Noche de circo
7.2
1,505
Drama
Albert, el propietario de un circo, abandona a su familia para entregarse a Anne, una orgullosa y apasionada amazona que mantiene relaciones esporádicas con un joven y neurótico actor. Pero el circo es un desastre y Albert y su compañera se ven obligados a mendigar para sobrevivir. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2013
17 de diciembre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada más evidente que se pueda desprender de la vida de estos personajes que una tristeza absoluta ocupando cada instante de sus existencias. Siempre he pensado que retratar dramas es más fácil que lo contrario, las risas en esto del cine son muy caras, y si Ingmar Bergman supone un nombre propio con mayúsculas es por la profundidad de las historias dramáticas que realizó. "Noche de circo" no es la más conocida, aunque no por ello es, ni mucho menos, una película menor. Bergman, por suerte, no realiza una excursión existencial profunda al interior de las almas de los desdichados personajes, le sirven unas pinceladas para dejar clara la situación de un grupo nómada que malvive viajando de un lugar a otro.
La apariencia coral de "Noche de circo" queda en eso, en apariencia, porque la carga de profundidad conocida del director sueco, aunque de forma contenida, vuelve a ser esencial aquí. Lo bueno es que todos aportan su granito de arena y la cosa no va de uno sólo. El director del circo, que no tiene ni para una camisa, le ruega a su mujer que le deje volver a casa, la amazona se malvende al primero que pasa para huir también, el payaso, el enano, hasta el oso está de más, todos viven en una miseria espeluznante. No hay lugar para la alegría. Por ello me posiciono más en contra de lo que debería, porque entregarse a esta implacable tristeza supone cuestionar la utilidad de la existencia, como siempre, el mensaje de Bergman es para salir corriendo. La película está bien hecha, es innegable su fuerza visual y no se le puede criticar nada, está bien hecha, de principio a fin y además se queda en unos soportables noventa minutos. Pero tanto drama me ha dejado frito....
La apariencia coral de "Noche de circo" queda en eso, en apariencia, porque la carga de profundidad conocida del director sueco, aunque de forma contenida, vuelve a ser esencial aquí. Lo bueno es que todos aportan su granito de arena y la cosa no va de uno sólo. El director del circo, que no tiene ni para una camisa, le ruega a su mujer que le deje volver a casa, la amazona se malvende al primero que pasa para huir también, el payaso, el enano, hasta el oso está de más, todos viven en una miseria espeluznante. No hay lugar para la alegría. Por ello me posiciono más en contra de lo que debería, porque entregarse a esta implacable tristeza supone cuestionar la utilidad de la existencia, como siempre, el mensaje de Bergman es para salir corriendo. La película está bien hecha, es innegable su fuerza visual y no se le puede criticar nada, está bien hecha, de principio a fin y además se queda en unos soportables noventa minutos. Pero tanto drama me ha dejado frito....
14 de junio de 2020
14 de junio de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es tremendo ver hasta donde está dispuesto a llegar el ser humano para sobrevivir a su propia autodestrucción, para poder soportar sus propios miedos y angustias en una batalla que en la mayoría de las ocasiones está perdida de antemano.
Bergman nos retrata en esta película el mundo del circo, pero a pesar de lo que pudiéramos pensar a priori no está lleno de risas, alegrías y emoción, sino más bien todo lo contrario. El sueco nos relata un mundo melancólico, dantesco y dramático, lleno de payasos borrachos, acróbatas acabados y directores sudorosos.
Todo los personajes que conforman esta pequeña familia pretenden escapar de este mundo, por todos los medios posibles, vendiendo su cuerpo, arrodillarse pidiendo casi clemencia a las personas abandonadas, pero no lo consiguen, sus miserables vidas les acompañarán a otra ciudad una vez más.
Triste y desgarrador relato del ser humano el que nos enseña Bergman, donde ni siquiera entra a juzgar lo que está bien o mal, simplemente nos dice que la condición del ser humano es capaz de todo con tal de adaptarse a una situación diferente a la que posee.
