El espía negro
1939 

6.5
472
22 de septiembre de 2019
22 de septiembre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera colaboración del famoso dúo de arqueros ( Powell en la dirección, Pressburguer en el guion), esta cinta de espías ya preconiza el excelente fruto que darían estos dos genios a partir de la década de los 40.
Con una cinta que no alcanza los 80 minutos, nos ofrecen una muy amena película de intriga en el marco de la Primera Guerra Mundial.
Una cinta de espionaje que, a pesar de su corta duración, nos recrea con un magnífico dibujo de personajes, con un perfil psicológico muy creíble, donde sorprende el retrato lleno de humanidad y respeto entre enemigos sin detrimento de su verosimilitud. Nada que ver, desde luego, a lo que estamos acostumbrados en el cine posterior, donde se preocupan de aclararnos muy bien quiénes son los malos, por si nos entran dudas.
Pero aquí no se trata de eso, porque los cineastas quieren hablarnos de hechos. Una operación de infiltración y sabotaje en tierras escocesas a cargo de un capitán de submarino alemán y su contacto en tierra, una maestra de escuela.
Seres humanos que luchan por su país, que ni son héroes ni psicópatas. Sólo personas a las que las circunstancias han conducido hasta allí y tratan de medrar lo mejor posible.
Unas intrigas bien resueltas con varios giros de guion, una fotografía oscura y hermosa y cierto romanticismo velado, hacen de esta corta película, un entretenimiento estupendo y una promesa de una filmografía espectacular y muy especial.
Con una cinta que no alcanza los 80 minutos, nos ofrecen una muy amena película de intriga en el marco de la Primera Guerra Mundial.
Una cinta de espionaje que, a pesar de su corta duración, nos recrea con un magnífico dibujo de personajes, con un perfil psicológico muy creíble, donde sorprende el retrato lleno de humanidad y respeto entre enemigos sin detrimento de su verosimilitud. Nada que ver, desde luego, a lo que estamos acostumbrados en el cine posterior, donde se preocupan de aclararnos muy bien quiénes son los malos, por si nos entran dudas.
Pero aquí no se trata de eso, porque los cineastas quieren hablarnos de hechos. Una operación de infiltración y sabotaje en tierras escocesas a cargo de un capitán de submarino alemán y su contacto en tierra, una maestra de escuela.
Seres humanos que luchan por su país, que ni son héroes ni psicópatas. Sólo personas a las que las circunstancias han conducido hasta allí y tratan de medrar lo mejor posible.
Unas intrigas bien resueltas con varios giros de guion, una fotografía oscura y hermosa y cierto romanticismo velado, hacen de esta corta película, un entretenimiento estupendo y una promesa de una filmografía espectacular y muy especial.
5 de septiembre de 2024
5 de septiembre de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera colaboración entre Powell y Pressburger constituye toda una sorpresa de más que recomendable visionado. Está estupendamente interpretada y ambientada y lo más destacable para el espectador medio, si se compara con el cine hollywoodiense de aquella misma época, es la total ausencia de maniqueísmo en el tratamiento de la guerra, aunque nos encontrásemos en el momento en que se hizo el filme en los albores de la Segunda Guerra Mundial.
Un tratamiento de los personajes como seres humanos, al margen de su pertenencia a uno u otro bando, que repetirían en filmes posteriores como "Vida y Muerte del coronel Blimp" (1943), ya avanzada la contienda.
El personaje de Conrad Veidt, que además de ser el protagonista, no es tratado nunca como un villano al uso, y no está exento de grandeza, ejemplifica mejor que nada dicho enfoque. También los de Valerie Hobson y Sebastian Shaw, tratados con absoluto respeto pese a su condición durante la mayor parte de la película de colaboradores del Ejército Alemán por motivos se supone que patrióticos en el primer caso y bastante más innobles en el segundo.
Pero, sobre todo, desde el punto de vista de la ideología y los valores, lo que el filme exhibe, en muchos diálogos y situaciones, es una reflexión acerca de cómo en la guerra no hay lugar para los sentimientos. O estos son siempre perdedores. Un planteamiento bastante distinto al de la anteriormente citada "Vida y Muerte del Coronel Blimp" (sigo en zona Spoiler)
Un tratamiento de los personajes como seres humanos, al margen de su pertenencia a uno u otro bando, que repetirían en filmes posteriores como "Vida y Muerte del coronel Blimp" (1943), ya avanzada la contienda.
El personaje de Conrad Veidt, que además de ser el protagonista, no es tratado nunca como un villano al uso, y no está exento de grandeza, ejemplifica mejor que nada dicho enfoque. También los de Valerie Hobson y Sebastian Shaw, tratados con absoluto respeto pese a su condición durante la mayor parte de la película de colaboradores del Ejército Alemán por motivos se supone que patrióticos en el primer caso y bastante más innobles en el segundo.
