The Kings of Summer
2013 

6.2
6,547
Comedia. Drama
Tres jóvenes amigos, Joe (Nick Robinson), Patrick (Gabriel Basso) y el excéntrico Biaggio (Moises Arias), hartos de la sobreprotección de sus padres, deciden independizarse y empezar una vida salvaje sin adultos al margen de la sociedad. Deciden vivir en una cabaña perdida en el bosque, según sus normas, acorde con sus principios y en plena libertad. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2013
7 de diciembre de 2013
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flojita, podría ser más de lo que es
La fallan sobre todo los personajes, que resultan exagerados y poco creibles y como resultado nos encontramos con una historia que como bien se dice en otra de las críticas pretende ser profunda pero que resulta aburrida y absurda.
Es una película para una tarde sin nada que hacer y sin mejores opciones
La fallan sobre todo los personajes, que resultan exagerados y poco creibles y como resultado nos encontramos con una historia que como bien se dice en otra de las críticas pretende ser profunda pero que resulta aburrida y absurda.
Es una película para una tarde sin nada que hacer y sin mejores opciones
22 de julio de 2014
22 de julio de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El verano es sagrado. Existe una obligación interna, casi un deber moral de disfrutar el verano. Pero por desgracia, no siempre es posible. Sobre todo, cuando llega la edad adulta y el verano se convierten en un lugar idílico perdido en el tiempo y en las posibilidades económicas. Aún así, hay que intentar salvarlo. Joe tiene 15 años y no está dispuesto a que su padre lo mande a dormir a las 7 de la tarde. Patrick también comienza a sentirse incómodo en el nido, y le asfixia la sobreprotección que se respira en su casa. Estos dos amigos de toda la vida comienzan a soñar con la idea común adolescente: ¿por qué no vivir en una cabaña en el bosque? La idea pasa a materializarse gracias a Joe, el más cabezota de los dos. A este proyecto se suma Biaggio, un chico muy raro (tan raro que asusta) de procedencia desconocida, que se convertirá en uno de los principales motivos por los que esta película pasará a ser inolvidable.
“The kings of summer” es la primera película del director Jordan Vogt-Roberts, quien apuesta en su ópera prima por un tema al que parece complicado aportar algo nuevo. Sin embargo, la película sorprende por su frescura y sus dosis de humor. El sarcasmo combinado con situaciones familiares hará imposible no reconocerse en la experiencia de estos chicos y en el desencanto que vive Joe, su protagonista.
Original en su estilo, con una fotografía muy bien cuidada y una banda sonora que en ocasiones rememora los videojuegos de los 90, “The kings of summer” es sin duda una de las películas imprescindibles para sobrevivir este verano.
http://lauracarneros.wordpress.com/
“The kings of summer” es la primera película del director Jordan Vogt-Roberts, quien apuesta en su ópera prima por un tema al que parece complicado aportar algo nuevo. Sin embargo, la película sorprende por su frescura y sus dosis de humor. El sarcasmo combinado con situaciones familiares hará imposible no reconocerse en la experiencia de estos chicos y en el desencanto que vive Joe, su protagonista.
Original en su estilo, con una fotografía muy bien cuidada y una banda sonora que en ocasiones rememora los videojuegos de los 90, “The kings of summer” es sin duda una de las películas imprescindibles para sobrevivir este verano.
http://lauracarneros.wordpress.com/
3 de octubre de 2016
3 de octubre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Hijo de hombre, busca y ve
que tu alma libre esté.
[...]
Hijo de hombre
un hombre has llegado a ser».
(Phil Collins)
Al leer a Dostoiévski por segunda vez, teniendo en mis manos Los hermanos Karamazov, entre toda la palabrería de los personajes sólo hubo una frase que se quedó fija en mis recuerdos: «Debes buscar la felicidad en el dolor...». Supongo que para quien prefiere quedarse en lo trivial y en lo superficial, tal consejo sólo puede adjudicarse a alguien que tuviese tendencias masoquistas o a lo sumo conformistas. Sin embargo, no parece adecuado que el sentido o el propósito de tales palabras aleccionadoras sólo sea el de «resígnate ante todo», porque, si ésa hubiera sido la intención, se podría haber dicho de otra forma más cruda y más directa. Es más factible creer que aquello que quiso decir el novelista ruso fuese, simple y llanamente, que la felicidad y el dolor son dos opuestos co-rrelativos. Es decir, que no podrían ser el uno sin el otro, o, dicho de otra manera, que no podríamos apreciar ninguno de ellos sin hacer referencia al otro ―identificamos comúnmente a la felicidad con la ausencia de dolor y viceversa―.
