Stalker
1979 

7.8
15,303
Ciencia ficción. Drama. Intriga
En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2009
30 de octubre de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No encuentro palabras para definir esta increíble película. Cada secuencia, cada segundo es arte....una fotografía que te sumerge en lo mas profundo de las glorias de la cinematografía. Si bien no es para todos, esta película es sencillamente sublime. Es muy profunda en su concepción, es misteriosa, filosófica...…y se puede percibir el gran amor por el cine que tuvo este inolvidable e e irrepetible director.....No se necesitan muchos detalles, solo dejarse llevar por las imágenes, desde los primeros segundos.....Inolvidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A medida que avanza el film, uno debe preguntarse indefectiblemente si realmente desea que los protagonistas lleguen al "cuarto"....es mas uno se pregunta si tiene algun deseo que cumplir, si necesita algo mas.
8 de diciembre de 2009
8 de diciembre de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se han escrito cientos de libros explicando esta película, por lo tanto tampoco intento aportar nada nuevo, sino atraer a este lugar maravilloso a aquellas personas que aun crean que el cine está lleno de mundos que visitar.
La gente habla de la puesta en escena en profundidad, los ángulos picados, el corte abrupto, el realce fotográfico de la textura, los cambios entre blanco y negro y color, el travelling lateral perpendicular a la profundidad de la pantalla…..y así podríamos seguir hasta rellenar otro libro sobre la técnica de este maestro del cine soviético.
Quizás todas las artes de Tarkovski hacen que esta película sea lo que es, pero detrás de todo esto hay una belleza sin precedentes, es casi como ver un cuadro en movimiento, es como si uno pasease por un museo con un guía que le indica donde debe mirar y porque.
Nada es lo que parece, el espectador espera impaciente al principio, para ir relajándose paulatinamente, hasta llegar al punto que cree encontrarse dentro de La Zona. Lugar donde el maestro nos lleva para alejarnos del mundo triste, oscuro e injusto en el que nos encontramos, allí todo es posible.
Los personajes, cuyas personalidades se irán definiendo a lo largo del film, están totalmente en consonancia con el lugar, sus miradas, sus gestos y sus silencios nos recuerdan en ciertos momentos que nuestra vida está llena de pequeños e intensos momentos que no somos capaces de apreciar.
Por último diré que no soy tan presuntuoso como para intentar explicar las imágenes de Tarskovski con simples palabras, solo aconsejo una cosa, apagar las luces del salón, cerrar las ventanas, poner play y seguir los pasos que el maestro os aconseje sin dudar ni un momento que el camino que recorreréis será solo de ida.
La gente habla de la puesta en escena en profundidad, los ángulos picados, el corte abrupto, el realce fotográfico de la textura, los cambios entre blanco y negro y color, el travelling lateral perpendicular a la profundidad de la pantalla…..y así podríamos seguir hasta rellenar otro libro sobre la técnica de este maestro del cine soviético.
Quizás todas las artes de Tarkovski hacen que esta película sea lo que es, pero detrás de todo esto hay una belleza sin precedentes, es casi como ver un cuadro en movimiento, es como si uno pasease por un museo con un guía que le indica donde debe mirar y porque.
Nada es lo que parece, el espectador espera impaciente al principio, para ir relajándose paulatinamente, hasta llegar al punto que cree encontrarse dentro de La Zona. Lugar donde el maestro nos lleva para alejarnos del mundo triste, oscuro e injusto en el que nos encontramos, allí todo es posible.
Los personajes, cuyas personalidades se irán definiendo a lo largo del film, están totalmente en consonancia con el lugar, sus miradas, sus gestos y sus silencios nos recuerdan en ciertos momentos que nuestra vida está llena de pequeños e intensos momentos que no somos capaces de apreciar.
Por último diré que no soy tan presuntuoso como para intentar explicar las imágenes de Tarskovski con simples palabras, solo aconsejo una cosa, apagar las luces del salón, cerrar las ventanas, poner play y seguir los pasos que el maestro os aconseje sin dudar ni un momento que el camino que recorreréis será solo de ida.
2 de octubre de 2012
2 de octubre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender el título de mi comentario léase el spoiler (bueno, es spoiler siendo "spoilerpuntilloso").
No me gustan los comentarios de la gente hablando de 'gafapastas', o de mensajes ocultos, o de la eterna batalla entre 'cine comercial' versus 'cine de autor'. No me gustan los clichés. No me gusta generalizar ni etiquetar. He disfrutado con buenas películas como 'cabeza borradora' y con obras maestras como 2001. Así que no encasillaré esta película en ningún grupo de espectadores como hace mucha gente (creo que erróneamente).
