Perdiendo el norte
2015 

5.0
19,684
Comedia
Hugo y Braulio, dos jóvenes con formación universitaria, hartos de no encontrar ni trabajo ni futuro en España, deciden emigrar a Alemania siguiendo los cantos de sirena de un programa de televisión tipo "Españoles por el mundo". Pero pronto descubrirán que sobrar en un sitio no significa ser necesario en otro, y que perseguir el sueño alemán puede tener mucho de pesadilla. (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2016
5 de abril de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un país donde hacer chistes, chascarrillos y sátiras viene prácticamente en nuestro ADN, no iba a tardar mucho en aparecer una comedia sobre la situación actual de un país que pasó en poco tiempo de estar en la Champions League a la cola de Europa. Aún cuando los políticos patrios sacan pecho insistiendo en la recuperación, de momento ni está, ni se la espera. Pero es historia para otra película. Si es que se hace.
Nacho G. Velilla responsable de dos de las series televisivas más exitosas de los últimos años como "7 vidas" y su "spin off" "Aida", y que ya se ha atrevido con dos largos ("Fuera de carta" y "Que se mueran los feos"), ha sido de los primeros en recoger el guante al tratar en tono cómico la emigración de jóvenes a Alemania en busca del futuro que su país no puede proporcionarle.
Los protagonistas del film son Hugo (Yon González) y Braulio (Julián López) dos exponentes de lo que un día se denominó JASP (Jóvenes aunque sobradamente preparados) que pese a que adornan las paredes de sus habitaciones con licenciaturas, doctorados y masters diversos, se encuentran en la calle y, atraídos por el "efecto llamada", que en este caso es un conocido programa televisivo ("Españoles en el mundo"), deciden hacer las maletas y marchar a Alemania. Nada más pisar suelo teutón, chocarán con una realidad bien diferente.
El film, podemos decirlo ya, es bastante justito tirando a regular (incluso malo). Velilla salpica el relato de todos los tópicos habidos y por haber, con un guion justito, situaciones que sólo en determinadas condiciones nos harán reír, ayudado además por un reparto lleno de caras conocidas de obras anteriores, como Javier Cámara, Carmen Machi, Miki Esparbé, algunos rostros de mayor actualidad como Blanca Suárez y la presencia de José Sacristán, del que muchos se preguntarán que pinta aquí (la respuesta más abajo). En definitiva se trata de un producto de consumo inmediato que en ningún momento disimula su dependencia televisiva.
A pesar de lo dicho, si por algo merece la pena su visionado es por algunos pequeños detalles. En primer lugar, Nacho G. Velilla sabe dar un tono cómico (cuando no esperpéntico) a ciertos aspectos de la forma de ser del español medio. Su éxito televisivo se debe en buena medida a retratar personajes muy pagados de sí mismos que enmascararan sus miserias con eufemismos que suenan bien al oído ajeno, un cuidado excesivo en guardar las apariencias y una ignorancia mal disimulada que nos lleva a emprender empresas imposibles sin tener el más mínimo conocimiento. Puede parecer un error de guion que dos jóvenes con estudios se líen la manta a la cabeza y se marchen a un país extranjero a pecho descubierto sin conocer siquiera su idioma, pero apuesto a que en la vida real más de uno (y más de dos) lo ha hecho en la vida real.
En segundo lugar, y lo que es el principal acierto del film es la presencia de José Sacristán, que interpreta a un emigrante de los años 60, que disfruta de su jubilación en Alemania y que aporta la verdadera visión de lo que aquí se presentó en su momento como algo positivo pero cuya realidad fue mucho más dura de lo que nos han querido contar. Su personaje nos ofrece un paralelismo claro y nos demuestra que no hemos cambiado nada. Y no sólo eso, para los países del Norte seguimos siendo mano de obra barata para trabajos que ellos mismos desprecian.
Lamentablemente Nacho G. Velilla no es Berlanga ni tiene a su lado la afilada pluma de Rafael Azcona, por lo que no tardaremos demasiado en olvidar un producto que es lo que es: para su consumo inmediato y reposición televisiva en aquellos huecos en los que no hay nada mejor que emitir.
Nacho G. Velilla responsable de dos de las series televisivas más exitosas de los últimos años como "7 vidas" y su "spin off" "Aida", y que ya se ha atrevido con dos largos ("Fuera de carta" y "Que se mueran los feos"), ha sido de los primeros en recoger el guante al tratar en tono cómico la emigración de jóvenes a Alemania en busca del futuro que su país no puede proporcionarle.
