Qué sorpresa morrocotuda que me he llevado, hasta hoy siempre había creído que el presidente de los Estados Unidos de América, cualquiera, y me pongo en pie, ahí es nada, per se, era un cutre bufón, un vulgar actor, el chico de los recados, un desmadejado títere, botarate, chiqulicuatre, mequetrefe rimbombante, chisgarabís, usar y tirar, que pase el siguiente que ya nos aburre este viejo nene; ni hablar del resto de políticos o si nos ponemos mucho más finos y nos queremos mirar extasiados al ombligo, de los mismos españoles, colosales, a los que yo tenía hasta esta película por zafios imitadores de cómicos de la legua, de quinta regional, tal vez chapuceros delincuentes o ridículos caraduras, qué equivocado estaba, y en cambio ahora me merecen mucho más respeto, se lo han ganado a pulso, por ejemplo, a nuestro Pedro le deben una película de este jaez, lo está pidiendo a gritos, de hecho, no se me hacen los dedos huéspedes, en cuanto haya nuevas elecciones, a la vuelta de la esquina, qué ilu, les volveré a votar nuevamente, pero esta vez ya sin ningún asco, apasionadamente, estamos en las mejores manos, nos los quitan de las manos en el ámbito privado, vamos a ello, con energías renovados y el cogote presto.
Pues no, amigos. La buena nueva es que en verdad es el hombre más poderoso del mundo, libre, y del otro seguramente que también, completamente, como Zeus o el motor inmóvil aristotélico, en ese rango. Un nuevo conocimiento que me llevo.
También me ha dejado anonadado saber que ya hace 25 años estaban preocupadísimos, cuánta precocidad y diligencia, los gerifaltes más importantes norteamericanos por las aterradoras consecuencias del cambio climático en ciernes y a bote pronto, ese calentamiento del globo tearráqueo, como un horno, y, cómo no, por la indiscriminada venta de armas al por mayor entre su población con la consiguiente tasa de muertes que acarrea por arma de fuego por las nubes, casualmente. Pues lo genial es que en ese año del señor de 1995 solucionaron ambos problemas y si te he visto no me acuerdo, desapercibidamente, dos quebraderos de cabeza menos que ahora ya tengo, vivan el cine y el vino. Es lo que tiene ser del partido demócrata. Que casi sin darte ni cuenta atraes hacia ti todo lo santo y bueno.
Bueno, pues el protagonista de esta hermosa película, señor, sí señor, un buen día se enamora de una idealista de la naturaleza, una revolucionaria como Rosa de Luxemburgo, poco menos, y la lía parda, se lía con ella, y claro, no tiene la brillante idea, un descuido, de preguntarles a los inscritos y la inscritas de su partido por semejante asunto de seguridad nacional, lo personal es político, por ella, para ver si dan el visto bueno o no, por lo que la cosa se complica un tanto, sus más y sus menos, y eso aquí nos cuentan con todo lujo de detalles, tan armoniosa, minuciosa y memorablemente, bravo.
Ella es muy bonita y a su manera repelente atractiva. Él es un cachondo importante. El resto del reparto cumple con lo suyo. J.Fox es de los Rotschild de toda la vida, cómo no, qué envidia. Todo es en realidad un divertido y saludable circo, que la comedia no pare, no pare, disección quirúrgica del cornejo de Virginia.

Comedia romántica de trasfondo político, que nos narra el enamoramiento del presidente de los EEUU, con una activista ecologista. Aquel, viudo y con una hija, está preparando las próximas elecciones presidenciales y, a tenor de los sondeos, su partido está muy bien situado.
Pero este affair, llega en el peor momento y su imagen de pobre viudo solitario, tan favorable en las encuestas, se resentirá notablemente, haciendo que descienda alarmantemente la intención de voto del electorado. Esto hará que su principal adversario político aproveche la situación para tratar de noquearle y captar votos.
La película es muy didáctica en cuanto a la preparación de una campaña electoral se refiere. Nos cuentan muy bien todos los entresijos que rodean la imagen del presidente. La caterva de asesores que cuidan, analizan, limpian y estudian hasta el último movimiento del presidente, para lograr que su reputación y su imagen, les garanticen los votos de la ciudadanía.
También Richard Dreyfuss está muy bien en su papel de candidato de la oposición que busca cualquier grieta en la persona del presidente, para resquebrajar su popularidad.
Todo esto hace que se siga con cierto interés la película, aunque a veces, el ritmo que le imprime Rob Reiner a esa parte, la hace difícil de seguir.
Por contra, la parte romántica, lenta y blanda resulta muy previsible y la pareja no me inspira credibilidad. Ni él como presidente del país más poderoso del mundo ( hay que ver qué caballero más íntegro, bondadoso y honorable), ni ella como activista peleona que, a la mínima sonrisa, cae rendida a sus pies.
En cuanto a lo que dicen los críticos, ( que sigue la línea del gran Frank Capra), es posible que siga el esquema, pero no señores, los ingredientes mágicos de ese gran autor, brillan por su ausencia. SE DEJA VER.

