La película es muy inteligente , es un critica al nazismo y a porqué lo representan.

Soberbia apología contra el racismo y la intolerancia, atrevida, contundente y desgarradora que no deja indiferente.
Tras cumplir condena por el asesinato de dos hombres negros, un joven skin head de ideología neonazi, regresa a su hogar con la intención de alejarse del mundo de violencia del que fue participe en el pasado y desvincularse de los movimientos racistas. Pronto descubrirá que no será una tarea fácil, ya que su hermano esta siguiendo sus pasos, al considerarlo un ídolo.
La relación entre los hermanos es uno de los puntos fuertes de la trama, junto con las vivencias y la clara evolución que desarrollan los personajes, en un mundo plagado de violencia.
La historia presenta una denuncia social y un retrato de un estilo de vida fuertemente vinculado con ideología neonazi, racismo, agresividad, intolerancia y violencia.
Cuenta con un reparto solvente y se apoya en la descomunal y desbordante interpretación de Edward Norton, que irradia fuerza en cada gesto y mirada.
La transformación física por parte del actor para el papel es impresionante, pero no solo se reduce a eso, Edward Norton es capaz de mostrar las dos caras de una misma moneda, llegando a parecer que nos encontramos ante dos personas totalmente distintas. Por un lado ofrece el aspecto más fanático, agresivo, violento y contundente de su personaje, para más adelante mostrar un hombre sereno, inteligente y libre de prejuicios, dejando patente la evolución que ha sufrido a través de las vivencias que le han acompañado.
El director ofrece secuencias llenas de intensidad y dramatismo, empleando el blanco y negro para presentar las vivencias del pasado, logrando que el ritmo sea efectivo y que se aprecien los paralelismos existentes entre los comportamientos que presentan los dos hermanos.
Desgarradora y descorazonadora, fiel reflejo de que los fanatismos no conducen a nada bueno, la historia recuerda que el pasado forma parte de nosotros y que es importante aprender del mismo, para no cometer los mismos errores. La violencia engendra violencia, el rencor y el odio son los barrotes de una prisión que no deja vivir en paz.

Hacía tiempo que no veía una cinta tan solemne, violenta, fría y humana; una película que recoja con brillantez los sentimientos humanos y los una creando una explosión de sabores únicos para el alma.
American History X es una película intemporal que reflexiona con brillante maestría sobre el mal y te golpea de tal manera que no puedes quedarte al margen. Guión poderoso, dirección deslumbrante, fotografía magnífica y unas actuaciones para la historia hacen de este film un clásico instantáneo que durará como un legado para las futuras generaciones.

Intensa, realista, brutal, enérgica, dramática, crítica, apabullante, sobrecogedora, aterradora en muchos sentidos.
American History X puede definirse de muchas maneras. Pero la más completa es decir que es una de las mejores películas de la historia del cine. El guión rebosa perfección, los actores están impresionantes, la realización de Tony Kaye es directa y bestial como la misma historia.
Una película que debería proyectarse en todos los colegios, en todos los institutos, para que todos aquellos que sueñan con emular a Derek Vinyard se den cuenta de hacia dónde conduce el camino del radicalismo neonazi.
Obra maestra.

Lo mejor: Todo. El efecto que produce. Edward Norton en una d elas mejores interpretaciones que se recuerdan.
Lo peor: Nada

Efectivamente, es brutal y pone el listón cinematográfico muy alto, como dice una crítica de un periódico.
Sin palabras.
Claro que, ¿hay algún trabajo de Edward Norton que no roce la excelencia? supongo que existirá pero yo lo desconozco!
Es una película tan dura como bonita, a partes iguales.
En vez de regodearse en la dureza y la sordidez del tema, de sus personajes, y además de la violencia que se respira desde el primer minuto, también subyacen en el fondo, y (gracias a la interpretación de Norton, entre otras cosas), los buenos sentimientos, la nobleza, la bondad, y la dulzura, por qué no, que, sorprendentemente conviven y vencen a veces a todo lo anterior.
No se la puede uno perder, simplemente.