Malas calles
6.8
19,268
14 de diciembre de 2015
14 de diciembre de 2015
48 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy aburrida en la que no ocurre absolutamente nada durante sus casi dos horas de duración.
Unos señores, que tienen 30 o 40 años, pero que se comportan como si tuvieran 10, se pasan toda la película discutiendo o peleándose entre ellos y, cuando están de buenas, mantienen diálogos absurdos y cotorrean como adolescentes.
En particular, hay uno de ellos, el interpretado por De Niro, cuya actuación se hace odiosa, con unos diálogos de lo más desesperante y una actitud cretina a más no poder.
Afortunadamente, el mafioso al que, entre otros muchos, debe dinero, tiene la bondad y paciencia del santo Job, porque en cualquier otra peli se lo hubieran cargado con el primer impago.
Así va transcurriendo la película, entre bostezo y bostezo, hasta un final que tampoco aporta gran cosa.
Para remate una fotografía muy fea, con esos locales mal iluminados y esa luz roja y todo esto aderezado por una banda sonora de lo más cargante.
Pero como la firma Scorsese, es una obra maestra; hay que fastidiarse!
Unos señores, que tienen 30 o 40 años, pero que se comportan como si tuvieran 10, se pasan toda la película discutiendo o peleándose entre ellos y, cuando están de buenas, mantienen diálogos absurdos y cotorrean como adolescentes.
En particular, hay uno de ellos, el interpretado por De Niro, cuya actuación se hace odiosa, con unos diálogos de lo más desesperante y una actitud cretina a más no poder.
Afortunadamente, el mafioso al que, entre otros muchos, debe dinero, tiene la bondad y paciencia del santo Job, porque en cualquier otra peli se lo hubieran cargado con el primer impago.
Así va transcurriendo la película, entre bostezo y bostezo, hasta un final que tampoco aporta gran cosa.
Para remate una fotografía muy fea, con esos locales mal iluminados y esa luz roja y todo esto aderezado por una banda sonora de lo más cargante.
Pero como la firma Scorsese, es una obra maestra; hay que fastidiarse!
29 de enero de 2012
29 de enero de 2012
42 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer largometraje de Martin Scorsese (Flushing, NY, 17-XI-1942), escrito por el mismo y su amigo Mardik Martin. Se rueda durante 21 días en L.A. y durante 8 en NY, con un presupuesto de 500.000 USD. Producido por Jonathan T. Taplin para Warner, se proyecta por primera vez en público el 2-X-1973 (NY Film Festival).
La acción dramática tiene lugar durante unos pocos días del otoño de 1972 en Little Italy (Manhattan) y en otros barrios de NY. Charlie Cappa (Keitel), de 27 años, serio, comprensivo y reflexivo, vive obsesionado por el pecado y la redención. Johnny “Boy” (De Niro) trabaja como estibador portuario y es bromista, mentiroso, caprichoso, irresponsable, altivo y vulnerable. Es primo y el mejor amigo de Charlie. Tony (Proyal) es el propietario del bar Volpe’s, de Mulberry Street, la vía principal de Little Italy. Le gustan los animales y no quiere en su establecimiento ni drogas, ni peleas. Michael (Romanus), que se propone prosperar como mafioso, es más violento que sus compañeros, encaja mal las bromas y carece de ambiciones. El tío Giovanni (Danova), jefe de la mafia local, es tío de Charlie. Teresa (Robinson), es prima y novia de Charlie.
La narración se apoya en la voz en “off” de un narrador, que es la del protagonista de la historia. Los diálogos son tan abundantes, que en ocasiones crean en el espectador sensación de cierta fatiga. El film añade un rico repertorio de recursos visuales, que tienden a aligerar la densidad verbal y a imprimir agilidad a la acción.
La historia incorpora trazos autobiográficos, que Scorsese explica con fervor y una calidez que trasmiten al discurso proximidad y verosimilitud. La narración se desarrolla a partir del recuerdo nostálgico de una experiencia vital entrañable, exenta de sentimentalismos y de complacencia. Presenta el barrio de infancia y juventud con exhuberancia y humor. Retrata una comunidad que se siente singular y cultiva sus costumbres, fiestas y celebraciones, como la de San Gennaro. Las calles de la zona se muestran depositarias de sonidos, ruidos, rumores, voces y armonías, que identifican al colectivo que las habita.
