Un monstruo viene a verme
2016 

6.6
39,156
Fantástico. Drama
Tras la separación de sus padres, Connor (Lewis MacDougall), un chico de 12 años, tendrá que ocuparse de llevar las riendas de la casa, pues su madre (Felicity Jones) está enferma de cáncer. Así las cosas, el niño intentará superar sus miedos y fobias con la ayuda de un monstruo (Liam Neeson), pero sus fantasías tendrán que enfrentarse no sólo con la realidad, sino con su fría y calculadora abuela (Sigourney Weaver). Con este nuevo ... [+]
23 de septiembre de 2016
23 de septiembre de 2016
66 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
No comparto la aversión generalizada que el melodrama o la llamada "manipulación emociona" provoca. Es cierto que prefiero sorprenderme, que los sentimientos que tenga viendo una película sean inesperados... Pero cuando entro a ver una cita que trata sobre un niño solitario que imagina un monstruo fantástico para luchar/superar/asumir la enfermedad terminal de su madre, entiendo que sé dónde me estoy metiendo.
Y además, hay verdaderos maestros que manejan esas constantes de género, pese a quien pese. Spielberg, Douglas Sirk, Almondovar, Todd Haynes, Thomas Anderson... Todos ellos son genios sin discusión, y todos, en sus códigos, "manipulan" las emociones del espectador. Bayona también lo hace y lo ha hecho, pero siempre siendo fiel a si mismo, a su temática, y a lo que se ha convertido en la gran constante de su filmografía: la relación entre la maternidad y la muerte.
Porque de nuevo como en El Orfanato y Lo Imposible (su mayor victoria hasta ahora), el eje sobre el que todo pivota es la relación de una madre y un hijo contra la fatalidad, y de nuevo como en aquellas, la verdadera sustancia y los momentos más significativos están en los pequeños detalles, aparentemente insignificantes, que se dan entre esos dos personajes. De nuevo además, la odisea de crecer, de asumirse como un adulto, de superar el trauma para poder avanzar, aparece como tema fundamental en Un monstruo viene a verme.
Hay algo hermoso también en la dinámica que se establece entre los actores del film. Lewis McDougal (de nuevo, un hallazgo de Bayona, un actor con peso y matices pese a su juventud), Felicity Jones (que nunca se regodea en los clichés de la enfermedad, y emociona sin artificios), Sigourney Weaver (qué emocionante volver a verla), e incluso Liam Neeson; Un monstruo viene a verme está concebida como una película grande, como un gran espectáculo sentimental, pero entre estos cuatro actores se crea con aparente facilidad algo muy íntimo, que consigue que toda la pirotecnia de la propuesta no haga saltar por los aires los verdaderos temas fundamentales: la asunción de la muerte, el reconocimiento del dolor propio y ajeno, y el complejo proceso de crecer.
Pero aunque su factura sea impecable, y sus fragmentos oníricos aporten originalidad y estén muy bien concebidos en su vuelo simbólico, metafórico y artístico; hay algo entre ese equilibrio de lo íntimo y lo espectacular, que bajo mi punto de vista no llega al balance que si había en El Orfanato, y sobre todo y desde luego, en Lo Imposible.
Pero de nuevo, respeto e incluso me emociono con las decisiones artísticas y temáticas del cine de Bayona; y reconozco su poder como contador de historias desde lo más grande y sofisticado que el cine, no olvidemos, también un gran espectáculo, puede concebir.
Y además, hay verdaderos maestros que manejan esas constantes de género, pese a quien pese. Spielberg, Douglas Sirk, Almondovar, Todd Haynes, Thomas Anderson... Todos ellos son genios sin discusión, y todos, en sus códigos, "manipulan" las emociones del espectador. Bayona también lo hace y lo ha hecho, pero siempre siendo fiel a si mismo, a su temática, y a lo que se ha convertido en la gran constante de su filmografía: la relación entre la maternidad y la muerte.
