Haz click aquí para copiar la URL

Garra de hierro

Drama Biopic sobre los hermanos Von Erich, que hicieron historia en el competitivo mundo de la lucha libre profesional a principios de la década de los 80. A través de la tragedia y el triunfo, bajo la sombra de su dominante padre y entrenador, los hermanos buscan la inmortalidad en el escenario más importante del deporte.
Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
8
17 de marzo de 2024
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Iron Claw, drama basado en hechos reales que sigue la vida de una familia de luchadores de wrestling, los Von Erich, a los cuales persigue la tragedia de forma constante durante la década de los 80. El por qué una historia tan trágica y con tanto potencial ha tardado tanto en llegar al mundo del cine, es algo curioso, pero aquí estamos, con una propuesta que encantó a la crítica y que fue un relativo éxito de taquilla, teniendo en cuenta que no deja de ser una producción independiente de bajo presupuesto.

A pesar de los aplausos recibidos, la película no ha sido nominado ni a un mísero Oscar, en una marginación histórica y digna de plantarse en los juzgados, porque es infinitamente superior a la mayoría de dramas nominados. ¿Cómo es posible que se colasen entre las nominadas a mejor película la correcta pero poco relevante American Fiction, y la soporífera y olvidable Maestro, y The Iron Claw no? Ya sabéis, los premios de Hollywood, pero lo que tengo claro es de que estamos ante uno de los mejores dramas de los últimos años.

No soy el mayor fan del estudio A24, ya que algunas de las peores películas que he visto en los últimos años vienen de ahí, pero no negaré que La Ballena me estremeció y encogió el corazón, hasta el punto de conseguir algo complicado y al alcance de muy pocos: la lágrima, aunque más bien serían lágrimas en plural. Bueno, todo depende de lo sensible que seas, pero cuando una película te emociona y te atrapa, sabes que es especial. Me pasó con La Ballena, y me ha sucedido exactamente lo mismo con la última producción de A24, porque aun siendo un drama tan crudo, te transmite el amor por unos personajes a los que es imposible no querer.

Y es que esa es la clave del film, que el amor fraternal traspasa las pantallas, logrando que el espectador se sienta como uno más de esa complicada familia, con unos hermanos por los que sientes y padeces, y a los que quieres que les salga todo bien, pero que, cuando llega la tragedia, lo sientas como una pérdida personal. Eso para mí es cine y un drama en condiciones, que no recurre a la lágrima fácil, sino que lo cocina todo en el punto justo de cocción, con dos horas de duración que no se resienten, y con una de esas historias que merecen la pena contarse y que se quedan contigo.

Todos los personajes importan, pero el corazón de esta historia es su protagonista, interpretado por un descomunal Zac Efron, que carga con todo el peso de la historia, y del que, a través su mirada, observamos la caída al vacío de una familia que estaba destinada a triunfar, pero que fue hundiéndose poco a poco por una maldición inexistente cuyo único responsable es la de un padre obsesivo y una madre distante, que no saben gestionar las emociones de unos hijos que no se merecen.

Porque sí, aquí estamos ante otra clásica historia de padres frustrados y derrotados que quieren vivir de sus victorias a través de sus hijos, con una presión que hace añicos y destruye vidas, y que por mucho que se haya contado tropecientas veces, no deja de tener interés, porque jamás estará de más abordar un peliagudo asunto que, lamentablemente, sigue estando a la orden del día, y más en el mundo del deporte. Dejad atrás el pasado, amargados, y dejad en paz a vuestros hijos, leñe.