Pero, sobre todo, desde el punto de vista de la ideología y los valores, lo que el filme exhibe, en muchos diálogos y situaciones, es una reflexión acerca de cómo en la guerra no hay lugar para los sentimientos. O estos son siempre perdedores. Un planteamiento bastante distinto al de la anteriormente citada "Vida y Muerte del Coronel Blimp" (sigo en zona Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
pero que no deja de ser en la resolución al cuestionado, como en el diálogo, antes de morir, entre el personaje de Veidt y el capitán del barco aliado del que se había apoderado, antes de que sea hundido por sus propios compañeros de armas.
Y luego la peli destaca mucho también desde el punto de vista formal, en contraste con el cine de Hollywood de entonces, por una pausa y un sosiego narrativos -y un naturalismo- bastante inusuales al otro lado del Atlántico salvo quizá en los grandes directores. Porque, será por el tema, la época y el lugar en que está ambientado, pero también a causa de la forma de contar, toda la parte inicial del filme a mí me ha recordado a los cómics de Tintín ( y particularmente a "La Isla Negra").
Después, el filme va al grano y sin concesiones, pero con un guión y una narración plena de matices y de giros muy acertados.Y en donde a la intriga, a la tensión, y a la recreación histórica, se suman a veces sutiles apuntes de comedia costumbrista (y hasta romántica(!!) que no es habitual que pespunteen un thriller bélico de espionaje. Y que humanizan muchísimo todo lo que pasa. Así:
-Todo lo que le ocurre al clérigo que se supone es el noviete de la maestra de escuela originaria.
-La preocupación del profesor de música y su mujer por la reputación de quienes creen que es la maestra.
-Las ganas de los alemanes, y especialmente de Conrad Veidt de comer mantequilla además de otros manjares, pero sobre todo mantequilla (aunque sea una muestra de propaganda queriendo dejar claro que los alemanes pasaron en la guerra del 14 mucha más hambre que los ingleses, no deja de tener gracia).
-Que cuando Conrad Veidt le pida al capitán del barco antes de morir un cigarrillo este solo tenga tabaco de pipa y le diga que si no le gusta no sabe lo que se ha perdido. Humor en mitad del mayor drama.
-El personaje del maquinista y sus quejas a Conrad Veidt, cuando se ha apoderado de la nave, creyendo que es el capitán.
-La "contraseña poética" que tienen que darse mutuamente Conrad Veidt y Valerie Hobson al inicio del filme.
-La curiosa fauna que constituye las fuerzas vivas de la localidad: la especie de alcalde cojitranco que cree sabérselas todas, pero que al que se le escapa Conrad Veidt. Y el profesor de música, que tras declarar lo que sabe de la fuga de Veidt sigue allí sentado en la comisaría, escuchando, hasta que el comandante le dice: "Pero qué hace usted todavía aquí, váyasé".
-El propio hecho de que Veidt se escape disfrazado de sacerdote y luego se apodere del barco de esa guisa. No solo es que sea algo atrabiliario. Es que días antes había proclamado solemnemente que cuando fuese detenido vestiría el uniforme del ejército alemán.
Y es que no estamos ante una simple cinta de cine bélico o de espías. Como ocurre casi siempre con Powell y Pressburger, se mezclan géneros. Y se plantean interrogantes al espectador para que reflexione.
Y aunque el tramo final no raya a la misma altura del resto (no tiene la misma transparencia y agilidad y la resolución es algo forzada y no menos brillante que todo lo que hemos visto hasta entonces) no por eso desmerece al filme. Y es también muy notable, siquiera sea por inusual.
Y luego la peli destaca mucho también desde el punto de vista formal, en contraste con el cine de Hollywood de entonces, por una pausa y un sosiego narrativos -y un naturalismo- bastante inusuales al otro lado del Atlántico salvo quizá en los grandes directores. Porque, será por el tema, la época y el lugar en que está ambientado, pero también a causa de la forma de contar, toda la parte inicial del filme a mí me ha recordado a los cómics de Tintín ( y particularmente a "La Isla Negra").
Después, el filme va al grano y sin concesiones, pero con un guión y una narración plena de matices y de giros muy acertados.Y en donde a la intriga, a la tensión, y a la recreación histórica, se suman a veces sutiles apuntes de comedia costumbrista (y hasta romántica(!!) que no es habitual que pespunteen un thriller bélico de espionaje. Y que humanizan muchísimo todo lo que pasa. Así:
-Todo lo que le ocurre al clérigo que se supone es el noviete de la maestra de escuela originaria.
-La preocupación del profesor de música y su mujer por la reputación de quienes creen que es la maestra.
-Las ganas de los alemanes, y especialmente de Conrad Veidt de comer mantequilla además de otros manjares, pero sobre todo mantequilla (aunque sea una muestra de propaganda queriendo dejar claro que los alemanes pasaron en la guerra del 14 mucha más hambre que los ingleses, no deja de tener gracia).
