Emociones ancestrales disfrazadas de recuerdos coloreados, un reflejo de nuestro interior mudo a causa del ruido que inunda la vida, un paseo por el abandonado parque de atracciones que es lo ancestral, aquello que antaño fue importante y hoy es solo reflejo de nuestra terrenal naturaleza pasada, en la que aprendimos a caminar entre dioses para poder caminar solos, un camino, ese, que durante la infancia recorremos hasta que los árboles y la maleza lo esconden.

Todos sabemos del ingenio del que dispone Hayao Miyazaki. Su talento para el cine de animación japonés es incuestionable para cualquiera que haya visto más de uno de sus trabajos. Yo he visto hasta ahora 3 de sus obras y todas ellas me han parecido extraordinarias. El viaje de Chihiro es un metraje impecable desde el principio hasta el final por todo cuanto ofrece, desde un nivel de animación espectacular hasta puras emociones que por ocasiones inundan la pantalla. En el aspecto visual la película es excelente. La gran calidad que desprenden todos y cada uno de los personajes ( humanos y seres fantásticos), los escenarios de ese precioso y mágico mundo y las distintas bandas sonoras que resuenan en los momentos precisos. Profundizando aún más en el tema de los seres mágicos, estos están perfectamente detallados en sus diferentes diseños y todos estos se ven realmente geniales. Y vemos unos cuantos para el recuerdo ( brujas, dragones, dioses, fantasmas). Después viene el drama de Chihiro, que se siente desde que la pobre chica se ve sola y perdida en un sitio con habitantes que hasta hace bien poco creía que no podían existir. Todo hay que decirlo, la peli empieza con mucha calma y tranquilidad, pero eso al cuarto de hora se olvida totalmente para empezar una completamente distinta. Por supuesto que no se olvida nunca que la protagonista se halla en medio de algo mayúsculo por todo aquello que está viviendo y donde lo está viviendo. Y sin embargo, el dramón nunca desaparece porque todos sabemos el motivo por el cual Chihiro está en esa situación. Todo luce bonito y mágico, pero con una realidad de fondo bastante oscura y poco esperanzadora. El hecho de preocuparnos por la joven es síntoma de que nos ponemos en su lugar y nos da cierta lástima su desafortunada situación. La madurez del film es enorme. No es ni mucho menos una película infantil, de hecho yo la considero más propicia para un público crecido y con mucha madurez emocional. Con esto no digo que el público infantil no pueda llegar a disfrutarla, pero sí opino que uno con más edad la disfrutaría más porque la entendería más fácilmente.

No se la debe calificar como infantil al ser una película de animación; de hecho, aspira a ser todo lo contrario. Este título presenta una estructura narrativa impecable, sabiendo jugar muy bien con el misterio y la intriga arquetípica de un cuento o un relato. El tratamiento que se realiza sobre Chihiro es digno de mención, y la transformación que logra la protagonista va más allá de cualquier ficción. El Viaje de Chihiro consigue trazar una reflexión, un auténtico viaje de madurez y una oda al sentido de pertinencia.

Simplemente una obra maestra en mayúsculas, hay que verla al menos una vez en tu vida. Hayao Miyazaki hizo su mayor proyecto y también su mejor obra. Llena de símbolos y perfecta para volver a ver. Aunque no te guste el anime esta película es tan mágica y tan espectacular que te hará pensar si el anime no te gusta de verdad. Si no la has visto:¡CORRE!.

Sen to Chihiro Kamikakushi está dirigida por Hayao Miyazaki y Studio Ghibli, sellos de calidad suficiente como para no dejarla pasar. Pero, por si no fuera suficiente, fue ganadora (la única japonesa), del Oscar a mejor película de animación. Una obra de arte de fantasía y color que nos sumerge en el mundo de los dioses japoneses y de cómo una niña ha de afrontar un mundo adulto que no tiene conmiseración alguna por ella. Una niña, Chihiro, viaja con sus padres y se traslada de hogar, pero van a parar a unas antiguas ruinas, por las que entran y, de forma misteriosa, los padres acabarán convertidos en cerdos mientras ella tendrá que luchar por liberarlos del encantamiento. Por el camino conocerá a Haku, a Yubaba, al Sin Rostro y a un sinfín de personajes inolvidables con los que tendrá que lidiar para alcanzar sus objetivos.

De una calidad de animación sublime, EL VIAJE DE CHIHIRO representa esa pérdida espiritual de la sociedad de hoy en día, principalmente la japonesa. La casa de baños adonde van a parar todos los dioses simboliza precisamente el retiro de estos, relegados a un segundo plano en el mundo real. Chihiro, por su parte, representa la fe en la humanidad, en las nuevas semillas de un mundo que necesita volver a confiar en el esfuerzo y el trabajo duro, en la bondad ante todo. Y todo ello enmascarado en una aventura de fantasía inolvidable, que dice mucho más de lo que se ve, y que ha envejecido genial, gracias al magistral trabajo de Hayao Miyazaki y Studio Ghibli.

En definitiva, EL VIAJE DE CHIHIRO es una de las grandes películas de animación de todos los tiempos. Gusta más cuanto más días pasan y realmente se piensa en todo lo que nos traslada y nos enseña. Una película que no envejece y que gustará a pequeños y grandes por igual y, pese a que no se quedarán con la misma enseñanza, sí coincidirán en que la bondad y el trabajo ha de prevalecer en una sociedad que poco a poco pierde sus tradiciones y esa instrospección espiritual que tanto necesitamos. Didáctica e imprescindible.