Pacino), un hombre mundano, brillante y carismático, que alberga planes muy oscuros ... [+]
Críticas 114
Críticas ordenadas por utilidad
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8
8 de diciembre de 2014
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente, parece haber bebido de fuentes como LA SEMILLA DEL DIABLO, o la espléndida WALL STREET, Una sublime apuesta de Taylor Hackford para seducirnos con el mito del triunfo a cualquier precio; aunque este conduzca hasta la propia destrucción.

Al Pacino, tal vez en su mejor trabajo, según mi criterio. Keanu Reeves soberbio y contenido aportando garra y nervio para conducir a esta magnífica película, al olimpo de los clásicos.

El único pero, quizá sea el final; tal vez un tanto forzado por las circunstancias extremas a que nos arrastran, las más de dos horas de proyección.

UN MERECIDO 8
9
5 de enero de 2009
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pactar con el diablo es una de las películas más originales de los años 90. Todo está orquestado de una manera tan magistral que los 144 minutos de duración se hacen realmente cortos. Hackford fusiona el cine de despachos, de abogados y de leyes que a más de uno aburre a priori y lo voltea, gira y transforma convirtiéndolo en un thriller de tintes religiosos sin perder un ápice de realismo durante todo el proceso.
Y toda esta orquesta se mueve gracias a los instrumentos que la componen magistralmente, un Keanu Reeves acertado aunque empequeñecido ante la increible e inolvidable actuación de Al Pacino, un argumento que roza la perfección sobre todo al verse bombardeado continuamente por cambios drásticos no muy predecibles y que no ven alterada su consistencia, y por último un guión más que sólido, plagado de profundos monólogos de Pacino que bien podrían entrar entre los mejores de la historia del cine. Monólogos eternos, auténticas misas que se nos ponen en la mesa y que el espectador gustosamente cogerá ya que en ningún momento su escucha se vuelve tediosa o insoportable. Mágicamente Hackford consigue que una película cargada de simbolismo y poca acción visual acabe convirtiéndose en una gozada para todos los sentidos.
Buena parte de culpa de todo esto también la tienen el resto de artes que componen la película, la música, el apartado de diseño y su dirección impecable, sutil pero siempre presente sin quitar protagonismo al auténtico protagonista de esta cinta, la filosofía humana y la moralidad en sus actos así como la codicia y, por supuesto, la vanidad en su estado puro y desagradable.

Atípica película más que aconsejable, tanto como película en sí como por su condición de moralista, que dejará indiferentes a muy pocos, para bien o para mal.
8
21 de enero de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que vi esta entretenidísima película allá por el año 1997 o 1998, en repetidas ocasiones me ha asaltado una pregunta: ¿qué pasaría si el diablo, ataviado con la jeta, el carisma y la cavernosa voz de Al Pacino (tanto la original como la del inconfundible Ricard Solans), se me presentase dispuesto a comprar mi alma?...

... pues que se la vendería por un mísero paquete de pipas, oiga.

Y es que además de la estupenda ambientación, el acertado diseño de producción y un quión repleto de tópicos pero efectivo gracias a la acertada realización de Hackford, si por algo disfruto como un niño con un juguete nuevo con esta película es por la actuación de ese monstruo de la interpretación que es Al Pacino.

Y es que el tito Al está en este film en su auténtica salsa: la del ser más perversamente manipulador, ególatra y tentador de cuantos haya interpretado (con permiso de Michael Corleone). Un papel hecho a su medida y que muchos han tachado de pasado de vueltas, de histriónico en demasía. Y yo pienso: sí, un auténtico atracón de Pacino... ¡qué gustazo!

A destacar también la interpretación de Charlize Theron en un papel nada fácil, que bien hubiese podido resultar en una actuación ridícula y forzada, pero que resuelve con dolorosa naturalidad. Keanu Reeves está correcto en su papel de vanidoso abogado, cegado por la ambición y de moral aparcada. Y no podemos olvidarnos de Connie Nielsen, seductora como nunca más lo ha vuelto a estar. Tal es así que, uniéndose al diabólico Pacino en su tentadora oferta, me haría venderle mi alma regalándole yo el paquete de pipas con el que respondía a la pregunta del comienzo.

Por lo demás, una película de terror in crescendo que comienza mostrándonos una confortable y acomodada realidad para, lentamente, desmoronarla pedazo a pedazo al igual que hace el Maligno con la cordura del personaje interpretado por Reeves, en un auténtico descenso a los infiernos que le mostrará su lado más oscuro y desconocido.

