Cinema Paradiso
1988 

8.3
95,269
Drama. Comedia
'Cinema Paradiso' es una historia de amor por el cine. Narra la historia de Salvatore, un niño de un pueblecito italiano en el que el único pasatiempo es ir al cine. Subyugado por las imágenes en movimiento, el chico cree ciegamente que el cine es magia; pero, un día, Alfredo, el operador, accede a enseñarle al pequeño los misterios y secretos que se ocultan detrás de una película. Salvatore va creciendo y llega el momento en el que ... [+]
6 de enero de 2009
6 de enero de 2009
119 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me había hecho el propósito de no modificar ni una sola de mis críticas. Pero esta vez haré una excepción.
Porque “Cinema Paradiso” lo merece.
Cuando la vi por primera vez, supe que había tenido el privilegio de toparme con la que para mí sería la mejor película de todos los tiempos.
Por aquel entonces, novata en FilmAffinity y en el mundillo de las críticas de cine, no le hice el suficiente honor.
Nunca podré hacérselo.
No podré devolverle todo lo que ella me ha dado a mí.
Hoy he visionado la versión del director, que tiene casi una hora más de metraje. Y, aunque sigo sintiendo predilección por la otra, por la que me conquistó aquella primera vez (quizás sea por lo del primer gran amor, que es el que más se marca), continúo rindiéndome a la maravilla absoluta de ese pequeño cine a través del cual vive, respira y sueña una población entera.
El cine Paradiso vio la luz, como tantos otros en aquellos años dorados del celuloide, en una pequeña localidad ansiosa de distracciones. Bajo los auspicios de la Iglesia católica italiana, el Paradiso abrió sus puertas y se instaló en la columna vertebral de la gente. En la del padre Adelfio, el cura bonachón y censor, protector de la moral y de la decencia; en la de Alfredo, el filósofo y tierno operador de la cabina de proyección; en la de Totó, el niño travieso y despierto, y después muchacho y hombre, que ama el cine; en la de todos los vecinos que, semana tras semana, dejan sus quehaceres corrientes durante unas horas para perderse en historias ficticias, historias que no son las suyas y que son las de todos, historias con las que cualquiera sueña en lo más íntimo.
El Paradiso es testigo de los años, de la guerra, del latido del pueblo, observa crecer a Totó, es la prisión y el objeto de culto de Alfredo, ofrece su evasión a todas las generaciones… Ve pasar la vida con sus ciclos que se repiten sin cesar. Infancia, adolescencia, madurez, soledad, amor, muerte.
Un hijo sin padre. Un padre sin hijos. El veneno dulce de la propia tierra. El amor perdido. La fidelidad eterna. La huida hacia el destino.
El amor rendido e incondicional.
Totó siempre regresará al Cinema Paradiso. Nunca se marchó en realidad. Como todo hijo, desobedeció a su padre cuando creía que éste no miraba.
Para Totó, la más excelsa forma de demostrar el amor es a través del cine.
Y para Giuseppe Tornatore.
Como la música lo es para Ennio Morricone.
Porque la vida es la película más emocionante.
Porque “Cinema Paradiso” lo merece.
Cuando la vi por primera vez, supe que había tenido el privilegio de toparme con la que para mí sería la mejor película de todos los tiempos.
Por aquel entonces, novata en FilmAffinity y en el mundillo de las críticas de cine, no le hice el suficiente honor.
Nunca podré hacérselo.
No podré devolverle todo lo que ella me ha dado a mí.
Hoy he visionado la versión del director, que tiene casi una hora más de metraje. Y, aunque sigo sintiendo predilección por la otra, por la que me conquistó aquella primera vez (quizás sea por lo del primer gran amor, que es el que más se marca), continúo rindiéndome a la maravilla absoluta de ese pequeño cine a través del cual vive, respira y sueña una población entera.
El cine Paradiso vio la luz, como tantos otros en aquellos años dorados del celuloide, en una pequeña localidad ansiosa de distracciones. Bajo los auspicios de la Iglesia católica italiana, el Paradiso abrió sus puertas y se instaló en la columna vertebral de la gente. En la del padre Adelfio, el cura bonachón y censor, protector de la moral y de la decencia; en la de Alfredo, el filósofo y tierno operador de la cabina de proyección; en la de Totó, el niño travieso y despierto, y después muchacho y hombre, que ama el cine; en la de todos los vecinos que, semana tras semana, dejan sus quehaceres corrientes durante unas horas para perderse en historias ficticias, historias que no son las suyas y que son las de todos, historias con las que cualquiera sueña en lo más íntimo.
