El mundo sigue
1965 

7.8
5,622
Drama
Barrio madrileño de Maravillas. Eloísa es una abnegada esposa y madre eficiente, que vive con su marido, un guardia municipal más autoritario en casa que en la calle y al que a veces se le va la mano. Su hijo es un beato que salió del seminario poco antes de convertirse en sacerdote, y que se pasa la vida estudiando y rezando para expiar los pecados de su familia. Las hijas, dos hermanas, obsesionadas cada una a su manera por la ... [+]
3 de julio de 2011
3 de julio de 2011
40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y viendo esta película uno se da cuenta de la evolución que ha sufrido este país en las últimas décadas. Un progreso que llegó de la mano de la democracia y del que todos deberíamos sentirnos orgullosos. ‘El mundo sigue’ refleja a la perfección el retraso de la sociedad española durante la dictadura franquista. Especialmente complicada es la situación de la mujer, un tema recurrente en el cine de esa época y que denunciaron otras películas como la ‘La Tía Tula’ o ‘Calle Mayor’. En este caso el protagonismo se lo llevan dos hermanas que se profesan un odio basado en la envidia y el rencor. Una de ellas (Lina Canalejas) es honrada y trabajadora, pero lleva una vida mísera junto a un marido ludópata, irresponsable y maltratador (Fernando Fernán Gómez). La otra (Gemma Cuervo), ante un oscuro presente y un incierto futuro decide tomar el camino fácil vendiéndose al mejor postor.
Dos hermanas antagónicas, cuyo único objetivo es sobrevivir en una sociedad que situaba a la mujer en el último escalón. Por eso no se puede juzgar a ninguna, señalando que la una es mejor que la otra. En los primeros minutos se produce una brutal pelea entre ambas que ya adelanta lo que nos deparará la película. Mención especial para Lina Canalejas, que se convierte en una ‘Sofía Loren’ a la española repleta de carisma, fuerza y sensualidad. Cuando desaparece de la pantalla, la película se resiente y esa es la mejor muestra de la impresionante actuación de esta actriz. Gemma Cuervo, la inocente viejecilla de ‘Aquí no hay quién viva’ luce espectacular a los 27 años y da perfecta réplica a su hermana en sus múltiples enfrentamientos verbales y físicos.
Ver esta película es un privilegio, entre otras cosas porque en su momento tuvo un estreno restringido por obra y gracia de la censura, y desde entonces sus pases por televisión han sido escasos. Así se ha convertido en una película casi clandestina que muy pocos han visto. Su artífice, Fernando Fernán Gómez, casi se arruina con el objetivo de sacarla adelante. Finalmente lo consiguió, pero los problemas antes mencionados precipitaron su fracaso. En esa época rodar una obra tan atrevida como ‘El mundo sigue’ fue un acto de rebeldía y tenacidad de Fernán Gómez, seguramente uno de los españoles más brillantes del siglo XX. Ahí ha quedado su labor como actor, director, guionista, dramaturgo y escritor para corroborarlo. Una pena que muchos solo le recuerden por su famoso: “¡A la mierda!”.
Dos hermanas antagónicas, cuyo único objetivo es sobrevivir en una sociedad que situaba a la mujer en el último escalón. Por eso no se puede juzgar a ninguna, señalando que la una es mejor que la otra. En los primeros minutos se produce una brutal pelea entre ambas que ya adelanta lo que nos deparará la película. Mención especial para Lina Canalejas, que se convierte en una ‘Sofía Loren’ a la española repleta de carisma, fuerza y sensualidad. Cuando desaparece de la pantalla, la película se resiente y esa es la mejor muestra de la impresionante actuación de esta actriz. Gemma Cuervo, la inocente viejecilla de ‘Aquí no hay quién viva’ luce espectacular a los 27 años y da perfecta réplica a su hermana en sus múltiples enfrentamientos verbales y físicos.
