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El padrino 2

Drama Continuación de la historia de los Corleone por medio de dos historias paralelas: la elección de Michael como jefe de los negocios familiares y los orígenes del patriarca, Don Vito Corleone, primero en su Sicilia natal y posteriormente en Estados Unidos, donde, empezando desde abajo, llegó a ser un poderosísimo jefe de la mafia de Nueva York. (FILMAFFINITY)
Críticas 293
Críticas ordenadas por utilidad
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10
25 de septiembre de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Segunda parte de la inmortal obra maestra de Francis Ford Coppola no decepciona en nada, magnífica BSO de Nino Rota y maravillosas actuaciónes de Robert De Niro y por supuesto sin olvidarnos de Al Pacino. Una película llena de flashbacks que recorren la trayectoria de Don Vito Corleone y sin olvidarnos del nuevo padrino que ahora es Michael Corleone (Al Pacino) llena de mafia y genial ya que podemos ver la relación entre la familia. Un 10 para esta obra maestra y por supuesto a favoritas. Por cierto en mi opinión ese 8.9 es raquítico se merece mucho más.
10
9 de mayo de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandiosa segunda parte que supera a su antecesora en intensidad dramática,estética y sociológica. Michael Corleone es el nuevo padrino. Todo mundo le rinde pleitesia y honores. Pero este hombre se ha quedado solo con todo y su poder. El nunca pensó en heredar la dinastía criminal de su padre, Vito Corleone, donde se narran sus orígenes, sus comienzos como criminal, al asesinar al guardaespaldas de los comerciantes a quienes estafaba, para convertirse en el nuevo protector.Michael quería estudiar, proyectarse como un nuevo modelo de hombre, un éxitoso marino, felizmente casado y con hijos como en el "american dream". Michael es un hombre bueno pero que es obligado por el destino a ser malo. Tragedia pura. Imposible. Diferente a su oscura "casta" familiar. comienza a darse cuenta que tiene que defender el honor, la lealtad, los códigos de su familia, de sus hermanos, de sus socios y enfrentarse a sus enemigos que le cometen venganzas, extorsiones, traiciones. A Michael lo transforma el ambiente: se vuelve hóstil, astuto, desalmado, autoritario, déspota, cruel y sanguinario. No permite las traiciones entre la grey y decide alejar a su esposa del círculo familiar y liquidar a su hermano Fredo, el más débil, apocado y desleal de su comunidad. Coppola muestra la otra cara de la Norteémerica del siglo XX. Este poderoso pais no reconoce a su sombra, a la mafia, a la cosa nostra, al poder oculto que trafica, negocia, que intercede ilegalmente en el mercado informal. Simplemente el gobierno deja que las cosas sucedan,porque la política y la mafia son dos caras diferentes de una misma identidad: el poder económico. Quizá el personaje de Michael, interpretado magistralmente por Al Pacino, es el antihéroe trágico más simbólico y profundo en la historia del cine norteamericano. Un antihéroe que revela en el fondo de sus pensamientos, de sus acciones, las contradicciones materiales, humanas y metafísicas del "estar" en el lugar equivocado, con la gente equivocada y con el poder equivocado que nunca aceptó como hijo de familia, como hombre, como ser humano.Tragedia pura.
10
17 de marzo de 2023 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Segundas partes nunca fueron buenas", reza un famoso dicho popular. Pues bien, en el caso de la segunda parte de "El Padrino" no sólo es que sea muy buena, sino que es mejor que la primera y se encuentra sin ninguna duda entre las diez o quince mejores películas de la historia del cine.
Pero es que esa hazaña resulta un logro todavía mayor y más admirable teniendo en cuenta que la primera película de la saga es igualmente otra de las grandes obras maestras jamás filmadas.

Francis Ford Coppola, de nuevo con la colaboración de Mario Puzo en el guión, nos presenta en esta secuela/precuela un film menos accesible y más arriesgado que el primero, en el que los caracteres están regidos por una mayor ambigüedad moral, lo cual los hace incluso más atractivos.
El retrato que hace de la familia Corleone resulta más lúgubre y tenebroso en una película de tono nihilista, sombrío, construida prodigiosamente de una manera casi simétrica a través de un brillante montaje en paralelo en el que se nos muestra tanto el escabroso aparato camorrista visto desde la óptica de Michael Corleone (un inmenso Al Pacino), como el nacimiento de la saga criminal y la subida a lo más alto de la estructura mafiosa de un joven Vito Corleone (imperial Robert De Niro), patriarca de la famosa estirpe.

La violencia aquí es tratada de una manera litúrgica, casi como si de una gran coreografía blasfema se tratase, constituyendo varios momentos inolvidables dentro de un fascinante y complejo desarrollo que aborda también la devastación y degeneración de los vínculos familiares que habían presidido la primera película.