Las actuaciones de los dos protagonistas, Ake Gronberg y Harriet Andersson (como siempre descomunal), me parecen maravillosas. Después de hacer todo lo que hacen a lo largo de la película, una simple sonrisa parece que lo arregla todo, en el fondo se quieren y se comprenden el uno al otro. Se tendrán que conformar con eso. Sencillamente magistral.
Bergman nos retrata en esta película el mundo del circo, pero a pesar de lo que pudiéramos pensar a priori no está lleno de risas, alegrías y emoción, sino más bien todo lo contrario. El sueco nos relata un mundo melancólico, dantesco y dramático, lleno de payasos borrachos, acróbatas acabados y directores sudorosos.
Todo los personajes que conforman esta pequeña familia pretenden escapar de este mundo, por todos los medios posibles, vendiendo su cuerpo, arrodillarse pidiendo casi clemencia a las personas abandonadas, pero no lo consiguen, sus miserables vidas les acompañarán a otra ciudad una vez más.
Triste y desgarrador relato del ser humano el que nos enseña Bergman, donde ni siquiera entra a juzgar lo que está bien o mal, simplemente nos dice que la condición del ser humano es capaz de todo con tal de adaptarse a una situación diferente a la que posee.
Las actuaciones de los dos protagonistas, Ake Gronberg y Harriet Andersson (como siempre descomunal), me parecen maravillosas. Después de hacer todo lo que hacen a lo largo de la película, una simple sonrisa parece que lo arregla todo, en el fondo se quieren y se comprenden el uno al otro. Se tendrán que conformar con eso. Sencillamente magistral.
9 de febrero de 2020
9 de febrero de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo como esta película no se encuentra entre las conocidas del genio sueco. Me parece un ejercicio fílmico que derrocha talento por los cuatro costados.
La fotografía es claramente deudora del expresionismo alemán, de hecho toda la escena de Alma contoneándose ante los ávidos machos circenses y bañándose desnuda con algunos de ellos, es claramente un homenaje al cine mudo expresionista. Es un pasaje arrebatador, que deslumbra por su belleza visual y su barroquismo. Los claroscuros y toda la recreación del la vida del circo y de sus personajes es una mezcla entre el freaks de Browning y el Gabinete del doctor Caligari. Además, como es habitual en Bergman, la dirección de actores y actrices es magistral, y tanto Anderson (Anne), GrÖnberg (Albert), y Anders Ek (Frost), están conmovedores.
La historia es un retrato un tanto paradójico sobre la vida ambulante que representaba el circo en aquella época. Es una vida dura, bastante incómoda, claramente inestable y bajo unas condiciones de pobreza a veces extrema. La incertidumbre que genera la inestabilidad tanto económica, como sentimental, hace que las personas pasen por situaciones animalescas y emocionalmente desoladoras.
Por contra, en ocasiones, se presenta como una vida libre, sin ataduras, espontánea y alegre. Los bailes en el campo, la aventura de conocer siempre lugares y gente nueva y las relaciones de amor/odio que se establecen entre lxs integrantes del circo son emocionantes y muy tiernas.
Albert es un hombre bonachón, que está harto de la vida miserable del circo, Se arrepiente de haber dejado a su mujer e hijos, que llevan una vida estable, a cargo de una tienda. Se advierte que la belleza salvaje y arrebatadora de Anne lo sedujo y termino sucumbiendo a su carácter impetuoso.
Anne es una mujer salvaje, codiciosa, y con un gran corazón. Es celosa y teme por encima de todo que Albert vuelva con su familia. Ante este panorama, se deja seducir por el cínico Frans, que le ofrece lujos y comodidad.
Bergman ya nos muestra aquí algunas constantes de lo que serían sus películas más reconocidas. El dolor latente en las relaciones entre hombre/mujer, representados por el resentimiento, la culpa, el miedo y el engaño.
El control del macho sobre la mujer, y la necesidad de esta de liberarse de esas cadenas patriarcales, me recuerda a Un verano con Mónica. El personaje de Harriet Anderson en ambas es bastante similar.