Concluyendo este apartado, reafirmando que el guion es una maravilla, porque si bien es cierto que no te cuenta nada nuevo, lo hace con respeto a los personajes reales, siendo un drama deportivo sensacional y al que no se le puede encontrar ni un solo reproche. Este logro es cortesía de Sean Durkin, guionista que hace a las veces de director, y que cumple en ambas facetas, ya que ofrece una dirección repleta de momentos impactantes, imágenes poderosas y planos elegantes. He visto a directores nominados con trabajos claramente inferiores, pero claro, no estamos ante una película de festival. Sí, es independiente, pero también tiene esa cercanía con el público, que al final es el único que importa, y aquí se han hecho los deberes para que no se ponga una innecesaria barrera con el espectador, ya sabéis, la frialdad de la que hacen gala tantos dramas independientes como si eso los convirtiese en productos gourmet. No, gracias…

Y vamos de nuevo con el señor Efron, el cual ofrece la mejor interpretación de toda su carrera, y no, no es porque haya entrenado su cuerpo hasta el punto de ser digno de protagonizar una película de Masters del Universo, es por lo que transmite, con un personaje inocente y tierno, y que te gana desde el minuto uno, con una responsabilidad de hermano mayor que no sabe gestionar, y al que todo le supera, porque es un sufridor de esos silenciosos, que no lo expresan, pero que sabes que el peso que soportan los está marchitando poco a poco.

Y Efron transmite todo eso a la perfección, sin necesidad de excesos ni artificios, con una comedida actuación que, con una mirada, te lo dice todo. Y es por eso que siempre me quejaré de que no haya sido nominado a mejor actor en los Oscars, porque su interpretación es superior a la del ganador, Cillian Murphy por Oppenheimer, y me subo al ring con quien diga lo contrario, porque es que no hay color.

Que oye, si le nominan y lo pierde ante Murphy, pues ya está, son las reglas del juego, pero es que ni le han nominado, cuando su actuación lo merecía. Y no, no es por la competencia, ya que era totalmente intercambiable con el Jeffrey Wright de American Fiction, que, aunque estuvo muy bien, Efron sigue estando mejor. Y si nos ponemos a hilar más fino, también merecía estar como mejor película por todo lo expuesto, pero parece que, si no incluyen temas inclusivos, como American Fiction, le lames el culo a media academia, como Bradley Cooper con su Maestro, o no eres un gran taquillazo y haces ruido, como Oppenheimer, te olvidan. En fin, una nueva injusticia de los Oscars. Y van…

Sigue en spoilers sin spoilers por falta de espacio.

Más críticas: Javi McClane (Youtube)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero espérate, que el resto del elenco actoral también está espléndido, con un Harris Dickinson confirmando que es uno de los mejores actores de su generación, un temible Holt McCallany, pidiendo a gritos otra temporada de Mindhunter en la que pueda volver a brillar, entre otras cosas porque es un actor inmenso, una dulce Lily James, sacándole partido a los pocos minutos que aparece en pantalla, o una felizmente recuperada Maura Tierney, que al principio parece que está ahí, sin más, pero que luego va destapándose como la gran actriz que siempre fue. Y bueno, me ha encantado el popular Jeremy Allen White, pero quizás esperaba algo más de él, ya que el protagonista de The Bear es uno de los nombres del momento, y pensaba que iba a dar más, estando por debajo de su compañero Efron, que también es cierto que se lleva el caramelo de la cinta.

Y bueno, podría seguir durante horas elogiando un drama que me ha emocionado y estremecido a partes iguales, y que me ha tenido con el corazón en un puño, asistiendo con impotencia a las tragedias familiares de unos hermanos que no se merecían un padre así, en otra reflexión sobre la presión que se ejerce sobre los hijos y lo peligroso que puede ser, porque cuando nos hayamos dado cuenta, les habremos destrozado la vida, o lo que es peor, los habremos perdido para siempre. Y por eso The Iron Claw es un drama maravilloso, con el mejor Efron posible, y que no necesita de ninguna nominación para brillar con luz propia. Y es que, por películas como esta, adoro el mundo del cine. Gracias, hermanos Von Erich.
7
14 de marzo de 2024
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de los hermanos Von Erich, quienes marcaron un hito en el mundo de la lucha libre profesional en los años 80. La película explora sus experiencias a través de la tragedia y el triunfo, mientras buscan la inmortalidad en un deporte dominado por su padre y entrenador. La trama mantiene al espectador alerta y ofrece un bonito final que deja una impresión duradera.

