Black Mirror: El hombre contra el fuegoEpisodio
2016 

6.7
17,510
Bélico. Ciencia ficción. Thriller. Acción
Stripe (Malachi Kirby) y Raiman (Madeline Brewer) son dos soldados del ejército que debe proteger a los habitantes de una aldea de la invasión de mutantes salvajes. Tecnológicamente tienen ventaja, pero desconocen si será suficiente para sobrevivir. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2016
10 de noviembre de 2016
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
208/03(05/11/16) Sugestivo quinto episodio de la antológica serie creada por el británico Charlie Brooker, ha cambiado de cadena, de la británica Channel 4 a la estadounidense Netflix, pero su mordacidad, ironía, acidez y visión inquieta sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad sigue intacto. Para el que no la conozca, es una serie de antología, capítulos independientes autoconclusivos, con diferentes tramas, diferentes géneros, diferentes actores y personajes, diferente ambientación, e incluso abordando diferente franjas temporales, pero todas con el nexo de unión de cómo la nueva era tecnológica puede ser pervertida haciéndonos menos humanos. En esta nueva temporada ha decidido diversificar los géneros, el primero fue una comedia, el segundo el terror, el tercero un thriller, el cuarto uno romántico y este penúltimo se adentra en el género bélico, con la dirección del belga Jakob Verbruggen (La serie “The fall”) y el guión del propio creador Brooker, se adentra incisivamente en lo complicada que puede ser la empatía de los militares con su “enemigo” en tiempos de guerra, sobre todo para los mandos, se hace un inteligente y sutil estudio sobre los prejuicios sociales, y como estos pueden ser manipulados. La tara en el capítulo es que se alarga demasiado, hay tramos redundantes y lo que es peor su núcleo es previsible, aunque en su favor tiene muchos momentos de enorme intensidad emocional.
Este episodio aborda como la biotecnología tiene sus vertientes peligrosas y de latente manipulación, de cómo esta podría llega a torcer la voluntad, y distorsionar la naturaleza humana, en lo que es un arrollador alegato antibélico, de cómo los gerifaltes necesitan de ser maestros de marionetas y romper la natural empatía humana, esto es muy bien contrastado en la violencia atávica con que los soldados se comportan al tener en mente que su enemigo es un ser cuasi-monstruoso, esto les ayuda a actuar de modo a actuar de modo desalmado, y es que como todo alegato antibélico nos habla de la deshumanización que producen las guerras. Historia que sutilmente nos habla de cómo nos pueden inculcar el odio al diferente, de la nefasta arrogancia de creernos superiores al diferente bien sea mediante tergiversada información o en este caso de otro (no quiero spoilear, pero es a lo Black Mirror), bien se puede ver en estas “cucarachas” ataques racistas, homófobos, religiosos, o clasistas. De cómo los (pérfidos) mandamases buscan inyectarnos de todos los modos posibles el miedo, odio e ignorancia a lo que no comprendemos, de poner fácil el aplastar “cucarachas”, a nadie le duele matar insectos, pero y si estos tienen alma humana? Entonces no sentimos dilemas morales, ni dolor, ni por supuesto empatía. Se impone en la Guerra la máxima maquiavélica de “El fin justifica los medios”, y aquí es la piedra filosofal (siempre para Charlie Brooker) para este manejo de hilos mental la tecnología.
La narración nos es filtrada por la visión de un soldado, y con el vivimos su periplo extraño navegando entre los sueños, las visiones, y provocando en el espectador inquietud y desconfianza con lo que con él vemos, en esto la cinta termina por hacer evidente su giro “tecnológico”, aún así está muy bien desarrollada la historia, atrapándote en su turbias redes. Con un tramo inicial que recuerda bastante al film de Paul Verhoeven “Starship Troopers” (1997), en el modo juvenil y trivial en que la tropa se enfrenta a los “bichos”, con una sugerente escena en la casa de un protector de “cucarachas”, estallando de modo la latente la violencia, dejándonos el detalle de la linterna verde que nos hace pensar que ahí está el meollo, como así nos va indicando el comportamiento del protagonista, ello en un increscendo bien llevado, aunque demasiado estirado, siendo el corazón del capítulo los encuentros de Stripper con el consejero Arquette, sobre todo el segundo y último revelador y punzante, de más calado que las escenas de acción, que son del montón, Brooker debe mejorar en esto, para desembocar todo en un epílogo turbador y a la vez desesperanzador. Es la cinta una reflexión acida sobre cómo afrontar los altos mandos militares el trastorno de estrés postraumático, de cómo se podría en un futuro no muy lejano acceder a tus sueños para “domesticarte” al antojo de los que mandan. Ello en pos de modificar la natural conciencia humana para convertirlos en robots asentimentales ante el “enemigo”, al que se debe exterminar amoralmente.
