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Las águilas azules

Drama. Bélico A pesar de su origen humilde, Bruno Stachel (George Peppard) ha logrado convertirse en piloto, aunque durante el camino no ha tenido inconveniente en pisar, a veces de forma deliberada, las sensibilidades de sus aristocráticos camaradas. Bruno gana el Águila Azul, la condecoración más importante a la que puede aspirar un aviador y se convierte en un héroe nacional. El general Von Klugermann (James Mason) decide explotar la fama del ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
16 de junio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al hilo de una de las críticas. La medalla más alta del Ejército Prusiano era la Blauer Max conocida por su nombre oficial como la "Pour la Mérite". Su nombre es en francés porque quien la estableció fue el Rey Federico II el Grande de Prusia que hablaba normalmente en francés como era costumbre en la mayoría de cortes en la época. Además Federico era el prototipo de hombre de la Ilustración y fue gran amigo de Voltaire.
bogart
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22 de agosto de 2021
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El título de la película ,“The Blue Max” (Dier Blauer Max -El máximo azul de modo literal, aunque en nuestro idioma sonaría mejor cómo, La máxima azul-), hace referencia al nombre que comúnmente daban los pilotos alemanes, durante la primera guerra mundial, al máximo galardón del ejército prusiano, la cruz azul denominada “Pour le Mérite”, condecoración que tanto ambiciona nuestro protagonista -el teniente Stachel (George Peppard)-; pero expresa también un juego de palabras entre el nombre dado tanto a la medalla cómo al lugar donde éstas se obtenían, el máximo azul (el cielo).

Película de guerra donde aún prosperaban aquellas acrobacias aéreas realizadas por aquellos formidables y alocados circos volantes subidos en sus locos cacharros. Y que fue dirigida, en su primera gran producción norteamericana, por John Guillermin; oportunidad que el realizador londinense -gran especialista en el cine de acción- no desaprovecharía. Pero aparte de los magníficos planos entre las nubes, la película rebosa encanto suficiente a través de un relato diáfano y seductor, entre unos personajes tan bien definidos cómo bien interpretados; o si no qué decir de James Mason y su adusta prestancia, a la que tan bien acompañan tanto la arrogante masculinidad de George Peppard cómo la insinuante y seductora audacia femenina de Ursula Andress, sin olvidar; la aristocrática estampa del elegante actor inglés, Jeremy Kemp.

Reconozco en ella ese fabuloso hacer tan poco reconocido cómo arriesgado de los especialistas de cine entre mitad de los sesenta y la mayor parte de la década de los setenta que nos dejaron secuencias tan memorables cómo aquella persecución automovilística por las calles de San Francisco en “Bullitt”, por las de Nueva York en “The French Connection” o aquel ataque aéreo a Pearl Harbor en “Tora!, Tora!, Tora!”. Reconozco en ella esa época que revitalizó el cine de acción de un modo que no pudo ser alcanzado hasta que a través de la digitalización se pudo rodar todo lo que en la imaginación cupiese sin riesgos humanos ni materiales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Plácido Eldel Motocarro
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12 de noviembre de 2023
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David F Zanuck ofreció a John Guillermin la dirección de la excelente Las aguilas azules (The blue max, 1966), por cuánto le habían impresionado otras dos producciones de la Fox, la interesante Cañones en Batasi (1964) y la espléndida Rapture (1965). Gerald Hanley, David Pursall y Jack Seddon escribieron la adaptación de la homónima novela de Jack D Hunter. Las águilas azules es un acerado retrato de arribismo en tiempos de guerra, un análisis implacable de las miserias del estamento militar (y de las conveniencias políticas), tan o más contundente que otros más afamadas, y narrada con una proverbial precisión y contundencia. Se narra el trayecto de ascensión y caída, en la primera guerra mundial, de un militar, Stachel (George Peppard), un arribista que no huye de nada ni de nadie, ni siquiera de su conciencia. En la primera secuencia se apunta cuáles son sus aspiraciones. Aún soldado de infantería, esquiva las balas enemigas, hasta guarecerse en un hoyo enfangado. Oye el ruido de unos aviones, y en su mirada se perfila qué anhela (Guillermin hasta compone un plano con Stachel en primer término y al fondo los aviones en el cielo). Tras una elipsis de dos años, Stachel es ya oficial presto a integrarse en una escuadrilla. En pocas secuencias se condensa, de modo admirablemente preciso, la descripción del personaje, del contexto y de los personajes que representarán sus contrapuntos. Es una secuencia también fundamentada en la mirada, como continuación de la precedente: Stachel es testigo de cómo aterrizan los aviones. La distancia se ha hecho proximidad. Ya es parte de aquello a lo que aspiraba. Cuando se presenta ante su superior, Heideman (Karl Michael Vogler) evidencia cierta reticencia a reconocer ante los demás que es hijo de un humilde trabajador en un hotel. En este caso, también cobran relevancia las miradas de los otros. Casi todos los oficiales son de clase aristocrática, como Willy (Jeremy Kemp), ante quien reconoce (tras que advierta que porta en su maleta una fotografía de El barón rojo, Von Richstofen) que aspira a conseguir The blue max (título original de la película), la medalla que se concede tras abatir veinte aviones enemigos, porque infunde respeto y representa la culminación de un ascenso a lo más alto, pero importante matiz, por encima de los demás. Willy apostilla que si es la medalla o el hombre lo que infunde respeto. A Stachel le importa la mirada (cómo le perciban) los demás.