Sean Durkin realiza un trabajo sólido en la dirección, capturando la atmósfera y la intensidad del mundo de la lucha libre profesional en los años 80. Su enfoque hábil en la narrativa permite que la historia se desarrolle de manera fluida y cautivadora. Durkin logra crear una película continua que mantiene al espectador enganchado de principio a fin.

El elenco principal, encabezado por Zac Efron, Jeremy Allen White y Harris Dickinson, ofrecen interpretaciones destacadas que elevan la película. Efron ofrece una actuación convincente como uno de los hermanos Von Erich, mientras que el resto del elenco también brilla en sus respectivos roles. Las interpretaciones sólidas y convincentes son uno de los puntos fuertes de la película.

Cuenta con una buena producción que recrea de manera efectiva la época de los años 80. La ambientación y el diseño de producción contribuyen a sumergir al espectador en el mundo de la lucha libre profesional de esa época. La película se apoya en la autenticidad de su ambientación para crear una experiencia cinematográfica inmersiva.
7
28 de febrero de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Sean Durkin. Cuenta, de manera adaptada, la historia real de la familia Von Erich. Transcurre entre los años 70s y 80s.

Por Nicolás Bianchi

Uno de los principales desafíos de la historia que escogió Durkin para su nueva película es la verosimilitud. Por más que se trate de una historia real, lo que sucedió resulta difícil tanto de digerir como de contar. Por este motivo, quizás, el tono elegido siempre es de una seriedad rigurosa, incluso solemne. Esto sucede aún cuando los personajes se dedican a una actividad lúdica como es la lucha libre o el catch.

Fritz Von Erich (Holt McCallany) es el patriarca de una familia de luchadores. Este hombre se desempeñó arriba del ring con el suficiente éxito como para mantener a su familia durante los años 50s y 60s. Su negocio prosperó en Texas, pero no pudo cumplir el objetivo que se propuso. Esto es ser campeón nacional o mundial. En definitiva, al ser un show y no un deporte, la película deja ver que los principales factores para ser exitoso en este ambiente son el carisma y la popularidad. Los músculos son necesarios pero no suficientes.

En cualquier circunstancia, los hijos de Fritz crecen con el mandato de llegar adonde su padre no pudo. Para ello entrenan y desarrollan físicos privilegiados. El foco de la película está puesto en Kevin (Zac Efron), que es también el más musculoso de todos. Ahora bien, el físico trabajado que este muchacho presenta para esta disciplina no alcanza. Kevin no es carismático y en la lucha libre, más allá de los saltos y tomas espectaculares, hay que saber provocar al público con la palabra.

En este aspecto son más destacados sus hermanos Kerry (Jeremy Allen White, de The Bear) y David (Harris Dickinson). Al más pequeño Mike (Stanley Simons) le interesa más la música que la lucha libre, aunque en algún momento se va a ver obligado a participar de esta actividad. Esto último, la obligación, el mandato, es un conflicto central en esta historia.

De manera sugerente, el film plantea al padre Fritz como una fuerza que, sin violencia física, oprime a sus hijos. Ninguno de ellos parece poder despegar en la vida. Todos siguen, como si fueran integrantes de un pelotón, a su progenitor. La madre Doris (Maura Tierney) no tiene la lucidez ni la personalidad como para torcer este rumbo. Entonces, la tragedia se comienza a desatar. No vale la pena spoilear, por más que se trate de un caso real.

Una de las principales virtudes de The iron claw es que no sobre explica nada. La recreación de la época también está lograda. A su vez, la propuesta visual es correcta, por más que pueda haber un abuso de los primeros planos. Hay, sí, un aspecto que provoca cierto ruido en la película. La actuación de Zac Efron, el protagonista, no tiene la suficiente profundidad dramática, por más que esté bien acompañado (además de los mencionados, Lily James, como Pam, personifica a su pareja). Más allá de su trabajo en sí, por propia decisión este joven actor ha modificado su rostro mediante cirugías. Eso se nota. Entonces, no parece un luchador de los años ochenta sino una celebrity televisiva del siglo XXI.