-Que cuando Conrad Veidt le pida al capitán del barco antes de morir un cigarrillo este solo tenga tabaco de pipa y le diga que si no le gusta no sabe lo que se ha perdido. Humor en mitad del mayor drama.
-El personaje del maquinista y sus quejas a Conrad Veidt, cuando se ha apoderado de la nave, creyendo que es el capitán.
-La "contraseña poética" que tienen que darse mutuamente Conrad Veidt y Valerie Hobson al inicio del filme.
-La curiosa fauna que constituye las fuerzas vivas de la localidad: la especie de alcalde cojitranco que cree sabérselas todas, pero que al que se le escapa Conrad Veidt. Y el profesor de música, que tras declarar lo que sabe de la fuga de Veidt sigue allí sentado en la comisaría, escuchando, hasta que el comandante le dice: "Pero qué hace usted todavía aquí, váyasé".
-El propio hecho de que Veidt se escape disfrazado de sacerdote y luego se apodere del barco de esa guisa. No solo es que sea algo atrabiliario. Es que días antes había proclamado solemnemente que cuando fuese detenido vestiría el uniforme del ejército alemán.
Y es que no estamos ante una simple cinta de cine bélico o de espías. Como ocurre casi siempre con Powell y Pressburger, se mezclan géneros. Y se plantean interrogantes al espectador para que reflexione.
Y aunque el tramo final no raya a la misma altura del resto (no tiene la misma transparencia y agilidad y la resolución es algo forzada y no menos brillante que todo lo que hemos visto hasta entonces) no por eso desmerece al filme. Y es también muy notable, siquiera sea por inusual.
24 de enero de 2023
24 de enero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es de las mejores del tándem Powell/Pressburger pero tiene una indudable ventaja: va directamente al grano, sin que sobre nada.
Un Conrad Veidt tan sobrio y acertado como casi siempre.
Una trama de espías que, a diferencia de otras muchas, siendo compleja, se entiende sin mayores dificultades, gracias a que los personajes están muy bien dibujados.
Las escenas en el mar, con submarinos y demás barcos están muy bien rodadas, si se tiene en cuenta que estamos en 1939.
En fin, una película con más de 80 años que se puede ver, no solo como un documento de la época sino también como una historia muy bien contada.
Un Conrad Veidt tan sobrio y acertado como casi siempre.
Una trama de espías que, a diferencia de otras muchas, siendo compleja, se entiende sin mayores dificultades, gracias a que los personajes están muy bien dibujados.
Las escenas en el mar, con submarinos y demás barcos están muy bien rodadas, si se tiene en cuenta que estamos en 1939.
En fin, una película con más de 80 años que se puede ver, no solo como un documento de la época sino también como una historia muy bien contada.
4 de noviembre de 2023
4 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues es una película magnífica. Parece mentira que en 1939 se hicieran cintas de submarinos de esta calidad. Hay varias lecturas, pero los primeros minutos son verdaderamente espléndidos, y no llegas a saber qué ocurre, o quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y eso es una aliciente para su visionado. Más tarde la trama de espionaje sustituye a la militar, protagonizada por mujeres. Interesante. Más tarde se desvela toda la profundidad de la trama. De la tensión militar y el complot femenino se pasa a contar una historia de espías convencional. Pero no se juzga, ni se trazan retablos sobrecargados de los personajes o sus actuaciones. Nada que ver con Los invasores, sólo de dos años después, que era altamente propagandísticas. Esta es otra cosa. Además no se ubica en la IIGM sino en la IGM, una diferencia notable a la hora de plasmar la crítica moral a los propósitos bélicos de ambos bandos.
Puede llegar a considerarse una joya escondida. Me ha gustado mucho.
No interviene como director Emeric Pressburger, pero sí como guionista. Supongo que las colaboraciones comenzaron de esa manera, para luego codirigir las cintas.
Puede llegar a considerarse una joya escondida. Me ha gustado mucho.
No interviene como director Emeric Pressburger, pero sí como guionista. Supongo que las colaboraciones comenzaron de esa manera, para luego codirigir las cintas.
15 de junio de 2022
15 de junio de 2022
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El espía negro (1939) es una joya escondida de la época, enmarcada dentro del género bélico y de espías, que se suma a los grandes títulos británicos realizados en los años 30, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con la gran actuación de Conrad Veidt, que ofrece ciertos toques expresionistas a algunos de sus planos más dramáticos.
Destaca el peculiar punto de vista en el que está enfocada la trama porque nos sitúa en el lado del bando alemán infiltrado en las costas de Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial, algo que resulta inusual en la época pues al enemigo siempre se le ve como algo distante, abstracto y lejano. Es por eso que cuenta con un buen guión para mantener al espectador en el suspense.
Destaca el peculiar punto de vista en el que está enfocada la trama porque nos sitúa en el lado del bando alemán infiltrado en las costas de Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial, algo que resulta inusual en la época pues al enemigo siempre se le ve como algo distante, abstracto y lejano. Es por eso que cuenta con un buen guión para mantener al espectador en el suspense.
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