Ida
2013 

6.9
17,264
Drama
Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
16 de diciembre de 2014
16 de diciembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película sobre la memoria histórica y personal. Saber quienes somos y de donde venimos, y como eso nos permite tomar decisiones en la vida con libertad.
También habla de otras cosas, como el sentimiento de culpa o la dicotomía entre vida y religión.
Aunque es una película del denominado 'cine lento' pocas hablan de tanto en tan poco tiempo (78 minutos)
A destacar la composición de planos, donde los personajes aparecen como acurrucados en un rincón de la pantalla con la cámara situada a un nivel superior. Me resultan bellos y sugerentes.
Una película corta, que tiene forma y también contenido. Algo raro de encontrar en estos dias.
También habla de otras cosas, como el sentimiento de culpa o la dicotomía entre vida y religión.
Aunque es una película del denominado 'cine lento' pocas hablan de tanto en tan poco tiempo (78 minutos)
A destacar la composición de planos, donde los personajes aparecen como acurrucados en un rincón de la pantalla con la cámara situada a un nivel superior. Me resultan bellos y sugerentes.
Una película corta, que tiene forma y también contenido. Algo raro de encontrar en estos dias.
12 de enero de 2015
12 de enero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los días que vive la novicia encarnada por Agata Kulesza, junto a su única familia, una tía inteligente, vividora y amargada a la vez, antes de pronunciar los votos en el convento, están contados con sobriedad, belleza en el encuadre y en la fotografía y unos diálogos sencillos e inteligentes.
La novicia, única superviviente de una familia judía asesinada, busca los restos de sus padres para poder enterrarlos con dignidad.
Y a la vez ella, inspirada por la tía, se plantea si compensan los placeres de este mundo -baile, alcohol, sexo-, comparados con la vida de oración que la espera.
Y hace la prueba.
Lo demás que lo vean quienes aún no han visto esta obra de arte, que reconcilia con el cine.
Pavel Pawlikowski sigue demostrando que es un realizador distinto, con instinto de arte.
La novicia, única superviviente de una familia judía asesinada, busca los restos de sus padres para poder enterrarlos con dignidad.
Y a la vez ella, inspirada por la tía, se plantea si compensan los placeres de este mundo -baile, alcohol, sexo-, comparados con la vida de oración que la espera.
Y hace la prueba.
Lo demás que lo vean quienes aún no han visto esta obra de arte, que reconcilia con el cine.
Pavel Pawlikowski sigue demostrando que es un realizador distinto, con instinto de arte.
27 de enero de 2015
27 de enero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más reciente película del director polaco Pawel Pawlikowsli, la primera que dirige en su propio país, llega precedida una muy merecida fama a propósito de la cantidad de reconocimientos y nominaciones que ha acumulado los últimos meses.
Con una exquisita fotografía en blanco y negro y formato cuadrado en 4:3, cuenta una historia ambientada en los años 60 en la recién renacida Polonia, aún sacudida por las secuelas de la II Guerra Mundial; Ida se asemeja a cierto cine europeo de esa época, con reminiscencias a Wajda, Bresson o Bergman, aunque su temática religiosa recuerde más a Dreyer.
La protagonista de la historia es Anna (la enigmática Agata Trzebuchowska), una chica a punto de ordenarse como religiosa en un convento católico; la madre superiora le sugiere salir a conocer a su único pariente vivo, su tía Wanda (una extraordinaria Agata Kulesza), una mujer dura, solitaria, que fue jueza y condenó a varias personas a la muerte y que hoy vive entre el alcohol, el humo de sus cigarrillos y encuentros casuales con diversos hombres.
La primera salida al exterior de Anna no podría ser más caótica, el choque de personalidades es inevitable, además la tía le comenta sobre sus orígenes; ella en realidad se llama Ida y es judía, y que sus padres murieron en la guerra.
La película se torna en una road movie en donde ambas mujeres coincidirán en la búsqueda de un pasado que afinque su atribulado presente, confrontando siempre dilemas morales mientras se escarba en un pasado doloroso con heridas que no han terminado de sanar.
Quizás los puntos en contra de ‘Ida’ sea su preciosismo poco disímulado, y un guión que alude a un cálculo muy propio de películas del circuito de festivales, sin embargo Pawlikowsli sabe sortearlos a tiempo con una puesta en escena precisa y poderosa, con planos que respiran cine tanto en su muy particular encuadre así como en su duración.
Una película viva que en sus sutilezas sorprende y atrapa, vibrante relato de búsquedas que se merece toda la atención más allá de los premios que vaya acumulando.
Con una exquisita fotografía en blanco y negro y formato cuadrado en 4:3, cuenta una historia ambientada en los años 60 en la recién renacida Polonia, aún sacudida por las secuelas de la II Guerra Mundial; Ida se asemeja a cierto cine europeo de esa época, con reminiscencias a Wajda, Bresson o Bergman, aunque su temática religiosa recuerde más a Dreyer.
La protagonista de la historia es Anna (la enigmática Agata Trzebuchowska), una chica a punto de ordenarse como religiosa en un convento católico; la madre superiora le sugiere salir a conocer a su único pariente vivo, su tía Wanda (una extraordinaria Agata Kulesza), una mujer dura, solitaria, que fue jueza y condenó a varias personas a la muerte y que hoy vive entre el alcohol, el humo de sus cigarrillos y encuentros casuales con diversos hombres.
La primera salida al exterior de Anna no podría ser más caótica, el choque de personalidades es inevitable, además la tía le comenta sobre sus orígenes; ella en realidad se llama Ida y es judía, y que sus padres murieron en la guerra.
La película se torna en una road movie en donde ambas mujeres coincidirán en la búsqueda de un pasado que afinque su atribulado presente, confrontando siempre dilemas morales mientras se escarba en un pasado doloroso con heridas que no han terminado de sanar.
