Dos días, una noche
20 de mayo de 2014
20 de mayo de 2014
23 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Dardenne no se arrugan, cogen el toro por los cuernos y entran a matar. Vaya par de... hermanos.
Con su estilo de siempre -tomas largas, ausencia de insertos y fueras de campo dónde pasan más cosas que en una temporada de Juego de Tronos-; los divinos calvos realizan la película definitiva sobre nuestro tiempo. La estábamos esperando, un particular Ladrón de Bicicletas para los hijos de la diáspora postcrisis.
Que fácil y que dificil a la vez, un filme sencillo que no aburre, despojado y pleno. Se pasa en un suspiro, emociona sin trucos fáciles. Aquellos que desertaron de películas anteriores del dúo, no se dejen llevar por los prejuicios. Ésta es distinta, profunda sí, pero también luminosa.
¿Y qué decir del personaje protagonista?
Con su estilo de siempre -tomas largas, ausencia de insertos y fueras de campo dónde pasan más cosas que en una temporada de Juego de Tronos-; los divinos calvos realizan la película definitiva sobre nuestro tiempo. La estábamos esperando, un particular Ladrón de Bicicletas para los hijos de la diáspora postcrisis.
Que fácil y que dificil a la vez, un filme sencillo que no aburre, despojado y pleno. Se pasa en un suspiro, emociona sin trucos fáciles. Aquellos que desertaron de películas anteriores del dúo, no se dejen llevar por los prejuicios. Ésta es distinta, profunda sí, pero también luminosa.
¿Y qué decir del personaje protagonista?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nadie lo esperaba. La daban por muerta. Era una condenada, una más. La Cotillard encarna a Sabine con la fuerza de la verdad. Y entonces llego ella.
10 de junio de 2014
10 de junio de 2014
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne han presentado Deux jours, une nuit (Two days, one night), o lo que vendría siendo dos días y una noche, el tiempo que tiene Sandra, una recuperada depresiva a la que han echado del trabajo, para recuperar su puesto, recurriendo a la compasión de sus compañeros para que renuncien a una importante prima que recibirán a cambio de que Sandra deje de trabajar en la empresa. Una odisea en la que se planta Marion Cotillard dando el do de pecho.
Deux jours, une nuit es un drama intenso, de esos que con poco consiguen sacudirte el alma y la mente. Esa era la intención de los Dardenne, y han dado en el clavo. Acompañamos a los directores en su personal visión de la lucha entre obreros y empresa, una lucha indirecta, pero a la que asistimos de forma clara. Pero no es una lucha de poderes, sino de supervivencia, y no es precisamente la del más fuerte, pues la debilidad de Sandra es, en todo momento, palpable. Sandra es un personaje agotado, recién salida de una depresión, que sólo aboga por lo que es suyo, el derecho a volver a trabajar en su puesto. Pudiera parecer una obra panfletaria en pro de los derechos laborales, y aunque es verdad que tratando el tema es casi imposible huir de ello, los Dardenne se centran más en el drama personal de Sandra dejando un reducto final para un pequeño mensaje sindical, nada fuera de la pura lógica. Lo importante es que su visionado deja un poso empático. Nos enamora Sandra y sufrimos con ella.
El hecho de que el personaje de Sandra cause tal empatía es gracias, como es obvio, al desarrollo que los Dardenne hacen de ella, pero la mayor culpable de ello es Marion Cotillard que hace el personaje suyo, atractivo pero sencillo. Hace de sus emociones las nuestras, y remueve al público, lo acongoja y lo alegra, pero también nos hace sufrir, o más bien os hace partícipes de su sufrimiento, del proceso que está viviendo, con sus alegrías y sus penas, sin evitar sacar fuerzas de flaqueza y arrancar alguna sonrisa. Su final es apoteósico y deja muy buen sabor de boca. Pero lo mejor de Marion Cotillard no ha sido sólo su interpretación considerada de forma aislada, sino la manera en que interactúa con sus compañeros de reparto, que metidos en la trama, consigue una simbiosis sublime, cómo el simple hecho de solicitar un apoyo para recuperar su trabajo provoque las diversas reacciones a las que asistimos, algunas de ellas auténticas explosiones interpretativas.
