La noche más oscura
2012 

6.8
39,206
Thriller. Acción. Drama
Tras varios años de investigación de la CIA, que incluyó torturas a prisioneros en Afganistán, y gracias sobre todo a la perserverancia y decisión de la agente especial Maya (Jessica Chastain), por fin el presidente Obama dio el visto bueno a la operación militar que acabó con la vida de Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda. El título, "Zero Dark Thirty", se refiere a la hora: las 00:30 de la madrugada del 2 de mayo de 2011, momento en ... [+]
5 de enero de 2013
5 de enero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El anterior trabajo de la directora californiana Kathryn Bigelow, ganador de los Oscars a Mejor película, dirección y guión, entre otros, tenía un grave problema que no pareció trascender entre la Academia ni los círculos de críticos, que la enaltecieron incondicionalmente. En tierra hostil (2008) acusaba, sin embargo, de una alarmante falta de peso dramático, de relevancia en una trama inusualmente ligera, casi anodina, en la que todo se debía al sentido del espectáculo. Su falta de gravedad ante unos hechos tan recientes era algo casi frívolo, fácilmente irritante ya no por su norteamericanísimo punto de vista, sino por el desinterés hacia cualquier víctima, por la desidia hacia lo no espectacular, lo antiestético de una guerra. Bigelow hizo de su film un emblema del prodigio técnico, en total contraste con su oquedad argumental, que tomaba la reciente Guerra de Irak como pretexto para demostrar más fuerza que maña con un espectacular show de pirotecnia cinematográfica.
Con La hora más oscura, la directora demuestra dar un paso de gigante respecto a su anterior trabajo, prescindiendo de esa vacuidad en la que todo parecía una partida de paintball entre amigotes y profundizando mucho más en las interioridades humanas y los intríngulis emocionales sin dejar de lado el conflicto a gran escala. Bigelow explica con hondo poso y claridad el largo proceso desde el 11-S hasta la captura y ejecución del terrorista más célebre de la Historia, Osama Bin Laden, y lo hace, como no podría ser de otra forma, desde una óptica patriótica y oficialista que descarta hipótesis y omite hechos, aunque esta vez sí, otorga a lo que cuenta su correspondiente carga de gravedad. Ya no es sólo un puzzle de petardos y cables rojos sino una guerra, un acto deliberadamente cruel que es de la misma forma replicado. Jessica Chastain canaliza todo eso a la perfección y suma y sigue en su colección de enormes actuaciones –entre sus últimos trabajos están, entre otros, El Árbol de la vida (Terrence Malick, 2011) o Take Shelter (Jeff Nichols, 2011)…– con un papel protagonista cargado de fuerza que enfatiza esa carga dramática y facilita unos matices femeninos que quizás echábamos de menos en The Hurt Locker.
El guion lo vuelve a firmar el escritor y periodista Mark Boal, autor las dos últimas películas de la directora y de la espléndida En el valle de Elah (2007), de Paul Haggis, con la que empezaba un particular doctorado sobre las interioridades del departamento de defensa norte-americano, siempre cercano pero crítico; lo que Clint Eastwood a su país. Y es que de hecho la trama de La hora más oscura es totalmente periodística, un transcurrir que describe sin juzgar y documenta con inevitable subjetividad, pero no simplifica ni banaliza. Bigelow, por otro lado, pone toda la carne en el asador ofreciendo de nuevo un compendio de imágenes bien rodadas, dirección perspicaz, puro nervio y energía para un thriller bélico lleno de grandes escenas, grandilocuencia fundada y, sobretodo, desecho de gratuidades.
