Bienvenido, Míster Marshall
1953 

8.0
32,443
Comedia
Años 50. Villar del Río es un pequeño y tranquilo pueblo en el que nunca pasa nada. Sin embargo, el mismo día en que llegan la cantante folclórica Carmen Vargas y su representante, el alcalde (Pepe Isbert) recibe la noticia de la inminente visita de un comité del Plan Marshall (proyecto económico americano para la reconstrucción de Europa). La novedad provoca un gran revuelo entre la gente, que se dispone a ofrecer a los americanos un ... [+]
5 de abril de 2006
5 de abril de 2006
91 de 148 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlanga además de genio era vidente.
Retrató con EFICACIA el aislacionismo que llevó a España un asesino palurdo, virgen y beato. Mis compañeros de crítica sostienen que éso ocurrió en los cincuenta. Yo difiero bastante. Y todavía recuerdo la votación del pasado año sobre la Constitución europea. Tanto el PSOE como el PP le dijeron, no a sus bases, no, sino a todo dios que tenían que votar sí. Razones? No las dieron. Debates? No lo hubo. Entonces? Pues éso, que a toda la peña que salía por la tele entrevistada acerca de la mejor opción para el país, contestaba: "si lo dicen los políticos, qué ellos son los que saben de ésto, pues habrá qué hacerles caso y votaremos que sí." jus jus. Resultado: más del 70% de síes. Y me pregunto yo... ¿de quiénes? Joder, pues de quiénes van a ser, de los que salen en la peli de Berlanga que debían de tener menos de veinte años, pero son los mismos medio siglo después. LOS MISMOS. Buena gente, sí. LOS MISMOS.
Así que cómo ven, la peli de marras sigue vigente y con fuerza, y la peña sigue igual de analfabestia y de pasota. Y de pelota. Pero éso ya es harina de otro costal.
Bienvenido, Míster Marshall consiguió efectivamente pasar la censura de tipos como Cela (país de pelotas) y para mí es una de las mejores que se han realizado en spain (nine points). Berlanga era aparte de vidente, un maestro con la cámara. Hay planos preciosos y la fotografía es viva, luminosa. José Isbert y sobre todo Manolo Morán están fabulosos. La secuencia-western es de quitarse el sombrero. La escena en el ayuntamiento ídem. La historia no pierde ritmo y se desenvuelve con rapidez y frescura. Muchas risas. Muchas. Y los americanos? Pues a lo suyo, como siempre.
Menos mal que siempre nos quedará Francia para inculcar un poco de orden. El país más importante de Europa desde la caída de Roma por mucho que ladre el perro inglés. Y ya van... pues más de mil quinientos años. Benditos sean...
Retrató con EFICACIA el aislacionismo que llevó a España un asesino palurdo, virgen y beato. Mis compañeros de crítica sostienen que éso ocurrió en los cincuenta. Yo difiero bastante. Y todavía recuerdo la votación del pasado año sobre la Constitución europea. Tanto el PSOE como el PP le dijeron, no a sus bases, no, sino a todo dios que tenían que votar sí. Razones? No las dieron. Debates? No lo hubo. Entonces? Pues éso, que a toda la peña que salía por la tele entrevistada acerca de la mejor opción para el país, contestaba: "si lo dicen los políticos, qué ellos son los que saben de ésto, pues habrá qué hacerles caso y votaremos que sí." jus jus. Resultado: más del 70% de síes. Y me pregunto yo... ¿de quiénes? Joder, pues de quiénes van a ser, de los que salen en la peli de Berlanga que debían de tener menos de veinte años, pero son los mismos medio siglo después. LOS MISMOS. Buena gente, sí. LOS MISMOS.
Así que cómo ven, la peli de marras sigue vigente y con fuerza, y la peña sigue igual de analfabestia y de pasota. Y de pelota. Pero éso ya es harina de otro costal.
Bienvenido, Míster Marshall consiguió efectivamente pasar la censura de tipos como Cela (país de pelotas) y para mí es una de las mejores que se han realizado en spain (nine points). Berlanga era aparte de vidente, un maestro con la cámara. Hay planos preciosos y la fotografía es viva, luminosa. José Isbert y sobre todo Manolo Morán están fabulosos. La secuencia-western es de quitarse el sombrero. La escena en el ayuntamiento ídem. La historia no pierde ritmo y se desenvuelve con rapidez y frescura. Muchas risas. Muchas. Y los americanos? Pues a lo suyo, como siempre.
