No sé como llegó esta película a mis manos, pero doy gracias por poder haberla visto.
Las películas de amor no suelen gustarme, pero el amor que aquí se refleja es tan especial que me ha fascinado.

Sin palabras, sin cuerpos, sin nada, sólo una leve imagen de quién es ella, un pelo en una orquilla y un gran corazón que quiere darlo todo por nada.

Baran, la lluvia que cae sobre su último paso y la sonrisa del protagonista. No tengo muchas más palabras para poder explicar lo bonita que es esta cinta.

Simplemente, hay que verla.

Interesante drama iraní el cual nos transporta un poco (o un tanto, depende) a la realidad de este país. Cuando a Lateef le quitan su trabajo de servir té a los albañiles para dárselo a otro más débil pero más competente éste decide hacerle la vida imposible al “usurpador”. Después en forma accidental descubre que es mujer y entonces se enamora de ella. Después mil peripecias para hacerle llegar sus ahorros cuando esta es despedida por trabajar de forma ilegal. Excelente actuación del jovencito albañil, y aunque la joven jamás pronuncia palabra alguna sus expresiones son elocuentes. Aunque la historia es demasiado sencilla es escuetamente hermosa. Sólo resta decir que la actuación del jovencito me cautivó por fresca y convincente.

Es difícil decir algo sin contar nada del argumento, pero es curioso ver como se renuncia a lo poco que se tiene para dárselo a quien menos posee sin esperar nada a cambio. Lateef, nuestro protagonista, de pícaro malicioso y vengativo a lazarillo bueno por una melodía y un pelo.

Cabe destacar las condiciones precarias de vida, donde la construcción es manual y con mano de obra barata y poco cualificada.

Una amiga me la recomendó, creo que merece la pena verla. :-)

Acabo de ver Baran y todavía estoy sin palabras.

Lo que empieza siendo una película más o menos típica acerca de la inmigración, en este caso de los afganos en Irán y la situación que padecen, con un "poco útil" trabajador local guardando rencor a quien "le ha quitado su puesto de trabajo", mandándolo a otro indudablemente más pesado, acaba convirtiéndose en una bellísima historia de amor imposible donde Lateef dará todo lo que tiene por ayudar a aquella de la que ni tan siquiera sabe su nombre.

Majidi consigue conmover y sobretodo transmitir un alud de sensaciones en una película donde los silencios -ella no llega a articular palabra- llegan a decirte mucho más que cualquier palabra y en la que nos encontramos algunas secuencias simplemente memorables.

Destacar la frescura de Hossein Abedini y la enorme actuación de Zahra Bahrami, quien es capaz de transmitirnos todo tipo de sentimientos y sensaciones con su expresión y sus ojos.

Sencilla, hermosa y conmovedora.

Tras “Los niños del cielo”, “Color del paraíso” lindísima obras menores del mismo director, Majid Majidi da un salto cualitativo y mientras nos cuenta la historia de la cruda vida de afganos refugiados en Irán y su difícil convivencia con iraníes y kurdos, nos invita a recorrer un camino lleno de sensibilidad y detalles, a través de una sincera historia de amor y solidaridad sin concesiones.
Desde un punto de vista técnico, esta película consigue uno de los mejores decorados reales que recuerdo, la obra donde trabajan los afganos refugiados está creada y rodada con absoluta maestría. Varios planos secuencia al interior del edificio en construcción pone de manifiesto que no sólo estamos delante de una película con una extrema belleza y sensibilidad, plagada de detalles técnicos y de contenido, sino que además está acompañada por una dirección de actores y una dirección artística magistral.
Este viento fresco llegado desde tierras iranies se queda en mi memoria y en mi retina como una de las mejores historias jamás contadas, como un inesperada lluvia de emociones, de silencios y miradas sin subtítulos.
Sin palabras te transmite y te traslada a un paraiso de emociones y sin palabras te deja.