Deux jours, une nuit es una película de la que hay que ser partícipe, difícilmente se podrá entrar en ella si no es así, y con un estado de ánimo fuerte, ya que es de las películas que se propone tocar (o trastocar mejor dicho) el alma y la mente del espectador, y lo consigue.
Deux jours, une nuit es un drama intenso, de esos que con poco consiguen sacudirte el alma y la mente. Esa era la intención de los Dardenne, y han dado en el clavo. Acompañamos a los directores en su personal visión de la lucha entre obreros y empresa, una lucha indirecta, pero a la que asistimos de forma clara. Pero no es una lucha de poderes, sino de supervivencia, y no es precisamente la del más fuerte, pues la debilidad de Sandra es, en todo momento, palpable. Sandra es un personaje agotado, recién salida de una depresión, que sólo aboga por lo que es suyo, el derecho a volver a trabajar en su puesto. Pudiera parecer una obra panfletaria en pro de los derechos laborales, y aunque es verdad que tratando el tema es casi imposible huir de ello, los Dardenne se centran más en el drama personal de Sandra dejando un reducto final para un pequeño mensaje sindical, nada fuera de la pura lógica. Lo importante es que su visionado deja un poso empático. Nos enamora Sandra y sufrimos con ella.
El hecho de que el personaje de Sandra cause tal empatía es gracias, como es obvio, al desarrollo que los Dardenne hacen de ella, pero la mayor culpable de ello es Marion Cotillard que hace el personaje suyo, atractivo pero sencillo. Hace de sus emociones las nuestras, y remueve al público, lo acongoja y lo alegra, pero también nos hace sufrir, o más bien os hace partícipes de su sufrimiento, del proceso que está viviendo, con sus alegrías y sus penas, sin evitar sacar fuerzas de flaqueza y arrancar alguna sonrisa. Su final es apoteósico y deja muy buen sabor de boca. Pero lo mejor de Marion Cotillard no ha sido sólo su interpretación considerada de forma aislada, sino la manera en que interactúa con sus compañeros de reparto, que metidos en la trama, consigue una simbiosis sublime, cómo el simple hecho de solicitar un apoyo para recuperar su trabajo provoque las diversas reacciones a las que asistimos, algunas de ellas auténticas explosiones interpretativas.
Deux jours, une nuit es una película de la que hay que ser partícipe, difícilmente se podrá entrar en ella si no es así, y con un estado de ánimo fuerte, ya que es de las películas que se propone tocar (o trastocar mejor dicho) el alma y la mente del espectador, y lo consigue.
22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
55 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que una película en la que te aburres, no puede ser muy buena. No me refiero a que sea lenta, árida o hiperrealista, hablo de aburrimiento, de ser previsible. A veces también me aburro de mi mismo, de decir una y otra vez lo mismo. Y en este caso, me voy a repetir y me aburre: tocar un tema social (o político) comprometido, poniéndose del lado de los derrotados no convierte (automáticamente) a una película en buena. Dos días, una noche presenta una temática muy actual, pero poco habitual en el cine comercial. En ese sentido, es una cinta reivindicable, pero la presenta con una forma y un fondo que no convence.
Por eso, Dos días y una noche no es la obra maestra (buff, qué aburrimiento) que casi todo el mundo dice que es. Es una película necesaria, pero no es buena. Y más, decir que esta película es buena, o una obra maestra, no nos convierte en mejores personas. ¿Qué nos convierte en buenas personas? Ser buenas personas. Pero eso es como pedir a un buitre que deje de comer carroña.
(...)
Esa es la película. Sandra de piso en piso, de casa en casa. Defendiéndose, luchando, mendigando y humillándose. Pero también señalando a sus compañeros, comprometiéndoles, mostrándoles su verdadera cara. La idea es buena. Dos días, una noche, nos muestra las diferentes caras de las personas, exhibe la fragilidad, el cinismo, la falta de solidaridad, la frustración, el odio y la fraternidad. De todo hay. ¿Qué personaje encarna mejor nuestra forma de ser? Es un ejercicio interesante. A buen seguro que todos renunciaríamos a nuestra prima. Porque yo lo valgo.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué Dos días y una noche no es buena? Porque a la media hora me cansa. Porque ya podemos visualizar lo que queda de película. Porque creo que no son necesarios 90 minutos para contarnos esta historia. No porque la historia sea pequeña, que no lo es, es muy grande, pero su desarrollo lineal, cansa.