[Tupeli.es]
Con La hora más oscura, la directora demuestra dar un paso de gigante respecto a su anterior trabajo, prescindiendo de esa vacuidad en la que todo parecía una partida de paintball entre amigotes y profundizando mucho más en las interioridades humanas y los intríngulis emocionales sin dejar de lado el conflicto a gran escala. Bigelow explica con hondo poso y claridad el largo proceso desde el 11-S hasta la captura y ejecución del terrorista más célebre de la Historia, Osama Bin Laden, y lo hace, como no podría ser de otra forma, desde una óptica patriótica y oficialista que descarta hipótesis y omite hechos, aunque esta vez sí, otorga a lo que cuenta su correspondiente carga de gravedad. Ya no es sólo un puzzle de petardos y cables rojos sino una guerra, un acto deliberadamente cruel que es de la misma forma replicado. Jessica Chastain canaliza todo eso a la perfección y suma y sigue en su colección de enormes actuaciones –entre sus últimos trabajos están, entre otros, El Árbol de la vida (Terrence Malick, 2011) o Take Shelter (Jeff Nichols, 2011)…– con un papel protagonista cargado de fuerza que enfatiza esa carga dramática y facilita unos matices femeninos que quizás echábamos de menos en The Hurt Locker.
El guion lo vuelve a firmar el escritor y periodista Mark Boal, autor las dos últimas películas de la directora y de la espléndida En el valle de Elah (2007), de Paul Haggis, con la que empezaba un particular doctorado sobre las interioridades del departamento de defensa norte-americano, siempre cercano pero crítico; lo que Clint Eastwood a su país. Y es que de hecho la trama de La hora más oscura es totalmente periodística, un transcurrir que describe sin juzgar y documenta con inevitable subjetividad, pero no simplifica ni banaliza. Bigelow, por otro lado, pone toda la carne en el asador ofreciendo de nuevo un compendio de imágenes bien rodadas, dirección perspicaz, puro nervio y energía para un thriller bélico lleno de grandes escenas, grandilocuencia fundada y, sobretodo, desecho de gratuidades.
[Tupeli.es]
5 de enero de 2013
5 de enero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De cómo hemos cambiado
Salí del cine mirando hacia arriba y no por temor a que se desplomase el cielo sobre mí, sino para ver si era capaz de captar alguna señal fortuita de estar siendo fotografiado, clasificado, archivado e introducido en un potente ordenador del cual nunca podré salir.
De la libertad de expresión
¿Es esta película propagandística de la Admon. USA y de su departamento CIA?. Si es así, me admira que sean tan libres como para hacer propaganda contra ellos mismos, sus métodos y modos de actuar, políticos de turno y sin olvidarse del propio personal que mora en la CIA -dirección y staff incluidos-, lo cual es loable desde este punto democrático del hemisferio terrestre.
Del reflejo hispano
De verdad que salí del cine atolondrado y pensando en la delgada línea que separa una operación gloriosa de otra desmañada, chapucera, torpe o mediocre. Ahora soy capaz de entender lo de Segundo Marey (menos mal que el TS funcionó) y otras cosas del montón, que no voy reseñar y que dejo abierto a vuestros recuerdos o imaginación.
Lucubración final
To be continued
Salí del cine mirando hacia arriba y no por temor a que se desplomase el cielo sobre mí, sino para ver si era capaz de captar alguna señal fortuita de estar siendo fotografiado, clasificado, archivado e introducido en un potente ordenador del cual nunca podré salir.
De la libertad de expresión
¿Es esta película propagandística de la Admon. USA y de su departamento CIA?. Si es así, me admira que sean tan libres como para hacer propaganda contra ellos mismos, sus métodos y modos de actuar, políticos de turno y sin olvidarse del propio personal que mora en la CIA -dirección y staff incluidos-, lo cual es loable desde este punto democrático del hemisferio terrestre.
Del reflejo hispano
De verdad que salí del cine atolondrado y pensando en la delgada línea que separa una operación gloriosa de otra desmañada, chapucera, torpe o mediocre. Ahora soy capaz de entender lo de Segundo Marey (menos mal que el TS funcionó) y otras cosas del montón, que no voy reseñar y que dejo abierto a vuestros recuerdos o imaginación.
Lucubración final
To be continued
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y del 3-11?