El Bergman de noche de circo es un Bergman castizo, enfrascado en contar la vida de gentes pobres y humildes, en las que las dificultades para sobrevivir afectan enormemente al devenir de sus emociones y sentimientos.
Hay algunas escenas, además de la citada al principio de la crítica que son bellísimas y reveladoras.
Sigo en spoiler:
La fotografía es claramente deudora del expresionismo alemán, de hecho toda la escena de Alma contoneándose ante los ávidos machos circenses y bañándose desnuda con algunos de ellos, es claramente un homenaje al cine mudo expresionista. Es un pasaje arrebatador, que deslumbra por su belleza visual y su barroquismo. Los claroscuros y toda la recreación del la vida del circo y de sus personajes es una mezcla entre el freaks de Browning y el Gabinete del doctor Caligari. Además, como es habitual en Bergman, la dirección de actores y actrices es magistral, y tanto Anderson (Anne), GrÖnberg (Albert), y Anders Ek (Frost), están conmovedores.
La historia es un retrato un tanto paradójico sobre la vida ambulante que representaba el circo en aquella época. Es una vida dura, bastante incómoda, claramente inestable y bajo unas condiciones de pobreza a veces extrema. La incertidumbre que genera la inestabilidad tanto económica, como sentimental, hace que las personas pasen por situaciones animalescas y emocionalmente desoladoras.
Por contra, en ocasiones, se presenta como una vida libre, sin ataduras, espontánea y alegre. Los bailes en el campo, la aventura de conocer siempre lugares y gente nueva y las relaciones de amor/odio que se establecen entre lxs integrantes del circo son emocionantes y muy tiernas.
Albert es un hombre bonachón, que está harto de la vida miserable del circo, Se arrepiente de haber dejado a su mujer e hijos, que llevan una vida estable, a cargo de una tienda. Se advierte que la belleza salvaje y arrebatadora de Anne lo sedujo y termino sucumbiendo a su carácter impetuoso.
Anne es una mujer salvaje, codiciosa, y con un gran corazón. Es celosa y teme por encima de todo que Albert vuelva con su familia. Ante este panorama, se deja seducir por el cínico Frans, que le ofrece lujos y comodidad.
Bergman ya nos muestra aquí algunas constantes de lo que serían sus películas más reconocidas. El dolor latente en las relaciones entre hombre/mujer, representados por el resentimiento, la culpa, el miedo y el engaño.
El control del macho sobre la mujer, y la necesidad de esta de liberarse de esas cadenas patriarcales, me recuerda a Un verano con Mónica. El personaje de Harriet Anderson en ambas es bastante similar.
El Bergman de noche de circo es un Bergman castizo, enfrascado en contar la vida de gentes pobres y humildes, en las que las dificultades para sobrevivir afectan enormemente al devenir de sus emociones y sentimientos.
Hay algunas escenas, además de la citada al principio de la crítica que son bellísimas y reveladoras.
Sigo en spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena de la pelea entre Albert y Frans es espectacular. Se convierte en el número principal de la función de la noche. Representa precisamente el una pelea circense entre dos machos, uno herido y el otro henchido de orgullo por haber mancillado su lecho matrimonial. Magistral.
Prácticamente una obra maestra.
8,5
Prácticamente una obra maestra.
8,5
21 de febrero de 2021
21 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Bergman hizo tantas películas, algunas de los primeros años cincuenta han quedado un poco en el olvido. Injustamente. Esta es una gran película donde lo de menos es el circo. De hecho la actuación circense es de unos pocos minutos.
El circo es aquí, como de costumbre en Bergman, una parábola de la condición humana y, más en concreto, de la miseria humana. La pareja protagonista, grandes actuaciones de Grönberg y Harriet Andersson están condenados a quererse aun deseando cada uno otro tipo de vida.
La fotografía es inmensa. Los planos, geniales.