El tema principal viene dado por las relaciones entre sexo y pecado, pecado y perdón, trasgresión y culpa, religión y conducta humana. El protagonista, abrumado por los escrúpulos, desarrolla comportamientos ansiosos que le llevan a jugar con el fuego que purifica, la abstinencia sexual y la generosidad que cree que le aporta méritos para descargar las culpas. Adicionalmente explora cuestiones relativas a la violencia de los adolescentes, al espíritu destructivo de los jóvenes, a la redención y al perdón, a las relaciones entre insatisfacción y violencia, etc. Presta especial atención a los personajes que protagonizan la historia, por lo que algunos atribuyen al film la condición de obra de personajes.
(Sigue sin aguafiestas/espoileres)
…/
La acción dramática tiene lugar durante unos pocos días del otoño de 1972 en Little Italy (Manhattan) y en otros barrios de NY. Charlie Cappa (Keitel), de 27 años, serio, comprensivo y reflexivo, vive obsesionado por el pecado y la redención. Johnny “Boy” (De Niro) trabaja como estibador portuario y es bromista, mentiroso, caprichoso, irresponsable, altivo y vulnerable. Es primo y el mejor amigo de Charlie. Tony (Proyal) es el propietario del bar Volpe’s, de Mulberry Street, la vía principal de Little Italy. Le gustan los animales y no quiere en su establecimiento ni drogas, ni peleas. Michael (Romanus), que se propone prosperar como mafioso, es más violento que sus compañeros, encaja mal las bromas y carece de ambiciones. El tío Giovanni (Danova), jefe de la mafia local, es tío de Charlie. Teresa (Robinson), es prima y novia de Charlie.
La narración se apoya en la voz en “off” de un narrador, que es la del protagonista de la historia. Los diálogos son tan abundantes, que en ocasiones crean en el espectador sensación de cierta fatiga. El film añade un rico repertorio de recursos visuales, que tienden a aligerar la densidad verbal y a imprimir agilidad a la acción.
La historia incorpora trazos autobiográficos, que Scorsese explica con fervor y una calidez que trasmiten al discurso proximidad y verosimilitud. La narración se desarrolla a partir del recuerdo nostálgico de una experiencia vital entrañable, exenta de sentimentalismos y de complacencia. Presenta el barrio de infancia y juventud con exhuberancia y humor. Retrata una comunidad que se siente singular y cultiva sus costumbres, fiestas y celebraciones, como la de San Gennaro. Las calles de la zona se muestran depositarias de sonidos, ruidos, rumores, voces y armonías, que identifican al colectivo que las habita.
El tema principal viene dado por las relaciones entre sexo y pecado, pecado y perdón, trasgresión y culpa, religión y conducta humana. El protagonista, abrumado por los escrúpulos, desarrolla comportamientos ansiosos que le llevan a jugar con el fuego que purifica, la abstinencia sexual y la generosidad que cree que le aporta méritos para descargar las culpas. Adicionalmente explora cuestiones relativas a la violencia de los adolescentes, al espíritu destructivo de los jóvenes, a la redención y al perdón, a las relaciones entre insatisfacción y violencia, etc. Presta especial atención a los personajes que protagonizan la historia, por lo que algunos atribuyen al film la condición de obra de personajes.
(Sigue sin aguafiestas/espoileres)
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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Llevado de su cinefilia radical, Scorsese cita películas memorables, como “Centauros del desierto” (Ford, 1956), “Los sobornados” (Lang, 1953), “La patrulla del coronel Jackson” (Dmytryk, 1945), “Al final de la escapada” (Godard, 1960), “A quemarropa” (Boorman, 1967), “Maridos” (Cassavetes, 1970) y otras. Dedica una escena a But Abbot y Lou Costello. Rinde homenaje a Roger Corman con imágenes de “La tumba de Ligeia” (Corman, 1964). Las interpretaciones de Keitel y De Niro sobresalen por encima de las demás. Reserva un breve papel para su madre, Catherine Scorsese, y otro, el de Shorty, para él.
La banda sonora acredita el gusto del realizador por la música popular, sobre todo, por la que se editó durante los años de su juventud (los 60), que es la que ha dejado mayor huella en su ánimo. Pagó un precio elevado por los derechos de dos canciones de The Rolling Stones (“Jumpin’ Jack Flash” y “Tell Me”). Añade melodías del tenor Giuseppe Di Stefano y de Renato Carosone, The Miracles, etc. Abre el film con el seductor tema “Be My Baby”, de The Ronettes. La banda sonora, hermosa y variada, aporta al film una admirable y gratificante textura dramática.