6 de enero de 2013
6 de enero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zetro Dark Thirty es una obra hecha sin maniqueísmos ni escenas vergonzosas, totalmente desmitificadora y que por momentos roza la excelencia. No obstante, en mi opinión se trata de una película fallida, y los más llamativo es que discernir lo mejor de ella de lo que casi la convierte en una ópera menor me resulta arto difícil. Veamos si con una prudente disección de sus características desentrañamos el misterio.
Objetividad y realismo
Salta a la vista que el objetivo principal de Bigelow es relatar sin adornos los hechos que conducieron a la CIA hasta la (supuesta) captura de Bin Laden hace apenas año y medio. Sí, lo sé: en ciertas ocasiones se ha acusado a la directora de posicionarse con el bando americano, y a ello respondo que, más allá de mi discrepancia sobre tales afirmaciones, en primer lugar Zero Dark Thirty muestra sin timidez los brutales métodos empleados por parte de la CIA para conseguir la información deseada (es decir, las torturas), y en segundo, la (fantástica) secuencia final no puede verse de otro modo que como un valiente cuestionamiento sobre la legitimidad de la operación mediante la cual se detuvo al terrorista, secuencia que, cuando menos, deja claro que dicha operación se cobró la vida de más de un inocente. De modo que, sea cual sea la posición de Bigelow, es indudable que nos ofrece la libertad de juzgar los hechos desde todas sus caras.
Con relatar la operación sin adornos no me refiero únicamente al crudo realismo con que se reproduce todo el proceso (algo bastante admirable), sino que también me refiero a cómo el film muestra sin miedo la incertidumbre y absoluta falta de conocimiento que acompañó la operación de búsqueda y captura del famoso talibán, algo aún presente tras su ejecución e incluso a día de hoy. De hecho, lo más escalofriante de esta pieza es que nos muestra cómo los responsables del golpe irrumpieron por la fuerza en una propiedad privada sin la seguridad de estar acorralando a un criminal y no a una desconcertada familia que nada tenia que ver con su cometido. Incluso una vez finalizado el golpe se nos permite poner en duda si la persona abatida es realmente la buscada, y lo más importante, se nos plantea una interesante pregunta: el hecho de que lo fuera, ¿realmente cambiaría algo?
Hasta aquí todo va bien. Realismo, fidelidad a los hechos, un tratamiento serio y maduro de los acontecimientos, ausencia de heroicidades... ¿Qué es lo que falla, entonces?
Desinformación: retrato de la incertidumbre
Para definir con precisión la última pieza de Bigelow creo que deberíamos quedarnos con la mencionada pretensión de dibujar una persecución a oscuras, es decir, ese proceso de tratar de acorralar a un concepto más que a una persona cuyo paradero es prácticamente tan incierto como su propia existencia. Resumiendo, contemplamos algo muy parecido a lo que ya vimos en la primera temporada de The Wire: la búsqueda del sujeto mediante el mismo descubrimiento de su existencia.
Sin duda es una apuesta interesante y hay que reconocerle a la veterana directora los esfuerzos empleados para realizarla de forma objetiva y creíble. Pero mi sensación es que, aún tratándose de una obra realizada con el máximo cuidado, Bigelow no ha tenido del todo en cuenta la herramienta más importante para relatar con fidelidad unos hechos tan polémicos: el distanciamiento. Y con él no me refiero precisamente al personal. Para entender al tipo de distanciamiento al que me refiero, recuérdese cómo la irregularidad de la película se acreciente cuanto más próximos nos resultan los acontecimientos narrados, especialmente en su última hora (a pesar de la magnífica secuencia final ya mencionada).
A todo el largometraje lo acompaña una misma sensación: “aquí falta algo”. ¿El qué? Vaya usted a saber. Tal vez existan futuras fuentes de información conocedoras de verdades esenciales para entender la totalidad del proceso, o tal vez tuvieran lugar entramados políticos aun desconocidos que obstaculizaron las investigaciones. En todo caso, mi sensación es que hay cierta vaciedad en Zero Dark Zirthy que con toda probabilidad habría sido resuelta en caso de haberse realizada algunos años más tarde. Y es que, a decir verdad, parece como si dicha pretensión de dibujar la abstracta búsqueda de lo invisible se apodere del relato creando vacíos difícilmente identificables pero que dejan una extraña sensación de falta de contenido.