Sobre el amor, por otro lado, repetimos hasta el hartazgo que es ciego, tal y como lo dijo Shakespeare en su primera obra de teatro. De lo que no solemos hablar, sin embargo, es de aquellos pobres desafortunados quienes se entregan sin ser correspondidos. O, mejor dicho, no conversamos seriamente al respecto ―porque es un tema común de bromas, donde se destaca la dichosa expresión «la zona del amigo»―. Quizá suceda así porque quienes se burlan son demasiado cínicos, están resignados a su soledad o, mas bien, sí son correspondidos; cualquiera de esos tres casos son plausibles. El hecho, sin embargo, permanece: quien padece algo que para nosotros es desconocido, sólo sabemos consolarlo con las mismas «palabras maestras» ―expresión que explica y usa Edgar Morin en su Introducción al pensamiento complejo―: «cálmate», «todo va a ir bien», «todo pasa por algo», y un largo etcétera. Lo que expresaba Venegas de esta forma:
«Todos los que no entienden de perder
te dirán “no pasa nada la vida seguirá”,
todos los que no saben de soledad
te dirán “todo se olvida otro ocupa su lugar”
[...]»
Joe, el verdadero protagonista de esta historia ―interpretado por Nick Robinson, quien encabeza esta reseña―, no sólo es uno de esos que se entregan para darse cuenta finalmente que quien les hace suspirar no va a terminar entre sus brazos, sino que, además, tiene un padre ausente y una madre recientemente fallecida. Como si esto no fuera poco, la amistad infantil en la que tanto confiaba en su debido momento le fallaría. Todo esto, sumado a la necesidad de independizarse prematuramente, hace que se refugie en el bosque, lejos del mundanal ruido, de la multitud desenfrenada. Este contacto con la naturaleza permite, por extraño que suene, que aprenda muchas cosas, entre las cuales se distingue justamente aquella de la que ya hablaba Dostoiévski.
De modo que nuestro solitario Joe tuvo que doblegarse ante su dolor, regodearse entre las alcantarillas ―metafóricamente hablando― y abrazar todo aquello que le hacía daño. Algo a lo que apuntaba Hegel cuando usaba el término «Aufhebung» ―conservar y superar―, es decir, no desechar, rechazar o eliminar lo que se considera malo o inútil, sino aceptarlo como un momento del desenvolvimiento de algo, y, además, superarlo ―seguir hacia adelante―. Dicho de otra manera: pensar en retrospectiva (dialécticamente) para comprender el pasado y el presente, pero siempre con un pie en el futuro. Lo que hizo Joe, entonces, fue madurar reconociendo todo aquello que alguna vez fue o que alguna vez sintió, y, aún así, seguir con su vida. Es así que pudo dejar de ser simplemente un adolescente para convertirse en hombre. Nadie podría haberlo hecho mejor...
que tu alma libre esté.
[...]
Hijo de hombre
un hombre has llegado a ser».
(Phil Collins)
Al leer a Dostoiévski por segunda vez, teniendo en mis manos Los hermanos Karamazov, entre toda la palabrería de los personajes sólo hubo una frase que se quedó fija en mis recuerdos: «Debes buscar la felicidad en el dolor...». Supongo que para quien prefiere quedarse en lo trivial y en lo superficial, tal consejo sólo puede adjudicarse a alguien que tuviese tendencias masoquistas o a lo sumo conformistas. Sin embargo, no parece adecuado que el sentido o el propósito de tales palabras aleccionadoras sólo sea el de «resígnate ante todo», porque, si ésa hubiera sido la intención, se podría haber dicho de otra forma más cruda y más directa. Es más factible creer que aquello que quiso decir el novelista ruso fuese, simple y llanamente, que la felicidad y el dolor son dos opuestos co-rrelativos. Es decir, que no podrían ser el uno sin el otro, o, dicho de otra manera, que no podríamos apreciar ninguno de ellos sin hacer referencia al otro ―identificamos comúnmente a la felicidad con la ausencia de dolor y viceversa―.
Sobre el amor, por otro lado, repetimos hasta el hartazgo que es ciego, tal y como lo dijo Shakespeare en su primera obra de teatro. De lo que no solemos hablar, sin embargo, es de aquellos pobres desafortunados quienes se entregan sin ser correspondidos. O, mejor dicho, no conversamos seriamente al respecto ―porque es un tema común de bromas, donde se destaca la dichosa expresión «la zona del amigo»―. Quizá suceda así porque quienes se burlan son demasiado cínicos, están resignados a su soledad o, mas bien, sí son correspondidos; cualquiera de esos tres casos son plausibles. El hecho, sin embargo, permanece: quien padece algo que para nosotros es desconocido, sólo sabemos consolarlo con las mismas «palabras maestras» ―expresión que explica y usa Edgar Morin en su Introducción al pensamiento complejo―: «cálmate», «todo va a ir bien», «todo pasa por algo», y un largo etcétera. Lo que expresaba Venegas de esta forma:
«Todos los que no entienden de perder
te dirán “no pasa nada la vida seguirá”,
todos los que no saben de soledad
te dirán “todo se olvida otro ocupa su lugar”
[...]»