El Paradiso es testigo de los años, de la guerra, del latido del pueblo, observa crecer a Totó, es la prisión y el objeto de culto de Alfredo, ofrece su evasión a todas las generaciones… Ve pasar la vida con sus ciclos que se repiten sin cesar. Infancia, adolescencia, madurez, soledad, amor, muerte.
Un hijo sin padre. Un padre sin hijos. El veneno dulce de la propia tierra. El amor perdido. La fidelidad eterna. La huida hacia el destino.
El amor rendido e incondicional.
Totó siempre regresará al Cinema Paradiso. Nunca se marchó en realidad. Como todo hijo, desobedeció a su padre cuando creía que éste no miraba.
Para Totó, la más excelsa forma de demostrar el amor es a través del cine.
Y para Giuseppe Tornatore.
Como la música lo es para Ennio Morricone.
Porque la vida es la película más emocionante.
29 de mayo de 2008
29 de mayo de 2008
84 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las palabras están en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Allí estaba Salvatore, con su cabeza ya canosa, su americana marrón y casi un cuarto de siglo más en cada pierna, junto a su madre y aquel puñado de recuerdos. Tras la puerta de la casa, se escondían un puñado de recuerdos más y todos aquellos que habían conocido felizmente durante tantos años: Spaccafico, el acomodador y, como no, el inolvidable y decrépito Paradiso, en el que habían vivido tan intensos momentos, viendo y rememorando cuantas películas les habían transportado a un mundo de fantasía... y nada más hubiese sido necesario. Ni una sola palabra, ni una línea de guión, ni siquiera esa increíble música compuesta por el genial Morricone, puesto que con las miradas ya envejecidas, los gestos movidos por la pesadumbre y esos rostros fríos, pero repletos de melancolía, se escondían todas las maravillosas sensaciones que habían recorrido y estremecido sus almas años antes.
Y es que, tras "Cinema Paradiso", Tornatore no traza solo un tan fabuloso como inolvidable homenaje al cine, sino también uno a sus personajes, y no porque les homenajee estrictamente, sino porque unos personajes tan bien escritos, definidos y construidos no son más que eso, un homenaje para los mismos y para todo aquel que tenga el inmenso placer de vivir cualquier historia al lado de éstos.
Los momentos para el recuerdo se apiñan uno tras otro: El incendio en Cinema Paradiso, la larga espera bajo el ventanal de Elena, la lluvia sacudiendo la cara de Totó para, acto seguido, palpar los labios de su enamorada, la despedida de Salvatore a su marcha hacía Roma... y explosionan en un final conmovedor, exquisito y trazado con una dulzura que muchos ya querrían, puesto que no por amargo, no por dejar atrás a Alfredo, dejan de ser cálidos e intensos.
Y aunque me digan que ese derrumbamiento final es un truco, el truco está en sus personajes, puesto que por mucho que ese lugar que tantos efectos capturó sea derribado, la emoción ha surtido de la nada, como por arte de magia, como si estuviésemos viendo cine...
¿Que mejor que los ojos de un niño para comprender qué es la magia del cine?
¿Que mejor que los sentimientos de un adulto para entender la sensación que produce el amor?
¿Que mejor que la imprescindible visión de un cineasta magnífico para aunarlo todo y construir una obra tan sencilla y humilde como repleta de emociones?
Entren en "Cinema Paradiso" y descúbranlo por si mismos. No tiene precio.
Y es que, tras "Cinema Paradiso", Tornatore no traza solo un tan fabuloso como inolvidable homenaje al cine, sino también uno a sus personajes, y no porque les homenajee estrictamente, sino porque unos personajes tan bien escritos, definidos y construidos no son más que eso, un homenaje para los mismos y para todo aquel que tenga el inmenso placer de vivir cualquier historia al lado de éstos.
Los momentos para el recuerdo se apiñan uno tras otro: El incendio en Cinema Paradiso, la larga espera bajo el ventanal de Elena, la lluvia sacudiendo la cara de Totó para, acto seguido, palpar los labios de su enamorada, la despedida de Salvatore a su marcha hacía Roma... y explosionan en un final conmovedor, exquisito y trazado con una dulzura que muchos ya querrían, puesto que no por amargo, no por dejar atrás a Alfredo, dejan de ser cálidos e intensos.