Lo dicho pues: tal vez la recientemente galardonada directora se haya precipitado al decidir abordar tan tempranamente un tema como este, y tal vez de haber esperado un poco más habría contado con el conocimiento de algún detalle importante para comprender los verdaderos hechos, o como mínimo, con el suficiente distanciamiento temporal para narrarlos con un esqueleto más sólido, detalle aparentemente pequeño pero que probablemente podría convertir esta buena película en una obra maestra.
http://cinemaspotting.net/2013/01/06/el-riesgo-de-describir-lo-incierto/
Objetividad y realismo
Salta a la vista que el objetivo principal de Bigelow es relatar sin adornos los hechos que conducieron a la CIA hasta la (supuesta) captura de Bin Laden hace apenas año y medio. Sí, lo sé: en ciertas ocasiones se ha acusado a la directora de posicionarse con el bando americano, y a ello respondo que, más allá de mi discrepancia sobre tales afirmaciones, en primer lugar Zero Dark Thirty muestra sin timidez los brutales métodos empleados por parte de la CIA para conseguir la información deseada (es decir, las torturas), y en segundo, la (fantástica) secuencia final no puede verse de otro modo que como un valiente cuestionamiento sobre la legitimidad de la operación mediante la cual se detuvo al terrorista, secuencia que, cuando menos, deja claro que dicha operación se cobró la vida de más de un inocente. De modo que, sea cual sea la posición de Bigelow, es indudable que nos ofrece la libertad de juzgar los hechos desde todas sus caras.
Con relatar la operación sin adornos no me refiero únicamente al crudo realismo con que se reproduce todo el proceso (algo bastante admirable), sino que también me refiero a cómo el film muestra sin miedo la incertidumbre y absoluta falta de conocimiento que acompañó la operación de búsqueda y captura del famoso talibán, algo aún presente tras su ejecución e incluso a día de hoy. De hecho, lo más escalofriante de esta pieza es que nos muestra cómo los responsables del golpe irrumpieron por la fuerza en una propiedad privada sin la seguridad de estar acorralando a un criminal y no a una desconcertada familia que nada tenia que ver con su cometido. Incluso una vez finalizado el golpe se nos permite poner en duda si la persona abatida es realmente la buscada, y lo más importante, se nos plantea una interesante pregunta: el hecho de que lo fuera, ¿realmente cambiaría algo?
Hasta aquí todo va bien. Realismo, fidelidad a los hechos, un tratamiento serio y maduro de los acontecimientos, ausencia de heroicidades... ¿Qué es lo que falla, entonces?
Desinformación: retrato de la incertidumbre
Para definir con precisión la última pieza de Bigelow creo que deberíamos quedarnos con la mencionada pretensión de dibujar una persecución a oscuras, es decir, ese proceso de tratar de acorralar a un concepto más que a una persona cuyo paradero es prácticamente tan incierto como su propia existencia. Resumiendo, contemplamos algo muy parecido a lo que ya vimos en la primera temporada de The Wire: la búsqueda del sujeto mediante el mismo descubrimiento de su existencia.
Sin duda es una apuesta interesante y hay que reconocerle a la veterana directora los esfuerzos empleados para realizarla de forma objetiva y creíble. Pero mi sensación es que, aún tratándose de una obra realizada con el máximo cuidado, Bigelow no ha tenido del todo en cuenta la herramienta más importante para relatar con fidelidad unos hechos tan polémicos: el distanciamiento. Y con él no me refiero precisamente al personal. Para entender al tipo de distanciamiento al que me refiero, recuérdese cómo la irregularidad de la película se acreciente cuanto más próximos nos resultan los acontecimientos narrados, especialmente en su última hora (a pesar de la magnífica secuencia final ya mencionada).