Y más. El desarrollo de la película esconde algunos elementos efectistas detrás del entramado hiperrealista “yo solo pongo la cámara y rueda lo que pasa en el mundo”. Los hermanos Dardenne juegan a dos bandas. Tal vez a ellos mismos les parecía un poco aburrido el desarrollo de la historia y nos cuelan un (spoiler1) y un par de situaciones poco creíbles (la reacción de dos parejas a la visita de Sandra).
Por otro lado, el personaje del marido de Sandra tampoco convence. No entiendo su actitud. Parece ser el encargado de espolear la película con su pesada presencia. A medida que el final se acerca, el aburrimiento deja paso al enfado. Me enfado por lo que muestra la cinta, y ese es uno de los objetivos de la misma, pero me enfado también por la actitud de los protagonistas. ¿Es esto luchar? Entiendo la situación por la que pasa Sandra, necesitada de un argumento para seguir, de volver a sentirse útil, aunque su proyecto no llegue a buen término. Pero no creo que ese sea el camino. Y menos aun entiendo que el marido no sea capaz de verlo. Esto no es luchar, amigo. Esto es una mierda.
No sé, quedarse en el paro con una familia que mantener es muy jodido. ¿Dignidad o pan?, parece preguntarse la película. Dos días, una noche es una cinta que debe verse. Su discurso obliga al debate, y eso siempre es bueno. Pero el desarrollo narrativo de la película aburre y algún personaje exaspera. Cuando llega el final, y vemos sonreír a Sandra, nos alegramos y nos cabreamos. ¿Por qué no empezamos por ahí? ¿Por qué todo lo anterior? Dignidad y pan.
Lo Mejor: Marion Cotillard. Crea debate.
Lo Peor: Aburre. Algunas situaciones son efectistas y no cuadran con el estilo de la cinta. El personaje del marido enerva.
[crítica de david rubio publicada en alucine.es]
Por eso, Dos días y una noche no es la obra maestra (buff, qué aburrimiento) que casi todo el mundo dice que es. Es una película necesaria, pero no es buena. Y más, decir que esta película es buena, o una obra maestra, no nos convierte en mejores personas. ¿Qué nos convierte en buenas personas? Ser buenas personas. Pero eso es como pedir a un buitre que deje de comer carroña.
(...)
Esa es la película. Sandra de piso en piso, de casa en casa. Defendiéndose, luchando, mendigando y humillándose. Pero también señalando a sus compañeros, comprometiéndoles, mostrándoles su verdadera cara. La idea es buena. Dos días, una noche, nos muestra las diferentes caras de las personas, exhibe la fragilidad, el cinismo, la falta de solidaridad, la frustración, el odio y la fraternidad. De todo hay. ¿Qué personaje encarna mejor nuestra forma de ser? Es un ejercicio interesante. A buen seguro que todos renunciaríamos a nuestra prima. Porque yo lo valgo.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué Dos días y una noche no es buena? Porque a la media hora me cansa. Porque ya podemos visualizar lo que queda de película. Porque creo que no son necesarios 90 minutos para contarnos esta historia. No porque la historia sea pequeña, que no lo es, es muy grande, pero su desarrollo lineal, cansa.
Y más. El desarrollo de la película esconde algunos elementos efectistas detrás del entramado hiperrealista “yo solo pongo la cámara y rueda lo que pasa en el mundo”. Los hermanos Dardenne juegan a dos bandas. Tal vez a ellos mismos les parecía un poco aburrido el desarrollo de la historia y nos cuelan un (spoiler1) y un par de situaciones poco creíbles (la reacción de dos parejas a la visita de Sandra).
