Torrente, el brazo tonto de la ley
1998 

5.8
64,497
Comedia
Torrente es un policía español, fascista, machista, racista, alcohólico y del Atleti. Tiene un vecino llamado Rafi, al que le gustan las películas de acción y las pistolas, y que vive con su madre y su prima Amparito, una ninfómana. Juntos, Torrente y Rafi, patrullarán por la noche las calles de la ciudad. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2025
18 de febrero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este finde la he vuelto a ver.
Esta primera película fue la mejor, luego vinieron otras pero ya bajó mucho la nota, siendo los mismos chistes y más de lo mismo.
Cine entretenido y divertido para pasar un buen rato, con muchas risas durante toda la película.
Todos los actores y actrices cumplieron con su papel lo que consigue un resultado satisfactorio para el espectador.
Sobresaliente.
Esta primera película fue la mejor, luego vinieron otras pero ya bajó mucho la nota, siendo los mismos chistes y más de lo mismo.
Cine entretenido y divertido para pasar un buen rato, con muchas risas durante toda la película.
Todos los actores y actrices cumplieron con su papel lo que consigue un resultado satisfactorio para el espectador.
Sobresaliente.
24 de agosto de 2007
24 de agosto de 2007
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era necesario. Era necesario que alguien plasmara en imágenes el cutrerío y la gracia cañí !!! La pregunta es: realmente existirá en este santo país alguien que reúna todos los "encantos" del amigo Torrente??? Miedo me dan sus fuentes de inspiración... Qué es cutre? SI... Que es de mal gusto? También... pero te paaaarteesss !!!!
12 de diciembre de 2023
12 de diciembre de 2023
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1997, "Austin Powers: Misterioso agente internacional" nos trajo la caricatura hortera de 007. Una comedia de gusto discutible en donde el cargante Mike Myers (hoy caído en desgracia desde hace dos décadas) se reía de los "tropos" que dominaban las películas de agentes secretos. O, mejor dicho, del género cinematográfico que creó Albert Broccoli de la mano del personaje inventado por Ian Fleming. Porque agentes secretos siempre los ha habido en el cine, pero el de James Bond es único.
Myers enfiló la vía del humor sexual, con incontables absurdeces y chistes burdos sobre el sexo y la jodienda, para recrear a un narcisista, más caliente que los palos de un churrero, que se las tenía que ver con los años 90 tras haber sido congelado en plena década del amor libre. Una película que dio pie a dos continuaciones a cual más excesiva y rentable en donde Myers exprimió el personaje con ganas. Sin embargo, los siguientes fracasos del actor, unido a un cierto distanciamiento de la industria y a una personalidad nada fácil, hicieron que Mike pasara a un segundo plano.
No obstante, justo un año después en España tuvimos nuestro Austin Powers castizo. Uno que, en realidad, se había adelantado varios años en el tiempo pero que, por problemas financieros, tardó en ver la luz hasta 1998: "Torrente, el brazo tonto de la ley"; personaje ideado, escrito, dirigido y protagonizado por un casi desconocido Santiago Segura. Actor que algunos tildan de maravilloso (discrepo, aunque hay una fuerte componente personal), amén de un tacaño descomunal, que logró con este personaje un éxito sobresaliente a base de parodiar las películas de policías enfrentados al crimen.
Torrente resultó así en un personaje ibérico excesivo en todo, llevando la caricatura a un extremo radical, sin miramientos ni medias tintas. Facha hasta hacer reír a los más fascistas, tan estúpido que limitaba con la subnormalidad, feo, mugriento y seboso hasta orillar la infección, casposo en su máxima expresión, malhablado, intolerante, machista irredento, racista, xenófobo, delincuente, ignorante, incompetente, sin ninguna guía moral, obseso del sexo y de El Fary, bronquista violento, falto de cualquier control emocional, pobre hasta la miseria... la lista de defectos es tan larga que impone. De hecho, Santiago Segura compiló tantas imperfecciones en un solo rol que, al final, queda la sensación de que Torrente es un desecho genético peligroso tanto para sí mismo como para la sociedad. Un tipo tan repulsivo, que Segura estaba convencido de que el público lo adoraría. Y acertó.
El público español se rindió a la insufrible campaña promocional que su creador desarrolló allí donde lo dejaban, creando a su vez un personaje mediático de lengua rápida y mordaz, de aspecto heavy y desaliñado, con el cual se presentaba para publicitar su película. La vergüenza o el sentido del ridículo nunca formaron parte de ese Santiago Segura televisivo que, una vez lograda su meta, dejaba su camiseta negra y sus malas pintas en el armario y reclamaba anonimato. Algo un poco difícil de justificar cuando había dado la brasa con su presencia sin cortarse un pelo. Reclamaba una tranquilidad para sí mismo que él nunca ofreció a los demás.
