Las chicas del cableSerie
2017 

Ramón Campos (Creador), Teresa Fernández-Valdés (Creadora) ...
5.6
6,052
Serie de TV. Drama. Comedia
Serie de TV (2017-2020). 5 temporadas. Madrid, año 1928. Las operadoras de la recién nacida Telefónica viven sus romances y envidias dentro de una empresa moderna, reflejo del cambio social de la época. Lidia, Marga, Ángeles y Carlota comienzan a trabajar como telefonistas en el edificio más moderno de toda la ciudad. Para ellas empieza la lucha por una independencia que tanto su entorno como la sociedad de entonces les niega. Su ... [+]
23 de mayo de 2017
23 de mayo de 2017
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya unas semanas que llegó la primera serie de Netflix producida en España. Estaréis más que acostumbrados a encontraros con carteles de Blanca Suárez, Maggie Civantos, Nadia de Santiago y Ana Fernández que rezan titulares como “valientes”, “frágiles”, etc. Sí, esa pedazo campaña publicitaria es la de Las chicas del cable. A diferencia de lo que se esperaban muchos –excepto aquellos que tengan un mínimo conocimiento sobre la marca Bambú Producciones–, la decepción cae encima de todos como una losa.
A pesar de lo que prometía en sus tráilers, en los anuncios de Spotify y en la publicidad a pie de calle, ese homenaje a la mujer luchadora de los años pre-guerra desaparece de la serie desde el minuto cero para caer en los mismos romances, envidias, adulterios y triángulos que ya hemos visto en Velvet. Las chicas del cable no es más que Velvet pero, en vez de costureras, esta vez sus protagonistas son telefonistas.
Incluso el bagaje misterioso que se le intenta dar a la protagonista (Blanca Suárez) únicamente le sirve como relleno y excusa para tener algún hilo del que estirar. El vestuario y la ambientación están conseguidos e incluso se han tomado la licencia de “marcarse” música más actual, que quizá a alguno le chirría. Pero hasta ahí, no hay más. Esto es Las chicas del cable: 1 + 1 = 2. Una simpleza. Eso sí, este producto les va a encantar y a enganchar a los acérrimos fans de Velvet, porque Bambú conoce muy bien a su público.
Diría que llama la atención que las escenas de sexo más explícitas son las protagonizadas por lesbianas pero, conociendo a la productora, no es de extrañar. Cumple con todos los temas que están ahora en boga –que no en los años 30–, hasta la ideología de género se cuela por todas partes. Por no mencionar la apología de “nos han educado para amar a los hombres, pero no tiene por qué ser así”, que son tan forzadas que no convencen.
Lo que más pena da, además de que se degrade el concepto “amar” y que la oportunidad de un verdadero homenaje a esas mujeres se haya perdido, es que esta serie sea la única que se haya estrenado mundialmente y todos crean que en España no somos capaces de crear historias originales, auténticas y, sobre todo, buenas.
A pesar de lo que prometía en sus tráilers, en los anuncios de Spotify y en la publicidad a pie de calle, ese homenaje a la mujer luchadora de los años pre-guerra desaparece de la serie desde el minuto cero para caer en los mismos romances, envidias, adulterios y triángulos que ya hemos visto en Velvet. Las chicas del cable no es más que Velvet pero, en vez de costureras, esta vez sus protagonistas son telefonistas.
Incluso el bagaje misterioso que se le intenta dar a la protagonista (Blanca Suárez) únicamente le sirve como relleno y excusa para tener algún hilo del que estirar. El vestuario y la ambientación están conseguidos e incluso se han tomado la licencia de “marcarse” música más actual, que quizá a alguno le chirría. Pero hasta ahí, no hay más. Esto es Las chicas del cable: 1 + 1 = 2. Una simpleza. Eso sí, este producto les va a encantar y a enganchar a los acérrimos fans de Velvet, porque Bambú conoce muy bien a su público.
Diría que llama la atención que las escenas de sexo más explícitas son las protagonizadas por lesbianas pero, conociendo a la productora, no es de extrañar. Cumple con todos los temas que están ahora en boga –que no en los años 30–, hasta la ideología de género se cuela por todas partes. Por no mencionar la apología de “nos han educado para amar a los hombres, pero no tiene por qué ser así”, que son tan forzadas que no convencen.