Y aunque me digan que ese derrumbamiento final es un truco, el truco está en sus personajes, puesto que por mucho que ese lugar que tantos efectos capturó sea derribado, la emoción ha surtido de la nada, como por arte de magia, como si estuviésemos viendo cine...
¿Que mejor que los ojos de un niño para comprender qué es la magia del cine?
¿Que mejor que los sentimientos de un adulto para entender la sensación que produce el amor?
¿Que mejor que la imprescindible visión de un cineasta magnífico para aunarlo todo y construir una obra tan sencilla y humilde como repleta de emociones?
Entren en "Cinema Paradiso" y descúbranlo por si mismos. No tiene precio.
9 de enero de 2009
9 de enero de 2009
69 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo largometraje de Giuseppe Tornatore (“El profesor”, 1986). Escrita por él con la colaboración de Vanna Paoli, tiene una importante base autobiográfica. Se rueda en escenarios naturales de Bogheria (Palermo, Sicilia), ciudad natal de Tornatore, otras localidades de Sicilia (Castelbuono, Cefalú...) y Roma. Obtiene un Oscar (película de habla no inglesa), el Gran Premio del Jurado (Cannes) y otros premios. Producido por Franco Cristaldi para Cristaldifilms (Roma) y Films Ariane (París), se estrena el 17-XI-1988 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en Giancaldo, pequeña localidad pesquera imaginaria de Sicilia, y en Roma, a lo largo de algo más de 40 años (1945-1987). El pequeño Salvatore “Totó” Di Vita (Cascio), de 6 años de edad en 1945, muestra un temprano interés por el cine que cada semana se proyecta en la sala Cinema Paradiso del pueblo. Entabla amistad con el proyeccionista Alfredo (Noiret), mientras asiste a la escuela y hace de monaguillo en la Parroquia que rige el P. Adelfio (Triestre). Vive con su madre María (Attili) y su hermana. El padre murió en Rusia durante la IIGM.
El film suma drama, comedia, romance y análisis social. Se divide en tres partes bien diferenciadas. La primera se refiere a los años de la posguerra (1945-55) y está narrada desde el punto de vista de un niño. La segunda parte focaliza la atención en los amores adolescentes de Salvatore y Elena (Nano), rubia y de ojos azules, llegada de fuera con sus padres, y en la incorporación al servicio militar. La tercera parte narra el regreso fugaz del protagonista a Giancaldo, convertido en un realizador de cine de prestigio, con motivo del fallecimiento de Alfredo.
Narrada mediante un largo flashback, que abarca la primera y segunda parte, el film explica de manera detallada y minuciosa una historia emocionante y enternecedora. Suma la sobriedad y sinceridad del neorrealismo y el humor y gracia de la comedia italiana. La evocación de la infancia y juventud se presenta sazonada de nostalgia y humor a partes iguales, mientras en el tramo final el relato eleva el tono melancólico y se reviste de aires melodramáticos. Muestra con horror la frecuencia y rigor de los castigos corporales que recibían los niños, en casa y en la escuela, en los años 40 y 50.
Presenta una galería de personajes populares sencillos, cálidos y entrañables, que definen la manera de ser, pensar y comportarse de los habitantes de la localidad y de los espectadores del cine. Entre el público hay chiquillos alborotados, jóvenes en busca de novia, madres que dan el pecho a bebés, aficionados que se saben de memoria los diálogos, parejas que se acarician, chavales que se masturban, chicas engalanadas en busca de marido, mayores que se duermen, etc. El público asiste activamente mediante ruidosas quejas por los cortes, ovaciones al héroe, risas sonoras, etc.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en Giancaldo, pequeña localidad pesquera imaginaria de Sicilia, y en Roma, a lo largo de algo más de 40 años (1945-1987). El pequeño Salvatore “Totó” Di Vita (Cascio), de 6 años de edad en 1945, muestra un temprano interés por el cine que cada semana se proyecta en la sala Cinema Paradiso del pueblo. Entabla amistad con el proyeccionista Alfredo (Noiret), mientras asiste a la escuela y hace de monaguillo en la Parroquia que rige el P. Adelfio (Triestre). Vive con su madre María (Attili) y su hermana. El padre murió en Rusia durante la IIGM.