Como circo era, en gran parte, animales y este es un circo pobre, no hay leones ni elefantes sino un pobre oso viejo, enfermo, sufriendo, cuyo final será, de nuevo, otra parábola. La escena, brevísima, de la reacción de la mujer del payaso, que es la cuidadora del oso, ante la suerte del animal es conmovedora. Es solo un detalle. Pero es en estos detalles donde se demuestra la genialidad de Bergman.
El circo es aquí, como de costumbre en Bergman, una parábola de la condición humana y, más en concreto, de la miseria humana. La pareja protagonista, grandes actuaciones de Grönberg y Harriet Andersson están condenados a quererse aun deseando cada uno otro tipo de vida.
La fotografía es inmensa. Los planos, geniales.
Como circo era, en gran parte, animales y este es un circo pobre, no hay leones ni elefantes sino un pobre oso viejo, enfermo, sufriendo, cuyo final será, de nuevo, otra parábola. La escena, brevísima, de la reacción de la mujer del payaso, que es la cuidadora del oso, ante la suerte del animal es conmovedora. Es solo un detalle. Pero es en estos detalles donde se demuestra la genialidad de Bergman.
20 de febrero de 2017
20 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En sus memorias publicadas en 1.987 bajo el nombre de "Linterna Mágica", el cineasta sueco recordaba los espectáculos circenses que visitaba en su niñez junto a su tía Anna.
"Un león se asomó a un oscuro ventanuco, los payasos […] parecían enloquecidos, me dormí agotado por tantas emociones y una música maravillosa me despertó; vi a una joven sobre un enorme caballo blanco...".
Todo este mundo de alocados personajes, imponentes animales, música, caravanas y carpas provocaba al Ingmar Bergman niño una febril excitación, pero en "Noche de Circo" esta visión tan ensoñadora e inocente voltea hasta situarse en su absolutamente negativo reverso. Nos hallamos en la primera etapa del cine del maestro, una etapa no muy conocida ni solicitada para aquellos fans que descubrieron su gran talento con títulos superiores como "El Manantial de la Doncella", "Fresas Salvajes", "Persona", "Gritos y Susurros" o la memorable "El Séptimo Sello".
Sin embargo, en 1.953, ya había realizado "Un Verano con Monika", uno sus trabajos más recordados al tiempo que su primera (y mejor) colaboración con Harriet Andersson, quien para el sueco significó el triunfo de la espontaneidad carnal y de la sensualidad salvaje y escandalosa; con su siguiente film el director adoptaría un brusco cambio de registro que sorprendería a propios y extraños, además de unas deliberadas variaciones de estilo, género y época. Andersson se mantendría con el papel principal (llamándose Anne esta vez, igual que la tía de Bergman), aunque también ampliaría su versatilidad como actriz.
"Noche de Circo" se centra en las peregrinaciones y andanzas de una modesta compañía a comienzos del siglo XX llamada Circo Alberti, cuyo propietario, Albert Johansson, abandonó a su esposa y su hogar tiempo atrás por la vida deambulante, manteniendo ahora una relación no muy satisfecha con la joven Anne, quien trabaja en el espectáculo, y que se verá seducida por un engreído y cínico actor de teatro cuando la acompañía se detenga en el mismo pueblo donde reside la mujer de Albert. No hay lugar para la ilusión, la esperanza, el amor o la diversión en el seno de un grupo que trabaja para lograr precisamente esas sensaciones en los demás.
El alma positiva e infantil que debería mostrar del mundo circense sólo es mera fachada para engañar al espectador (el que observa la película y el que aparece en la propia película), pues se atisba rodeada de tinieblas, próxima a la destrucción; Bergman practica así la contraposición más absoluta pagando sus deudas con el expresionismo alemán y sus mentores Strindberg y Sjöström. El film es una reflexión a un tiempo grave y jovial del oficio del artista, una fábula sarcástica sobre los falsos pretextos del corazón y el espíritu, y más ampliamente una farsa trágica sobre la existencia como necesaria aceptación de la traición.