Su gran tara es el manejo del tempo narrativo, si se hubiera recordado un cuarto de hora, se habría dado solidez y más cadencia para dar solidez a l mensaje y no sentirte un tanto alargado su metraje para cumplir con la duración de la hora. Asimismo hay un recurso en el que hay una incongruencia en la construcción del pasado del protagonista que produce confusión chirría (spoiler).
Malachi Kirby (el Kunta Kinte de la “Raíces” de 2016) como el protagonista Stripper realiza una sentida actuación, su rostro sabe expresar su gradual arco de desarrollo, hasta desembocar en el clímax de la crucial entrevista con Arquette, estupendo. Michael Kelly como Arquette está tremendo, con mesura, contención, aporta un fabuloso carisma en su serenidad y apostura, una serpentil interpretación en sui modo artero de manipulación, espléndido. Madeline Brewer como la soldado de infantería Raiman resulta muy divertida en su obsceno y violento comportamiento.
Este episodio aborda como la biotecnología tiene sus vertientes peligrosas y de latente manipulación, de cómo esta podría llega a torcer la voluntad, y distorsionar la naturaleza humana, en lo que es un arrollador alegato antibélico, de cómo los gerifaltes necesitan de ser maestros de marionetas y romper la natural empatía humana, esto es muy bien contrastado en la violencia atávica con que los soldados se comportan al tener en mente que su enemigo es un ser cuasi-monstruoso, esto les ayuda a actuar de modo a actuar de modo desalmado, y es que como todo alegato antibélico nos habla de la deshumanización que producen las guerras. Historia que sutilmente nos habla de cómo nos pueden inculcar el odio al diferente, de la nefasta arrogancia de creernos superiores al diferente bien sea mediante tergiversada información o en este caso de otro (no quiero spoilear, pero es a lo Black Mirror), bien se puede ver en estas “cucarachas” ataques racistas, homófobos, religiosos, o clasistas. De cómo los (pérfidos) mandamases buscan inyectarnos de todos los modos posibles el miedo, odio e ignorancia a lo que no comprendemos, de poner fácil el aplastar “cucarachas”, a nadie le duele matar insectos, pero y si estos tienen alma humana? Entonces no sentimos dilemas morales, ni dolor, ni por supuesto empatía. Se impone en la Guerra la máxima maquiavélica de “El fin justifica los medios”, y aquí es la piedra filosofal (siempre para Charlie Brooker) para este manejo de hilos mental la tecnología.
La narración nos es filtrada por la visión de un soldado, y con el vivimos su periplo extraño navegando entre los sueños, las visiones, y provocando en el espectador inquietud y desconfianza con lo que con él vemos, en esto la cinta termina por hacer evidente su giro “tecnológico”, aún así está muy bien desarrollada la historia, atrapándote en su turbias redes. Con un tramo inicial que recuerda bastante al film de Paul Verhoeven “Starship Troopers” (1997), en el modo juvenil y trivial en que la tropa se enfrenta a los “bichos”, con una sugerente escena en la casa de un protector de “cucarachas”, estallando de modo la latente la violencia, dejándonos el detalle de la linterna verde que nos hace pensar que ahí está el meollo, como así nos va indicando el comportamiento del protagonista, ello en un increscendo bien llevado, aunque demasiado estirado, siendo el corazón del capítulo los encuentros de Stripper con el consejero Arquette, sobre todo el segundo y último revelador y punzante, de más calado que las escenas de acción, que son del montón, Brooker debe mejorar en esto, para desembocar todo en un epílogo turbador y a la vez desesperanzador. Es la cinta una reflexión acida sobre cómo afrontar los altos mandos militares el trastorno de estrés postraumático, de cómo se podría en un futuro no muy lejano acceder a tus sueños para “domesticarte” al antojo de los que mandan. Ello en pos de modificar la natural conciencia humana para convertirlos en robots asentimentales ante el “enemigo”, al que se debe exterminar amoralmente.