Ver esta película es un privilegio, entre otras cosas porque en su momento tuvo un estreno restringido por obra y gracia de la censura, y desde entonces sus pases por televisión han sido escasos. Así se ha convertido en una película casi clandestina que muy pocos han visto. Su artífice, Fernando Fernán Gómez, casi se arruina con el objetivo de sacarla adelante. Finalmente lo consiguió, pero los problemas antes mencionados precipitaron su fracaso. En esa época rodar una obra tan atrevida como ‘El mundo sigue’ fue un acto de rebeldía y tenacidad de Fernán Gómez, seguramente uno de los españoles más brillantes del siglo XX. Ahí ha quedado su labor como actor, director, guionista, dramaturgo y escritor para corroborarlo. Una pena que muchos solo le recuerden por su famoso: “¡A la mierda!”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se agradece que alguien como Fernán Gómez, que no hubiera tenido problemas en rodar insulsas comedias como las que se estilaban en España durante esos años, decidiera jugarse su prestigio y su dinero haciendo una película por ‘amor al arte’. Seguramente sabía que la censura destrozaría la vida comercial de la película, pero pasados los años nadie se acuerda de esas comedias y si de aquellas obras que se atrevieron a desafiar al régimen y mostrar su verdadera cara. En un momento de la película, alguien le dice al protagonista tras tocarle la Quiniela: “Esta era para entendidos y en España de otra cosa no, pero de toros y de futbol…” Esta frase define perfectamente a esa España ignorante que espero haya quedado atrás. Ahora tenemos libertad para saber, como no, de fútbol y de toros, pero también para acceder a conocimientos que los españoles de hace no tantos años tenían vetados y hay que aprovecharlo.
13 de septiembre de 2009
13 de septiembre de 2009
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí la obra maestra de F.F Gómez, superior a "El extraño viaje". La ví por casualidad en los 80 en el unico pase que emitió TVE desde los 60. Así de terrible suena. Y no olvidé jamás su dureza hasta que por fin el pasado año un canal por cable la ha rescatado. Esta película es la mayor bomba de relojería artística contra el franquismo que yo recuerde, visto desde el prisma sociológico. Puse esta película a mis padres y abuela en enero de este año y su reacción osciló entre la indignación, la emoción (por identificarse con lo que veian) y el dolor por reabrir unas llagas que creian cerradas. Retrata una sociedad mezquina a todos los niveles, donde la mujer es degradada y el lema es "tanto tienes, tanto vales".
Los actores de antología, sobre todo Lina Canalejas en el papel de la abnegada hermana pobre y una Gemma Cuervo en su papel más turbador como fulana de alto copete.
Debo concluir no obstante que la copia emitida por TV no tiene los originales títulos de crédito iniciales y que falta la escena inicial con la que se ve que todo el filme es un flashback
Los actores de antología, sobre todo Lina Canalejas en el papel de la abnegada hermana pobre y una Gemma Cuervo en su papel más turbador como fulana de alto copete.
Debo concluir no obstante que la copia emitida por TV no tiene los originales títulos de crédito iniciales y que falta la escena inicial con la que se ve que todo el filme es un flashback
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como dice el personaje del padre en una escena, "al dinero no hay que mirarle su origen, sino su montante y para que se emplea". Esto sirve para perdonar a la hija prostituida ya que al final encuentra un marido rico por lo que el padre concluye "no era en el fondo mala chica, sino avispada y lista".
9 de agosto de 2010
9 de agosto de 2010
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos sabemos que Fernán-Gómez no era precisamente un maestro de la sutileza y viendo esta película da la impresión que se hubiera escrito con los guantes como un buen boxeador más que con la pluma. El primer puñetazo trascurre en el primer minuto, directo a la mandíbula. No hay sito para las sandeces o las medias tintas, aquí hay bilis para devorar una vaca sin tener una digestión pesada, pero además del hígado, el director utiliza el cerebro para darle una pequeña pero excelente dosis de comedia negra comparable y aún más cercana al que otro director cercano al teatro como Mankiewicz imprimía a sus obras.