Porque de nuevo como en El Orfanato y Lo Imposible (su mayor victoria hasta ahora), el eje sobre el que todo pivota es la relación de una madre y un hijo contra la fatalidad, y de nuevo como en aquellas, la verdadera sustancia y los momentos más significativos están en los pequeños detalles, aparentemente insignificantes, que se dan entre esos dos personajes. De nuevo además, la odisea de crecer, de asumirse como un adulto, de superar el trauma para poder avanzar, aparece como tema fundamental en Un monstruo viene a verme.
Hay algo hermoso también en la dinámica que se establece entre los actores del film. Lewis McDougal (de nuevo, un hallazgo de Bayona, un actor con peso y matices pese a su juventud), Felicity Jones (que nunca se regodea en los clichés de la enfermedad, y emociona sin artificios), Sigourney Weaver (qué emocionante volver a verla), e incluso Liam Neeson; Un monstruo viene a verme está concebida como una película grande, como un gran espectáculo sentimental, pero entre estos cuatro actores se crea con aparente facilidad algo muy íntimo, que consigue que toda la pirotecnia de la propuesta no haga saltar por los aires los verdaderos temas fundamentales: la asunción de la muerte, el reconocimiento del dolor propio y ajeno, y el complejo proceso de crecer.
Pero aunque su factura sea impecable, y sus fragmentos oníricos aporten originalidad y estén muy bien concebidos en su vuelo simbólico, metafórico y artístico; hay algo entre ese equilibrio de lo íntimo y lo espectacular, que bajo mi punto de vista no llega al balance que si había en El Orfanato, y sobre todo y desde luego, en Lo Imposible.
Pero de nuevo, respeto e incluso me emociono con las decisiones artísticas y temáticas del cine de Bayona; y reconozco su poder como contador de historias desde lo más grande y sofisticado que el cine, no olvidemos, también un gran espectáculo, puede concebir.
20 de octubre de 2016
20 de octubre de 2016
72 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que dan 300 toques con el balón, hacen malabares con la pelota, se la pasan por debajo de la pierna, se la ponen detrás de la cabeza, la tocan con la espalda, con el hombro, con el tacón... pero que en un campo de fútbol no saben ni dónde está la portería.
Como estos chicos es Bayona. Más aún, pues por lo general estos malabaristas del balón suelen ser de barrio dando espectáculos callejeros. Dótalos de un gran escenario, luces espectáculares, decorado lujoso, una potente música de fondo y pensarás que el tipo es un crack del fútbol. Ponle además un nombre extranjero y publicítalo a diestro y siniestro... y pensarás que el tío es Messi.
La realidad sigue siendo que tanto toque no te convierte en futbolista. Lo mismo que a Bayona tanta publicidad, tanto decorado (es innegable el buen desempeño del apartado técnico, con mención especial al sonido) y tanta parafernalia no lo convierten, ni de lejos, en el director que nos pretenden vender.
Parece que el primero que considera que es un director de época, casi de los mejores que ha tenido España, es el propio Bayona. El tío hace bien en pensarlo, si considera que le va bien, otra cosa es que sea cierto. Y cuando escuchas esas frases pseudoingeniosas recitadas con esmero por los actores no puedes evitar pensar en el regocijo del director pensando que es poeta y filósofo. Y cuando ves la ambientación tan cuidada como falsa no puedes evitar pensar que J.A. vive más en las pelis que ha visto y que quiere imitar que en el mundo real. Y cuando ves que la película es todo superficie, todo papel y cartón, todo vacío sin absolutamente nada de fondo, nada valioso, nada auténtico... no puedes evitar pensar que J.A. estará en casa fumándose un puro pensando que ha creado una obra de arte porque el populacho ha ido en masa a ver su película, al igual que ocurrió con su anterior trabajo, porque se habla de ella, porque recibirá premios... y porque la gente, gustosa de la superficie, los juegos malabares, el papel y cartón... llora.
Pero del mismo modo que un big mac no es un plato de alta cocina por mucho que lo publiciten y por mucho que la gente lo coma Un monstruo viene a verme no es una buena película.
Lo siento Juan Antonio, hay que meter un buen gol para ser recordado, los toques solo se miran durante un rato y luego se olvidan.