El film suma drama, comedia, romance y análisis social. Se divide en tres partes bien diferenciadas. La primera se refiere a los años de la posguerra (1945-55) y está narrada desde el punto de vista de un niño. La segunda parte focaliza la atención en los amores adolescentes de Salvatore y Elena (Nano), rubia y de ojos azules, llegada de fuera con sus padres, y en la incorporación al servicio militar. La tercera parte narra el regreso fugaz del protagonista a Giancaldo, convertido en un realizador de cine de prestigio, con motivo del fallecimiento de Alfredo.
Narrada mediante un largo flashback, que abarca la primera y segunda parte, el film explica de manera detallada y minuciosa una historia emocionante y enternecedora. Suma la sobriedad y sinceridad del neorrealismo y el humor y gracia de la comedia italiana. La evocación de la infancia y juventud se presenta sazonada de nostalgia y humor a partes iguales, mientras en el tramo final el relato eleva el tono melancólico y se reviste de aires melodramáticos. Muestra con horror la frecuencia y rigor de los castigos corporales que recibían los niños, en casa y en la escuela, en los años 40 y 50.
Presenta una galería de personajes populares sencillos, cálidos y entrañables, que definen la manera de ser, pensar y comportarse de los habitantes de la localidad y de los espectadores del cine. Entre el público hay chiquillos alborotados, jóvenes en busca de novia, madres que dan el pecho a bebés, aficionados que se saben de memoria los diálogos, parejas que se acarician, chavales que se masturban, chicas engalanadas en busca de marido, mayores que se duermen, etc. El público asiste activamente mediante ruidosas quejas por los cortes, ovaciones al héroe, risas sonoras, etc.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Entre los personajes singulares sobresalen el tonto del pueblo, el cobrador y acomodador de la sala, el cura párroco que amplía la censura oficial con aportaciones propias (cortes adicionales), la prostituta que ofrece servicios rápidos y discretos en los lavados, el neofascista que escupe al público de la platea, el terrateniente que da órdenes... En los años 40 y 50, antes de la proliferación de la televisión doméstica, las salas de cine de pueblo eran, después de la Iglesia parroquial, el principal referente formal de reunión, encuentro, convivencia, conversación, comunicación, exhibición y demostración pública.
De la película se han hecho tres versiones. La versión original italiana es de 155 minutos, la versión internacional es de 123 minutos y la versión extendida (director’s cut), editada en DVD, es de 174 minutos. Entre la versión extendida y la internacional no sólo hay diferencias de duración, sino también de sentido y contenido.
El film rinde homenaje a películas americanas famosas (“La diligencia”, “Casablanca”...), italianas (“Ana”, “El grito”, “La terra trema”, “El jeque blanco”...), alemanas (“El ángel azul”), etc. Ofrece imágenes de actores y actrices de Hollywood (Clark Gable, Chaplin, Ingrid Bergman, Buster Keaton, Stan Laurel, Oliver Hardy...) e italianos (Totó, De Sica, Sophia Loren, Vittorio Gasmann, Silvana Mangano...). Hacia el final ofrece un emocionante y divertidísimo montaje de los besos supuestamente censurados por el P. Adelfio, extraídos de “La quimera del oro”, “Las noches blancas”, “El forajido”, “Los viajes de Sullivan”, “Primera plana”, “Alas” y muchas más. La obra destila amor al cine y a su universo de estrellas, títulos famosos, mitos, historias, fascinación y magia. Además de fuente de entretenimiento y felicidad, el cine es, para el autor, fuente de conocimiento y medio de aprendizaje.
La película apuesta por valores como la fuerza de voluntad, la amistad, las capacidades de las personas con discapacidad, las relaciones intergeneracionales, la lucha contra el conformismo, los afanes se superación y realización, etc. Celebra la amistad, la infancia, la juventud, la fiesta, la alegría de vivir, etc.
La música, de Ennio Morricone, ofrece una banda sonora admirable, con composiciones alegres y festivas, como el tema principal (“Nuevo Cinema Paradiso”), dramáticos (“Cinema in flamme”), melancólicos (“Visita al Cinema”) y un hermoso tema de amor, de Adrea Morricone. Sobresale el “scherzo” que acompaña a la escena de Totó y Alfredo en bicicleta. La fotografía, de Blasco Giurato (“Una pura formalidad”, Tornatore, 1994), en color, aporta una descripción visual realista, amable y humorística, que complementa con primeros planos intimistas y melancólicos hacia el final. Gran interpretación de Noiret y muy meritoria la del debutante Salvatore Cascio en el papel de niño de 6 años.