Sólo falta ver brotar la sangre en cada enfrentamiento que incluso en algún caso y teniendo en cuenta la censura en la época es inusualmente explícita.
Existen reminiscencias en cuanto a lo descriptivo con el neorrealismo pero creo que esta película va aún más allá con ese toque corrosivo en los diálogos con respecto al dinero, la honra, los valores de los personajes, y al fin y al cabo en torno a los pecados capitales que sirven de guión en el trascurso de la obra.
Uno de los mejores retratos humanos de los antivalores ante el cual cualquier persona inteligente, libre y sana debe sentir una sensación de paz sin igual tras la cual pasado quién sabe cuanto tiempo todo siga igual.
Sólo falta ver brotar la sangre en cada enfrentamiento que incluso en algún caso y teniendo en cuenta la censura en la época es inusualmente explícita.
Existen reminiscencias en cuanto a lo descriptivo con el neorrealismo pero creo que esta película va aún más allá con ese toque corrosivo en los diálogos con respecto al dinero, la honra, los valores de los personajes, y al fin y al cabo en torno a los pecados capitales que sirven de guión en el trascurso de la obra.
Uno de los mejores retratos humanos de los antivalores ante el cual cualquier persona inteligente, libre y sana debe sentir una sensación de paz sin igual tras la cual pasado quién sabe cuanto tiempo todo siga igual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
He echado de menos que el flamante vehículo de la jet-setera no fuera descapotable, pero entonces nos hubiéramos quedado sin el perdón de Luisita...
25 de julio de 2015
25 de julio de 2015
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien ha tenido la feliz ocurrencia de recuperar en algunos cines – señalando el garboso 50 aniversario de su estreno – esta impactante película que estuvo dos años batallando con la censura de la época hasta conseguir el plácet. A quien le pudiera parecer una antigualla o una reliquia, está desencaminado. Esa una de las grandes películas del cine español, tanto por su rompedora trama de denuncia social ejecutada en pleno desarrollismo, como por su implacable retrato de una sociedad en descomposición y cambio, como por su efectivo estudio de personajes: un ludópata enfermizo, una endiosada ‘miss maravillas’ emponzoñada de orgullo, una envidiosa obsesiva cegada por el fulgor del dinero, un putativo frailuco tontilín que vive llenándose la boca de frases piadosas y extemporáneas… y una larga y fascinante galería de figuras a cuál más interesante y mejor desarrollada.
Esta cinta se puede disfrutar a varios niveles: no sólo es un acerado retrato de una época fascinante de España, donde la generación que combatió durante la guerra civil va dando paso a unos vástagos con otros afanes, inquietudes y visión de la vida, sino que ante todo es una excelente propuesta narrativa que ofrece un compendio de caracteres poco transitados en el cine de aquella época, llenos de rasgos y cualidades poco edificantes y decorosas que ponía en entredicho la tan pregonada y supuesta reserva espiritual de Occidente de la hispánica piel de toro patria. Seduce comprobar los violentos contrastes entre rancia tradición e incipiente modernidad que se retratan sin misericordia en este filme sin concesiones ni desfallecimientos; con en un cálido blanco y negro que nos retrotrae a los años del NODO oficialista pero subvirtiendo aquellos mensajes y eslóganes, encarnándose en una realidad palpitante que no deja títere con cabeza – ni cuerpo que lo aguante.
Es un compendio de lo mejor del cine: documento de una época, retrato de un universo singular encadenado a una realidad casi neorrealista de pañales, cestas de la compra, escaleras empinadas y habitaciones minúsculas y sin ventanucos, vademécum de la obsesión por la lotería y los juegos de azar como única forma de escapar de la miseria cotidiana que aún encadenaba la vida del laborioso trabajador, hasta el surgimiento del fútbol como nuevo opiáceo del pueblo que servía para olvidar las grisuras cotidianas y soñar con ídolos fugaces y quinielas quiméricas.