Menos mal que siempre nos quedará Francia para inculcar un poco de orden. El país más importante de Europa desde la caída de Roma por mucho que ladre el perro inglés. Y ya van... pues más de mil quinientos años. Benditos sean...
13 de febrero de 2008
13 de febrero de 2008
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡¡Cómo gusta hablar de cine español cuando toca hablar de un Berlanga o un Juan Antonio Bardem!!. Anda que no se queda uno a gusto cuando ve la típica frase "Todo el cine de España es una mierda" pisoteada por el talento de estos maestros; Muerte de Un Ciclista, Plácido, Calle Mayor... Pequeñas joyas que no todo el que pronuncia el tópico conoce, y que a veces sufren el perjuicio del prejuicio, en vez de ser reconocidas tanto por su calidad cinematográfica como por su atrevimiento y sus circunstancias. Pues bien, Bienvenido Mister Marshall es uno de esos diamantes capaces de echar por tierra la maldita frase.
La historia de Bienvenido Mister Marshall, es la historia de un pueblo llamado Villar de Río; un pueblo olvidado de la mano de Dios y de Franco, donde la vida transcurre más mal que bien, y casi siempre de la misma forma; los mismos rotos, los mismos descosidos, la misma faena... Villar del Río es un pueblo aislado, sumido en la pobreza y la incultura; un lugar humilde donde nadie parece saber mucho más allá de cómo arar la tierra, o cuidar el ganado. Los únicos que tienen algo de cultura en la villa son el médico y la maestra, pero todo su saber se queda inútil ante la evidente falta de medios y abandono del estado que les ampara. A pesar de todo, los habitantes del lugar viven felices y tranquilos, bueno, felices... digamos que viven, esperando tiempos mejores...
Pues bien; toda la monotonía de la vida de Villar del Río se va a ver alterada de golpe, y en tan solo una mañana las cosas van a cambiar para el pueblo entero. Primero llega la famosa folclórica Carmen Vargas y su representante para revolucionar con su cante (y sus curvas) a todo habitante masculino que se tercie; y luego, el delegado gubernativo del Estado hace al alcalde una visita sorpresa para comunicarle una grata noticia. De un momento a otro, recibirán la visita de la comisión del Plan Marshall; una organización americana que se encarga de facilitar ayuda económica al país. Ya pueden imaginarse a los pobres habitantes del pueblo; todos esperando con las manos abiertas y una ilusión tal, que les hará preparar una bienvenida bien cargadita de tópicos y "alegría". Aunque para ello haya que disfrazar a un pueblo castellano de andaluz... "Todo sea por el pan; Ole y arsa".
Simplemente sublime; pues detrás de esta simpática comedia llena de "arte, salero y cante", Berlanga encuentra la forma perfecta de camuflar una feroz y amarga crítica al aislacionismo producto del gobierno del Régimen Franquista. Lo mejor de todo es lo bien que se lo tragaron los encargados de la censura; estarían muy ocupados buscando imágenes obscenas en los planos de Lolita Sevilla...
Muy Notable. Disfrútenla.
PD: Por supuesto que el buen cine español ni mucho menos queda en la obra de Bardem o Berlanga, solo tienen que indagar en la de Saura, Fernán Gómez (aunque naciera en Perú), o Buñuel entre otros tantos, para poder responder al que pronuncie el tópico con un "¿Pero todo, todo?".
La historia de Bienvenido Mister Marshall, es la historia de un pueblo llamado Villar de Río; un pueblo olvidado de la mano de Dios y de Franco, donde la vida transcurre más mal que bien, y casi siempre de la misma forma; los mismos rotos, los mismos descosidos, la misma faena... Villar del Río es un pueblo aislado, sumido en la pobreza y la incultura; un lugar humilde donde nadie parece saber mucho más allá de cómo arar la tierra, o cuidar el ganado. Los únicos que tienen algo de cultura en la villa son el médico y la maestra, pero todo su saber se queda inútil ante la evidente falta de medios y abandono del estado que les ampara. A pesar de todo, los habitantes del lugar viven felices y tranquilos, bueno, felices... digamos que viven, esperando tiempos mejores...