Lo que más pena da, además de que se degrade el concepto “amar” y que la oportunidad de un verdadero homenaje a esas mujeres se haya perdido, es que esta serie sea la única que se haya estrenado mundialmente y todos crean que en España no somos capaces de crear historias originales, auténticas y, sobre todo, buenas.
10 de junio de 2018
10 de junio de 2018
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las Chicas del Cable” se parece en demasía a VELVET, demasiado. Es casi su hermana gemela. La única diferencia sustantiva es que la protagonista en está ocasión no es una persona éticamente intachable, sino más bien de dudosa moral. Pero salvo esa diferencia el resto parece un calco: telenovela de época, centrada en la vida en una empresa en Madrid, empresa con una familia propietaria, cuyo hijo del dueño se enamora de una trabajadora -la protagonista-, luego todas las historias del resto de los trabajadores, etc. Demasiado parecida.
Ahora bien, centrémonos en el análisis:
-La telefonía no da tanta trama como lo hacía el mundo de la moda, es más a veces queda corta.
-El discurso de lucha por las libertades de la mujer se trabaja desde el simplismo. Muchos clichés y poca elaboración argumentativa.
-Los personajes son planos, carentes de emoción. A nadie le importa mucho el devenir de ellos, porque jamás son historias que compenetren al espectador. La protagonista no genera empatía del espectador, no por el hecho de que sea un personaje éticamente lleno de ripios -eso está bien-, sino porque la forma de narración y el desarrollo del personaje es pobre.
- La trama es excesivamente predecible.
Una producción que hace el esfuerzo en la fotografía y ambientación, pero que no lo hizo en el libreto, no vale la pena de ser vista. Si quiere una telenovela, probablemente encontrará decenas mejores para ver, no se desgaste con “Las Chicas del Cable”.
Ahora bien, centrémonos en el análisis:
-La telefonía no da tanta trama como lo hacía el mundo de la moda, es más a veces queda corta.
-El discurso de lucha por las libertades de la mujer se trabaja desde el simplismo. Muchos clichés y poca elaboración argumentativa.
-Los personajes son planos, carentes de emoción. A nadie le importa mucho el devenir de ellos, porque jamás son historias que compenetren al espectador. La protagonista no genera empatía del espectador, no por el hecho de que sea un personaje éticamente lleno de ripios -eso está bien-, sino porque la forma de narración y el desarrollo del personaje es pobre.
- La trama es excesivamente predecible.
Una producción que hace el esfuerzo en la fotografía y ambientación, pero que no lo hizo en el libreto, no vale la pena de ser vista. Si quiere una telenovela, probablemente encontrará decenas mejores para ver, no se desgaste con “Las Chicas del Cable”.
9 de mayo de 2017
9 de mayo de 2017
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Actuaciones pésimas, argumento horrendo, tramas absurdas, repetitivas, esperables y aburridísimas y encima todo esto aliñado con una música que duele en los oídos, he leído en más de una web que es para dar una especie de contraste, ¿contraste? lo que hace es empeorar toda esta bazofia, que ya era difícil de empeorar, pero lo consiguen.
Creo que las actrices protagonistas deberían plantearse si la profesión de actriz es la suya, porque sinceramente jamás había visto actuaciones más insulsas y forzadas. No se salva ni una, y las secundarias...Un poco pero porque salen menos, pero tres cuartos de lo mismo y exactamente igual los actores.
En definitiva, consejo para quien está pensando en verla: no perdáis el tiempo. No vale la pena ni un segundo de los 8 capítulos. Ni uno.
Creo que las actrices protagonistas deberían plantearse si la profesión de actriz es la suya, porque sinceramente jamás había visto actuaciones más insulsas y forzadas. No se salva ni una, y las secundarias...Un poco pero porque salen menos, pero tres cuartos de lo mismo y exactamente igual los actores.
En definitiva, consejo para quien está pensando en verla: no perdáis el tiempo. No vale la pena ni un segundo de los 8 capítulos. Ni uno.
29 de abril de 2017
29 de abril de 2017
35 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bambú Producciones va, poco a poco, afinando la puntería. En el caso de Las Chicas del Cable, nos traslada al Madrid de 1928. Seguramente la ambientación (vestimenta, coches, mobiliario, exteriores, iluminación, estilo de vida, etc.) correspondan más al Nueva York que al Madrid de los años 20, pero resulta esperanzador comprobar que la ficción española también es capaz de crear envoltorios atractivos de nuestro pasado.