A todo el largometraje lo acompaña una misma sensación: “aquí falta algo”. ¿El qué? Vaya usted a saber. Tal vez existan futuras fuentes de información conocedoras de verdades esenciales para entender la totalidad del proceso, o tal vez tuvieran lugar entramados políticos aun desconocidos que obstaculizaron las investigaciones. En todo caso, mi sensación es que hay cierta vaciedad en Zero Dark Zirthy que con toda probabilidad habría sido resuelta en caso de haberse realizada algunos años más tarde. Y es que, a decir verdad, parece como si dicha pretensión de dibujar la abstracta búsqueda de lo invisible se apodere del relato creando vacíos difícilmente identificables pero que dejan una extraña sensación de falta de contenido.
Lo dicho pues: tal vez la recientemente galardonada directora se haya precipitado al decidir abordar tan tempranamente un tema como este, y tal vez de haber esperado un poco más habría contado con el conocimiento de algún detalle importante para comprender los verdaderos hechos, o como mínimo, con el suficiente distanciamiento temporal para narrarlos con un esqueleto más sólido, detalle aparentemente pequeño pero que probablemente podría convertir esta buena película en una obra maestra.
http://cinemaspotting.net/2013/01/06/el-riesgo-de-describir-lo-incierto/
7 de enero de 2013
7 de enero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No importa si los hechos que narra La noche más oscura son ciertos o no. La película de Kathryn Bigelow, esta vez sí, es tan intensa, tan meticulosa y tan adictiva que finalmente nos importa bien poco si estamos ante una fiel recreación de la caza de Bin Laden o ante una artimaña más de propaganda de la CIA. Lo más probable es que esta sea la versión oficial que desean desde la agencia secreta estadounidense, ansiosa por arrojar luz sobre la muerte del terrorista más buscado de la historia, pero vista en perspectiva, sin ninguna implicación real, la cinta es todo lo precisa e intrigante que en su día no fue En tierra hostil.
Con La noche más oscura ocurre como con United 93. Sólo unos pocos saben qué ocurrió realmente en el avión que se estrelló sospechosamente en Pensilvania. Desde luego, la versión que ofrecía la película de Paul Greengrass era tan poco creíble como el enorme boquete provocado por otro de los aviones en el Pentágono. Sin embargo, el guión y la puesta en escena estaban tan bien resueltos que poco importaba cuán fidedignos fueran los hechos.
Algo similar ocurre con esta firme candidata al Oscar. ¿Por qué Estados Unidos no capturó vivo a su fugitivo más buscado? ¿Por qué sólo hubo una única imagen del cadáver? Es extraño que la caza del terrorista pasara tan desapercibida y sin apenas propaganda, pero más allá de las teorías conspirativas, el caso es que el guionista Mark Boal, con informes secretos o no, se ha convertido en uno de los mejores recreadores del clima bélico actual tras En tierra hostil y En el valle de Elah.
Operaciones teledirigidas, enemigos anónimos, tácticas más propias de una organización criminal que de un organismo llamado de inteligencia. Son los métodos con los que actualmente se gestan las batallas en esta llamada guerra contra el terrorismo, desde la más pura opacidad y secretismo. Con una cronología pormenorizada de los hechos, entre atentados y pasos en falso, nos vamos adentrando en la obsesiva misión de una agente de la CIA, a un ritmo minuciosamente cronometrado.
La noche más oscura ni siquiera se detiene un momento para justificar fines y medios. El único atisbo de crítica lo encontramos cuando dos de las protagonistas interrumpen su conversación para escuchar a Barack Obama diciendo por televisión que en Estados Unidos no se tortura. Apenas fruncen el ceño, pero el silencio parece decirlo todo. Desde luego, la cinta provocará el desmayo en los cuarteles de Amnistía Internacional, pero entre sus cometidos tampoco está conseguir adeptos de la organización.
Bigelow se limita a describir la operación militar de una forma tan fría y aséptica como su propia protagonista, una agente Maya que Jessica Chastain coge al vuelo para demostrar su apabullante repertorio interpretativo. Como ella, no conviene que nos hagamos demasiadas preguntas. Es más recomendable obviar el contexto de la película y dejarse absorber por la dinámica de la investigación.
