Mad Max 3. Más allá de la cúpula del trueno
1985 

5.7
19,719
Acción. Ciencia ficción
Tras la catástrofe nuclear, Mad Max cruza un desierto donde pierde su caravana de camellos. Llega a una ciudad donde le proponen cambiárselos a cambio de que ataque al tirano de la ciudad subterránea, un enano que fabrica gas metano con excrementos de cerdo. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2009
26 de abril de 2009
45 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1979, George Miller hizo despegar el cine de Australia con un thriller de acción futurista que supondría una de las sagas más importantes de la ciencia-ficción. En 1981 continuó con una secuela que para mi gusto supera a su predecesora. 'Mad Max 3: más allá de la cúpula del trueno' es el cierre de una de las sagas más memorables de la ciencia-ficción, pero que lo hace sin rendir ni la más mínima justicia a sus dos predecesoras. Miller se aparta del estilo violento, frío y terrorífico que llenó sus entregas anteriores y se rinde al público adolescente americano cambiando por completo su personal visión de un futuro mundo apocalíptico por un flojo batiburrillo de aventurillas y peleas que bien podría haber sido dirigida por cualquier otro incompetente en busca de pasta fácil en USA. La narración se encuentra repleta de momentos sonrojantes y absurdos que dan risa, los villanos no dan ni el más mínimo miedo, las dosis de acción y suspense son mínimas y los nuevos personajes que se incorporan a la saga son asesinables. La película se encuentra dividida en dos partes: la estancia de Max en el poblado contiene al menos el 30% del espíritu de las anteriores entregas, mientras que la segunda mitad en la que Max ayuda a los niños indígenas (verdaderamente repelentes e insoportables cabe decir por supuesto) reduce al filme a la categoría de bodrio con todas las letras, que ni siquiera es capaz de entretener como debería hacerlo y que cierra la saga de manera patética y vergonzosa.
Mel Gibson nunca ha brillado con ninguna de sus actuaciones, pero ya interpretando a Mad Max por tercera vez se notaba que ya empezaba a cansarse del personaje y aún no llega a convencer de que es un tipo duro como pretende. Por otro lado, Tina Turner entra en el mundo del cine y demuestra que cantar se le da mejor que actuar. Del resto del reparto mejor ni hablar, con un Bruce Spence que cambia de personaje de una entrega a otra y que solo sale un par de minutos para ganarse el sueldo de una semana.
En resumen, una mala película de aventuras que cierra de muy mala manera una saga que parecía que mejoraba con cada nueva entrega (y de la que tan solo merece destacar 'El guerrero de la carretera') y que aquí se rinde al público y a los patrones más comerciales y desechables, eliminando el espíritu que había impregnado las anteriores de la saga y condenando a Mad Max a ser el protagonista de uno de los bodrios más sonrojantes que éste servidor ha tenido la desgracia de ver.
·LO MEJOR: la pelea de Max contra Destructor.
·LO PEOR: los infinitamente repelentes niños indígenas y la historia que se traen entre manos. La pérdida del espíritu de la saga. La dirección. Las interpretaciones.
Mel Gibson nunca ha brillado con ninguna de sus actuaciones, pero ya interpretando a Mad Max por tercera vez se notaba que ya empezaba a cansarse del personaje y aún no llega a convencer de que es un tipo duro como pretende. Por otro lado, Tina Turner entra en el mundo del cine y demuestra que cantar se le da mejor que actuar. Del resto del reparto mejor ni hablar, con un Bruce Spence que cambia de personaje de una entrega a otra y que solo sale un par de minutos para ganarse el sueldo de una semana.
En resumen, una mala película de aventuras que cierra de muy mala manera una saga que parecía que mejoraba con cada nueva entrega (y de la que tan solo merece destacar 'El guerrero de la carretera') y que aquí se rinde al público y a los patrones más comerciales y desechables, eliminando el espíritu que había impregnado las anteriores de la saga y condenando a Mad Max a ser el protagonista de uno de los bodrios más sonrojantes que éste servidor ha tenido la desgracia de ver.
·LO MEJOR: la pelea de Max contra Destructor.
·LO PEOR: los infinitamente repelentes niños indígenas y la historia que se traen entre manos. La pérdida del espíritu de la saga. La dirección. Las interpretaciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Espero que algún día George Miller explique por qué cojones tenía que aparecer la historia de los niñatos repelentes. ¿Alguien se puede creer eso de que confundan a Max con un piloto de avión que murió hace cientos de años y que ahora venga para salvarles y llevarles de nuevo a la civilización? ¿Es qué acaso no había otro modo mejor y más inteligente de concluir la saga?