La serie está llena de anacronismos, como cada una de las situaciones que viven sus protagonistas. Pero no coincido con las críticas que señalan despavoridas y exaltadas a la música como el gran fallo histórico de la serie. Al igual que en títulos como El Gran Gatsby de Baz Luhrmann, la música es utilizada como un elemento de ruptura, una licencia creativa que trata de dar ritmo y color a la serie. Puede gustarte o no, pero lo cierto es que está puesto allí exactamente para eso: crear cierta controversia y otorgar personalidad a la producción mediante un elemento de ruptura.
La trama no es compleja, pero sorprende en cierta medida. En mi caso esperaba una seria romántica sin dobleces y me encontré con un producto en el que convergen varias historias que, aunque no impresionan, entretienen. Bien es cierto que nos encontramos ante el enésimo triangulo amoroso de la ficción española, pero también es cierto que es un recurso que funciona a la perfección entre el gran público.
En cuanto a los actores, Blanca Suarez es más de lo mismo, una actriz con buenos atributos fotográficos ante la cámara pero que nunca llega a transmitir emociones profundas al espectador. Ana Fernández sorprende por su personalidad, otorga a la serie fuerza y atrevimiento, y tiene la suerte de interpretar un papel que le sienta de maravilla. Sin duda Nadia de Santiago es el mayor descubrimiento, quizá por no haberla vista demasiado en la gran pantalla hasta ahora. El resto del elenco están correctos en su mayoría, con alguna excepción (como en todas las producciones españolas) cuyos atributos como actor/actriz quedan en entredicho cada vez que sale a escena.
Como resumen, una serie visualmente muy atractiva, con mucho estilo fotográfico, llena de anacronismos y algún que otro cliché, con una historia simple pero a la vez adictiva, y algunos rasgos, como la música y algunas escenas de fiesta, que hereda sin complejos de Gran Gatsby de Baz Luhrmann. Serie comercial, fluida y sin demasiadas complicaciones que será vorazmente criticada dentro de nuestras fronteras pero que encontrará su público lejos de las mismas.
La serie está llena de anacronismos, como cada una de las situaciones que viven sus protagonistas. Pero no coincido con las críticas que señalan despavoridas y exaltadas a la música como el gran fallo histórico de la serie. Al igual que en títulos como El Gran Gatsby de Baz Luhrmann, la música es utilizada como un elemento de ruptura, una licencia creativa que trata de dar ritmo y color a la serie. Puede gustarte o no, pero lo cierto es que está puesto allí exactamente para eso: crear cierta controversia y otorgar personalidad a la producción mediante un elemento de ruptura.
La trama no es compleja, pero sorprende en cierta medida. En mi caso esperaba una seria romántica sin dobleces y me encontré con un producto en el que convergen varias historias que, aunque no impresionan, entretienen. Bien es cierto que nos encontramos ante el enésimo triangulo amoroso de la ficción española, pero también es cierto que es un recurso que funciona a la perfección entre el gran público.
En cuanto a los actores, Blanca Suarez es más de lo mismo, una actriz con buenos atributos fotográficos ante la cámara pero que nunca llega a transmitir emociones profundas al espectador. Ana Fernández sorprende por su personalidad, otorga a la serie fuerza y atrevimiento, y tiene la suerte de interpretar un papel que le sienta de maravilla. Sin duda Nadia de Santiago es el mayor descubrimiento, quizá por no haberla vista demasiado en la gran pantalla hasta ahora. El resto del elenco están correctos en su mayoría, con alguna excepción (como en todas las producciones españolas) cuyos atributos como actor/actriz quedan en entredicho cada vez que sale a escena.
Como resumen, una serie visualmente muy atractiva, con mucho estilo fotográfico, llena de anacronismos y algún que otro cliché, con una historia simple pero a la vez adictiva, y algunos rasgos, como la música y algunas escenas de fiesta, que hereda sin complejos de Gran Gatsby de Baz Luhrmann. Serie comercial, fluida y sin demasiadas complicaciones que será vorazmente criticada dentro de nuestras fronteras pero que encontrará su público lejos de las mismas.