Los protagonistas del film son Hugo (Yon González) y Braulio (Julián López) dos exponentes de lo que un día se denominó JASP (Jóvenes aunque sobradamente preparados) que pese a que adornan las paredes de sus habitaciones con licenciaturas, doctorados y masters diversos, se encuentran en la calle y, atraídos por el "efecto llamada", que en este caso es un conocido programa televisivo ("Españoles en el mundo"), deciden hacer las maletas y marchar a Alemania. Nada más pisar suelo teutón, chocarán con una realidad bien diferente.
El film, podemos decirlo ya, es bastante justito tirando a regular (incluso malo). Velilla salpica el relato de todos los tópicos habidos y por haber, con un guion justito, situaciones que sólo en determinadas condiciones nos harán reír, ayudado además por un reparto lleno de caras conocidas de obras anteriores, como Javier Cámara, Carmen Machi, Miki Esparbé, algunos rostros de mayor actualidad como Blanca Suárez y la presencia de José Sacristán, del que muchos se preguntarán que pinta aquí (la respuesta más abajo). En definitiva se trata de un producto de consumo inmediato que en ningún momento disimula su dependencia televisiva.
A pesar de lo dicho, si por algo merece la pena su visionado es por algunos pequeños detalles. En primer lugar, Nacho G. Velilla sabe dar un tono cómico (cuando no esperpéntico) a ciertos aspectos de la forma de ser del español medio. Su éxito televisivo se debe en buena medida a retratar personajes muy pagados de sí mismos que enmascararan sus miserias con eufemismos que suenan bien al oído ajeno, un cuidado excesivo en guardar las apariencias y una ignorancia mal disimulada que nos lleva a emprender empresas imposibles sin tener el más mínimo conocimiento. Puede parecer un error de guion que dos jóvenes con estudios se líen la manta a la cabeza y se marchen a un país extranjero a pecho descubierto sin conocer siquiera su idioma, pero apuesto a que en la vida real más de uno (y más de dos) lo ha hecho en la vida real.
En segundo lugar, y lo que es el principal acierto del film es la presencia de José Sacristán, que interpreta a un emigrante de los años 60, que disfruta de su jubilación en Alemania y que aporta la verdadera visión de lo que aquí se presentó en su momento como algo positivo pero cuya realidad fue mucho más dura de lo que nos han querido contar. Su personaje nos ofrece un paralelismo claro y nos demuestra que no hemos cambiado nada. Y no sólo eso, para los países del Norte seguimos siendo mano de obra barata para trabajos que ellos mismos desprecian.
Lamentablemente Nacho G. Velilla no es Berlanga ni tiene a su lado la afilada pluma de Rafael Azcona, por lo que no tardaremos demasiado en olvidar un producto que es lo que es: para su consumo inmediato y reposición televisiva en aquellos huecos en los que no hay nada mejor que emitir.
13 de mayo de 2016
13 de mayo de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, sucintamente, es así. Dos jóvenes supertitulados, con varias carreras, másteres, etc., Hugo y Braulio, cansados de buscar trabajo sin éxito en suelo patrio, toman la decisión de emigrar a Alemania. Ya en Berlín, que es la ciudad concreta a donde han llegado, las cosas no están fáciles. El idioma, el hecho de que el trabajo tampoco abunde allí y los problemas económicos de los propios padres en España, obligan a los flamantes universitarios a tener que trabajar en un restaurante turco y a vivir en un piso compartido. Todos los singulares personajes de esa “comuna”, el turco, su esposa, el psicópata que ya habitaba el piso con su bonita hermana, el vecino español con Alzheimer, y los recién llegados constituyen personajes de sainete, con diálogos supuestamente graciosos y un desarrollo de la película mediocre.
Abusa de los tópicos, de la frase hecha y del chiste fácil. A lo cual se añaden algunas chanzas de mal gusto, como el de que lo único que España ha logrado inventar es la fregona.¿Qué es de los de la ciencia, el arte, el humanismo y el pensamiento español?. Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Isaac Peral y Juan de la Cierva y el autogiro, etc., sin contar nuestras aportaciones a la pintura, la literatura, la jurisprudencia, la filosofía… en fin, sin comentarios. Impresentable.
Lo que sí es “guasa”; guasa social, burla familiar, bromas amorosas, chacota entre los jóvenes sobre el tema laboral, etc. Para supuestamente provocar la risa sin mayor compromiso.
A Nacho G. Velilla se le nota mucho que viene del terreno de la TV, con un tipo de realización más propia para este medio que para el cine; el guión no tiene entidad y sobre todo carece de personalidad, lo cual que no es extraño pues está escrito por un ejército de autores entre los cuales se incluye el propio director: Antonio Sánchez, David S. Olivas, Oriol Capel y Nacho G. Velilla; es un guion elemental, funcional y algo torpe. La música de Juanjo Javierre es común, por no decir otra cosa; y no está mal la fotografía de Isaak Vila.