Previsible y descafeinada comedia romántica en la que el viudo (y con una hija) presidente de los Estados Unidos se enamora de una activista ecologista y viceversa.

Reconozco que no es una comedia romántica de mis predilectas. La encuentro algo lenta y demasiado blandita para mi gusto. Todo es muy a lo Disney (incluída la banda sonora) con un maquillaje excesivo en sus personajes y situaciones. La cosa está a caballo entre la comedia romántica ligerita y el topicazo político. Tiene algún que otro momento irónico divertido y algún que otro diálogo resultón... pero siempre pagando el precio de estereotipar al máximo a unos personajes que incluso acaban ridiculizados sin pretenderlo (increíble que el presidente no sepa usar un teléfono... como si hubiera sido toda su vida presidente). Y es que el hecho de que sea ligerita es a costa de regalarnos unos personajes excesivamente tópicos que no deparan sorpresas en el conflicto y el desenlace tan vistos. Incluso el enamoramiento es tratado de manera tan simple que se torna algo forzado e incluso resulta raro (parece que el presidente más que enamoramiento siente otra cosa). A ratos confieso que no encontré mucha diferencia entre esta película y un capítulo más de "Ana y los 7".

Para colmo los actores están demasiado sosos. Ningún personaje secundario se hace entrañable o divertido, y Michael Douglas demuestra aquí que lo suyo no es la comedia romántica (y su poco carisma en esta ocasión evidencia aun más la blandenguería y simpleza del producto). La excepción es Annette Bening que sí logra un mínimo encanto aun no teniendo excesiva química con Douglas y soportando un personaje limitadísimo.

En fin, le doy un aprobado raspado por el morbillo de la erótica del poder, por un pequeño puñado de situaciones mínimamente graciosas y porque Annette Bening ilumina la pantalla con su sonrisa.

Lo mejor: Annette Bening. Los momentos graciosillos...
Lo peor: ... que esos momentos no sean tan divertidos como pretenden y se hagan a costa de la ridiculización simplona de la exageración en el cliché. Michael Douglas. Su previsibilidad.

El enchufado tenía ganas ya de que las cosas le salieran bien con las tías y que estas dejaran de putearle. Quiso hacerlo a lo grande y se le antojó ligar desde el despacho oval, aliándose con Rob Reiner, Annette Bening, la casa blanca y los cuentos de hadas.

Para resumir el asunto, lo que falla en El presidente y Miss Wade son, principalmente 2 cosas:

1. Un presidente de EE.UU. tirando de erótica del poder puede ligarse a quien quiera, de hecho así ha sido en muchos casos, pero nunca la invitará al baile.

2. Michael no está hecho para comer perdices con las mujeres.

...y a entrenar a los asesinos del MOSAD, pero soy un pesidente taaaaan demócrata, taaaan patriota, taaaan buen padre, taaan romántico...

Aunque esté envuelta en ese ambiente de película romántica de los 90 que a mí personalmente me trae tan buenos recuerdos, la película es, más allá de una trama de amor imposible, una manera de retratar la vida política americana con una simpleza y una bobaliconería impresionante. No voy a perder más tiempo hablando de ella porque bastante he perdido ya viéndola, ya simplemente por estar interesada en ver qué hacía finalmente con el bombardeo de Trípoli (ahí si fueron visionarios los guionistas....)

Lo único bueno, Michael J. Fox, que está monísimo siempre. Annete Bening se deja el morbo y el atractivo debajo de los trajes de chaqueta y el corte de pelo de jubilada, vale, son los 90, pero es que Benning despierta la misma líbido que una alpargata, vamos, que ni con un palo.