Es una obra penetrante, eléctrica, apasionante, subyugante, emocionalmente intensa, con una narración excepcional que denota un increíble manejo del espacio y el tiempo de la acción, y cuya trama se mueve entre asuntos de corrupción, inmigración o la conquista del sueño americano.

Robert De Niro ganó por su trabajo en esta cinta el Oscar al mejor actor secundario, estatuilla a la que hay que sumar las de mejor película, mejor guión adaptado para Coppola y Puzo, mejor director para Coppola, mejor banda sonora para Nino Rota y mejor diseño de producción para Dean Tavoularis, Angelo P. Graham y George R. Nelson.
Todos esos premios fueron conseguidos con absoluto merecimiento y reconocen la labor y el talento de unos hombres que en total estado de gracia nos regalaron una de las más apabullantes lecciones de cine de toda la historia.
10
25 de febrero de 2025 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de un beso.
El crepúsculo (La caída) de los dioses.
El principio es la boda roja de Juego de tronos, Lamerica de Gianni Amelio y El brutalista, tres en uno. Después es El padrino I (empieza o comienza el baile, el juego de referencias, de juegos temporales/tonales/personajes) y a continuación la película va creciendo como un río que va a dar a Los muertos y que en el último tramo te golpea ferozmente con una alucinante belleza negra que emociona quiebra, como si fuera música de Bach, donde lo más triste y lo más hermoso se mezclan, algo sagrado (y popular), en una sucesión de escenas a cada cual más terrorífica y excelsa, tragedia a espuertas, de esas que se te graban y recuerdas toda la vida, carne de tu carne, sangre en vela, da igual los años que hayan pasado, quizás desde la crisis definitiva entre Kay y Michael podría situarse ese momento (rubicón, donde el aire da la vuelta, punto de no retorno), o descenso al (El tren del) infierno (cielo cinematográfico) que coloca (o eleva) a esta película como uno de los más bellos (y ciertos) monumentos de la historia del cine (del arte) contemporáneo masivo o comercial o cercano, nuestra Ilíada y Odisea, nuestra Biblia, qué cabe duda, igual de buena que la primera, pero de otra manera, más serena y terrible y densa y brutal y salvaje y soberbia y reflexiva, menos entretenida o aventurera, más madura, arriesgada y alta, menos brillante, más profunda.
Los caminos se cruzan, la historia da vueltas sobre sí misma (se retuerce hasta el infinito), como una de Bergman, Fresas salvajes (por supuesto, Fanny y Alexander), recuerda, sospecha, el tiempo se encarna (y enrosca), el espacio se expande espesa y el cine crece o revolotea mientras para siempre se fija.
Hayman Roth (cree que va a vivir para siempre, es un vampiro, enorme Strasberg, cómo doma asoma la malicia o perfidia en su aparente bonhomía, enano o gnomo zascandil, de los de los jardines, pesadilla en Elm Street, yo no pregunté quién dio la orden... ), Frankie (su doblador, a él honor) cinco ángeles (me gusta leer libros de historia -como Dennis Hopper en Amor a quemarropa-, mi hermano es más duro, de los de antes), Michael (a los policías les pagan, a los otros no... ), Connie (tú has sido fuerte como nuestro padre, te perdono... ), Michael (que viva mientras viva nuestra madre), Don Ciccio (él crecerá, se hará fuerte y se vengará), tiene viruela, (no) fue un aborto natural, Ruby y Oswald, Batista, Rita Cansino, Cuba libre, Miami Vice, Israel, Argentina, un millón de dólares, los italoamericanos son La sal de la tierra, las legiones romanas, El complot (¿mongol?), si algo ha demostrado la historia es que se puede matar a cualquiera, los amigos de mis amigos son mis enemigos, el perro (¿andaluz?), el impuesto no tan revolucionario, Little Italy, Nevada Las Vegas, lago Tahoe, la amante de Hagen, la duda ofende, la Puta muerta política, la farsa judicial (introducida de forma magistral, abrupta, cortante, chusca, sin venir a cuento contando tanto), el deporte como Ruido de fondo, agitarse antes de usarse...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Dónde se pone el límite? ¿Y a Kay y a Connie no? ¿A quién puedes o debes matar para estar a salvo, para ser justo, para proteger a la familia? ¿Era Fredo (débil y estúpido) potencialmente peligroso en el futuro?
La última escena los recrea (o repite, replica) de forma exacta, ese juego de intermitencias (de generaciones, de redundancias, autorreferencias), de repeticiones, ensimismamientos, endogamias, de rimas, de guiños, los que nacen y los que mueren, los tiempos cambian (del barrio popular y humilde de De Niro a la soledad, también existencial, de Pacino, el dinero no da la felicidad, de la familia querida a la rotura de todos los lazos, dinamita), las situaciones, intereses, afectos, dolores, amores, odios, permanecen.
Cuando él ha matado al capo y vuelve tranquilamente a reunirse con su mujer y sus hijos pequeños mientras alguien toca la guitarra y canta la melodía...
El asesinato de Apollonia marca la diferencia, Kay (primero utiliza la idea del aborto como maldición, desgracia, la semilla del diablo, Carrie, para que él la entienda y la deje irse, después, para hacerle todo el daño posible y conseguir librarse de él, confiesa, suponemos, la verdad, os hará infelices, del aborto a propósito, utilizaré todo mi poder para impedir esa barbaridad, contesta él, ella no sabe -¡o sí?- con quién está tratando, no lo, realmente, conoce, en su ignorancia está su penitencia, de sus hijos la pérdida, de la inocencia, Kramer contra Kramer, Secretos de un matrimonio) no es italiana, queda fuera.
Y Michael como un Alien (o Saturno devorando a los suyos), el enemigo (El adversario) viene de/sde dentro, el puritano, el extranjero, el Don perfecto (no tiene debilidades, es decir, poco humano), la rigidez de (Ante) la ley, el calvinista católico, el que la hace, la paga, el único bueno o, de veras fiable, moralmente superior (El último samurái) intachable, es el más malo o cruel, implacable (¿familia o ejército?) que, finalmente, se canibaliza, explota hacia dentro, implosiona, estalla, como la bomba nuclear o atómica, Oppenheimer, es un hongo humano, de hecho, entre 1951 y 1992 se produjeron centenares de pruebas nucleares en Nevada, todos los caminos llevan a... la mierda (como el rodaje maldito de John Wayne en el desierto de Utah o el de Tarkovsky en los pantanos de Estonia), afinidades electivas, las casualidades son formas de olvido, no existen.
Cómo echa o coloca los dedos medios de la mano hacia atrás.
Los tejados son los mismos de Underworld de DeLillo, los de La ley del silencio con las palomas de Brando.
La posición de Cazale, cómo echa el cuerpo, también, hacia atrás (se retrae y, en un doble movimiento, se estira) cuando dice (clama, llora) qué él es el hermano mayor (su desolación, desahogo, complejo, desconsuelo, frustración, impotencia, rabia, envidia, impotencia, miseria, humanidad), exhibición actoral, están llenos (todos) de pequeños detalles, lo mismo que destaca la sobriedad del montaje, la inteligencia y armonía de la puesta en escena, la sabia utilización de la música, la cálida frialdad de la fotografía, la perspicacia y gracia del guion, la grandeza y pericia de la dirección...
10
11 de marzo de 2025 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica 1400, número redondo que suelo dedicar a películas que me han hecho amar el cine, partiendo de la base de que no soy un tipo sibarita y exigente, en fin, que soy fácil de contentar. Mi teoría es que en este aspecto cultural, como en otros apartados de la vida, el excesivo refinamiento nos priva en muchas ocasiones de placeres accesibles e inmediatos reservados para los humanos tipo estándar (que somos la mayoría); y que no es más sabio el erudito enojado que vive obsesionado con la perfección, si no el humilde aprendiz que descubre cosas nuevas cada día y disfruta con ellas.

