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Dos días, una noche

Drama Sandra dispone sólo de un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerlos de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo. Su marido la acompaña para apoyarla. (FILMAFFINITY)
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7
10 de febrero de 2015 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres años después de Le Gamin Au Velo (El chico de la Bicicleta), los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne vuelven a poner su firma en otra película, Deux jours, une nuit (Dos días, una noche). Y tras un prolífico paso por festivales, ganando en Sidney y causando muy buenas sensaciones en Cannes, llega a las carteleras españolas.

Con Marion Cotillard como gran elemento de venta, los Dardenne vuelven con una historia de las de siempre, con su marca de la casa. Realismo social para introducirnos en el complicado entorno laboral en contexto de crisis. La actriz francesa más internacional del momento interpreta a Sandra, una mujer, madre de un niño, que una vez superada una depresión, al volver a su trabajo se encuentra que todos sus compañeros se han visto coaccionados para decidir si prefieren mantener su prima de 1.000 euros a cambio de su despido o deciden renunciar a ella para mantener el trabajo de su amiga. Sandra con el apoyo incondicional de su marido irá a hablar uno por uno con todos los compañeros de trabajo para saber cuál es su opinión y si tiene alguna posibilidad de mantener su empleo.

La cámara atrapa la esencia de nuestra heroína del mundo actual, no se separa de ella en ningún momento y nos mete de lleno en su realidad diaria. Sufres con ella, y sientes sus alegrías y sus decepciones. Nos identifica con su drama, un drama que ha sufrido mucha gente debido a los excesos de la crisis. Pero a la vez no señala a nadie a quien culpable, los compañeros de trabajo de Sandra, viven cada uno su propia realidad, todas las razones son válidas, aunque no satisfagan a la protagonista. Ni siquiera el jefe que se ve obligado a plantear este recorte. En Deux Jours, Une Nuit no se quiere buscar culpables, se muestra una situación con un agobiante realismo, a la que tiene que hacer frente.

Cuesta disfrutar de una película de los Dardenne, no hay artifcios ni concesiones en su narración cinematográfica, es difícil ver su optimismo, aunque en sus dos últimos films está presente. Su estructura repetitiva es incómoda y poco atractiva, pero Marion Cotillard con su presencia y su interpretación consigue mantener todo el interés de la película. Gran actuación que está acompañada por el actor fetiche de los hermanos, Fabrizio Rongione.

Deuxjours, une nuit (Dos días, una noche) es la enésima demostración de los Dardenne que saben hacer cine social como nadie. Un drama intimista sobre las consecuencias de una crisis global, un drama sobre personas que buscan salir adelante.

aroadsidecafe.wordpress.com
@Gine_1414
Kes
1
8 de marzo de 2015
11 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar he de decir que ésta es la primera gran decepción que tengo con las puntuaciones de FilmAffinity. Por lo general 6.5 o superior es señal de una película estupenda, y cuando la nota alcanza el 7 las expectativas disparadas acostumbran a cumplirse. Lamentamente, para mí ésta ha sido la excepción que confirma la regla anterior.

No comprendo cómo es posible que algo así (sí, algo, pues no merece el nombre de película) haya sido puntuado con un 7 de media:

1. El argumento se resume en dos líneas (a la sinopsis de la misma en esta página le sobra una).
2. El 60% de los diálogos se reducen a otras cuatro líneas ... visita tras visita, compañero de trabajo tras compañero.
3. Del resto mejor no hablar.
4. Sólo se salva la actuación de Cotillard, pero dado que se reduce a repetir tomas calcadas una tras otra, pues inevitablemente aburre a partir de la tercera o cuarta (y ¡casi llega a la docena!)
5. Con respecto al "mensaje" (razón por la que supongo que ha tenido esta puntuación), ... conviene aplicar aquello de "si no puedes decir nada bueno de algo, mejor no hablar" ... pues eso, en este caso mejor no hablar.