22 de mayo de 2015
22 de mayo de 2015
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras dos primeras entregas estupendas llegó la tercera para hacerla más abierta a todos los públicos, le metemos el rollo Peter Pan y los niños de Nunca Jamás y hacemos una cinta de acción estúpida e infantiloide, con reminiscencias a Willow, la cinta de Ron Howard tenía un espíritu mágico, esta es un desastre en su montaje donde sus primeros cuarenta minutos son una auténtica gozada más que nada por la pelea de Max contra el destructor que es lo que salva la mitad de la peli porque hasta Tina Turner no sabe ni actuar, puro comercialismo más que nada. Gibson cansado ya casi del personaje logra una primera mitad entretenida, interesante y hasta graciosa por momentos, bien rodada pero parece como si la mitad de la cinta haya sido rodada por otro tipo y efectivamente, George Ogilvie se ocupó también de la dirección, lo que no sé es que partes dirigieron cada uno en la película. Una auténtica lástima que la saga de Gibson muriera de esta forma aunque esto ha dado pie a que tres décadas después vuelva Miller en solitario y haga los deberes como debe ser con un buen reparto y escenas de acción como Dios manda. El aburrimiento aquí se hace notar y eso que no es larga y el humor infantil y escatológico no falta. Una verdadera pena desaprovechar así una saga que empezó bien aunque sigo quedándome con la primera pese a que todo el mundo mencione la segunda como la mejor. Regular.
20 de mayo de 2015
20 de mayo de 2015
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El desierto ha calado hasta los huesos.
Donde antes había una locura de salvajes sobre ruedas de coches trucados, ahora solo hay un intento de civilización, esperando pudrirse hasta los cimientos y en el olvido, corrompida por sus propios habitantes
Si hay algo por lo que recordar esta historia, esta tercera aventura de Max, es por esa apuesta entre lo crepuscular y lo esperanzado. Probablemente motivada, y salida de las entrañas de su propio director, que se vio enfrentado a una tragedia personal en medio del rodaje, cuando su amigo y colaborador Byron Kennedy murió en un accidente mientras buscaba localizaciones.
Así, George Miller, en lugar de creer que ese páramo seguirá siendo el lugar donde locos se destrocen entre motores y ruedas, elige darle una redención, algún tipo de camino final. Y, por extensión, a Max.
La clave está en ese contraste entre Negociudad, un último reducto de la humanidad, reducidos a ratas que se quitan unas a otras la existencia, y ese campamento, casi surreal, de los Niños Perdidos que sueñan con una ciudad del futuro a la que regresar, un sueño que pondrá fin a sus problemas, parece.
Entre medias, Max, ese antiguo guerrero que ya libró sus batallas, ajeno a unos y a otros, de nuevo solo buscando un beneficio personal porque los ajenos cuestan demasiado cuando se pierden. Mel Gibson está aquí particularmente brillante: su gradual convencimiento hacia una causa se puede ver en sus ojos como algo que se debe hacer, pero, y sobre todo cuánto más implicado se ve, como una oportunidad de paz, y de futuro.
Porque son los Niños, los que George Miller elige enfrentar a Ama (una Tina Turner espectacular y carismática), como recipientes de la única cordura que queda en el mundo. Contra Negociudad, contra sus luchas de poder; siempre razón, y poder aprender de los errores del ayer.
Habrá quien diga que esto no es 'Mad Max', pero no estoy de acuerdo: asistimos al último sacrificio del héroe que nunca quiso serlo, el que es capaz de quitarse de la ecuación porque sabe servirá para que haya un mañana.
No veo mejor plano para despedirle que verle alejándose, en la lejanía, como una leyenda que se contará de generación entre generación, para inspirar a otros. Nunca quiso serlo, pero inevitablemente lo es.
De entre una tierra maldita y acabada, surge una esperanza.
Una esperanza, como no puede ser de otra manera, protegida por Max. El guerrero Max.
Donde antes había una locura de salvajes sobre ruedas de coches trucados, ahora solo hay un intento de civilización, esperando pudrirse hasta los cimientos y en el olvido, corrompida por sus propios habitantes
Si hay algo por lo que recordar esta historia, esta tercera aventura de Max, es por esa apuesta entre lo crepuscular y lo esperanzado. Probablemente motivada, y salida de las entrañas de su propio director, que se vio enfrentado a una tragedia personal en medio del rodaje, cuando su amigo y colaborador Byron Kennedy murió en un accidente mientras buscaba localizaciones.