Su gran tara es el manejo del tempo narrativo, si se hubiera recordado un cuarto de hora, se habría dado solidez y más cadencia para dar solidez a l mensaje y no sentirte un tanto alargado su metraje para cumplir con la duración de la hora. Asimismo hay un recurso en el que hay una incongruencia en la construcción del pasado del protagonista que produce confusión chirría (spoiler).
Malachi Kirby (el Kunta Kinte de la “Raíces” de 2016) como el protagonista Stripper realiza una sentida actuación, su rostro sabe expresar su gradual arco de desarrollo, hasta desembocar en el clímax de la crucial entrevista con Arquette, estupendo. Michael Kelly como Arquette está tremendo, con mesura, contención, aporta un fabuloso carisma en su serenidad y apostura, una serpentil interpretación en sui modo artero de manipulación, espléndido. Madeline Brewer como la soldado de infantería Raiman resulta muy divertida en su obsceno y violento comportamiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La puesta en escena cumple con corrección con su cometido de incrustarte en un escenario bélico, con el diseño de producción de Joel Collins (“Guía del autoestopista galáctico”), rodándose en Silverstone Racetrack en Northamptonshire (England, UK), recreando en su boscosos y rurales parajes el cuartel y la zona de guerra, esto visualizado por la fotografía de Ruben Impens (“Alabama Monroe”), de tonos grisáceos en la mayor parte del metraje, chocando con los oníricos momentos, de colores cálidos, con una bella y sensual mujer que vemos en subjetivo, con una suave brisa que ondula su cabello, dos mundos paralelos (el gris de lo real y el confortable de lo sueños) que la cámara contrapone hábilmente. Destacar el trabajo de maquillaje de las “cucarachas”.
El previsible giro que vemos venir paulatinamente es que lo que los soldados ven como “cucarachas”, rostros deformes, dentadura en modo sierra, expresándose con gruñidos y que son violentos, todo es mentira, como queda claro en la entrevista final de Stripper con Arquette, donde se hace una amarga disertación de los dilemas morales de los soldados a lo largo del SXX, no es más que el filtro distorsionador que le produce a estos militares un chip implantado en su cerebro (parecido concepto al implante del capítulo de la primera temporada “Tu historia completa”), y es que estos “zombis” no son más que humanos escondiéndose de sus cazadores violentos, y es que los mandos hacen esto para que los soldados no tengan problemas en matar a estos seres-monstruos y no tengan prejuicios morales. Lo que no queda muy claro es porque se quiere exterminar a estas personas de apariencia temerosa y humilde.
Momento recordable: El soliloquio aterrador que fríamente le suelta Arquette a Strippe sobre la vulnerabilidad y fragilidad de la conciencia de los soldados en primera línea de guerra (haciendo un recorrido cronológico por los conflictos claves en el SXX, Primera y Segunda Guerras Mundiales y a la Guerra de Vietnam), análisis descorazonador del modo en que los altos mandos militares intentan hacer que sus ordenes se cumplan por sus soldados cual máquinas de matar que no piensen quienes hay al otro lado de la mirilla, descorazonador el discurso de este tipo.
Y está su clímax, donde a Stripper el consejero Arquette le hace visionar por el chip lo que realmente ocurrió cuando creyó estar matando “Cucarachas”, esto le repele, le provoca desazón hondos remordimientos por los sentimientos de culpa, y Arquette le dice que si se niega a seguir de soldado le encerraran y le harán ver continuamente esta escena sangrienta y cruenta masacrando a gente inocente, o puede decidir continuar de caza-cucarachas, para lo cual se le borraran los recuerdos y podrá seguir matando lo que él cree (por el chip) “cucarachas”, al final decide tomar el camino fácil, y entonces nos damos cuenta de que los sueños sensuales que tiene Stripper forman parte también del modo de dominar mentalmente a los soldados, ofreciéndoles un mundo idealizado. Desolador.
Al elemento chirriante que me refiero en la personalidad de stripper, es el porqué decidió en principio le pusieran el chip manipulador, si sabía era para romper su percepción real? Como no importándole los dilemas morales, con un comportamiento amoral penoso, y sin embargo al ver que ha matado a humanos inocentes resulta si tiene humanidad? Chirría, su personalidad es su carácter, y este queda patente en la entrevista que da permiso para le incrusten el susodicho chip.
