The Party
6.2
7,205
23 de octubre de 2017
23 de octubre de 2017
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sally Potter aprovecha esta flemática comedia: inteligente, ingeniosa y cáustica, para divertirse divertir y dar un repaso al mundo de las relaciones de pareja, la clase política y la alta sociedad británica.
Con un reparto acertado y deslumbrante, la solvente realizadora consigue que los 71 minutos del metraje transcurran en un suspiro.
La excusa para el rapapolvo y el “cachondeíto” es una reunión de viejos amigos que tienen algo que celebrar, aunque no todos…
La seriedad anglosajona, sus exquisitas normas de comportamiento y su acrisolada educación, sirven en este caso de fulminante que proyecta a los irresistibles brazos de la ironía y la confesión ridícula, cuando no del sarcasmo, la obra cuasi teatral que hemos disfrutado en esta segunda jornada de la Seminci 2017.
Es la miseria moral de la mayoría de los asistentes a esta fiesta, la que los convierten en humanos, consiguiendo casi por lástima nuestro perdón y aprecio.
El público la ha recibido con entusiasmo y apunta a premios en el palmarés final.
Con un reparto acertado y deslumbrante, la solvente realizadora consigue que los 71 minutos del metraje transcurran en un suspiro.
La excusa para el rapapolvo y el “cachondeíto” es una reunión de viejos amigos que tienen algo que celebrar, aunque no todos…
La seriedad anglosajona, sus exquisitas normas de comportamiento y su acrisolada educación, sirven en este caso de fulminante que proyecta a los irresistibles brazos de la ironía y la confesión ridícula, cuando no del sarcasmo, la obra cuasi teatral que hemos disfrutado en esta segunda jornada de la Seminci 2017.
Es la miseria moral de la mayoría de los asistentes a esta fiesta, la que los convierten en humanos, consiguiendo casi por lástima nuestro perdón y aprecio.
El público la ha recibido con entusiasmo y apunta a premios en el palmarés final.
23 de febrero de 2018
23 de febrero de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil escribir sobre The Party sin caer en el spoiler. Con motivo de haber sido nombrada ministra de Sanidad de Gran Bretaña, en casa de Janet se reúne un diminuto grupo de personas, pertenecientes a su círculo más íntimo. Además de su marido, al que vemos un tanto ausente, están Martha y Jinny, una pareja de lesbianas que esperan trillizos; la mordaz April y su pareja, el apacible Gottfried, tan británica ella y tan teutón él; y Tom, un tiburón de la banca cuya esposa llegará más tarde... Vemos a Tom muy nervioso, sudoroso y dándole a la coca. Hasta que el marido de Janet, Bill empieza a hablar y la fiesta empieza a aguarse...
Sally Potter, inactiva desde hace cinco años, vuelve a la carga con esta mirada lúcida y descarnada sobre las relaciones humanas, su fragilidad, su hipocresía, su falta de sustancia, su suprema necesidad. Estructurada como una obra de teatro, rodada en un estupendo B&N, con unos diálogos ágiles y mortíferos, algún que otro tópico superfluo (¿por qué esos chicos tan monos, matarifes de la banca, tienen que ponerse siempre ciegos de sustancias blanquecinas?), y unos actores que se meten en la piel de los personajes (me gusta Ganz, Murphy está pasado de rosca, como si él también le hubiera dado al asunto, y mi idolatrada Scott Thomas podría brillar más), Potter nos conduce hasta un desenlace que algunos veíamos venir. De hecho, se lo juega todo en el último medio minuto.
Imprescindible en VOS, su mayor virtud reside en su duración, 71' medidos minutos, en estos tiempos de desmesura, alargamientos chicletosos y e inútiles añadidos. A degustar con calma.
Sally Potter, inactiva desde hace cinco años, vuelve a la carga con esta mirada lúcida y descarnada sobre las relaciones humanas, su fragilidad, su hipocresía, su falta de sustancia, su suprema necesidad. Estructurada como una obra de teatro, rodada en un estupendo B&N, con unos diálogos ágiles y mortíferos, algún que otro tópico superfluo (¿por qué esos chicos tan monos, matarifes de la banca, tienen que ponerse siempre ciegos de sustancias blanquecinas?), y unos actores que se meten en la piel de los personajes (me gusta Ganz, Murphy está pasado de rosca, como si él también le hubiera dado al asunto, y mi idolatrada Scott Thomas podría brillar más), Potter nos conduce hasta un desenlace que algunos veíamos venir. De hecho, se lo juega todo en el último medio minuto.
Imprescindible en VOS, su mayor virtud reside en su duración, 71' medidos minutos, en estos tiempos de desmesura, alargamientos chicletosos y e inútiles añadidos. A degustar con calma.