Quizás los puntos en contra de ‘Ida’ sea su preciosismo poco disímulado, y un guión que alude a un cálculo muy propio de películas del circuito de festivales, sin embargo Pawlikowsli sabe sortearlos a tiempo con una puesta en escena precisa y poderosa, con planos que respiran cine tanto en su muy particular encuadre así como en su duración.
Una película viva que en sus sutilezas sorprende y atrapa, vibrante relato de búsquedas que se merece toda la atención más allá de los premios que vaya acumulando.
3 de febrero de 2015
3 de febrero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una semana con muchos estrenos interesantes y de cine de autor, es imprescindible hablar de esta película polaca, premio FIPRESCI en el festival de Toronto y triunfadora en el último de Gijón. Ambientada en la Polonia de 1960, cuenta la historia de una monja que descubre que es judía. En apenas 80 minutos, es una obra detallada, meticulosa, pulcramente filmada, con una fotografía en blanco y negra muy bella, pero que sobre todo tiene una historia emotiva en un contexto histórico determinado con todo lo que eso conlleva. Interpretada notablemente por las dos actrices principales, es una muy recomendable y especial cinta, de las mejores de lo que va de año.
http://josh-cine.blogspot.com.es/
http://josh-cine.blogspot.com.es/
10 de febrero de 2015
10 de febrero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Recordáis las fotografías mágicas que salían en Harry Potter, ésas que contenían paisajes y personajes con vida que entraban y salían del encuadre a su antojo? ‘Ida’ parece estar formada por muchas de esas fotos mágicas.
La cámara no se mueve ni un centímetro en toda la película: siempre está posicionada para sacar el mejor retrato de una Polonia triste, oscura y devastada. Ni un travelling ni una panorámica, sólo cuadros fijos meticulosamente construidos y con un blanco y negro que quita el hipo. A través de los contrastes entre luces y sombras, Ida viaja en busca de su pasado entrando en el encuadre, saliendo y colándose en el siguiente.
Las imágenes son hipnóticas, pero esa cámara distante vaticina el que, para mí, es el principal problema de la película: es difícil empatizar con los personajes. Esto es grave cuando estamos ante una historia que claramente busca conmover al espectador. Es un relato corto, simple y directo sobre la pérdida de la fe y el vacío de la vida de dos personajes aparentemente opuestos: una joven novicia y su tía alcohólica. Son dos mujeres frías que apenas hablan, son apáticas, casi no parecen humanas. Es difícil encontrar algo por lo que sentirse identificado son ellas. En consecuencia, los eventos que ocurren en la película, por muy dramáticos que sean, me son indiferentes.
Se me vienen a la cabeza dos películas que también tratan el tema de la pérdida de fe, ‘Viridiana’ y ‘El séptimo sello’, ambas visualmente geniales. La diferencia es que los protagonistas de estas historias son más completos, tienen motivaciones y te invitan a reflexionar o a implicarte en lo que les pasa. Sufro más por una vajilla rota en ‘Viridiana’ que por el desenlace de los padres de Ida.
Por otro lado, el tema de los nazis es casi anecdótico en vez de ser el eje central del argumento, como prometía la sinopsis. Al final, ‘Ida’ acaba convirtiéndose en un retrato de pérdida de fe que visto desde fuera que, eso sí, conduce a un final bastante interesante.
En conclusión, ‘Ida’ es una historia decente (no conmueve pero no aburre) que está rodada de forma maravillosa. Sencillamente, es para coger cualquier plano, enmarcarlo y colgarlo en el salón de tu casa. Sólo por eso ya merece la pena verla.
6.5/10
La cámara no se mueve ni un centímetro en toda la película: siempre está posicionada para sacar el mejor retrato de una Polonia triste, oscura y devastada. Ni un travelling ni una panorámica, sólo cuadros fijos meticulosamente construidos y con un blanco y negro que quita el hipo. A través de los contrastes entre luces y sombras, Ida viaja en busca de su pasado entrando en el encuadre, saliendo y colándose en el siguiente.
Las imágenes son hipnóticas, pero esa cámara distante vaticina el que, para mí, es el principal problema de la película: es difícil empatizar con los personajes. Esto es grave cuando estamos ante una historia que claramente busca conmover al espectador. Es un relato corto, simple y directo sobre la pérdida de la fe y el vacío de la vida de dos personajes aparentemente opuestos: una joven novicia y su tía alcohólica. Son dos mujeres frías que apenas hablan, son apáticas, casi no parecen humanas. Es difícil encontrar algo por lo que sentirse identificado son ellas. En consecuencia, los eventos que ocurren en la película, por muy dramáticos que sean, me son indiferentes.
Se me vienen a la cabeza dos películas que también tratan el tema de la pérdida de fe, ‘Viridiana’ y ‘El séptimo sello’, ambas visualmente geniales. La diferencia es que los protagonistas de estas historias son más completos, tienen motivaciones y te invitan a reflexionar o a implicarte en lo que les pasa. Sufro más por una vajilla rota en ‘Viridiana’ que por el desenlace de los padres de Ida.
Por otro lado, el tema de los nazis es casi anecdótico en vez de ser el eje central del argumento, como prometía la sinopsis. Al final, ‘Ida’ acaba convirtiéndose en un retrato de pérdida de fe que visto desde fuera que, eso sí, conduce a un final bastante interesante.
En conclusión, ‘Ida’ es una historia decente (no conmueve pero no aburre) que está rodada de forma maravillosa. Sencillamente, es para coger cualquier plano, enmarcarlo y colgarlo en el salón de tu casa. Sólo por eso ya merece la pena verla.
6.5/10
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