En relación con esto, la película tiene un desarrollo interesante y correcto. Pero sus escenas finales, en las que Efron carga con buena parte del peso de la historia, no resultan tan logradas.

Se estrenó en cines y está online. Contacto: [email protected]
9
18 de marzo de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego el guion que despliega la dolorosa historia del clan Von Erich se ajusta de una forma de lo más obvia al conocido esquema del ascenso y caída, no se puede decir ahí que en ese aspecto Durkin arriesgue mucho. Sin embargo, para comprender la calidad que atesora este título, hay que fijarse con qué materiales artísticos y narrativos se llena esos espacios narrativos, que la verdad son notorios.

En el segmento del ascenso de Kevin von Erich en el circuito local de Texas se respira la atmósfera épica, Efron y sus melenas, peleando descalzo como un luchador griego unido a la prodigiosa banda sonora del canadiense Richard Reed Parry (el multi instrumentista de Arcade Fire) transmite esa sensación de exuberancia rocanrolera. Pelucas que lucen como llamas doradas y guitarras fogosas, es el festín de los dioses menores. Durkin se sostiene en la firme mano del húngaro Mátyás Erdély (responsable de la sublime fotografía de “El hijo de Saúl”) para filmar esas luchas en muy pocas tomas, con gran angular para apreciar el ambiente y moviendo musculosamente la cámara para capturar los golpes más decisivos, de forma que la espectacularidad de ese deporte es cazada al vuelo. Sólo por eso ya notamos que estamos ante una película fuera de lo común.

Pero luego la narración regresa al núcleo familiar de los Von Erich, a esa casa que Fritz von Erich compró luchando en los sesenta, un hogar que fundó y dónde se impone un ambiente amoroso, pero también muy disciplinario, en ocasiones imponiendo temor a sus hijos, a los que Fritz instrumentaliza para materializar sus propios sueños... también para convertirlos en máquinas de hacer dinero. Ahí sin duda está el meollo narrativo de esta historia. No me gusta mucho utilizar la palabra patriarcado, no deja de ser una muletilla facilona que se emplea para cualquier cosa como también lo es "woke", pero no hay duda que Fritz von Erich encarna al patriarcado, que impone a sus vástagos la obligación de ser fuertes, mantenerse de pie a cualquier precio y reprimir sus emociones, hecho que descubriremos resultará clave para dirigir la historia hacia su valle de oscuridad.

Porque si bien el esquema lo notamos trillado, luego ves las escenas y la calidad y compromiso del plantel actoral es total y aporta mucha solidez, es el anclaje emocional necesario para perfilar a los personajes y dar relieve a los dolorosos desvíos que les depara el destino. La desmedida exigencia de conquistar grandes cimas profesionales en la lucha hace que ignoren evidentes riesgos de salud que acarrean consecuencias, la imposibilidad de expresar y recibir consuelo de las noticias más penosas trae la necesidad de desfogarse de formas peligrosas, la presión familiar para asumir las metas impuestas también mete a algún personaje en cierta situación que le queda demasiado grande y que comprendemos no habría adoptado de no ser esa exigencia. Lo mejor de todo es que notamos la presión pero no se exagera la violencia con la que se impone, a veces basta con una charla familiar durante una comida para meter esas ideas en la cabeza, de forma que cuando leamos algo acerca de la "masculinidad tóxica" podemos observar estas escenas sin pensar en excesos melodramáticos, pues se refleja con vigor y honestidad.

A ese propósito se pueden apreciar más detalles en diferentes escenas. Por ejemplo, también sabemos que Doris, el personaje de la madre, tenía ciertas aptitudes para la pintura y que tuvo que abandonar para simultáneamente tener un empleo y ejercer como ama de casa, con lo cual se dibujan muy bien los roles familiares de la época, sin por ello subrayarlo demasiado para convertirla en una víctima. En otra escena clave, vemos que Kevin acude a Doris para tratar un tema de uno de sus hermanos y ella lo rechaza diciéndole que para hablar de sus tribulaciones ya tiene a sus hermanos, no le aporta ningún respaldo emocional, con lo cual se puede apreciar tanto la represión emocional como el temor a hablar con su padre de temas importantes.