Nadie me recomendó esta película. No oí hablar mucho de ella. Así que no me vale la excusa de 'tenías demasiadas espectativas sobre ella'. Simplemente leí en algún sitio una buena crítica y decidí verla.
Entonces, desde esta sincera objetividad (en la medida de lo posible) lanzo mi breve opinión: se trata de una película que en todo momento está a punto de entretener al espectador... a punto. La fotografía es excelente, sin duda lo mejor de la película. La trama está a punto de enganchar al espectador... a punto. Pero no lo hace (es mi humilde opinión).
Para mí es difícil de valorar esta película con una cifra... así que permítaseme la vulgaridad de hacer una vaga aproximación aritmética:
-Fotografía: 10
-Trama: 2
No me gustan los comentarios de la gente hablando de 'gafapastas', o de mensajes ocultos, o de la eterna batalla entre 'cine comercial' versus 'cine de autor'. No me gustan los clichés. No me gusta generalizar ni etiquetar. He disfrutado con buenas películas como 'cabeza borradora' y con obras maestras como 2001. Así que no encasillaré esta película en ningún grupo de espectadores como hace mucha gente (creo que erróneamente).
Nadie me recomendó esta película. No oí hablar mucho de ella. Así que no me vale la excusa de 'tenías demasiadas espectativas sobre ella'. Simplemente leí en algún sitio una buena crítica y decidí verla.
Entonces, desde esta sincera objetividad (en la medida de lo posible) lanzo mi breve opinión: se trata de una película que en todo momento está a punto de entretener al espectador... a punto. La fotografía es excelente, sin duda lo mejor de la película. La trama está a punto de enganchar al espectador... a punto. Pero no lo hace (es mi humilde opinión).
Para mí es difícil de valorar esta película con una cifra... así que permítaseme la vulgaridad de hacer una vaga aproximación aritmética:
-Fotografía: 10
-Trama: 2
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Siempre parece que va a pasar algo... pero no, absolutamente NADA."
En cada escena, cada 10~15 minutos parece que va a pasar algo... pero no es así...
Esa continua espectativa => decepción, esa sensación de que te van dar un caramelo... y una vez en tu mano te lo quitan... se repite en cada escena... durante más de dos horas. Un tremendo dolor que nunca me había pasado viendo una película.
En cada escena, cada 10~15 minutos parece que va a pasar algo... pero no es así...
Esa continua espectativa => decepción, esa sensación de que te van dar un caramelo... y una vez en tu mano te lo quitan... se repite en cada escena... durante más de dos horas. Un tremendo dolor que nunca me había pasado viendo una película.
6 de agosto de 2024
6 de agosto de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de doscientas críticas lleva la película. A ver como le hinco el diente. Prototípica película gafapástica de los años 70. Lo tiene todo para el orgasmo intelectualoide: soviética y de Tarkovsky. Al igual que las series Z, las películas de arte y ensayo -así las llamaban entonces-eran otro género, tenían su público y, en general, no eran públicos intercambiables. Resultaba difícil que el seguidor del maestro ruso degustase algún filme de serie B a Z. Ese año 1979 se estrenaron, entre otros, "Alien" "Mad Max", "Phantasma" o "Supersonic man" y no creo que compartieran público.
Pero a Tarkovsky no le podíamos pedir un filme convencional. Era el amo del tiempo. Sus películas eran larguísimas para unos años de filmes de 90 minutos de duración. Sobredosis soviética. A falta de espectacularidad capitalista, nos obsequiaban con verborrea filosófica de baratillo. Tarkovsky extraía la esencia de lo que adaptaba, en este caso una novela de ciencia-ficción al uso. Deconstruía la novela y se quedaba con lo que consideraba el meollo, en este caso, si tuvieses la oportunidad de ver satisfechos tus deseos por una inteligencia extraterrestre, quizás aparecerían deseos inconfesables y profundos que pueden hundirte como persona. Algo que ya vimos en el clásico cincuentero "Planeta prohibido". Imagínense "Star wars" rodado por Tarkovsky: nada de naves o espadas laser, ni wookies, sería un drama existencial sobre la difícil relación entre un hijo y su padre al que no conoce y que viste de negro.