Me queda una buena propuesta, de las que te deja pensando (como casi toda “Black Mirror”), de las que mordazmente hace un corrosivo alegato contra las guerras y el belicismo. Fuerza y honor!!!
El previsible giro que vemos venir paulatinamente es que lo que los soldados ven como “cucarachas”, rostros deformes, dentadura en modo sierra, expresándose con gruñidos y que son violentos, todo es mentira, como queda claro en la entrevista final de Stripper con Arquette, donde se hace una amarga disertación de los dilemas morales de los soldados a lo largo del SXX, no es más que el filtro distorsionador que le produce a estos militares un chip implantado en su cerebro (parecido concepto al implante del capítulo de la primera temporada “Tu historia completa”), y es que estos “zombis” no son más que humanos escondiéndose de sus cazadores violentos, y es que los mandos hacen esto para que los soldados no tengan problemas en matar a estos seres-monstruos y no tengan prejuicios morales. Lo que no queda muy claro es porque se quiere exterminar a estas personas de apariencia temerosa y humilde.
Momento recordable: El soliloquio aterrador que fríamente le suelta Arquette a Strippe sobre la vulnerabilidad y fragilidad de la conciencia de los soldados en primera línea de guerra (haciendo un recorrido cronológico por los conflictos claves en el SXX, Primera y Segunda Guerras Mundiales y a la Guerra de Vietnam), análisis descorazonador del modo en que los altos mandos militares intentan hacer que sus ordenes se cumplan por sus soldados cual máquinas de matar que no piensen quienes hay al otro lado de la mirilla, descorazonador el discurso de este tipo.
Y está su clímax, donde a Stripper el consejero Arquette le hace visionar por el chip lo que realmente ocurrió cuando creyó estar matando “Cucarachas”, esto le repele, le provoca desazón hondos remordimientos por los sentimientos de culpa, y Arquette le dice que si se niega a seguir de soldado le encerraran y le harán ver continuamente esta escena sangrienta y cruenta masacrando a gente inocente, o puede decidir continuar de caza-cucarachas, para lo cual se le borraran los recuerdos y podrá seguir matando lo que él cree (por el chip) “cucarachas”, al final decide tomar el camino fácil, y entonces nos damos cuenta de que los sueños sensuales que tiene Stripper forman parte también del modo de dominar mentalmente a los soldados, ofreciéndoles un mundo idealizado. Desolador.
Al elemento chirriante que me refiero en la personalidad de stripper, es el porqué decidió en principio le pusieran el chip manipulador, si sabía era para romper su percepción real? Como no importándole los dilemas morales, con un comportamiento amoral penoso, y sin embargo al ver que ha matado a humanos inocentes resulta si tiene humanidad? Chirría, su personalidad es su carácter, y este queda patente en la entrevista que da permiso para le incrusten el susodicho chip.
Me queda una buena propuesta, de las que te deja pensando (como casi toda “Black Mirror”), de las que mordazmente hace un corrosivo alegato contra las guerras y el belicismo. Fuerza y honor!!!
26 de octubre de 2016
26 de octubre de 2016
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mezcla eficaz de maquiavelismo y malthusianismo circunscrito al progreso tecnológico militar. Como siempre mordaz y oscuro los minutos de Black Mirror.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La alteración sensorial en este caso lleva a soldados deshumanizados (por los procesos de adaptación castrense, la denominada "máscara": la posibilidad de hacer olvidar, de reprimir el olfato, de nublar la visión, en definitiva, de obturar el lado más sensitivo y natural del ser humano) a deshumanizar a la prole que representan "las cucarachas". Con un arma militar de este infernal calibre es obvio que quien construye una supra-realidad cómoda y "deseable" sobre una realidad mugrienta, impía y llena de remordimientos tiene el poder absoluto, pues analógicamente es como un Dios que nos ofrece el velo apaciguador y ligeramente paradisíaco —un mundo platónico— que tapa las monstruosidades de la vida real, que a su vez Él mismo dibuja y desdibuja.