El casting está sobresaliente. Vemos a Zac Efron sobre el ring, musculoso y peludo, una verdadera fuerza de la naturaleza, que luego en la distancia se miniaturiza, observamos la fragilidad en su mirada cuando su padre está cerca o la inseguridad cuando a lo primero tiene que relacionarse en el plano íntimo con Pam, es un personaje con aristas y la actuación de Efron las refleja vistosamente, posiblemente el papel de su vida. Luego está Jeremy Allen White, que es capaz de ofrecer mucho con los silencios y las pausas. Y así, el resto del casting se completa con excelencia y aportan el contorno humano de la narración.

Todo sumado, en el gran clímax la emoción es arrolladora. Sus fortalezas les condujeron al éxito y no lo pudieron aguantar con entereza debido a sus insuficiencias emocionales. Hacía tiempo que no veía una película con tanta emoción. De niño muchos veíamos a El Último Guerrero y Hulk Hogan o los Hermanos Sacamenteca en Tele 5, en el programa "Pressing Catch". La lucha libre para el imaginario infantil de mucha agente alrededor mundo ha sido casi tan importante como "Dragon Ball". Este "Iron Claw" dibuja la escena que antecede a esos espectáculos televisivos de los noventa. Nos transmite su aire amateur, las repentinas lluvias de dinero fácil, el dolor y la gloria que acarrearon. Durkin aborda este mundo con lo que a mí me parece mucho respeto, mostrando tanto lo positivo como lo negativo. Ignoro por completo la historia real de los Von Erich, pero sin duda en esta obra el trabajo por humanizarlos es más que excelso.

El gran formato con el que está rodado, el empaque de todos sus aspectos artísticos y su briosa narración nos entrega una experiencia muy inversiva, que no sólo cuenta unos hechos, también nos habla de la cultura de su tiempo, que podemos cotejar con el nuestro, posiblemente también lo harán en épocas posteriores, pues así son las grandes películas, las que honran al cine como una de las formas de arte más apasionantes jamás existidas
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El desenlace es un torrente de emociones. Se pretende expresar que la familia, después de todos esos capítulos trágicos, logra superar el dominio patriarcal. Kevin descubre que padre los engañaba para enriquecerse él, vende la franquicia deportiva, contraviniendo los deseos de su padre. En su propia casa, Kevin asume roles domésticos y cuida de sus hijos. Por contra, Doris aparca sus eternas tareas domésticas para también ocuparse de sus propios intereses con la pintura. Luego Kevin, al ver jugar a sus hijos, recuerda a sus hermanos y eso hace que se rompa y dice una frase en verdad emocionante "yo antes tenía hermanos". Lo que para muchos es algo inamovible para él fue algo transitorio. Lágrimas como puños de Hulk Hogan.

También aplaudo con entusiasmo alguna de sus licencias poéticas. Como cuando Kevin está frente al cadáver de su hermano Kerry y vemos una escena que él imagina, en la que Kerry recupera sus dos pies y sube a una barca que es una metáfora de la laguna Estigia, deja una moneda para el barquero y luego se reúne con sus hermanos muertos, incluso con Jack Jr., que murió siendo niño pero es su hermano mayor. Cuanto emociona ese abrazo. Luego hay un corte y regresamos al duelo de Kevin. El encuentro de la poesía de las emociones con la prosa de los hechos.
5
24 de marzo de 2024
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las intrigas, conflictos y tensiones de un tejido familiar son siempre ávida fuente de jugosos relatos. Tragedias clásicas de resonancia universal, que envuelven el subgénero de cine de lucha, característico como el deportivo por su carga simbólica. En esta corriente se entronca el nuevo biopic americano que analiza el presente artículo, una mirada incisiva a unas figuras poco conocidas a este lado del Atlántico. Al albor de los premios estadounidenses de la cosecha del 2023 que puede resultar mas propicio que un vehículo de lucimiento para sus intérpretes de cara a los galardones del 2024, la leyenda de la familia Von Erich en la lucha libre durante 20 años pueblan las imágenes de El clan de hierro (Sean Durkin, 2023). Un ejercicio solemne y de abigarrada y ambiciosa gravedad dramática que desmenuza las indelebles consecuencias de la presión psicológica prolongada en el tiempo, reflejando la deriva del desgarro en dos partes análogas y consecutivas. Filme de factura encomiable y refinados aciertos de sugerencia emocional pero que, frustrantemente, termina por negar paulatinamente todas sus virtudes. Destellos de cine fino puntuados con brochazo de sensacionalismo, y apertura sugestiva que desemboca en un cierre que subraya con estruendo.