7 de febrero de 2018
7 de febrero de 2018
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un montón de buenos actores en una película muy teatral rodada en blanco y negro, cortita porque dura 72 minutos bastante intensos y nos narra en plan comedia dramática una reunión aparentemente de buenos amigos que se irá de las manos pero que cuando empieza a ponerse de lo más interesante la película se termina.
Sally Potter la escritora y directora, no termina de convencerme con ninguna película de su filmografía “Orlando”, “Rage”,”Vidas Furtivas” o la ultima “Ginger y Rosa” no las encuentro muy redondas o con demasiado interés, supongo que es cuestión de gustos. Esta quizá es la que considero mejor de todas, por el gran trabajo de los actores como Timothy Spall, Patricia Clarkson,Bruno Ganz, Kristin Scott Thomas, Emily Mortimer o Cillian Murphy que siempre es un placer verlos trabajar.
La recién nombrada ministra de Gran Bretaña invita a sus amigos a una cena en esta sátira con unos diálogos mordaces y con una buena puesta en escena, aunque no veo la razón de rodar en Blanco y negro. La cena por supuesto se torna bastante pintoresca ya que empiezan a aflorar infidelidades y oscuros secretos.
Un buen guiño es el de acusar de nazi a Bruno Ganz ya que todos recordamos su magnífica interpretación de Hitler en “El Hundimiento”. También incluye en el guión temas interesantes como el político ya que se rodo al mismo tiempo que la votación Brexit, el feminismo, la homoxesualidad, el servicio de salud del Reino Unido o los trolls de las redes sociales.
El film tiene una premisa muy interesante con buenos giros y personajes histrionicos, pero no la considero un plato fuerte.
Destino Arrakis
Sally Potter la escritora y directora, no termina de convencerme con ninguna película de su filmografía “Orlando”, “Rage”,”Vidas Furtivas” o la ultima “Ginger y Rosa” no las encuentro muy redondas o con demasiado interés, supongo que es cuestión de gustos. Esta quizá es la que considero mejor de todas, por el gran trabajo de los actores como Timothy Spall, Patricia Clarkson,Bruno Ganz, Kristin Scott Thomas, Emily Mortimer o Cillian Murphy que siempre es un placer verlos trabajar.
La recién nombrada ministra de Gran Bretaña invita a sus amigos a una cena en esta sátira con unos diálogos mordaces y con una buena puesta en escena, aunque no veo la razón de rodar en Blanco y negro. La cena por supuesto se torna bastante pintoresca ya que empiezan a aflorar infidelidades y oscuros secretos.
Un buen guiño es el de acusar de nazi a Bruno Ganz ya que todos recordamos su magnífica interpretación de Hitler en “El Hundimiento”. También incluye en el guión temas interesantes como el político ya que se rodo al mismo tiempo que la votación Brexit, el feminismo, la homoxesualidad, el servicio de salud del Reino Unido o los trolls de las redes sociales.
El film tiene una premisa muy interesante con buenos giros y personajes histrionicos, pero no la considero un plato fuerte.
Destino Arrakis
1 de marzo de 2018
1 de marzo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no os despisten el blanco y negro, ni su brevedad, ni sus evidentes formas teatrales: “The party” es una película agresiva, mordaz, corrosiva, afilada y más eficaz en su retrato del mundo actual que cualquier telediario o documental con pretensiones.
Un matrimonio formado por una recién nombrada ministra y un eminente profesor de universidad amante de la botella recibe en su casa a un plantel de amigos que parecen el reparto de un chiste: la filósofa madura y su esposa ex concursante de MasterChef; la amiga cínica y su marido teutón (un coach pelmazo que parece el contestador automático de Mr Wonderful), y el yupi cocainómano, que aparece solo porque, según anuncia, su mujer llegará con retraso.
La reunión derivará en un debate desatado y accidentado, donde caben la política, la economía, la educación y la cultura, y en el que se establecen duelos que enfrentan al amor y las ideas contra el trabajo y el dinero; a la sanidad contra la seudociencia, al coaching y el postureo espiritual contra el escepticismo y la razón académica, al feminismo contra el antimasculinismo… y entre pulla y reproche, espacio también para departir sobre la fidelidad, la ambición, el fracaso, la amistad, la muerte y casi todo lo imaginable cuando en una misma habitación juntamos seres humanos y litros de vino.
Esto de la reunión familiar o social que acaba en verbena de insultos o en bacanal de secretos inconfesables es casi un género en sí mismo, y vienen a la memoria títulos como “Los amigos de Peter” (Kenneth Branagh, 1992), “Celebración” (Thomas Vinternerg, 1998), “Agosto” (John Wells, 2013), “El nombre” (Alexandre de la Patellière, Matthieu Delaporte, 2012), “Un dios salvaje” (Roman Polanski, 2011) o la reciente “Perfectos desconocidos” (Álex de la Iglesia, 2017). Quizá el factor diferenciador de “The party” está en su vigencia, lo que no quiere decir que sea un trabajo meramente coyuntural, ya que los temas que aborda son sin duda aplicables a realidades pasadas o futuras, si es que nadie lo remedia antes.