Pues bien; toda la monotonía de la vida de Villar del Río se va a ver alterada de golpe, y en tan solo una mañana las cosas van a cambiar para el pueblo entero. Primero llega la famosa folclórica Carmen Vargas y su representante para revolucionar con su cante (y sus curvas) a todo habitante masculino que se tercie; y luego, el delegado gubernativo del Estado hace al alcalde una visita sorpresa para comunicarle una grata noticia. De un momento a otro, recibirán la visita de la comisión del Plan Marshall; una organización americana que se encarga de facilitar ayuda económica al país. Ya pueden imaginarse a los pobres habitantes del pueblo; todos esperando con las manos abiertas y una ilusión tal, que les hará preparar una bienvenida bien cargadita de tópicos y "alegría". Aunque para ello haya que disfrazar a un pueblo castellano de andaluz... "Todo sea por el pan; Ole y arsa".
Simplemente sublime; pues detrás de esta simpática comedia llena de "arte, salero y cante", Berlanga encuentra la forma perfecta de camuflar una feroz y amarga crítica al aislacionismo producto del gobierno del Régimen Franquista. Lo mejor de todo es lo bien que se lo tragaron los encargados de la censura; estarían muy ocupados buscando imágenes obscenas en los planos de Lolita Sevilla...
Muy Notable. Disfrútenla.
PD: Por supuesto que el buen cine español ni mucho menos queda en la obra de Bardem o Berlanga, solo tienen que indagar en la de Saura, Fernán Gómez (aunque naciera en Perú), o Buñuel entre otros tantos, para poder responder al que pronuncie el tópico con un "¿Pero todo, todo?".
9 de diciembre de 2008
9 de diciembre de 2008
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra clásica del cine español que por razones diversas no he visto hasta ahora.
De las pocas que he visto de Berlanga y he de decir que la dirección me ha fascinado, mención aparte de la voz en off, que penetra y te sumerge en la historia.
Un pueblo humilde se ve desbordado por la llegada de los americanos a sus tierras y la llegada del secretario general que exige un gran recibimiento. Este es el punto de partida. A partir de aquí el pueblo se ve forzado a cambiar sus costumbres por unos días.
Al principio se nos presenta a los personajes angulares de la trama de una forma sin igual y al frente de todos ellos se encuentra el gran Pepe Isbert, un actor único que me inspira una ternura indescriptible.
Todo ello con el aroma de un gran clásico, para mi la obra más grande de nuestro cine.
De las pocas que he visto de Berlanga y he de decir que la dirección me ha fascinado, mención aparte de la voz en off, que penetra y te sumerge en la historia.
Un pueblo humilde se ve desbordado por la llegada de los americanos a sus tierras y la llegada del secretario general que exige un gran recibimiento. Este es el punto de partida. A partir de aquí el pueblo se ve forzado a cambiar sus costumbres por unos días.
Al principio se nos presenta a los personajes angulares de la trama de una forma sin igual y al frente de todos ellos se encuentra el gran Pepe Isbert, un actor único que me inspira una ternura indescriptible.
Todo ello con el aroma de un gran clásico, para mi la obra más grande de nuestro cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El sueño del alcalde, para mear y no echar gota.
14 de diciembre de 2009
14 de diciembre de 2009
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si real o sumergido, en noches de Pasión, suceden cosas de extraña belleza en las estepas palentinas. Es el juego de las chapas:
Una persona que puede presentarse a sí mismo o a un grupo auto-constituido es la banca. La banca puede retirarse cuando lo considere oportuno y su lugar lo ocupará otro que desee ser banca. El resto de personas que quieran participar hacen una apuesta que la banca debe siempre igualar. En forma de corro, la banca deposita la misma cantidad de dinero delante de cada jugador. Si yo a mi lado dejo diez euros, la banca pone sobre mis euros otros diez.
La banca lanza en el centro del corro, dos monedas al aire. Son los únicos instantes de silencio sepulcral. Se puede, incluso, escuchar como en la calle, los carámbanos de hielo caen al suelo. El bar enmudece. Si en ambas monedas sale cara, gana la banca; si por el contrario en ambas sale culo (cruz), gana el/los apostante/s. Si una moneda sale cara y la otra culo se repite la tirada.