El clan de hierro es un drama de suntuosa seriedad que disecciona una destructora figura paterna que marca a fuego su clan familiar. Un patriarca obsesionado con su rol, que atormenta desde la cuna a sus vástagos para que preserven en sus propias carnes las batallas y tribulaciones que perdió en su momento, haciendo de ellos cicatrizadas extensiones de sí mismo traumatizadas por ganar su favor. Representación de formas ochenteras que encierra en su dispositivo una de las críticas mas despiadadas y veladas a instituciones americanas populares que un servidor recuerda en años recientes. Disección aderezada de humor cáustico de los absurdos y discursos manufacturados de la filosofía norteamericana del entretenimiento. Y en el núcleo, las masculinidades más tóxicas, de cuerpos inflados e identidades sublevadas en aras de una cruzada impuesta. El estudio a lo largo del tiempo de las llagas psicológicas del tormento de la virilidad en mímesis con su modelo paterno es realmente jugoso a nivel dramático.

La visión es crítica, pero durante su primera parte abraza un tono de sátira tan subliminal como evocadora desarrollando sus tesis sobre el traumático ecosistema de los Von Erich. Un tramo acertado particularmente en las formas, elegantes en sus texturas de claroscuro fotográfico, diestra integrando concisas elipsis y transiciones por montaje, y cínica recurriendo a las estéticas televisivas de los programas de lucha libre de la época para vaciar de épica estas confrontaciones artificiales. Mostradas en todo su artificio, estas aventuras en pos de cinturones anchos se revelan como canalizadores de ambiciones esquivas que un icono apagado marca a hierro sobre los instrumentales torsos cicatrizados de sus vástagos. Relación paterno-filial que se erige como gran activo de la propuesta, con unos entregados Holt McCallany y Zac Efron a la cabeza. Una construcción implacable forjada desde la cuna de cada uno de estos pequeños grandes hombres (enormes en sus músculos, infantiles y frágiles en sus mundos interiores necesitados de afecto y reafirmación) que transpira entre los fotogramas del imaginario norteamericano.

Resulta por lo tanto lamentable que aquello que se sugiera en su primera hora se exclame de manera tan sensacionalista en su segunda. Como minuto a minuto se subraya a explícita voz en grito y lágrima gruesa esas ideas que podíamos sopesar inquietos desde los recovecos de la representación. La tragedia mortífera se compacta en compungida sucesión efectista, y la adhesión sumisa a esquemas narrativos estereotipados atan las alas simbólicas de una propuesta tan oficiosa como cobarde a la hora de trazar ambigüedad emocional. Incluso en sus instantes postreros, con secuencia abstracta incluida, Durkin apresa el largometraje en los mecanismos del relato y le niega la posibilidad de ramificarse en significados inciertos. Tono, música, diálogos y gestos de los intérpretes concuerdan en su linealidad, regodeándose en la monótona visita de la parca y el daño irreparable de la empatía esquiva. Por lo tanto, sucumbimos una vez mas al academicismo.

Todos aquellos que asocien por defecto la lucha libre a relatos triunfalistas encontrarán en El clan de hierro una perspectiva enriquecedora, así como una demostración de talento de un Efron que hace la réplica a nombres jóvenes contrastados como Harris Dickinson y Jeremy Allen White. Pero es a su vez una oportunidad perdida constatar como su rumbo narrativo frena el vuelo del vocabulario artístico que Durkin aporta tras la cámara.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para