Film entretenido y fascinante. Clásico moderno del cine italiano.
De la película se han hecho tres versiones. La versión original italiana es de 155 minutos, la versión internacional es de 123 minutos y la versión extendida (director’s cut), editada en DVD, es de 174 minutos. Entre la versión extendida y la internacional no sólo hay diferencias de duración, sino también de sentido y contenido.
El film rinde homenaje a películas americanas famosas (“La diligencia”, “Casablanca”...), italianas (“Ana”, “El grito”, “La terra trema”, “El jeque blanco”...), alemanas (“El ángel azul”), etc. Ofrece imágenes de actores y actrices de Hollywood (Clark Gable, Chaplin, Ingrid Bergman, Buster Keaton, Stan Laurel, Oliver Hardy...) e italianos (Totó, De Sica, Sophia Loren, Vittorio Gasmann, Silvana Mangano...). Hacia el final ofrece un emocionante y divertidísimo montaje de los besos supuestamente censurados por el P. Adelfio, extraídos de “La quimera del oro”, “Las noches blancas”, “El forajido”, “Los viajes de Sullivan”, “Primera plana”, “Alas” y muchas más. La obra destila amor al cine y a su universo de estrellas, títulos famosos, mitos, historias, fascinación y magia. Además de fuente de entretenimiento y felicidad, el cine es, para el autor, fuente de conocimiento y medio de aprendizaje.
La película apuesta por valores como la fuerza de voluntad, la amistad, las capacidades de las personas con discapacidad, las relaciones intergeneracionales, la lucha contra el conformismo, los afanes se superación y realización, etc. Celebra la amistad, la infancia, la juventud, la fiesta, la alegría de vivir, etc.
La música, de Ennio Morricone, ofrece una banda sonora admirable, con composiciones alegres y festivas, como el tema principal (“Nuevo Cinema Paradiso”), dramáticos (“Cinema in flamme”), melancólicos (“Visita al Cinema”) y un hermoso tema de amor, de Adrea Morricone. Sobresale el “scherzo” que acompaña a la escena de Totó y Alfredo en bicicleta. La fotografía, de Blasco Giurato (“Una pura formalidad”, Tornatore, 1994), en color, aporta una descripción visual realista, amable y humorística, que complementa con primeros planos intimistas y melancólicos hacia el final. Gran interpretación de Noiret y muy meritoria la del debutante Salvatore Cascio en el papel de niño de 6 años.
Film entretenido y fascinante. Clásico moderno del cine italiano.
8 de mayo de 2006
8 de mayo de 2006
71 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver la película hace una hora, y aun cuando recuerdo el CINEMA PARADISO, se me saltan las lágrimas. Nunca me habia pasado eso con una película,y soy de lágrima facil. Me quedé sin palabras despues de leer a ustedes todos los comentários. Simplemente añadir que dos horas de felicidad absoluta, hoy en día no están al alcance de cualquiera. Y Tornatore es capaz de eso. Gracias. Muchas gracias
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final solo apto para hombretones.
11 de febrero de 2007
11 de febrero de 2007
71 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película para mi no es en absoluto un drama, es un sentimiento de nostalgia puro y duro además de una reflexión sobre el pasado, el presente y un posible futuro del cine.
Si has nacido en un pueblo y has oido hablar a tus padres y abuelos sobre cómo era todo, la gente, sus anécdotas y, sobretodo, cómo funcionaba el cine y lo que movía a su alrededor, es francamente inevitable soltar alguna lágrima.
Los actores rozan la perfección y el tema principal de la banda sonora encaja perfectamente con el ritmo de la película, tan dinámico que las casi dos horas de duración se te hacen cortas, ojalá durase más.
Cinema Paradiso es una película que no termina nunca porque podrías verla una vez tras otra.
Si has nacido en un pueblo y has oido hablar a tus padres y abuelos sobre cómo era todo, la gente, sus anécdotas y, sobretodo, cómo funcionaba el cine y lo que movía a su alrededor, es francamente inevitable soltar alguna lágrima.
Los actores rozan la perfección y el tema principal de la banda sonora encaja perfectamente con el ritmo de la película, tan dinámico que las casi dos horas de duración se te hacen cortas, ojalá durase más.
Cinema Paradiso es una película que no termina nunca porque podrías verla una vez tras otra.
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