En lo que respecta al reparto, pues bueno, regular: Yon González, Julián López, Blanca Suárez, Miki Esparbé, los mismísimos José Sacristán –ya mayor- y Javier Cámara –ídem-, Úrsula Corberó, la omnipresente del cine español de hoy Carmen Machi, Younnes Bachir y Arturo Vallas. Y la verdad, pues no lo hacen mal, pero tampoco para aplaudir demasiado.
O sea, película pretendidamente de “cachondeo”, sin trascendencia, sin ambición, salvo el entretenimiento fatuo y el éxito facilón de un público que puede acogerla entre risas y palomitas.
Ya sé que las cosas no son simples, pero si yo tuviera que concluir con alguna idea, como suele ser mi gusto, yo diría así. Si eres concienciado con la crisis, con la lacra del paro juvenil, si te sientes protagonista en el cambio de los acontecimientos, si te haces reflexiones sociales o morales sobre este difícil momento histórico que vivimos, si no te van los guapitos y guapitas a gogó ni los chistes facilones, si el Alzheimer es para ti una pandemia preocupante, si tienes un poco de respeto por nuestro querido país, y en fin, si no quieres tú también perder el norte, no vayas a verla.
Abusa de los tópicos, de la frase hecha y del chiste fácil. A lo cual se añaden algunas chanzas de mal gusto, como el de que lo único que España ha logrado inventar es la fregona.¿Qué es de los de la ciencia, el arte, el humanismo y el pensamiento español?. Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Isaac Peral y Juan de la Cierva y el autogiro, etc., sin contar nuestras aportaciones a la pintura, la literatura, la jurisprudencia, la filosofía… en fin, sin comentarios. Impresentable.
Lo que sí es “guasa”; guasa social, burla familiar, bromas amorosas, chacota entre los jóvenes sobre el tema laboral, etc. Para supuestamente provocar la risa sin mayor compromiso.
A Nacho G. Velilla se le nota mucho que viene del terreno de la TV, con un tipo de realización más propia para este medio que para el cine; el guión no tiene entidad y sobre todo carece de personalidad, lo cual que no es extraño pues está escrito por un ejército de autores entre los cuales se incluye el propio director: Antonio Sánchez, David S. Olivas, Oriol Capel y Nacho G. Velilla; es un guion elemental, funcional y algo torpe. La música de Juanjo Javierre es común, por no decir otra cosa; y no está mal la fotografía de Isaak Vila.
En lo que respecta al reparto, pues bueno, regular: Yon González, Julián López, Blanca Suárez, Miki Esparbé, los mismísimos José Sacristán –ya mayor- y Javier Cámara –ídem-, Úrsula Corberó, la omnipresente del cine español de hoy Carmen Machi, Younnes Bachir y Arturo Vallas. Y la verdad, pues no lo hacen mal, pero tampoco para aplaudir demasiado.
O sea, película pretendidamente de “cachondeo”, sin trascendencia, sin ambición, salvo el entretenimiento fatuo y el éxito facilón de un público que puede acogerla entre risas y palomitas.
Ya sé que las cosas no son simples, pero si yo tuviera que concluir con alguna idea, como suele ser mi gusto, yo diría así. Si eres concienciado con la crisis, con la lacra del paro juvenil, si te sientes protagonista en el cambio de los acontecimientos, si te haces reflexiones sociales o morales sobre este difícil momento histórico que vivimos, si no te van los guapitos y guapitas a gogó ni los chistes facilones, si el Alzheimer es para ti una pandemia preocupante, si tienes un poco de respeto por nuestro querido país, y en fin, si no quieres tú también perder el norte, no vayas a verla.
16 de agosto de 2016
16 de agosto de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A vueltas con el mal cine español. Comedia plana, tópica, sin gracia, previsible, manida.
Los actores, salvo Sacristán, de pena. Falta ritmo, falta casi todo.
De crítica social, nada, una vulgaridad.
Alguien ha dicho aquí que si quieren crítica social que vean El verdugo, de Berlanga. Recuerdo que esa película es de 1963, en plena oprobiosa dictadura franquista. Ahora, con una democracia en la que cada uno hace lo que le sale del cimbel, si no se tiene genio, como Berlanga, lo que resulta son bodrios como este.
No es cuestión solo de más dinero. No es actor solo una cara que gusta a las nenas. Hay que currárselo y hay que tener ingenio.
Las (malas) series de la tele están estragando el buen gusto. Todo es plano.
Los actores, salvo Sacristán, de pena. Falta ritmo, falta casi todo.
De crítica social, nada, una vulgaridad.