Así, George Miller, en lugar de creer que ese páramo seguirá siendo el lugar donde locos se destrocen entre motores y ruedas, elige darle una redención, algún tipo de camino final. Y, por extensión, a Max.
La clave está en ese contraste entre Negociudad, un último reducto de la humanidad, reducidos a ratas que se quitan unas a otras la existencia, y ese campamento, casi surreal, de los Niños Perdidos que sueñan con una ciudad del futuro a la que regresar, un sueño que pondrá fin a sus problemas, parece.
Entre medias, Max, ese antiguo guerrero que ya libró sus batallas, ajeno a unos y a otros, de nuevo solo buscando un beneficio personal porque los ajenos cuestan demasiado cuando se pierden. Mel Gibson está aquí particularmente brillante: su gradual convencimiento hacia una causa se puede ver en sus ojos como algo que se debe hacer, pero, y sobre todo cuánto más implicado se ve, como una oportunidad de paz, y de futuro.
Porque son los Niños, los que George Miller elige enfrentar a Ama (una Tina Turner espectacular y carismática), como recipientes de la única cordura que queda en el mundo. Contra Negociudad, contra sus luchas de poder; siempre razón, y poder aprender de los errores del ayer.
Habrá quien diga que esto no es 'Mad Max', pero no estoy de acuerdo: asistimos al último sacrificio del héroe que nunca quiso serlo, el que es capaz de quitarse de la ecuación porque sabe servirá para que haya un mañana.
No veo mejor plano para despedirle que verle alejándose, en la lejanía, como una leyenda que se contará de generación entre generación, para inspirar a otros. Nunca quiso serlo, pero inevitablemente lo es.
De entre una tierra maldita y acabada, surge una esperanza.
Una esperanza, como no puede ser de otra manera, protegida por Max. El guerrero Max.
17 de noviembre de 2015
17 de noviembre de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo los primeros 40 minutos de la película no entendía la baja nota que tiene, el inicio esta a la altura de las 2 películas anteriores. El futuro post-apocalíptico retratado con originalidad y personalidad a prueba de bomba le hace a uno crearse unas expectativas altas. Pasada la escena del duelo el resto es un completo desastre, no se entiende como se puede arruinar de esa manera un inicio tan prometedor.
Por suerte el señor Miller lo dejó estar por una temporada y cuando retomó la saga lo hizo a la altura con la mejor de todas ellas que es la última.
Por suerte el señor Miller lo dejó estar por una temporada y cuando retomó la saga lo hizo a la altura con la mejor de todas ellas que es la última.
16 de abril de 2015
16 de abril de 2015
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"We don't need another hero" fue el pistoletazo de salida de una Tina Turner para una película que, a pesar de virar por terrenos más comerciales, intentaba cerrar la trilogía ultraviolenta de George Miller con una especie de epílogo redentor.
Hoy día se le notan los retazos ochenteros, empezando por el característico peinado de Tina, aquí una villana sin escrúpulos que quiere doblegar al enano que da energía a la ciudad. Para ello se vale de la ayuda de un Mad Max bastante más calmado que de costumbre. El plan va bien, todo sale como la seda hasta que Max quebranta "el trato": -Rompe un trato, afronta tu suerte-
La película palidece frente a sus predecesoras por dos razones: falta de ritmo, (el coñazo de los niños que trata de emular "Peter Pan" o "El Señor de las Moscas") y su aire hollywoodiense. Pero sin embargo brinda una magnífica BSO a cargo de Maurice Jarre, su estética ochentera, con el tiempo, logró convertirla en una sello de identidad. Y por supuesto: el duelo en la "Cúpula del Trueno" así como el trepidante final con su monólogo, hacen de ella una película a tener en cuenta.
Hoy día se le notan los retazos ochenteros, empezando por el característico peinado de Tina, aquí una villana sin escrúpulos que quiere doblegar al enano que da energía a la ciudad. Para ello se vale de la ayuda de un Mad Max bastante más calmado que de costumbre. El plan va bien, todo sale como la seda hasta que Max quebranta "el trato": -Rompe un trato, afronta tu suerte-
La película palidece frente a sus predecesoras por dos razones: falta de ritmo, (el coñazo de los niños que trata de emular "Peter Pan" o "El Señor de las Moscas") y su aire hollywoodiense. Pero sin embargo brinda una magnífica BSO a cargo de Maurice Jarre, su estética ochentera, con el tiempo, logró convertirla en una sello de identidad. Y por supuesto: el duelo en la "Cúpula del Trueno" así como el trepidante final con su monólogo, hacen de ella una película a tener en cuenta.
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