Como último apunte señalar que, leída la novela en que se basa, puedo afirmar sin temor a equivocarme que es este uno de esos pocos casos en los que la adaptación es mucho, pero que mucho mejor que el original, que se pierde en multitud de descripciones y desemboca en un final incongruente y precipitado.

Y ahora siéntense, póngase cómodos y disfruten del espectáculo. Como dice el señor Milton, tan sólo deben dejar a un lado ese pesado saco de piedras...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Memorable el monólogo que se marca Pacino al final de la película, en el que habla de la verdadera naturaleza de Dios y de su propia condición de humanista. Hay que verlo.
6
17 de mayo de 2006
37 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los 40 el cine negro, el arraigo de grandes maestros y el peso de las estrellas sobre el film.
En los 50 el western, la censura y la importancia del director como eje principal de la obra.
En los 60 las obras de suspense, miradas al cine internacional e importancia de los guionistas.
En los 70 fueron las pelis sobre catástrofes, la ausencia de westerns y el auge del cine de autor.
En los 80 las cintas de acción, el inicio del género "colegas" y la década de los productores.
En los 90 la revisión del cine catastrófico "mejorado" visualmente por el amigo silicio, la aparición del cine independiente, la defunción del género colegas para dar paso a la del CINE MENTOR y, posiblemente, una de las mejores décadas creativas si exceptuamos los mencionados dislates.
Hoy día vivimos en la era de los publicistas, que contratados por la productora pasan por encima del director para vender antes sus productos que el film (gracias puto Lucas, puto Spielberg).

Cine mentor: dicese de un actor con tablas, premios o fama (Al Pacino, Sean Connery, Clint Eastwood, Robert de Niro, Jack Nicholson...) que sin estar en el ocaso ni de su carrera ni de su vida, acoge en su regazo a cualquier zagal con cara de pringado y ganas de aprender (Keanu Reeves, Brad Pitt, Ben Affleck, Colin Farrell...) creando situaciones de amistad y colegueo separadas por una generación, que en principio y por lo mostrado en la mayoría de los casos, no se traga ni dios. Pero como el resultado empresarial demuestra que estrella cincuentona + niñato del momento = pastón asegurado... pues truño tras truño salvo alguna excepción.

Pactar con el diablo no es una excepción, tampoco un engaño, sino más bien la continuación aséptica de la cacareada fórmula. El mentor motiva, enseña, falsea, induce y finalmente... se sincera con el niñato trincakilos que trabaja con él en la peli de marras. Asi que no me pillan desprevenido y de antemano sé de sobra lo que ocurre y lo que es peor... lo que me ofrecen.
3
12 de diciembre de 2011
34 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Pacino da una lección de interpretación, Hackford (y/o los guionistas y/o quizás el autor de la novela original, que no he leído) da una lección de coleccionismo de imágenes arbitrariamente bizarras, provocadoras y pervertidas. En esta película, el diablo es otro señor trajeado con poderes sobrenaturales con los cuales trama sus megalomanías libidinosas para consumar su plan de maldad extrema: copular y que otros copulen. No es tan ridículo y descarado como en "En Fin de los días" pero casi.

El único pecado que merece la atención de Satanás, según parece, es la lujuria. Un poco de codicia también, si lo que se codician son las carnes de alguna doncella de buen ver y mejor tocar. Si el Apocalipsis llega y el diablo es como el de este film, me pondré a mi y todos los que aprecio un cinturón de castidad a prueba de bombas.

Esta película hace apología de la filosofía del "porque sí, y sin venir a cuento" llevada al extremo. Tiene un monólogo de Pacino para el recuerdo y nada más. Todo lo que resta es el morbo y la pseudo-intriga premeditada y alevosamente provocadora. El final es la madre del cordero, insultante y majadero a más no poder. Y también construido sobre el ya clásico "sueño de Resines". Lo que más me indigna es mi incapacidad para entender la finalidad de la película: el misterio es nulo, denuncia tampoco hay ¿Tiene realmente un mensaje?¿Su objetivo es transgredir?

Hubiera entendido una película como esta -y aun sin mi aprobación- en una época de censura, pero ver la época en la que fue rodada me deja fuera de sitio. Parece una mala excusa para evocar referencias al placer culpable, o Dios sabe qué. Al final, todo se queda en una insólita y notable estupidez, exageradamente voluptuosa y sin sentido alguno.
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