En su primer vuelo, con otro compañero, Fabian (Derren Nesbitt), mientras éste es abatido, él derriba a un avión enemigo. De vuelta en la base, insiste exasperado en que abatió a un avión cuando le comunican que no hay constancia, evidenciando más preocupación por ésto que por el hecho de que un compañero haya muerto. En un nuevo vuelo, en vez de abatir a un avión enemigo, tras matar a su ametrallador, lo captura, forzándole que a que se dirija hacia su base. Pero antes de que aterrice, al ver que el ametrallador se reanima, sí lo abate, para indignación de Heideman (el representante del sentido caballeresco en la guerra), porque cree que fue un gesto meramente cruel, no defensivo. Aunque conjugado con el respeto que les suscita su valor y capacidades, Suscita también el rechazo de sus compañeros, sobre todo cuando Stachel remarca que ahora sí se lo contabilizarán como enemigo abatido. A Stachel no le importa convertirse en nota discordante, aunque suponga desprecio. Su orgullo, amplificado por su procedencia de clase baja, se convierte en pulso de quien se esfuerza en asaltar la posición de poder. La noticia del avión enemigo abatido en el propio campo de aterrizaje alemán llamará la atención de Von Kluggerman (de nuevo, excepcional James Mason), tío de Willy, que ve en Stachel un conveniente héroe, de extracción humilde, como ejemplo incentivador en unos momentos (estamos ya en 1918, último año de la contienda) en que la población comienza a mostrar rechazo contra quienes representan el poder. Se necesitan a héroes que representen al hombre corriente, no que les vean como una elite que decide sin tener en consideración lo que el pueblo desea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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23 de agosto de 2013
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película bélica ambientada en la Primera Guerra Mundial y desde el lado alemán, ambas cosas muy poco habituales, sobre todo la segunda. Para redondear lo curioso, no veremos la interminable lucha en las trincheras sino los combates de la incipiente aviación, siguiendo la estela del mítico barón rojo. Todo esto está muy bien, incluso se podría decir que sirve de inspiración a "Top Gun" (1986) y por temática y personajes, pero "Las águilas azules" resulta bastante aburrida, cosa que se potencia cuando se llega a los 156 minutos de metraje. Por otro lado, la ambientación no es mala salvo en el vestuario femenino, de nuevo mal reflejado, menos en sombreros o el traje de enfermera, en especial en complementos, como zapatos, peinados o felpas muy sesenteros.

Lo malo de este trabajo de John Guillermin es que no tiene historia, más allá de la desganada rivalidad entre los pilotos y el afán del protagonista por ser el mejor. Resulta bastante extraño que a Stachel (George Peppard) no le importe el rumbo de la guerra o incluso que caigan compañeros mientras que puedan apuntarse victorias con las que llegar a su ansiada medalla, "Pour le Merite" (es francesa porque en tiempos de Federico el Grande era el lenguaje de la Corte). La verdad que el héroe es un tipo bastante ambiguo, "audaz, vigoroso y sin escrúpulos" dice uno. La atractiva Ursula Andress y el solvente James Mason completan el reparto de una película que resulta cansina y que cuando no lo hace, nos depara una historia bastante fea.
Reaccionario
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