En "Stalker" relatan como existe un lugar inaccesible para el común de los mortales llamado "La zona", donde llegaron los extraterrestres. Si llegas allí, puedes ver cumplidos tus deseos, pero ¡cuidado! porque ellos te leen la mente y quizás no te guste lo que te concedan. Para llegar a ese sitio necesitas que te acompañe un mutante, los llamados "stalker".
Tarkovsky no tenía un duro. Así que el mundo post-apocalíptico que nos presenta lo rueda en ruinas, lugares industriales abandonados, como hizo Albert Pyun o los maestros italianos cuando rodaban aquellos subproductos de ciencia-ficción en el Bronx. Pero olvídense de la ciencia-ficción, de eso aquí no hay, es una mera excusa para una plúmbea disquisición intelectual.
Este filme también ha influido en cineastas como Shyamalan, que mostraba en "El incidente" cuan amenazante es una brisa y el movimiento de la hierba, escena pergeñada por el ruso; en el filme "Aniquilación" (A. Garland, 2018) retoman la idea argumental de "Stalker" con "La zona" y nos muestran otra zona causada por otro meteorito, donde tampoco se cumplen las leyes de la naturaleza y también disfrutaremos de filosofía pedante de baratillo. Y rizando el rizo, la película griega de 1987 "The morning patrol" de Nikos Nikolaidis, también retoma los conceptos de zonas prohibidas a las que se deben llegar a través de calles en ciudades y polígonos esquivando a las autoridades.
Tarkosvsky jugaba con el tiempo. Con el tiempo del espectador. Sus tostones eran filmes sin prisa. Ibas a echar la tarde. Ahora lo hacen con las películas de superhéroes. En ambos casos trataban de adoctrinarte, en eso "Stalker" y "The Marvels" tienen muchos puntos en común.
Sus planos son estéticamente impresionantes y bellos, más propios del video-arte que del cine comercial. Movimientos lentísimos de la cámara, de esos que te dan tiempo de ir al baño y volver o de mover los macarrones mientras los hierves, no sea que se peguen en el fondo de la olla; con Michael Bay no podrías, pero con Tarkovsky los macarrones te saldrán de rechupete. Que amable era el artista. Como todo buen filme pretencioso lo llena de huevos de pascua, que aquí los llamaremos símbolos: la metralleta, la jeringa, los papeles. No pregunten.
Los símbolos pueden dar juego. Imagínense que en vez de ponernos en el filme el perro que encuentran en la Zona, Tarkovsky hubiese puesto un ornitorrinco. Cola de castor, pico de pato, un mamífero que pone huevos ¡Hubiese sido la repera! ¡Mítico! ¡Los gafapastas hubiesen entrado en éxtasis! ¡Sería el símbolo máximo! ¡Cuantas interpretaciones surgirían! ¡cientos de tesis! En fin, al final fue un perro. Supongo que no tendrían un ornitorrinco a mano o que este sería muy capitalista. Una pena.
El reparto es muy ruso. Tenemos al Michael Berryman soviético, un tipo calvo con una expresión en la cara que parece pensar ¡se me ha olvidado el poema de los coj****! ¡Y no puedo improvisar!. Porque sí, tenemos poemas. No pueden ser obreros del metal, han de ser intelectuales. La revolución de los libros. Hay quién dice que los tres protagonistas representan a la fe, a la ciencia y al arte. Discusiones inacabables y sin sentido, diálogos de consumidor de vodka. Tan intensos como un tacto rectal. Sembrar todo de verborrea no siempre cuela, como es el caso. Aunque este es un filme muy estudiado en las escuelas de cine, dudo que sea por el guión. Y es que el guión hace aguas, con escenas plásticamente bellas pero que no tienen ningún sentido, solo el estético. Pero es lo que hay y en los 70 estos productos eran lo más. Sobre todo si venían del Este. Hollywoodfobia.
Filmes como "Stalker" servían para debatir, estar de cháchara cinéfila con los amigos intentando dar una explicación a lo visto. Y eso era gratificante. Película no recomendable. Allá ustedes.
Pero a Tarkovsky no le podíamos pedir un filme convencional. Era el amo del tiempo. Sus películas eran larguísimas para unos años de filmes de 90 minutos de duración. Sobredosis soviética. A falta de espectacularidad capitalista, nos obsequiaban con verborrea filosófica de baratillo. Tarkovsky extraía la esencia de lo que adaptaba, en este caso una novela de ciencia-ficción al uso. Deconstruía la novela y se quedaba con lo que consideraba el meollo, en este caso, si tuvieses la oportunidad de ver satisfechos tus deseos por una inteligencia extraterrestre, quizás aparecerían deseos inconfesables y profundos que pueden hundirte como persona. Algo que ya vimos en el clásico cincuentero "Planeta prohibido". Imagínense "Star wars" rodado por Tarkovsky: nada de naves o espadas laser, ni wookies, sería un drama existencial sobre la difícil relación entre un hijo y su padre al que no conoce y que viste de negro.