Los resultados de taquilla fueron notables para alguien que empezaba y carecía de recursos, lo que lo llevó a mirar con lupa cada billete y a apuntarse allí adonde olía que podía conseguir dinero. No en vano, costó 282 millones de pesetas (lo que en aquel momento hubieran sido 1,7 millones de euros... si hubiera existido esa moneda, que no), pero recaudó más de 1.800 millones de pesetas (10.9 millones de euros al cambio de entonces). Una barbaridad tremendamente rentable para ser una película española. Al público, por supuesto, le encantó en su mayor parte, con más de tres millones de espectadores.
El problema de Torrente, sin embargo, es que requiere pasar por su aro. Si lo haces, te encantará su humor y te parecerá una maravilla. Pero si eres de los que piensan que la caricatura se le fue de las manos a Segura, y que el personaje acumula tantas mamarrachadas y grima que provoca vergüenza ajena, entonces huirás de él. Y esto, todo sea dicho, no es cuestión de cultura ni de posición social, porque me he encontrado con personas muy formadas que lo adoran, pero también a quienes apenas saben leer y escribir que lo detestan. Es simplemente una cuestión de gustos personales. Muy personales. Yo, como deducirá por mi nota, no lo trago.
En cualquier caso, y aunque el personaje y sus secundarios me resulten repulsivos (Torrente no es, ni de lejos, el único papel que me repatea en esta película), no puedo dejar de admitir el abrumador esfuerzo gestor y financiero de su creador, Segura. Una persona que navegó contra todas las tormentas y obstáculos imaginables, con la falta de dinero siempre soplando en contra. Del mismo modo, valoro su capacidad para triunfar, algo rarísimo a poco que uno observe la ingente cantidad de películas que se estrenan cada año en las salas y sus pésimos resultados. Tanto, que algunos responsables merecerían cárcel por su incompetencia, tirando el dinero en memeces artísticas. Tanto es así que a Torrente y a sus continuaciones se las ha considerado las salvadoras del cine español, lo que, a mi entender, es triste de narices.
En resumen, creo que cascarle un cuatro es muy justo. Son muchos los defectos que, en mi opinión, la lastran a lo más hondo del pozo, pero no puedo dejar de reconocer que la primera meta de una película debe ser siempre ganar dinero, porque sin dinero no hay cine. Eso es así y no admite discusión. Pero hay líneas rojas que debieran respetarse, y Segura las traspasó sin pudor ni buen gusto.
Myers enfiló la vía del humor sexual, con incontables absurdeces y chistes burdos sobre el sexo y la jodienda, para recrear a un narcisista, más caliente que los palos de un churrero, que se las tenía que ver con los años 90 tras haber sido congelado en plena década del amor libre. Una película que dio pie a dos continuaciones a cual más excesiva y rentable en donde Myers exprimió el personaje con ganas. Sin embargo, los siguientes fracasos del actor, unido a un cierto distanciamiento de la industria y a una personalidad nada fácil, hicieron que Mike pasara a un segundo plano.
No obstante, justo un año después en España tuvimos nuestro Austin Powers castizo. Uno que, en realidad, se había adelantado varios años en el tiempo pero que, por problemas financieros, tardó en ver la luz hasta 1998: "Torrente, el brazo tonto de la ley"; personaje ideado, escrito, dirigido y protagonizado por un casi desconocido Santiago Segura. Actor que algunos tildan de maravilloso (discrepo, aunque hay una fuerte componente personal), amén de un tacaño descomunal, que logró con este personaje un éxito sobresaliente a base de parodiar las películas de policías enfrentados al crimen.
Torrente resultó así en un personaje ibérico excesivo en todo, llevando la caricatura a un extremo radical, sin miramientos ni medias tintas. Facha hasta hacer reír a los más fascistas, tan estúpido que limitaba con la subnormalidad, feo, mugriento y seboso hasta orillar la infección, casposo en su máxima expresión, malhablado, intolerante, machista irredento, racista, xenófobo, delincuente, ignorante, incompetente, sin ninguna guía moral, obseso del sexo y de El Fary, bronquista violento, falto de cualquier control emocional, pobre hasta la miseria... la lista de defectos es tan larga que impone. De hecho, Santiago Segura compiló tantas imperfecciones en un solo rol que, al final, queda la sensación de que Torrente es un desecho genético peligroso tanto para sí mismo como para la sociedad. Un tipo tan repulsivo, que Segura estaba convencido de que el público lo adoraría. Y acertó.
El público español se rindió a la insufrible campaña promocional que su creador desarrolló allí donde lo dejaban, creando a su vez un personaje mediático de lengua rápida y mordaz, de aspecto heavy y desaliñado, con el cual se presentaba para publicitar su película. La vergüenza o el sentido del ridículo nunca formaron parte de ese Santiago Segura televisivo que, una vez lograda su meta, dejaba su camiseta negra y sus malas pintas en el armario y reclamaba anonimato. Algo un poco difícil de justificar cuando había dado la brasa con su presencia sin cortarse un pelo. Reclamaba una tranquilidad para sí mismo que él nunca ofreció a los demás.