En "Noche de Circo", aparte de subrayar la distinción entre realidad y apariencia (Albert se viste apropiadamente para ir a ver a su mujer), de insistir en la humillación permanente (la de Anne al ser violada por Franz, la del payaso frente a las burlas de los soldados, la de los feriantes al ver a su público reírse de ellos, que no con ellos) y de plantear una ácida crítica contra el teatro (arte superior, al que el mismo Bergman pertenecía), encuentra su punto culminante en dos invenciones formales.
La primera atañe al lugar que ocupan los actores en el escenario (casi siempre un hombre y una mujer), la manera particularmente sutil con la que el director, mediante efectos especulares, de la mirada o de pura disposición espacial, afirma y cuestiona su relación; la frontalidad "bergmaniana", más que un avatar de su experiencia teatral, se revela aquí como lo que verdaderamente es: una imagen que aun en su presencia compartida sugiere la separación entre los seres. La segunda tiene que ver con la manera en que Bergman abre una brecha entre realidad y fantasmagoría, penetrando en la psique de sus desdichados personajes.
De este modo, una inolvidable secuencia representa, entre lo macabro y lo grotesco, al payaso Frost llevando en brazos y bajo un Sol de plomo a su esposa Alma, quien se bañaba desnuda ante una guarnición militar, momento en que el sueco articula un juego de distorsiones formales (saturaciones de luz, encuadres acrobáticos, montaje epatante) destinadas a expresar una realidad: la del calvario alucinante de los celos. Bergman decidirá no permitir una salida a sus personajes ("estamos presos en el mismo Infierno", dice Albert), atrapados como los animales en sus jaulas, sólo quedando en sus vidas el largo camino a seguir, el eterno peregrinaje.
Cautivadora y vulnerable, Harriet Andersson deslumbra en su papel, e igual de memorables resultan Anders Ek, Hasse Ekman y Gudrum Brost, pero Ake Grönberg consigue eclipsar a todos con una magnífica interpretación (y más aún en la siniestra escena del espejo, que pone los pelos de punta); en aspectos técnicos destacan la puesta en escena, sombría y desasosegante, y el gran trabajo de fotografía de Hilding Bladh y Sven Nykvist, en su primera colaboración con el cineasta.
Realmente interesante y demoledora por su desencantada visión de la vida y del ser humano, la película, tal vez de las mejores de la primera etapa de Bergman (aun no alcanzando el grado de obra maestra), resultó ser un fracaso, lo que hizo a éste inclinarse por una apuesta más liviana y humorística al año siguiente con "Una Lección de Amor".
El universo circense y las compañías de feriantes serían revisitadas con mayor acierto en posteriores títulos como "El Rostro" o "El Séptimo Sello".
"Un león se asomó a un oscuro ventanuco, los payasos […] parecían enloquecidos, me dormí agotado por tantas emociones y una música maravillosa me despertó; vi a una joven sobre un enorme caballo blanco...".
Todo este mundo de alocados personajes, imponentes animales, música, caravanas y carpas provocaba al Ingmar Bergman niño una febril excitación, pero en "Noche de Circo" esta visión tan ensoñadora e inocente voltea hasta situarse en su absolutamente negativo reverso. Nos hallamos en la primera etapa del cine del maestro, una etapa no muy conocida ni solicitada para aquellos fans que descubrieron su gran talento con títulos superiores como "El Manantial de la Doncella", "Fresas Salvajes", "Persona", "Gritos y Susurros" o la memorable "El Séptimo Sello".
Sin embargo, en 1.953, ya había realizado "Un Verano con Monika", uno sus trabajos más recordados al tiempo que su primera (y mejor) colaboración con Harriet Andersson, quien para el sueco significó el triunfo de la espontaneidad carnal y de la sensualidad salvaje y escandalosa; con su siguiente film el director adoptaría un brusco cambio de registro que sorprendería a propios y extraños, además de unas deliberadas variaciones de estilo, género y época. Andersson se mantendría con el papel principal (llamándose Anne esta vez, igual que la tía de Bergman), aunque también ampliaría su versatilidad como actriz.