25 de octubre de 2016
25 de octubre de 2016
28 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento de este interesante capítulo bélico, el administrativo del ejército brillantemente encarnado por Michael Kelly explica pacientemente las dificultades de la guerra.
Lo hace obviando las pérdidas, las hambrunas y la falta de recursos, y se centra en una sola cosa: las personas que luchan en el campo de batalla.
Gente que, maldita sea, tienen una conciencia, un gusto, una complicada humanidad que les evita convertirse en máquinas de matar. Porque nadie va a apretar un gatillo sin sentir remordimientos después, de igual manera que dirigirse a eliminar a sangre fría semejantes no es una orden tan fácil de dar como de ejecutar.
Sin embargo, y paralelo a ese discurso, es impresionante como el ser humano ha forzado la tecnología a su favor para evitarse mancharse las manos de sangre.
Hoy existen bombas teledirigidas, apuntadas a un objetivo y ¡bum!, no más remordimientos, no más pesadillas con los gritos de los que mueren a nuestras manos. Es curioso como el ingenio se dirige más a matar que a solucionar los conflictos que hacen matar.
Sin decir nada más, cabe recalcar que este capítulo, pese a que te puedas oler la "sorpresa" a distancia, presenta algo tan de cajón que es increíble que a nadie se le haya ocurrido antes.
Queremos no tener humanidad en el campo de batalla. La tecnología nos presenta el adecuado refugio contra esa humanidad. Que cada cual haga sus cuentas, aunque probablemente salgan en negativo.
Lo hace obviando las pérdidas, las hambrunas y la falta de recursos, y se centra en una sola cosa: las personas que luchan en el campo de batalla.
Gente que, maldita sea, tienen una conciencia, un gusto, una complicada humanidad que les evita convertirse en máquinas de matar. Porque nadie va a apretar un gatillo sin sentir remordimientos después, de igual manera que dirigirse a eliminar a sangre fría semejantes no es una orden tan fácil de dar como de ejecutar.
Sin embargo, y paralelo a ese discurso, es impresionante como el ser humano ha forzado la tecnología a su favor para evitarse mancharse las manos de sangre.
Hoy existen bombas teledirigidas, apuntadas a un objetivo y ¡bum!, no más remordimientos, no más pesadillas con los gritos de los que mueren a nuestras manos. Es curioso como el ingenio se dirige más a matar que a solucionar los conflictos que hacen matar.
Sin decir nada más, cabe recalcar que este capítulo, pese a que te puedas oler la "sorpresa" a distancia, presenta algo tan de cajón que es increíble que a nadie se le haya ocurrido antes.
Queremos no tener humanidad en el campo de batalla. La tecnología nos presenta el adecuado refugio contra esa humanidad. Que cada cual haga sus cuentas, aunque probablemente salgan en negativo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En serio, ¿quién no puede pensar que la situación descrita aquí no podría pasar, sobre todo cuando se oye exclamar a los jugadores de Counter Strike, Medal of Honor o Call of Duty que quieren "más realismo en los gráficos", "más sangre" o "más armas"?
Los jugones de hoy perfectamente podrían ser las armas del mañana.
Perfectamente moldeadas por un condicionamiento que han mamado desde su juventud, y que les ha habilitado para desconectar sus "sentimientos" porque "nada es real".
Da miedo imaginarse una guerra sin miedos, sin trastornos, sin piedad.
Pero esa es una que ya se libra en las consolas de medio mundo.
Los jugones de hoy perfectamente podrían ser las armas del mañana.
Perfectamente moldeadas por un condicionamiento que han mamado desde su juventud, y que les ha habilitado para desconectar sus "sentimientos" porque "nada es real".
Da miedo imaginarse una guerra sin miedos, sin trastornos, sin piedad.
Pero esa es una que ya se libra en las consolas de medio mundo.
1 de diciembre de 2016
1 de diciembre de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un capítulo en el que nos muestran, con dosis de futurismo, desastres que han sucedido a lo largo de la historia. Una representación del lavado de cerebros y la eugenesia, de la deshumanización y el poder. Un momento en el que ciertas preguntas como quién soy, qué debo hacer o por qué debo hacerlo no valen nada. Solo está permitido seguir órdenes transmitidas por los "maestros" sin la posibilidad de desarrollar un examen de conciencia. Para mí, un gran capítulo en el que el ser humano, sin capacidad de razonamiento, no diferencia el bien y el mal y destruye el sentido de su existencia.