Fascinante, impactante, lacerante, rabiosa y sorprendentemente moderna. Es un lujo poderla ver en el cine. Dense el gusto y rescátenla del olvido: agradecerán la recomendación.
Esta cinta se puede disfrutar a varios niveles: no sólo es un acerado retrato de una época fascinante de España, donde la generación que combatió durante la guerra civil va dando paso a unos vástagos con otros afanes, inquietudes y visión de la vida, sino que ante todo es una excelente propuesta narrativa que ofrece un compendio de caracteres poco transitados en el cine de aquella época, llenos de rasgos y cualidades poco edificantes y decorosas que ponía en entredicho la tan pregonada y supuesta reserva espiritual de Occidente de la hispánica piel de toro patria. Seduce comprobar los violentos contrastes entre rancia tradición e incipiente modernidad que se retratan sin misericordia en este filme sin concesiones ni desfallecimientos; con en un cálido blanco y negro que nos retrotrae a los años del NODO oficialista pero subvirtiendo aquellos mensajes y eslóganes, encarnándose en una realidad palpitante que no deja títere con cabeza – ni cuerpo que lo aguante.
Es un compendio de lo mejor del cine: documento de una época, retrato de un universo singular encadenado a una realidad casi neorrealista de pañales, cestas de la compra, escaleras empinadas y habitaciones minúsculas y sin ventanucos, vademécum de la obsesión por la lotería y los juegos de azar como única forma de escapar de la miseria cotidiana que aún encadenaba la vida del laborioso trabajador, hasta el surgimiento del fútbol como nuevo opiáceo del pueblo que servía para olvidar las grisuras cotidianas y soñar con ídolos fugaces y quinielas quiméricas.
Fascinante, impactante, lacerante, rabiosa y sorprendentemente moderna. Es un lujo poderla ver en el cine. Dense el gusto y rescátenla del olvido: agradecerán la recomendación.
7 de marzo de 2013
7 de marzo de 2013
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Franquismo era un mar bravo de una profundidad tenebrosa y oscura. Bajo una tempestad implacable y perpetua la creatividad era una y otra vez engullida y enviada hacia una fosa abisal sin posibilidad de despunte o retorno. Y así se fue configurando la cinematografía de la dictadura desprovista de voces críticas o discordantes. Dedicarse al cine en aquellos días significaba de una manera u otra ser afín al Régimen, aceptar sus reglas y utilizar las posibilidades del mal llamado en este caso séptimo arte para o bien adoctrinar o bien aletargar al pueblo en un conglomerado de películas que bajo su aparente capa de inocencia terminaban por constituir un completísimo manual de defensa y mantenimiento del status quo.
Sin embargo, tal y como siempre ocurre en aquellos ámbitos en los que la represión del talento es un hecho palpable, este cuando existe lucha por abrirse paso, y debido a las dificultades sorteadas que requieren sacar lo mejor de uno mismo y manejar un sexto sentido, obras de una gran lucidez y carga crítica terminan por salir a la luz. Bajo este contexto la cinematografía española franquista alumbró películas como El Verdugo y La Caza entre otras, en las que las miserias del Régimen y por extensión de la sociedad española eran desnudadas de manera tan acertada como sutil.
Y de entre aquellas aguas turbias hubo de salir también Fernando Fernán Gómez el polifacético geniecillo inquieto que empezando como un actor más a los servicios del paupérrimo cine de posguerra finalizó su vida décadas después con una amplia carrera a sus espaldas que incluía además de su faceta actoral, labores de dirección, guión, incursiones en el teatro y en la televisión y una muy estimable obra literaria.