"Noche de Circo" se centra en las peregrinaciones y andanzas de una modesta compañía a comienzos del siglo XX llamada Circo Alberti, cuyo propietario, Albert Johansson, abandonó a su esposa y su hogar tiempo atrás por la vida deambulante, manteniendo ahora una relación no muy satisfecha con la joven Anne, quien trabaja en el espectáculo, y que se verá seducida por un engreído y cínico actor de teatro cuando la acompañía se detenga en el mismo pueblo donde reside la mujer de Albert. No hay lugar para la ilusión, la esperanza, el amor o la diversión en el seno de un grupo que trabaja para lograr precisamente esas sensaciones en los demás.
El alma positiva e infantil que debería mostrar del mundo circense sólo es mera fachada para engañar al espectador (el que observa la película y el que aparece en la propia película), pues se atisba rodeada de tinieblas, próxima a la destrucción; Bergman practica así la contraposición más absoluta pagando sus deudas con el expresionismo alemán y sus mentores Strindberg y Sjöström. El film es una reflexión a un tiempo grave y jovial del oficio del artista, una fábula sarcástica sobre los falsos pretextos del corazón y el espíritu, y más ampliamente una farsa trágica sobre la existencia como necesaria aceptación de la traición.
En "Noche de Circo", aparte de subrayar la distinción entre realidad y apariencia (Albert se viste apropiadamente para ir a ver a su mujer), de insistir en la humillación permanente (la de Anne al ser violada por Franz, la del payaso frente a las burlas de los soldados, la de los feriantes al ver a su público reírse de ellos, que no con ellos) y de plantear una ácida crítica contra el teatro (arte superior, al que el mismo Bergman pertenecía), encuentra su punto culminante en dos invenciones formales.
La primera atañe al lugar que ocupan los actores en el escenario (casi siempre un hombre y una mujer), la manera particularmente sutil con la que el director, mediante efectos especulares, de la mirada o de pura disposición espacial, afirma y cuestiona su relación; la frontalidad "bergmaniana", más que un avatar de su experiencia teatral, se revela aquí como lo que verdaderamente es: una imagen que aun en su presencia compartida sugiere la separación entre los seres. La segunda tiene que ver con la manera en que Bergman abre una brecha entre realidad y fantasmagoría, penetrando en la psique de sus desdichados personajes.
De este modo, una inolvidable secuencia representa, entre lo macabro y lo grotesco, al payaso Frost llevando en brazos y bajo un Sol de plomo a su esposa Alma, quien se bañaba desnuda ante una guarnición militar, momento en que el sueco articula un juego de distorsiones formales (saturaciones de luz, encuadres acrobáticos, montaje epatante) destinadas a expresar una realidad: la del calvario alucinante de los celos. Bergman decidirá no permitir una salida a sus personajes ("estamos presos en el mismo Infierno", dice Albert), atrapados como los animales en sus jaulas, sólo quedando en sus vidas el largo camino a seguir, el eterno peregrinaje.
Cautivadora y vulnerable, Harriet Andersson deslumbra en su papel, e igual de memorables resultan Anders Ek, Hasse Ekman y Gudrum Brost, pero Ake Grönberg consigue eclipsar a todos con una magnífica interpretación (y más aún en la siniestra escena del espejo, que pone los pelos de punta); en aspectos técnicos destacan la puesta en escena, sombría y desasosegante, y el gran trabajo de fotografía de Hilding Bladh y Sven Nykvist, en su primera colaboración con el cineasta.
Realmente interesante y demoledora por su desencantada visión de la vida y del ser humano, la película, tal vez de las mejores de la primera etapa de Bergman (aun no alcanzando el grado de obra maestra), resultó ser un fracaso, lo que hizo a éste inclinarse por una apuesta más liviana y humorística al año siguiente con "Una Lección de Amor".
El universo circense y las compañías de feriantes serían revisitadas con mayor acierto en posteriores títulos como "El Rostro" o "El Séptimo Sello".
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