Por otro lado, el personaje del marido de Sandra tampoco convence. No entiendo su actitud. Parece ser el encargado de espolear la película con su pesada presencia. A medida que el final se acerca, el aburrimiento deja paso al enfado. Me enfado por lo que muestra la cinta, y ese es uno de los objetivos de la misma, pero me enfado también por la actitud de los protagonistas. ¿Es esto luchar? Entiendo la situación por la que pasa Sandra, necesitada de un argumento para seguir, de volver a sentirse útil, aunque su proyecto no llegue a buen término. Pero no creo que ese sea el camino. Y menos aun entiendo que el marido no sea capaz de verlo. Esto no es luchar, amigo. Esto es una mierda.
No sé, quedarse en el paro con una familia que mantener es muy jodido. ¿Dignidad o pan?, parece preguntarse la película. Dos días, una noche es una cinta que debe verse. Su discurso obliga al debate, y eso siempre es bueno. Pero el desarrollo narrativo de la película aburre y algún personaje exaspera. Cuando llega el final, y vemos sonreír a Sandra, nos alegramos y nos cabreamos. ¿Por qué no empezamos por ahí? ¿Por qué todo lo anterior? Dignidad y pan.
Lo Mejor: Marion Cotillard. Crea debate.
Lo Peor: Aburre. Algunas situaciones son efectistas y no cuadran con el estilo de la cinta. El personaje del marido enerva.
[crítica de david rubio publicada en alucine.es]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
spoiler1: intento de suicidio solucionado in extremis
17 de febrero de 2015
17 de febrero de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta peli no tiene grandes misterios, ni personajes súpermalvados, ni trajes de época. No tiene explosiones, ni persecuciones, ni tiroteos. Carece de sensualidad, erotismo, tetas... Tampoco tiene chistes, ni malentendidos, ni siquiera un triste flashback.
Si a la mayoría de las películas les quitamos todo lo anterior, probablemente no sobrevivirían. O se quedarían en tontadas ñoñas para catequistas. Pero he aquí el milagro, la magia de la narrativa. Cuando se sabe y se quiere contar algo, cuando se colocan ante la cámara los elementos más adecuados y separamos el grano de la paja nos queda un producto tan redondo que no admite discusión. Hay que ser muy valiente y tener mucho dominio de la técnica para firmar algo tan talentoso. Es buena en todos los sentidos.
Si a la mayoría de las películas les quitamos todo lo anterior, probablemente no sobrevivirían. O se quedarían en tontadas ñoñas para catequistas. Pero he aquí el milagro, la magia de la narrativa. Cuando se sabe y se quiere contar algo, cuando se colocan ante la cámara los elementos más adecuados y separamos el grano de la paja nos queda un producto tan redondo que no admite discusión. Hay que ser muy valiente y tener mucho dominio de la técnica para firmar algo tan talentoso. Es buena en todos los sentidos.
11 de julio de 2015
11 de julio de 2015
7 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un país neoliberal como Chile se enfrenta a la visión de estos hermanos belgas, los espectadores simplemente quedan agradecidos de presenciar un relato realista, humano si se quiere, totalmente ausente en los medios de comunicación y particularmente desplazado por una publicidad orientada al consumidor menor de treinta años. Se trata de un largometraje de bajo presupuesto que nos muestra los contrastes sociales existentes incluso en un país europeo del primer mundo. La historia es simple, una obrera industrial dispone de dos días y una noche para convencer a sus compañeros de trabajo para que voten en contra de su despido, con lo cual pierden un bono anual de producción. Sandra confrontará a cada uno de los que en primera instancia prefirieron el dinero y no les importó el futuro de esta mujer que viene saliendo de una depresión. La cinta está compuesta de planos fijos donde Sandra se enfrenta a las más diversas reacciones: empatía, incomprensión, ira, violencia y miedo. Este peregrinar transcurre a bordo de un bus, como también del auto manejado por un comprensivo marido. Estos largos planos incluso persisten arriba del bus o del auto, viendo desaparecer las casas y los muros del foco de la ventana, en un viaje tanto físico como temporal antes de que ocurra la nueva votación en la fábrica. Pero la historia no se limita a ello, además somos espectadores de un viaje moral que contrasta con la idea neoliberal del pago por objetivos y en donde la víctima de nuestro relato termina superando su vulnerabilidad e incluso se transforma en una especie de heroína, siempre caminando y alejándose de espaldas a la cámara, perdiéndose como una hormiga dentro de la civilización.
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