Se gana y se pierde muchísimo dinero. Digamos que no esperaba encontrarme un agujero tan desconocido. Como todo lo desconocido me atraía irremediablemente y quise tentar a la suerte apostando lo poco que me quedaba. Para mí era innovador y fascinante; era oscuro e ilegal y la seducción me atrapó como hacía siempre que encontraba un ámbito nuevo de expresión. Salieron dos caras. Por supuesto lo perdí.
Descubrí que me gustaba moverme por el mundo por eso mismo, porque no paraba de descubrir otros agujeros oscuros y desconocidos. Se dice que hoy no hace falta moverse del sofá de tu casa para conocer el mundo. La televisión, cine y las revistas te abren la puerta hacia otras culturas. Aunque sin duda, no me hubiera atraído tanto un bar lleno de humo de cigarrillo y mal ventilado de un pueblo perdido en la estepa castellana que las gélidas madrugadas de Semana Santa juegan a las chapas si lo hubiera visto por televisión.
Cuando la gente me habla de globalización, de una España sin rasgos, fragmentada y sin bandera yo sólo digo: España existe, aunque sea en lo más recóndito de los pueblos o aunque sea cada vez que veo Bienvenido Míster Marshall. Son dos chapas que se tiran al aire. Nunca salen dos caras, nunca salen dos culos. Una y otra vez, cara y culo; culo y cara no paran de asomar.
Que así sea.
Una persona que puede presentarse a sí mismo o a un grupo auto-constituido es la banca. La banca puede retirarse cuando lo considere oportuno y su lugar lo ocupará otro que desee ser banca. El resto de personas que quieran participar hacen una apuesta que la banca debe siempre igualar. En forma de corro, la banca deposita la misma cantidad de dinero delante de cada jugador. Si yo a mi lado dejo diez euros, la banca pone sobre mis euros otros diez.
La banca lanza en el centro del corro, dos monedas al aire. Son los únicos instantes de silencio sepulcral. Se puede, incluso, escuchar como en la calle, los carámbanos de hielo caen al suelo. El bar enmudece. Si en ambas monedas sale cara, gana la banca; si por el contrario en ambas sale culo (cruz), gana el/los apostante/s. Si una moneda sale cara y la otra culo se repite la tirada.
Se gana y se pierde muchísimo dinero. Digamos que no esperaba encontrarme un agujero tan desconocido. Como todo lo desconocido me atraía irremediablemente y quise tentar a la suerte apostando lo poco que me quedaba. Para mí era innovador y fascinante; era oscuro e ilegal y la seducción me atrapó como hacía siempre que encontraba un ámbito nuevo de expresión. Salieron dos caras. Por supuesto lo perdí.
Descubrí que me gustaba moverme por el mundo por eso mismo, porque no paraba de descubrir otros agujeros oscuros y desconocidos. Se dice que hoy no hace falta moverse del sofá de tu casa para conocer el mundo. La televisión, cine y las revistas te abren la puerta hacia otras culturas. Aunque sin duda, no me hubiera atraído tanto un bar lleno de humo de cigarrillo y mal ventilado de un pueblo perdido en la estepa castellana que las gélidas madrugadas de Semana Santa juegan a las chapas si lo hubiera visto por televisión.
Cuando la gente me habla de globalización, de una España sin rasgos, fragmentada y sin bandera yo sólo digo: España existe, aunque sea en lo más recóndito de los pueblos o aunque sea cada vez que veo Bienvenido Míster Marshall. Son dos chapas que se tiran al aire. Nunca salen dos caras, nunca salen dos culos. Una y otra vez, cara y culo; culo y cara no paran de asomar.
Que así sea.
25 de agosto de 2012
25 de agosto de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguro que mucha gente se ha reído (yo misma) con «¡Bienvenido, Míster Marshall!», pero ¿alguien ha llorado? Porque yo lo he hecho, y quiero pensar que no soy la única.