Para terminar, si has llegado a este punto y dudas si verla o no, hazte un favor y busca otra opción (cualquier película con una puntuación de 4.5 o más en FilmAffinity te servirá).
3
17 de octubre de 2016
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La base de la historia es un artificio maniqueo bastante chusco: una votación entre los trabajadores de una empresa para decidir entre echar una compañera o cobrar la paga extra. No hace falta ser un experto en derecho laboral ni en recursos humanos para saber que una votación de ese tipo no solo es ilegal, lo cual no importa mucho, sino inimaginable, lo cual sí que importa si estás trabajando el realismo social… pero vamos a perdonarlo, que al fin y al cabo esto es cine.

Además, por muy forzada que sea la base lo cierto es que sirve de estructura para una propuesta interesante: enfrentar a esa trabajadora despedida (o semidespedida o despedida en diferido) a los pérfidos compañeros que la van a dejar en la calle… bueno, en la calle tampoco, que su marido curra y algo le quedará a ella de paro, pero tendrían que volver a un piso de protección oficial y dejar el caserón en el que viven. Ya que la protagonista se va a pasar la película dando pena… ¿era necesario que viviese en un chalet adosado?

El marido, al que no le deben salir las cuentas para pagar la hipoteca del dúplex, le dice que de eso nada, que va a haber repetición de elecciones y que hay que hacer la campaña puerta a puerta en plan político de provincias. En otras condiciones el marido podría ser el bueno de la película, siempre apoyando y animando a su mujer… pero es que la muchacha ha estado de baja por depresión y está bajo medicación… así que lo suyo era decirle “cari, que le den por culo a ese puto curro, ya nos apañaremos aunque sea debajo el puente”… pero es que el dúplex tiene hasta jardín, así que la mete en el coche y la lleva de lado a lado a la pobre moza para que suplique una nueva oportunidad, en plan concursante del Gran Hermano.

En ese deambular patético lo cierto es que los personajes resultan reales y hasta a veces conmovedores…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
pero al final pasa lo que tiene que pasar y la muchacha despedida, depresiva, machacada después de un par de días humillándose y aguantando el desprecio o la pena de los mismos compañeros que la han mandado a tomar por culo, dice “hasta aquí” y se traga todas las pastillas que pilla en el cuarto de baño… que no son pocas, por cierto, para ser una maniaco-depresiva con evidentes tendencias suicidas.

A partir de aquí todo es un desvarío.

Aparece una transfuga que se quiere cambiar al bando de los güenos; el marido, que lo mismo calcula el Euribor de la hipoteca que un recuento de votos, hace una nueva estimación electoral positiva; la muchacha se arrepiente del tazón de barbitúricos que se ha echado entre pecho y espalda; acuden al hospital, en donde la dejan sola en una camilla con un doctor pasota (tampoco hay que ser un experto en medicina psiquiátrica para saber que así no se trata a un suicida), pero están en Francia, un país lánguido pero pasional donde la gente se mediosuicida cada dos por tres y al parecer el tratamiento funciona ipso facto y la muchacha sale más feliz que una lombriz para seguir buscando el voto indeciso y de paso llevarse de paseo a la transfuga, una recién separada más que probable víctima de violencia doméstica.

Y encuentra el voto indeciso, un muchacho que al parecer la había mandado a la puta calle no por el dinero, sino por miedo… ni el voto secreto le quita el miedo a este pobre chaval… y no le falta razón, porque después de dar la matraca con el voto secreto luego los que votan a favor se quedan en una sala, para que quede claro quiénes son los güenos… que al parecer son la mitad, así que han empatado… y, como por lo visto no hay penalties, pues se queda sin curro… hasta que el jefe la llama para decirle que no, que esto en realidad era un experimento sociológico y que en un par de meses echan al negro, la repescan y todos contentos.

Y aquí ya la tipa dice que ya está hasta el moño de la empresa, de sus compañeros, de la sociedad capitalista y de esta puta película que obliga a comulgar con ruedas de molino a unos críticos incapaces de criticar el cine social porque son tan lerdos que no saben distinguir el cine social bueno del malo.

FIN
1
22 de febrero de 2015
7 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicho todo en el título, después de la segunda persona a la que acude la protagonista, he ido hasta el final y me he ahorrado el mayor aburrimiento de mí vida.

Para ver documentales me voy a la tele de cable, una de las peores películas que he visto en mí vida.
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