Alguien ha dicho aquí que si quieren crítica social que vean El verdugo, de Berlanga. Recuerdo que esa película es de 1963, en plena oprobiosa dictadura franquista. Ahora, con una democracia en la que cada uno hace lo que le sale del cimbel, si no se tiene genio, como Berlanga, lo que resulta son bodrios como este.
No es cuestión solo de más dinero. No es actor solo una cara que gusta a las nenas. Hay que currárselo y hay que tener ingenio.
Las (malas) series de la tele están estragando el buen gusto. Todo es plano.
7 de marzo de 2015
7 de marzo de 2015
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacho G. Velilla, creador de la serie Aída (2012) y director de películas como Fuera de carta (2008) o Que se mueran los feos (2010), ambas cintas protagonizadas por Javier Cámara, ahora nos trae a la gran pantalla Perdiendo el norte. Si uno se lo quiere pasar genial, quiere divertirse viéndola y reírse durante más de cien minutos, este es su film. Me ha encantado. El reparto está muy bien, sobretodo ese robaescenas que es Julián López. Ha resultado ser una buena incorporación. Yon González y Blanca Suárez que ya se conocieron hace unos años en la serie titulada El Internado, se vuelven a juntar aquí, y he podido percibir la química que se ha generado entre ellos dos. Hay química, sí, por supuesto y se notan las chispas, aunque haya una tercera persona en discordia. Una chica, nada más y nada menos, interpretada por Úrsula Corberó. Lo de la trama está muy bien traída. Muy bien elaborada. Es como volver a los años sesenta. Aquellos tiempos en que uno tenía que salir del país para encontrar trabajo. Por ejemplo, a Alemania. Y películas tales como "Vente para Alemania, Pepe" eran una buena muestra de ello. En pleno siglo 21, en el año 2015 para se exactos (ha llovido mucho desde entonces), tenemos una visión algo parecida, y es que, con el paso del tiempo hay cosas que no cambian. De todos modos, no es oro todo lo que reluce, y nuestros protagonistas en cuanto pisen la nueva tierra se darán buena cuenta de todo. Sobrevivir será la principal meta para ellos. Y, claro, entender el idioma, otro detalle más y tal vez el más importante. Ese guiño al tipo de cine que he mencionado, el que se hacía en los años sesenta, lo podemos ver en la presencia de un veterano como José Sacristán. Me ha agradado la aparición de la pareja formada por Javier Cámara y Carmen Machi (ella la he visto algo sobreactuada, pero se agradece su presencia) como los padres de Hugo (interpretado por Yon González).
De verdad que merece mucho la pena su visionado, para dejar de lado los malos momentos y meterse de lleno en esta comedia, con algunos toques de drama, que te lo harán pasar en grande durante todo su metraje.
Tal vez pensaréis que exagero con la nota que le pongo, pero es lo siento que se merece después de visionarla. Mi nota final es de 9/10.
De verdad que merece mucho la pena su visionado, para dejar de lado los malos momentos y meterse de lleno en esta comedia, con algunos toques de drama, que te lo harán pasar en grande durante todo su metraje.
Tal vez pensaréis que exagero con la nota que le pongo, pero es lo siento que se merece después de visionarla. Mi nota final es de 9/10.
28 de marzo de 2015
28 de marzo de 2015
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película hace que nos podamos reir de la triste situación que vive ahora mismo este país, y creo que si te gusta el cine español no te decepcionará. No puedo entender la crítica fácil de personas que, probablemente consideren divertidas películas americanas donde la risa es provocada por situaciones y guiones absurdos.
Las interpretaciones de Julian Lopez y Miki Esparbé (un desconocido del espectador) son de 10, las risas cada vez que ellos aparecen en escena están garantizadas, si a eso le añades a la siempre magnifica Carmen Machi, a un Javier Cámara que nunca decepciona, a unos mas que aceptables Jon Gonzalez y Blanca Suarez y por supuestisimo al incombustible Jose Sacristan (que pone a veces la piel de gallina con su interpretación), tenemos una película donde las carcajadas están garantizadas.
PD. No os vayais del cine hasta que terminen las letras, porque las ultimas escenas de Julian Lopez son de lo mejor de la pelicula.
Las interpretaciones de Julian Lopez y Miki Esparbé (un desconocido del espectador) son de 10, las risas cada vez que ellos aparecen en escena están garantizadas, si a eso le añades a la siempre magnifica Carmen Machi, a un Javier Cámara que nunca decepciona, a unos mas que aceptables Jon Gonzalez y Blanca Suarez y por supuestisimo al incombustible Jose Sacristan (que pone a veces la piel de gallina con su interpretación), tenemos una película donde las carcajadas están garantizadas.
PD. No os vayais del cine hasta que terminen las letras, porque las ultimas escenas de Julian Lopez son de lo mejor de la pelicula.
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