Los resultados de taquilla fueron notables para alguien que empezaba y carecía de recursos, lo que lo llevó a mirar con lupa cada billete y a apuntarse allí adonde olía que podía conseguir dinero. No en vano, costó 282 millones de pesetas (lo que en aquel momento hubieran sido 1,7 millones de euros... si hubiera existido esa moneda, que no), pero recaudó más de 1.800 millones de pesetas (10.9 millones de euros al cambio de entonces). Una barbaridad tremendamente rentable para ser una película española. Al público, por supuesto, le encantó en su mayor parte, con más de tres millones de espectadores.
El problema de Torrente, sin embargo, es que requiere pasar por su aro. Si lo haces, te encantará su humor y te parecerá una maravilla. Pero si eres de los que piensan que la caricatura se le fue de las manos a Segura, y que el personaje acumula tantas mamarrachadas y grima que provoca vergüenza ajena, entonces huirás de él. Y esto, todo sea dicho, no es cuestión de cultura ni de posición social, porque me he encontrado con personas muy formadas que lo adoran, pero también a quienes apenas saben leer y escribir que lo detestan. Es simplemente una cuestión de gustos personales. Muy personales. Yo, como deducirá por mi nota, no lo trago.
En cualquier caso, y aunque el personaje y sus secundarios me resulten repulsivos (Torrente no es, ni de lejos, el único papel que me repatea en esta película), no puedo dejar de admitir el abrumador esfuerzo gestor y financiero de su creador, Segura. Una persona que navegó contra todas las tormentas y obstáculos imaginables, con la falta de dinero siempre soplando en contra. Del mismo modo, valoro su capacidad para triunfar, algo rarísimo a poco que uno observe la ingente cantidad de películas que se estrenan cada año en las salas y sus pésimos resultados. Tanto, que algunos responsables merecerían cárcel por su incompetencia, tirando el dinero en memeces artísticas. Tanto es así que a Torrente y a sus continuaciones se las ha considerado las salvadoras del cine español, lo que, a mi entender, es triste de narices.
En resumen, creo que cascarle un cuatro es muy justo. Son muchos los defectos que, en mi opinión, la lastran a lo más hondo del pozo, pero no puedo dejar de reconocer que la primera meta de una película debe ser siempre ganar dinero, porque sin dinero no hay cine. Eso es así y no admite discusión. Pero hay líneas rojas que debieran respetarse, y Segura las traspasó sin pudor ni buen gusto.
21 de abril de 2014
21 de abril de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de una inesperada saga que sigue alargándose, no se sabe hasta cuándo pero que entra dentro de las más longevas de la historia del cine español. Hay que reconocer el mérito de Segura, que supo crear un antihéroe que ha conquistado a millones de personas no ya de España sino del ámbito latino. Esta primera parte es aceptable, teniendo en cuenta que es la presentación del personaje y nada de lo que ocurre nos lo tenemos que tomar en serio. Sin embargo, tras haberla visto 2 veces apenas me río en alguna escena. Al margen de la celebérrima "¿y qué tal si nos hacemos unas pajillas?" y alguna fantasmada del final.
4 de octubre de 2008
4 de octubre de 2008
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El súmmum del colegueo lo pone Santiago Segura, entonces un debutante en el largometraje y que él mismo se pone en la piel de los que muchos creían ser el prototipo de rancio español, curtido a lo cutre, fascista y para no redondear tanta "facha" del Atleti de Madrid. Su perfil no puede ser más machista como decadente; inflinge las normas de las que él cree sentirse orgulloso: se droga, soborna, vive la noche aunque no le sobre un duro. Es escatológico a más no poder y encima se aprovecha de su padre (excelente Tony Leblanc aunque no le llega a la altura de los dioses cinematográficos del celuloide, ojo) como se hace amigo de friki de turno que no vé más allá de lo que sus gafas de doble lente dan, con la excusa de flirtear con su prima, sobrinita de la vecina de la pescadería.
Torrente es el pistoletazo de salida de una nueva comedia española que decae y con Segura al frente. Film muy recomendable en su momento si ibas al cine para interactuar y cachondearte con los amigos. No da para más. Pero queda el regustillo y es de agradecer. Marcó un momento, todos nos reímos pero las mandíbulas batientes cesan y no hay predecesoras que la superen. Aunque vaya perdiendo salsa al paso de los años.
Torrente es el pistoletazo de salida de una nueva comedia española que decae y con Segura al frente. Film muy recomendable en su momento si ibas al cine para interactuar y cachondearte con los amigos. No da para más. Pero queda el regustillo y es de agradecer. Marcó un momento, todos nos reímos pero las mandíbulas batientes cesan y no hay predecesoras que la superen. Aunque vaya perdiendo salsa al paso de los años.
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