Fernán Gómez fue ante todo un hombre de su tiempo y no se dejo seducir en demasía por los cantos de sirena bajo cuyo embrujo si cayeron la mayoría de los artistas de la época. El tenía la necesidad de ir más allá y reflejar de alguna manera que España era algo más que folclóricas, beatas y chicas de servicio, moralina y mojigatería, estereotipos y valores dirigidos hacia lo que debía ser lo estipulado y lo correcto y catapultados a menudo bajo el instrumento de propaganda, distorsión y patriotismo sonrojante que solía constituir el cine. En este contexto se atrevió a sacar adelante en 1963 El Mundo Sigue un proyecto insólito, un drama social en toda regla que radiografiaba el Madrid de la época con una fuerza y atrevimiento totalmente inusuales.
Historia de codicia y cainismo sin redención posible donde la familia es presentada como un cartucho de dinamita y la mujer está dividida entre las opciones de ser esclava de su casa o prostituta de los pudientes. Opios del pueblo como el fútbol altamente presentes. Ludopatía en forma de quinielas. Malos tratos, rencor. Visiones esquinadas del clero y del poder. Ambiente amenazador y opresivo bajo un tinte trágico, claustrofóbico y gris. Y un final demoledor nunca visto hasta entonces en una producción nacional.
Evidentemente El Mundo Sigue fue enterrada por el Régimen constituyendo a día de hoy la gran perla a rescatar de su autor una vez que su otra gran película de los sesenta El Extraño Viaje goce ya de un amplio reconocimiento cinéfilo. Ambas son en cierta medida complementarias y necesarias para aseverar que Fernán Gómez ha sido un creador indispensable en la historia del cine español.
https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
Sin embargo, tal y como siempre ocurre en aquellos ámbitos en los que la represión del talento es un hecho palpable, este cuando existe lucha por abrirse paso, y debido a las dificultades sorteadas que requieren sacar lo mejor de uno mismo y manejar un sexto sentido, obras de una gran lucidez y carga crítica terminan por salir a la luz. Bajo este contexto la cinematografía española franquista alumbró películas como El Verdugo y La Caza entre otras, en las que las miserias del Régimen y por extensión de la sociedad española eran desnudadas de manera tan acertada como sutil.
Y de entre aquellas aguas turbias hubo de salir también Fernando Fernán Gómez el polifacético geniecillo inquieto que empezando como un actor más a los servicios del paupérrimo cine de posguerra finalizó su vida décadas después con una amplia carrera a sus espaldas que incluía además de su faceta actoral, labores de dirección, guión, incursiones en el teatro y en la televisión y una muy estimable obra literaria.
Fernán Gómez fue ante todo un hombre de su tiempo y no se dejo seducir en demasía por los cantos de sirena bajo cuyo embrujo si cayeron la mayoría de los artistas de la época. El tenía la necesidad de ir más allá y reflejar de alguna manera que España era algo más que folclóricas, beatas y chicas de servicio, moralina y mojigatería, estereotipos y valores dirigidos hacia lo que debía ser lo estipulado y lo correcto y catapultados a menudo bajo el instrumento de propaganda, distorsión y patriotismo sonrojante que solía constituir el cine. En este contexto se atrevió a sacar adelante en 1963 El Mundo Sigue un proyecto insólito, un drama social en toda regla que radiografiaba el Madrid de la época con una fuerza y atrevimiento totalmente inusuales.
Historia de codicia y cainismo sin redención posible donde la familia es presentada como un cartucho de dinamita y la mujer está dividida entre las opciones de ser esclava de su casa o prostituta de los pudientes. Opios del pueblo como el fútbol altamente presentes. Ludopatía en forma de quinielas. Malos tratos, rencor. Visiones esquinadas del clero y del poder. Ambiente amenazador y opresivo bajo un tinte trágico, claustrofóbico y gris. Y un final demoledor nunca visto hasta entonces en una producción nacional.
Evidentemente El Mundo Sigue fue enterrada por el Régimen constituyendo a día de hoy la gran perla a rescatar de su autor una vez que su otra gran película de los sesenta El Extraño Viaje goce ya de un amplio reconocimiento cinéfilo. Ambas son en cierta medida complementarias y necesarias para aseverar que Fernán Gómez ha sido un creador indispensable en la historia del cine español.
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