Como estos chicos es Bayona. Más aún, pues por lo general estos malabaristas del balón suelen ser de barrio dando espectáculos callejeros. Dótalos de un gran escenario, luces espectáculares, decorado lujoso, una potente música de fondo y pensarás que el tipo es un crack del fútbol. Ponle además un nombre extranjero y publicítalo a diestro y siniestro... y pensarás que el tío es Messi.
La realidad sigue siendo que tanto toque no te convierte en futbolista. Lo mismo que a Bayona tanta publicidad, tanto decorado (es innegable el buen desempeño del apartado técnico, con mención especial al sonido) y tanta parafernalia no lo convierten, ni de lejos, en el director que nos pretenden vender.
Parece que el primero que considera que es un director de época, casi de los mejores que ha tenido España, es el propio Bayona. El tío hace bien en pensarlo, si considera que le va bien, otra cosa es que sea cierto. Y cuando escuchas esas frases pseudoingeniosas recitadas con esmero por los actores no puedes evitar pensar en el regocijo del director pensando que es poeta y filósofo. Y cuando ves la ambientación tan cuidada como falsa no puedes evitar pensar que J.A. vive más en las pelis que ha visto y que quiere imitar que en el mundo real. Y cuando ves que la película es todo superficie, todo papel y cartón, todo vacío sin absolutamente nada de fondo, nada valioso, nada auténtico... no puedes evitar pensar que J.A. estará en casa fumándose un puro pensando que ha creado una obra de arte porque el populacho ha ido en masa a ver su película, al igual que ocurrió con su anterior trabajo, porque se habla de ella, porque recibirá premios... y porque la gente, gustosa de la superficie, los juegos malabares, el papel y cartón... llora.
Pero del mismo modo que un big mac no es un plato de alta cocina por mucho que lo publiciten y por mucho que la gente lo coma Un monstruo viene a verme no es una buena película.
Lo siento Juan Antonio, hay que meter un buen gol para ser recordado, los toques solo se miran durante un rato y luego se olvidan.
9 de octubre de 2016
9 de octubre de 2016
64 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bayona vuelve con más Bayona. Ejercicio técnicamente impecable al que le sobra parafernalia y le falta sutileza. Aunque la pulcritud de este hombre como director es irreprochable, su capacidad para convertir historias sencillas y conmovedoras en películas pomposas y sensibleras es irritante. Su cine me recuerda a ese conocido que todos tenemos que quiere hacer de amigo perfecto pero que irremediablemente nos cae mal. Su cine me recuerda a ese alumno repelente a la vez que ejemplar.
5 de marzo de 2017
5 de marzo de 2017
48 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de todo lo escrito (en este y otros medios) sobre ‘Un monstruo viene a verme’, no me queda más opción que claudicar. El cine ha muerto. Lo que pueda haber ahora es otra cosa. Un algo que tendrá sus detractores y sus partidarios, sus popes y enemigos.
El cine, para mí, es ante todo una manera de soñar o de creer; un sinfín de artificios incontables, insignificantes en sí mismos pero cuya suma es verdadera. Cueva de Alí Babá con mil y un detalles prodigiosos –un gesto, una mirada, la magia que se cuela entre dos fotogramas imposibles–. El cine es un oficio de artistas artesanos que esculpen con la luz, el tiempo y el sonido.
El cine es vida. Escrita, tomada y recreada. El cine, mi cine, no puede ser infografía. Pesa más en la pantalla el cartón piedra de un muro de ‘Macbeth’ (1948, Orson Welles) que un ejército infinito de programadores digitales.
En estos días cierra el Palafox, emblema de Madrid. Después de 55 años –que me traen a la memoria el clásico ‘55 días en Pekín’ (1963, Nicholas Ray)– ya no hay lugar en mi ciudad para ese dinosaurio. Corre el rumor de que, tras breve duelo, en ese espacio se abrirán algunas salas diminutas. Todo encaja. Ya no vamos al cine como antaño. Ordenadores, tablets, celulares… Si la T.V. fue la pica, los ‘nuevos’ artefactos quizás sean la puntilla.