16 de agosto de 2017
16 de agosto de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Mirror siempre ha tenido la capacidad para crear metáforas con las que retratar nuestro oscuro presente a través de un siniestro futuro al que parece que avanzamos con cada paso que damos. Muchos se quejarán de su cinismo y su oscuridad, imagino que son los mismos que no ven las noticias ni ven el mundo real a nuestro alrededor.
Men against fire, quinto capítulo de la tercera temporada de Black Mirror, profundiza en la guerra y en cómo está evoluciona gracias a la tecnología para conseguir a soldados más efectivos. Alejándose de la ciencia ficción más alternativa, lo que tenemos son drones, lentillas especiales, máscaras que alteran el pensamiento y los sueños... Tecnología que ya está a nuestro alcance en muchos casos, como la propia barbarie.
El episodio, dirigido por Jakob Verbruggen, sigue a un nuevo recluta, Stripe, cuyo objetivo es eliminar a las cucarachas, unos monstruos con una enfermedad genética arrasa a la humanidad, como si fueran los vampiros de Soy leyenda, sin embargo, el protagonista pronto descubre qué oscura realidad hay detrás de todo lo que hemos visto a lo largo de este capítulo.
Personalmente, me interesa más los dilemas del protagonista que las escenas de la batalla o los asaltos, que también son necesarias, pero se mueven más en el camino de los lugares comunes. Por suerte, aunque es un capítulo de una hora, no se nota que haya tanto peso del metraje como en otros capítulos de esta temporada y desarrolla gran parte del potencial del comentario que hace su creador sobre nuestro presente.
Publicado originalmente en: https://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/08/black-mirror-3x05-men-against-fire.html
Men against fire, quinto capítulo de la tercera temporada de Black Mirror, profundiza en la guerra y en cómo está evoluciona gracias a la tecnología para conseguir a soldados más efectivos. Alejándose de la ciencia ficción más alternativa, lo que tenemos son drones, lentillas especiales, máscaras que alteran el pensamiento y los sueños... Tecnología que ya está a nuestro alcance en muchos casos, como la propia barbarie.
El episodio, dirigido por Jakob Verbruggen, sigue a un nuevo recluta, Stripe, cuyo objetivo es eliminar a las cucarachas, unos monstruos con una enfermedad genética arrasa a la humanidad, como si fueran los vampiros de Soy leyenda, sin embargo, el protagonista pronto descubre qué oscura realidad hay detrás de todo lo que hemos visto a lo largo de este capítulo.
Personalmente, me interesa más los dilemas del protagonista que las escenas de la batalla o los asaltos, que también son necesarias, pero se mueven más en el camino de los lugares comunes. Por suerte, aunque es un capítulo de una hora, no se nota que haya tanto peso del metraje como en otros capítulos de esta temporada y desarrolla gran parte del potencial del comentario que hace su creador sobre nuestro presente.
Publicado originalmente en: https://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/08/black-mirror-3x05-men-against-fire.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Charlie Brooker no oculta tanto el mensaje y la verdad de Men against fire. No le interesa tanto sorprender, sino criticar cómo muchas veces se deshumaniza a los seres humanos como los judíos en la Segunda Guerra Mundial o los refugiados e inmigrantes hoy. La manipulación de los políticos y los militares consiste muchas veces en un claro proceso que hace que los demás se vean como monstruos, no como personas. Siempre será más sencillo matar a un monstruo que a una persona y, en este futuro atroz, eso es un mandamiento.
Finalmente, Men against fire acepta cómo el ser humano prefiere muchas veces la ignorancia a la realidad (el hombre es un lobo para el hombre) y nos recuerda que la manipulación sigue ahí: cada vez que alguien te dice que un colectivo, una etnia, un grupo... no son personas, solo están buscando que odies y del odio al asesinato, la masacre y la barbarie hay poco. Demasiado.
Finalmente, Men against fire acepta cómo el ser humano prefiere muchas veces la ignorancia a la realidad (el hombre es un lobo para el hombre) y nos recuerda que la manipulación sigue ahí: cada vez que alguien te dice que un colectivo, una etnia, un grupo... no son personas, solo están buscando que odies y del odio al asesinato, la masacre y la barbarie hay poco. Demasiado.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here