Elegir la Parte II de El Padrino para esta especial valoración, además de una deuda pendiente, tiene toda la pretenciosa intencionalidad de echar por tierra el mito del poder y el dinero como vehículo de la felicidad, como senda insoslayable de la realización máxima del individuo.

Nunca imaginé que El Padrino (todo él), con el paso del tiempo acabaría convirtiéndose para mí en un tratado filosófico, en un referente existencialista sobre el papel del hombre enfrentado a las responsabilidades ineludibles, un canto amargo a la inexistencia de la libertad.
Michael Corleone es todo un compendio de la frustración elevada a la más alta potencia; situado ahí arriba, solo, en lo más alto de la pirámide, rodeado de precipicios como único horizonte.

El hijo pequeño de Don Vito, arrastrará a lo largo del tiempo, que transmutará en eterno, la malograda mochila del desencanto por desviarse de su primer objetivo: la sencillez; y no tanto por el arrepentimiento de las decisiones tomadas a posteriori, aunque ninguna le reportara satisfacciones, ni siquiera la venganza.
La fuerza de la sangre y las tradiciones ancestrales, al parecer mitos indisolubles para un italo-neoyorquino, le condenaron al ser el elegido para mantener el estatus de la "famiglia" siendo el que menos creía en ella.

Esta segunda parte de las andanzas del clan siciliano pone de manifiesto, sobre todas las cosas, que no son pocas porque la obra es una epopéyica tragedia (ya clásica), cómo un ser humano puede construirse a su alrededor una cárcel de imposible fuga sembrada de barrotes de oro.
Es remarcable esa tristeza infinita en la mirada de Michael Corleone al entender que somos nosotros, de manera inevitable, quienes fallamos a la vida; y no al contrario.

Cada vez que repases esta obra inmortal verás cosas nuevas, y no hallarás frases y escenas que creías que habitaban otros visionados. Esto es porque se ha convertido en leyenda.
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