En "Stalker" relatan como existe un lugar inaccesible para el común de los mortales llamado "La zona", donde llegaron los extraterrestres. Si llegas allí, puedes ver cumplidos tus deseos, pero ¡cuidado! porque ellos te leen la mente y quizás no te guste lo que te concedan. Para llegar a ese sitio necesitas que te acompañe un mutante, los llamados "stalker".
Tarkovsky no tenía un duro. Así que el mundo post-apocalíptico que nos presenta lo rueda en ruinas, lugares industriales abandonados, como hizo Albert Pyun o los maestros italianos cuando rodaban aquellos subproductos de ciencia-ficción en el Bronx. Pero olvídense de la ciencia-ficción, de eso aquí no hay, es una mera excusa para una plúmbea disquisición intelectual.
Este filme también ha influido en cineastas como Shyamalan, que mostraba en "El incidente" cuan amenazante es una brisa y el movimiento de la hierba, escena pergeñada por el ruso; en el filme "Aniquilación" (A. Garland, 2018) retoman la idea argumental de "Stalker" con "La zona" y nos muestran otra zona causada por otro meteorito, donde tampoco se cumplen las leyes de la naturaleza y también disfrutaremos de filosofía pedante de baratillo. Y rizando el rizo, la película griega de 1987 "The morning patrol" de Nikos Nikolaidis, también retoma los conceptos de zonas prohibidas a las que se deben llegar a través de calles en ciudades y polígonos esquivando a las autoridades.
Tarkosvsky jugaba con el tiempo. Con el tiempo del espectador. Sus tostones eran filmes sin prisa. Ibas a echar la tarde. Ahora lo hacen con las películas de superhéroes. En ambos casos trataban de adoctrinarte, en eso "Stalker" y "The Marvels" tienen muchos puntos en común.
Sus planos son estéticamente impresionantes y bellos, más propios del video-arte que del cine comercial. Movimientos lentísimos de la cámara, de esos que te dan tiempo de ir al baño y volver o de mover los macarrones mientras los hierves, no sea que se peguen en el fondo de la olla; con Michael Bay no podrías, pero con Tarkovsky los macarrones te saldrán de rechupete. Que amable era el artista. Como todo buen filme pretencioso lo llena de huevos de pascua, que aquí los llamaremos símbolos: la metralleta, la jeringa, los papeles. No pregunten.
Los símbolos pueden dar juego. Imagínense que en vez de ponernos en el filme el perro que encuentran en la Zona, Tarkovsky hubiese puesto un ornitorrinco. Cola de castor, pico de pato, un mamífero que pone huevos ¡Hubiese sido la repera! ¡Mítico! ¡Los gafapastas hubiesen entrado en éxtasis! ¡Sería el símbolo máximo! ¡Cuantas interpretaciones surgirían! ¡cientos de tesis! En fin, al final fue un perro. Supongo que no tendrían un ornitorrinco a mano o que este sería muy capitalista. Una pena.
El reparto es muy ruso. Tenemos al Michael Berryman soviético, un tipo calvo con una expresión en la cara que parece pensar ¡se me ha olvidado el poema de los coj****! ¡Y no puedo improvisar!. Porque sí, tenemos poemas. No pueden ser obreros del metal, han de ser intelectuales. La revolución de los libros. Hay quién dice que los tres protagonistas representan a la fe, a la ciencia y al arte. Discusiones inacabables y sin sentido, diálogos de consumidor de vodka. Tan intensos como un tacto rectal. Sembrar todo de verborrea no siempre cuela, como es el caso. Aunque este es un filme muy estudiado en las escuelas de cine, dudo que sea por el guión. Y es que el guión hace aguas, con escenas plásticamente bellas pero que no tienen ningún sentido, solo el estético. Pero es lo que hay y en los 70 estos productos eran lo más. Sobre todo si venían del Este. Hollywoodfobia.
Filmes como "Stalker" servían para debatir, estar de cháchara cinéfila con los amigos intentando dar una explicación a lo visto. Y eso era gratificante. Película no recomendable. Allá ustedes.