No asistimos a un reportaje sobre la muerte de Bin Laden sino a un potente thriller que además culmina con algunas de las secuencias más terroríficas de los últimos años. Son las que dan nombre al filme y, entre visiones nocturnas y estremecedoras bandas sonoras, nos recuerdan más a El silencio de los corderos que a una cinta bélica. Y es que en definitiva, ¿quién era Bin Laden sino el Hannibal Lecter de nuestra era?
Con La noche más oscura ocurre como con United 93. Sólo unos pocos saben qué ocurrió realmente en el avión que se estrelló sospechosamente en Pensilvania. Desde luego, la versión que ofrecía la película de Paul Greengrass era tan poco creíble como el enorme boquete provocado por otro de los aviones en el Pentágono. Sin embargo, el guión y la puesta en escena estaban tan bien resueltos que poco importaba cuán fidedignos fueran los hechos.
Algo similar ocurre con esta firme candidata al Oscar. ¿Por qué Estados Unidos no capturó vivo a su fugitivo más buscado? ¿Por qué sólo hubo una única imagen del cadáver? Es extraño que la caza del terrorista pasara tan desapercibida y sin apenas propaganda, pero más allá de las teorías conspirativas, el caso es que el guionista Mark Boal, con informes secretos o no, se ha convertido en uno de los mejores recreadores del clima bélico actual tras En tierra hostil y En el valle de Elah.
Operaciones teledirigidas, enemigos anónimos, tácticas más propias de una organización criminal que de un organismo llamado de inteligencia. Son los métodos con los que actualmente se gestan las batallas en esta llamada guerra contra el terrorismo, desde la más pura opacidad y secretismo. Con una cronología pormenorizada de los hechos, entre atentados y pasos en falso, nos vamos adentrando en la obsesiva misión de una agente de la CIA, a un ritmo minuciosamente cronometrado.
La noche más oscura ni siquiera se detiene un momento para justificar fines y medios. El único atisbo de crítica lo encontramos cuando dos de las protagonistas interrumpen su conversación para escuchar a Barack Obama diciendo por televisión que en Estados Unidos no se tortura. Apenas fruncen el ceño, pero el silencio parece decirlo todo. Desde luego, la cinta provocará el desmayo en los cuarteles de Amnistía Internacional, pero entre sus cometidos tampoco está conseguir adeptos de la organización.
Bigelow se limita a describir la operación militar de una forma tan fría y aséptica como su propia protagonista, una agente Maya que Jessica Chastain coge al vuelo para demostrar su apabullante repertorio interpretativo. Como ella, no conviene que nos hagamos demasiadas preguntas. Es más recomendable obviar el contexto de la película y dejarse absorber por la dinámica de la investigación.
No asistimos a un reportaje sobre la muerte de Bin Laden sino a un potente thriller que además culmina con algunas de las secuencias más terroríficas de los últimos años. Son las que dan nombre al filme y, entre visiones nocturnas y estremecedoras bandas sonoras, nos recuerdan más a El silencio de los corderos que a una cinta bélica. Y es que en definitiva, ¿quién era Bin Laden sino el Hannibal Lecter de nuestra era?
14 de enero de 2013
14 de enero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los atentados de las torre gemelas de Nueva York (11/09/2001), la CIA PUSO puso en marcha toda su maquinaria para apresar a Osama bin Laden. La película refleja fielmente las investigaciones llevadas a cabo, todos los entresijos, misterios, métodos empleados y negociaciones para conseguir el objetivo deseado. Es una gran película, minuciosa en su realización, muy bien ambientada, real, y como nos tiene acostumbrados su directora, con unos impecables efectos especiales. Buena banda sonora y buenas interpretaciones. Pese a su larga duración, el ritmo no decae en ningún momento y resulta muy entretenida. El plato final es el ataque a la residencia de Osama en Pakistán (02/05/2011), realizado exactamente como nos lo contaron. Thriller, historia contemporánea, drama y acción al máximo nivel.
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