Joe, el verdadero protagonista de esta historia ―interpretado por Nick Robinson, quien encabeza esta reseña―, no sólo es uno de esos que se entregan para darse cuenta finalmente que quien les hace suspirar no va a terminar entre sus brazos, sino que, además, tiene un padre ausente y una madre recientemente fallecida. Como si esto no fuera poco, la amistad infantil en la que tanto confiaba en su debido momento le fallaría. Todo esto, sumado a la necesidad de independizarse prematuramente, hace que se refugie en el bosque, lejos del mundanal ruido, de la multitud desenfrenada. Este contacto con la naturaleza permite, por extraño que suene, que aprenda muchas cosas, entre las cuales se distingue justamente aquella de la que ya hablaba Dostoiévski.
De modo que nuestro solitario Joe tuvo que doblegarse ante su dolor, regodearse entre las alcantarillas ―metafóricamente hablando― y abrazar todo aquello que le hacía daño. Algo a lo que apuntaba Hegel cuando usaba el término «Aufhebung» ―conservar y superar―, es decir, no desechar, rechazar o eliminar lo que se considera malo o inútil, sino aceptarlo como un momento del desenvolvimiento de algo, y, además, superarlo ―seguir hacia adelante―. Dicho de otra manera: pensar en retrospectiva (dialécticamente) para comprender el pasado y el presente, pero siempre con un pie en el futuro. Lo que hizo Joe, entonces, fue madurar reconociendo todo aquello que alguna vez fue o que alguna vez sintió, y, aún así, seguir con su vida. Es así que pudo dejar de ser simplemente un adolescente para convertirse en hombre. Nadie podría haberlo hecho mejor...
27 de agosto de 2021
27 de agosto de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos adolescentes, amigos del alma, cansados de sus padres deciden escapar y construir su chabola en el bosque. A ellos, se une un tercer adolescente con pocas luces. Juegan a ser adultos, a veces lo consiguen y otras veces no.
Es una película cómoda y fácil de ver. Los únicos que descubren que dejar de ser adolescente no consiste querer ser adulto son los personajes.
Una película amigable y sencilla. No se complica y no entra en temas comprometidos.
En definitiva, es una película amena que no entusiasma. Busca más autocomplacerse que el deleite del espectador.
Es una película cómoda y fácil de ver. Los únicos que descubren que dejar de ser adolescente no consiste querer ser adulto son los personajes.
Una película amigable y sencilla. No se complica y no entra en temas comprometidos.
En definitiva, es una película amena que no entusiasma. Busca más autocomplacerse que el deleite del espectador.
19 de agosto de 2014
19 de agosto de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonita película, no se si decir buena ya que hay cosas que flojean bastante como puede ser el hecho de sobrevivir en el bosque durante ese tiempo o que no los encuentren ya que el bosque ni es tan grande ni tampoco está tan lejos del pueblo, o también de donde sacaron los elementos para construir la cabaña que, no es que sea gran cosa pero es mejor que las que yo y muchos construíamos a esas edades o antes. Pero se perdona ya que se ve como un cuento, una aventura, una fantasía, una huida hacía la libertad. Libertad que los dos protagonistas principales necesitan, desde su punto de vista, ya que uno tiene una relación demasiado tensa con su padre, o mas bien inexistente desde que murió su madre, y con el otro hay una sobreprotección que es ocultada mediante bromas y guasas al chico.
Hay un tercer personaje, del que se sabe muy poco y que también los acompaña y que da el toque divertido y que para mi gusto es el que tiene los mejores momentos.
La película es también una historia de una gran amistad, amistad que se verá tambaleada por la inclusión de un personaje del exterior (llámese exterior a todo lo que no sea bosque o cabaña) en forma de chica rubia de rostro angelical pero experta, voluntaria o no, rompecorazones.
Hay un tercer personaje, del que se sabe muy poco y que también los acompaña y que da el toque divertido y que para mi gusto es el que tiene los mejores momentos.
La película es también una historia de una gran amistad, amistad que se verá tambaleada por la inclusión de un personaje del exterior (llámese exterior a todo lo que no sea bosque o cabaña) en forma de chica rubia de rostro angelical pero experta, voluntaria o no, rompecorazones.
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