Lo que empezó en un sótano del Boulevard des Capucines está acabando en un teléfono que cabe en el bolsillo. Atrás quedó el cinemascope, atrás quedó el “Visite nuestro bar”; ahora el bar se instala en la butaca y cubre de basura el suelo de los cines, locales, trenes, autobuses.
J. A. Bayona no es culpable. Sólo se sube al carro de la actualidad. El cáncer –mucho más real y terrible que cualquier fantasía imaginaria– no es el monstruo. El monstruo es el ordenador, que lo convierte todo en videojuego. No hay lugar para emociones genuinas cuando detrás de cada plano se vislumbra la manija de un programador.
Los dibujos del cuaderno de la madre me parecen lo mejor de la película; me retrotraen a un mundo en que se componía fotograma a fotograma. Los tiempos han cambiado. Es necesario hacerse a un lado para que no nos arroye el tren de la informática, tan distinto al tren de La Ciotat. De ahora en adelante, tendremos que ir a todas partes con un joystick.
El cine ha muerto; nos queda sólo el Capitol.
El cine, para mí, es ante todo una manera de soñar o de creer; un sinfín de artificios incontables, insignificantes en sí mismos pero cuya suma es verdadera. Cueva de Alí Babá con mil y un detalles prodigiosos –un gesto, una mirada, la magia que se cuela entre dos fotogramas imposibles–. El cine es un oficio de artistas artesanos que esculpen con la luz, el tiempo y el sonido.
El cine es vida. Escrita, tomada y recreada. El cine, mi cine, no puede ser infografía. Pesa más en la pantalla el cartón piedra de un muro de ‘Macbeth’ (1948, Orson Welles) que un ejército infinito de programadores digitales.
En estos días cierra el Palafox, emblema de Madrid. Después de 55 años –que me traen a la memoria el clásico ‘55 días en Pekín’ (1963, Nicholas Ray)– ya no hay lugar en mi ciudad para ese dinosaurio. Corre el rumor de que, tras breve duelo, en ese espacio se abrirán algunas salas diminutas. Todo encaja. Ya no vamos al cine como antaño. Ordenadores, tablets, celulares… Si la T.V. fue la pica, los ‘nuevos’ artefactos quizás sean la puntilla.
Lo que empezó en un sótano del Boulevard des Capucines está acabando en un teléfono que cabe en el bolsillo. Atrás quedó el cinemascope, atrás quedó el “Visite nuestro bar”; ahora el bar se instala en la butaca y cubre de basura el suelo de los cines, locales, trenes, autobuses.
J. A. Bayona no es culpable. Sólo se sube al carro de la actualidad. El cáncer –mucho más real y terrible que cualquier fantasía imaginaria– no es el monstruo. El monstruo es el ordenador, que lo convierte todo en videojuego. No hay lugar para emociones genuinas cuando detrás de cada plano se vislumbra la manija de un programador.
Los dibujos del cuaderno de la madre me parecen lo mejor de la película; me retrotraen a un mundo en que se componía fotograma a fotograma. Los tiempos han cambiado. Es necesario hacerse a un lado para que no nos arroye el tren de la informática, tan distinto al tren de La Ciotat. De ahora en adelante, tendremos que ir a todas partes con un joystick.
El cine ha muerto; nos queda sólo el Capitol.
7 de octubre de 2016
7 de octubre de 2016
73 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta maravilloso ir al cine cuando la película te la meten por los ojos a través de la publicidad. Hasta los críticos profesionales gustan de este MONSTRUO que viene a vernos. Todos sin excepción han marcado como positiva esta película, y es muy curioso, que aún con un trasfondo de duda cuando lees lo que han escrito, la valoren tan positivamente.
El niño ha sido elegido para que sintamos una mezcla de ternura y pena... Es una película Española con reparto internacional, para que sea bien acogida en otros mercados. Un buen ejemplo de un cine hecho por razones económicas, publicitado para que el público no se la pierda. Y no lo hará.
FELICIDADES.
El niño ha sido elegido para que sintamos una mezcla de ternura y pena... Es una película Española con reparto internacional, para que sea bien acogida en otros mercados. Un buen ejemplo de un cine hecho por razones económicas, publicitado para que el público no se la pierda. Y no lo hará.
FELICIDADES.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here