Los intérpretes, de sobresaliente sin excepción, o, si acaso, con matrícula de honor para Timothy Spall y Patricia Clarkson (solo el Dios del marketing sabe por quñe no aparecen entre los candidatos a los Oscars). Destacar también la banda sonora hábilmente encajada desde el propio (y único) escenario en el que transcurre la acción: un tocadiscos que crea atmósfera y juega a cambiar el registro dramático aun en contra de la voluntad de los personajes.
Todo esto en setenta minutos. (¡Setenta!) Casi un milagro en estos tiempos de películas eternas como colas en urgencias y sobrehinchadas como culturistas.
Más información en ambigugarcia.blogspot.com.es/
Un matrimonio formado por una recién nombrada ministra y un eminente profesor de universidad amante de la botella recibe en su casa a un plantel de amigos que parecen el reparto de un chiste: la filósofa madura y su esposa ex concursante de MasterChef; la amiga cínica y su marido teutón (un coach pelmazo que parece el contestador automático de Mr Wonderful), y el yupi cocainómano, que aparece solo porque, según anuncia, su mujer llegará con retraso.
La reunión derivará en un debate desatado y accidentado, donde caben la política, la economía, la educación y la cultura, y en el que se establecen duelos que enfrentan al amor y las ideas contra el trabajo y el dinero; a la sanidad contra la seudociencia, al coaching y el postureo espiritual contra el escepticismo y la razón académica, al feminismo contra el antimasculinismo… y entre pulla y reproche, espacio también para departir sobre la fidelidad, la ambición, el fracaso, la amistad, la muerte y casi todo lo imaginable cuando en una misma habitación juntamos seres humanos y litros de vino.
Esto de la reunión familiar o social que acaba en verbena de insultos o en bacanal de secretos inconfesables es casi un género en sí mismo, y vienen a la memoria títulos como “Los amigos de Peter” (Kenneth Branagh, 1992), “Celebración” (Thomas Vinternerg, 1998), “Agosto” (John Wells, 2013), “El nombre” (Alexandre de la Patellière, Matthieu Delaporte, 2012), “Un dios salvaje” (Roman Polanski, 2011) o la reciente “Perfectos desconocidos” (Álex de la Iglesia, 2017). Quizá el factor diferenciador de “The party” está en su vigencia, lo que no quiere decir que sea un trabajo meramente coyuntural, ya que los temas que aborda son sin duda aplicables a realidades pasadas o futuras, si es que nadie lo remedia antes.
Los intérpretes, de sobresaliente sin excepción, o, si acaso, con matrícula de honor para Timothy Spall y Patricia Clarkson (solo el Dios del marketing sabe por quñe no aparecen entre los candidatos a los Oscars). Destacar también la banda sonora hábilmente encajada desde el propio (y único) escenario en el que transcurre la acción: un tocadiscos que crea atmósfera y juega a cambiar el registro dramático aun en contra de la voluntad de los personajes.
Todo esto en setenta minutos. (¡Setenta!) Casi un milagro en estos tiempos de películas eternas como colas en urgencias y sobrehinchadas como culturistas.
Más información en ambigugarcia.blogspot.com.es/
4 de marzo de 2018
4 de marzo de 2018
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es un vodevil con sorpresa final, para que no falte de nada, que se desarrolla en un único escenario y está rodada en blanco y negro. Eso ya da una pista, lo del blanco y negro.
El resultado es una representación teatral en el peor sentido de la palabra, sin química entre los actores, porque el guión, con vocación de desmadrado pero disparatado en realidad, no lo permite, con unos personajes que de tanto en tanto tienen que soltar discursitos filosóficos, políticos o sociales, pretendidamente ingeniosos o mordaces pero más propios de tertulianos mediocres de algún programa de radio en decadencia, y salpicado todo de un humor negro que se diluye en el despropósito general.
Mención especial merece el actor Timothy Spall, que parece un anciano con demencia senil en lugar de lo que pretende el guión.
En fin, que lo único realmente bueno de la película es su corta duración.
El resultado es una representación teatral en el peor sentido de la palabra, sin química entre los actores, porque el guión, con vocación de desmadrado pero disparatado en realidad, no lo permite, con unos personajes que de tanto en tanto tienen que soltar discursitos filosóficos, políticos o sociales, pretendidamente ingeniosos o mordaces pero más propios de tertulianos mediocres de algún programa de radio en decadencia, y salpicado todo de un humor negro que se diluye en el despropósito general.
Mención especial merece el actor Timothy Spall, que parece un anciano con demencia senil en lugar de lo que pretende el guión.
En fin, que lo único realmente bueno de la película es su corta duración.
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