Vistos algunos comentarios, tal parece que los censores de la época eran idiotas perdidos y se tragaron toda una película sin enterarse de nada. A mi esta postura me parece un poco pretenciosa, la verdad. Es muy fácil interpretar los acontecimientos a través del tamiz de los años, pero dudo mucho que en 1953 Berlanga y compañía tuvieran mucha idea de lo que iba a ser «¡Bienvenido, Míster Marshall!».
Que otros se queden, si lo desean, con las banderitas en el arroyo o los supuestos simbolismos del «ozú» de Lolita Sevilla. Y que se den golpes orgullosos en el pecho pensando en la crítica política que subyace a la recreación de este pueblo llamado Villar del Río (que no Del Campo).
Yo lo que veo en «¡Bienvenido, Míster Marshall!» es un retrato precioso, enternecedor y amargo de los sueños perdidos y las esperanzas derrumbadas, no de un país, no de una sociedad, sino del ser humano. De este ser humano de campo, a quien no se le ha arrebatado la inocencia ni la humildad, lo suficientemente ingenuo para soñar y reírse de sus sueños, y aceptar la derrota con la misma dignidad que la victoria. Hombres y mujeres muy alejados de las ideologías de los libros, de los tejemanejes políticos, ambiciones europeas y críticas cinematográficas. Personas cuyo mayor deseo es una tableta de chocolate o unos prismáticos de colores. Yo lloro por ellos, y lloro por mi: porque todos, absolutamente todos, hemos sentido esa sensación de vacío cuando los sueños se destrozan
Es más, puede que estas gentes sean analfabetas y no sepan nada de lo que hay más allá de su pequeña tierra, pero ¿acaso debemos sentirnos avergonzados por don Pablo, la maestra Eloísa, o el campesino Juan, que sólo quiere que su hijo no llore por las noches? ¿Es que nosotros somos mejores que ellos? Yo siento admiración por su grandeza en la sencillez; y, al mismo tiempo, una inmensa pena por su pobreza, una de las grandes vergüenzas de la humanidad. Ellos, sin embargo, seguirán soñando, siempre soñando sin un reproche. ¿Es o no es para llorar?
Totalmente vigente, universal, humana. Imprescindible.
Vistos algunos comentarios, tal parece que los censores de la época eran idiotas perdidos y se tragaron toda una película sin enterarse de nada. A mi esta postura me parece un poco pretenciosa, la verdad. Es muy fácil interpretar los acontecimientos a través del tamiz de los años, pero dudo mucho que en 1953 Berlanga y compañía tuvieran mucha idea de lo que iba a ser «¡Bienvenido, Míster Marshall!».
Que otros se queden, si lo desean, con las banderitas en el arroyo o los supuestos simbolismos del «ozú» de Lolita Sevilla. Y que se den golpes orgullosos en el pecho pensando en la crítica política que subyace a la recreación de este pueblo llamado Villar del Río (que no Del Campo).
Yo lo que veo en «¡Bienvenido, Míster Marshall!» es un retrato precioso, enternecedor y amargo de los sueños perdidos y las esperanzas derrumbadas, no de un país, no de una sociedad, sino del ser humano. De este ser humano de campo, a quien no se le ha arrebatado la inocencia ni la humildad, lo suficientemente ingenuo para soñar y reírse de sus sueños, y aceptar la derrota con la misma dignidad que la victoria. Hombres y mujeres muy alejados de las ideologías de los libros, de los tejemanejes políticos, ambiciones europeas y críticas cinematográficas. Personas cuyo mayor deseo es una tableta de chocolate o unos prismáticos de colores. Yo lloro por ellos, y lloro por mi: porque todos, absolutamente todos, hemos sentido esa sensación de vacío cuando los sueños se destrozan
Es más, puede que estas gentes sean analfabetas y no sepan nada de lo que hay más allá de su pequeña tierra, pero ¿acaso debemos sentirnos avergonzados por don Pablo, la maestra Eloísa, o el campesino Juan, que sólo quiere que su hijo no llore por las noches? ¿Es que nosotros somos mejores que ellos? Yo siento admiración por su grandeza en la sencillez; y, al mismo tiempo, una inmensa pena por su pobreza, una de las grandes vergüenzas de la humanidad. Ellos, sin embargo, seguirán soñando, siempre soñando sin un reproche. ¿Es o no es para llorar?
Totalmente vigente, universal, humana. Imprescindible.
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