16 de junio de 2006
16 de junio de 2006
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre es conocido como un “Stalker”. Su trabajo consiste en guiar y enseñar a los curiosos un lugar llamado “la zona” en donde se cree un meteorito hizo impacto y dotó a sus alrededores de increíbles poderes, como el de conceder deseos a todo el que logre ingresar. La zona se encuentra fuertemente custodiada por militares. Esta vez el Stalker deberá valerse de su ingenio para burlar a los guardias y conseguir penetrar junto a un escritor y un profesor, dos curiosos en busca de respuestas.
Andréi Tarkovski dirige esta obra de ciencia ficción con su habitual ritmo taciturno, narrando sucesos inverosímiles y caóticos con un trasfondo crítico hacia la sociedad, la ciencia, y la fe.
El potencial de la cinta nace de la confrontación entre los caracteres centrales, un trío que se explaya en un monumental trabajo interpretativo, cada con un punto de vista disímil sobre el sentido de la vida, la búsqueda de la felicidad, de la riqueza material, intelectual o espiritual.
La misteriosa habitación o “cuarto de los deseos” dentro de “la zona” funciona perfectamente como alegoría de la infructuosa y vana búsqueda de los seres humanos por encontrarle sentido a algo que no lo tiene, o que tal vez no ha podido descubrir debido a la precipitación o al desapego por lo poco de humanidad que aun subsiste en su agitado y conflictivo intelecto.
La falencia del film recae sobre el amodorrado tempo narrativo del director soviético y su obsesión por hacer de algunos pasajes sin relevancia un paseo reiterativo que desemboca un mar de somnolencia, lo que inevitablemente conlleva a la perdida de interés o enfoque en lo expuesto, algo que sucedió con otro clásico del genero como fue 2001, de Stanley Kubrick. Lo admirable de Tarkovski es la innegable capacidad que posee de transmitir fielmente su visión y propuesta al celuloide, presentando abiertamente sus particulares preocupaciones espirituales y dilemas existenciales, similares al enfoque de maestros como Ingmar Bergman o Akira Kurosawa.
Como mención especial he de mencionar la manera en que me cautivó el epílogo de la obra, en la que la hija minusválida del Stalker despliega su poderío psíquico bajo las notas celestiales de Ludwig Van Beethoven.
En conjunto, un sorprendente documento filosófico, una obra abiertamente religiosa y enfática en nuestra posición frente al universo, el problema que acarrea el nacimiento y sostenimiento en un paraje desolado y siempre cambiante, como el de la zona, por la que no podremos dar un paso sin pensarlo dos veces.
Pierluigi Puccini
Andréi Tarkovski dirige esta obra de ciencia ficción con su habitual ritmo taciturno, narrando sucesos inverosímiles y caóticos con un trasfondo crítico hacia la sociedad, la ciencia, y la fe.
El potencial de la cinta nace de la confrontación entre los caracteres centrales, un trío que se explaya en un monumental trabajo interpretativo, cada con un punto de vista disímil sobre el sentido de la vida, la búsqueda de la felicidad, de la riqueza material, intelectual o espiritual.
La misteriosa habitación o “cuarto de los deseos” dentro de “la zona” funciona perfectamente como alegoría de la infructuosa y vana búsqueda de los seres humanos por encontrarle sentido a algo que no lo tiene, o que tal vez no ha podido descubrir debido a la precipitación o al desapego por lo poco de humanidad que aun subsiste en su agitado y conflictivo intelecto.
La falencia del film recae sobre el amodorrado tempo narrativo del director soviético y su obsesión por hacer de algunos pasajes sin relevancia un paseo reiterativo que desemboca un mar de somnolencia, lo que inevitablemente conlleva a la perdida de interés o enfoque en lo expuesto, algo que sucedió con otro clásico del genero como fue 2001, de Stanley Kubrick. Lo admirable de Tarkovski es la innegable capacidad que posee de transmitir fielmente su visión y propuesta al celuloide, presentando abiertamente sus particulares preocupaciones espirituales y dilemas existenciales, similares al enfoque de maestros como Ingmar Bergman o Akira Kurosawa.
Como mención especial he de mencionar la manera en que me cautivó el epílogo de la obra, en la que la hija minusválida del Stalker despliega su poderío psíquico bajo las notas celestiales de Ludwig Van Beethoven.
En conjunto, un sorprendente documento filosófico, una obra abiertamente religiosa y enfática en nuestra posición frente al universo, el problema que acarrea el nacimiento y sostenimiento en un paraje desolado y siempre cambiante, como el de la zona, por la que no podremos dar un paso sin pensarlo dos veces.
Pierluigi Puccini
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