La fotografía, de Kent Wakeford (“Alicia ya no vive aquí”, 1974), despliega una cantidad elevada de recursos expresivos. Ofrece planos secuencia, planos picados y contrapicados, aceleraciones, congelaciones, travellings a cámara lenta, cámara en continuo movimiento, escenas con cámara en mano, etc. Hace uso creativo del color, con el que compone potentes combinaciones de rojos y negros y construye espacios apocalípticos.
Llevado de su cinefilia radical, Scorsese cita películas memorables, como “Centauros del desierto” (Ford, 1956), “Los sobornados” (Lang, 1953), “La patrulla del coronel Jackson” (Dmytryk, 1945), “Al final de la escapada” (Godard, 1960), “A quemarropa” (Boorman, 1967), “Maridos” (Cassavetes, 1970) y otras. Dedica una escena a But Abbot y Lou Costello. Rinde homenaje a Roger Corman con imágenes de “La tumba de Ligeia” (Corman, 1964). Las interpretaciones de Keitel y De Niro sobresalen por encima de las demás. Reserva un breve papel para su madre, Catherine Scorsese, y otro, el de Shorty, para él.
La banda sonora acredita el gusto del realizador por la música popular, sobre todo, por la que se editó durante los años de su juventud (los 60), que es la que ha dejado mayor huella en su ánimo. Pagó un precio elevado por los derechos de dos canciones de The Rolling Stones (“Jumpin’ Jack Flash” y “Tell Me”). Añade melodías del tenor Giuseppe Di Stefano y de Renato Carosone, The Miracles, etc. Abre el film con el seductor tema “Be My Baby”, de The Ronettes. La banda sonora, hermosa y variada, aporta al film una admirable y gratificante textura dramática.
La fotografía, de Kent Wakeford (“Alicia ya no vive aquí”, 1974), despliega una cantidad elevada de recursos expresivos. Ofrece planos secuencia, planos picados y contrapicados, aceleraciones, congelaciones, travellings a cámara lenta, cámara en continuo movimiento, escenas con cámara en mano, etc. Hace uso creativo del color, con el que compone potentes combinaciones de rojos y negros y construye espacios apocalípticos.
22 de marzo de 2009
22 de marzo de 2009
38 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de un aprendiz de mafioso que se mueve en los primeros peldaños de una pirámide en la que su muy admirado tío sólo está uno o dos escalones por encima de él y en la que los grandes hampones que ocupan el vértice ni siquiera saben de la existencia de ambos le sirve a Scorsese para mostrarnos las dudas del protagonista entre su propia moral religiosa y la necesidad de irse creando un nombre en el mundo de los bajos fondos. Para esto, para crearse una reputación, le estorban situaciones como tener una novia epiléptica y ejercer de protector del primo de ésta que está completamente loco. Pero ese mundo en el que quiere ser alguien y que utiliza la religión a su antojo no admite la redención mediante buenos actos y sí el más duro de los castigos hacia quien no cumpla con sus “normas”.
La idea no es mala pero su desarrollo resulta por momentos delirante. Yo no sé si Scorsese nos quiere hacer partícipes de la locura de los personajes (uno De Niro ya loco y el otro Keitel que se está volviendo por momentos) pero hay situaciones del todo cómicas como la pelea en los billares, el asesinato en los servicios del bar (como se agarra el tiroteado a su asesino que casi parece que van a bailar) o las secuencias de De Niro y Keitel en la misma cama. Además, si nos fijamos bien en la expresión de Keitel, parece que de un momento a otro va a empezar a troncharse de la risa.
Lo peor de todo es que si no fuera por estos instantes y por ver como se divierte De Niro haciendo de loco la película resulta mareante.
La idea no es mala pero su desarrollo resulta por momentos delirante. Yo no sé si Scorsese nos quiere hacer partícipes de la locura de los personajes (uno De Niro ya loco y el otro Keitel que se está volviendo por momentos) pero hay situaciones del todo cómicas como la pelea en los billares, el asesinato en los servicios del bar (como se agarra el tiroteado a su asesino que casi parece que van a bailar) o las secuencias de De Niro y Keitel en la misma cama. Además, si nos fijamos bien en la expresión de Keitel, parece que de un momento a otro va a empezar a troncharse de la risa.
Lo peor de todo es que si no fuera por estos instantes y por ver como se divierte De Niro haciendo de loco la película resulta mareante.
12 de diciembre de 2008
12 de diciembre de 2008
37 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
La grandeza del mundo del hampa y las mafias se va diluyendo en "Malas Calles" hacia un retrato más realista, más sucio y menos épico. La película es Charlie, el personaje que interpreta Harvey Keitel, y sus circunstancias.