12 de mayo de 2017
12 de mayo de 2017
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las Chicas del Cable es la nueva serie de Netflix producida en España. Ambientada en el Madrid de los años 20 la trama gira en torno a un grupo de mujeres que luchan por conseguir su independencia económica en un mundo eminentemente gobernado por hombres.
Si algo caracteriza a la producción son las buenas intenciones de hacer llegar un mensaje feminista, de empoderamiento de la mujer a un público amplio respaldado por el gigante informático. Sin embargo, las buenas intenciones se diluyen en un formato telenovelesco que al final no es más que una bonita carcasa vacía. En efecto, los mejores aspectos de la serie los encontramos en el plano visual: el vestuario a lo Charlestone y la puesta en escena con un cierto aire modernista que nos trasladan a los locos años 20 de nuestro país. Pero todo lo demás parece fallar. La ampliamente criticada banda sonora no sólo desconcierta por su modernidad, sino también por el burdo uso que se hace de ella, intentando reforzar la emotividad de las escenas de la manera menos sutil, consiguiendo así el efecto opuesto. Pero lo que verdaderamente condena a la serie es el guión. La premisa principal es ya un poco descabellada, con Blanca Suárez como una ladronzuela al que un policía soborna para que robe a la empresa más prestigiosa del país sin colaboración alguna en un periodo de dos días, pero su desarrollo lo es aun más. Los directores parecen haber seleccionado una ristra de estereotipos a los que han unido con las finas líneas de la trama: desde el triángulo amoroso, a la mujer maltratada, pasando por la mujer histérica y celosa o la de dudosa reputación que asciende en el trabajo gracias a sus favores en la cama. El tratamiento que reciben es totalmente forzado y superficial. Los temas más escabrosos a los que se podría haber sacado más jugo, como el maltrato y la homosexualidad, parecen sacados del libro de tópicos, presentados sin ahondar en las razones y los sentimientos, dando como resultado una planitud que resta credibilidad y fuerza al bienintencionado mensaje.
Esta falta de profundidad intenta suplirse con la voz en off de Blanca Suárez que acompaña la ñoñería sentimentalista con frases moralistas que intenta otorgar al conjunto una profundidad de la que en realidad carece.
Es una pena que la representante nacional en la plataforma internacional deje el listón tan bajo. Habrá una segunda temporada, pero yo no pasaré por ella.
Si algo caracteriza a la producción son las buenas intenciones de hacer llegar un mensaje feminista, de empoderamiento de la mujer a un público amplio respaldado por el gigante informático. Sin embargo, las buenas intenciones se diluyen en un formato telenovelesco que al final no es más que una bonita carcasa vacía. En efecto, los mejores aspectos de la serie los encontramos en el plano visual: el vestuario a lo Charlestone y la puesta en escena con un cierto aire modernista que nos trasladan a los locos años 20 de nuestro país. Pero todo lo demás parece fallar. La ampliamente criticada banda sonora no sólo desconcierta por su modernidad, sino también por el burdo uso que se hace de ella, intentando reforzar la emotividad de las escenas de la manera menos sutil, consiguiendo así el efecto opuesto. Pero lo que verdaderamente condena a la serie es el guión. La premisa principal es ya un poco descabellada, con Blanca Suárez como una ladronzuela al que un policía soborna para que robe a la empresa más prestigiosa del país sin colaboración alguna en un periodo de dos días, pero su desarrollo lo es aun más. Los directores parecen haber seleccionado una ristra de estereotipos a los que han unido con las finas líneas de la trama: desde el triángulo amoroso, a la mujer maltratada, pasando por la mujer histérica y celosa o la de dudosa reputación que asciende en el trabajo gracias a sus favores en la cama. El tratamiento que reciben es totalmente forzado y superficial. Los temas más escabrosos a los que se podría haber sacado más jugo, como el maltrato y la homosexualidad, parecen sacados del libro de tópicos, presentados sin ahondar en las razones y los sentimientos, dando como resultado una planitud que resta credibilidad y fuerza al bienintencionado mensaje.
Esta falta de profundidad intenta suplirse con la voz en off de Blanca Suárez que acompaña la ñoñería sentimentalista con frases moralistas que intenta otorgar al conjunto una profundidad de la que en realidad carece.
Es una pena que la representante nacional en la plataforma internacional deje el listón tan bajo. Habrá una segunda temporada, pero yo no pasaré por ella.
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