Charlie es un tío que se emborracha a veces y cae dando tumbos. Tiene una chica que es epiléptica. Hace trabajos para su tío, que es un mafioso pero tampoco de los más grandes. Y en sus ratos libres, que son mayoría, protege al Johnny (Robert De Niro), que es el primo de la epiléptica y un chuleta de pacotilla que debe dinero a todo el mundo y se mete en fregaos por sus maneras de niñato.
Visto lo visto, Charlie aspira a montar su negocio, ayudado por su tío, pero primero tiene que resolver cosas pendientes con el bar de sus colegas, el Johnny y su novia. Todo marcado por la presencia constante del catolicismo en forma de sentimiento de culpa.
Scorsese tira de oficio y nos muestra cámaras lentas en el momento apropiado, steady cams pegadas al primer plano de Keitel cuando va todo trompa, montaje dinámico y muchos claroscuros en interiores.
Sencilla película que va avanzando por los bajos ambientes de estafas, cines de serie B, barrios de putas y pubs de mala muerte de Nueva York. Aderezado con una BSO plagada de hits de finales de los 50, principios de los 70, como reflejo de una mafia anquilosada y que no avanza.
Charlie es un tío que se emborracha a veces y cae dando tumbos. Tiene una chica que es epiléptica. Hace trabajos para su tío, que es un mafioso pero tampoco de los más grandes. Y en sus ratos libres, que son mayoría, protege al Johnny (Robert De Niro), que es el primo de la epiléptica y un chuleta de pacotilla que debe dinero a todo el mundo y se mete en fregaos por sus maneras de niñato.
Visto lo visto, Charlie aspira a montar su negocio, ayudado por su tío, pero primero tiene que resolver cosas pendientes con el bar de sus colegas, el Johnny y su novia. Todo marcado por la presencia constante del catolicismo en forma de sentimiento de culpa.
Scorsese tira de oficio y nos muestra cámaras lentas en el momento apropiado, steady cams pegadas al primer plano de Keitel cuando va todo trompa, montaje dinámico y muchos claroscuros en interiores.
Sencilla película que va avanzando por los bajos ambientes de estafas, cines de serie B, barrios de putas y pubs de mala muerte de Nueva York. Aderezado con una BSO plagada de hits de finales de los 50, principios de los 70, como reflejo de una mafia anquilosada y que no avanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La TRANSICIÓN:
Keitel y De Niro acaban una noche de farra y desventuras en casa del primero. De Niro tiene hambre y quiere ir a robar a casa de su prima, pero Keitel lo convence de que no vaya, que es mejor de pedir que de robar, y terminan de risas. Harvey se asoma a la ventana y la cámara sigue su mirada. Vemos a una chica desnudándose mientras se escucha la voz del personaje de Keitel alabando su belleza. Parpadeas y... voilá! Keitel continúa con su discurso, pero está en la cama con la chica de la ventana. Y no es un sueño, es el día siguiente. Detallazo de calidad de Scorsese.
Keitel y De Niro acaban una noche de farra y desventuras en casa del primero. De Niro tiene hambre y quiere ir a robar a casa de su prima, pero Keitel lo convence de que no vaya, que es mejor de pedir que de robar, y terminan de risas. Harvey se asoma a la ventana y la cámara sigue su mirada. Vemos a una chica desnudándose mientras se escucha la voz del personaje de Keitel alabando su belleza. Parpadeas y... voilá! Keitel continúa con su discurso, pero está en la cama con la chica de la ventana. Y no es un sueño, es el día siguiente. Detallazo de calidad de Scorsese.
25 de febrero de 2010
25 de febrero de 2010
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que la película la haya dirigido el maestro Scorsese no significa que sea una buena película, aunque a la mayoría de la gente le parece suficiente para darle un 7 y pico que tiene de media.
La película no sigue un hilo argumental, va dando tumbos sin un rumbo fijo, he llegado a pensar que iban improvisando el guión sobre la marcha. Los actores realizan una buena interpretación, pero eso no es suficiente para salvar de la quema este intento de película.
Menos mal que Scorsese no se desanimo y continúo haciendo cosas mucho mejores....y grandes obras maestras.
La película no sigue un hilo argumental, va dando tumbos sin un rumbo fijo, he llegado a pensar que iban improvisando el guión sobre la marcha. Los actores realizan una buena interpretación, pero eso no es suficiente para salvar de la quema este intento de película.
Menos mal que Scorsese no se desanimo y continúo haciendo cosas mucho mejores....y grandes obras maestras.
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