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Fanny y Alexander

Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
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8
6 de abril de 2021 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
95/30(23/03/21) Notable y aclamado film del sueco Ingmar Bergman (dirige y guioniza) con mucho de auto-biográfico, que el cineasta de “El Séptimo Sello” pretendía que Fanny y Alexander fueran su última película antes de retirarse, donde los personajes Alexander, Fanny y el padrastro Edvard están basados en él, su hermana Margareta y su padre Erik Bergman, respectivamente. La producción se concibió originalmente como una miniserie de televisión y se cortó en esa versión, con una duración de 312 minutos, una versión cortada de 188 minutos se creó más tarde para su lanzamiento cinematográfico, aunque esta versión fue de hecho la que se lanzó primero. Desde entonces, la versión para televisión se ha lanzado como una película completa, y ambas versiones se han exhibido en cines de todo el mundo, el corte de 312 minutos es una de las películas cinematográficas más largas de la historia. La versión ‘corta’ ganó cuatro Oscar, incluida la de Mejor Película en Lengua Extranjera. El presupuesto estimado de 40 millones de coronas suecas la convirtió en la película sueca más cara de la historia. Bergman vuelve a centrarse en sus mantras favoritos como son la religión (en este caso el radicalismo cristiano protestante), la familia, el despertar de la niñez, relaciones matrimoniales disfuncionales, el peso del pasado, la vejez, la muerte, el sexo, el dolor (tanto físico como psíquico), donde se puede ver como un revisión libre de la shakesperiana Hamlet (con un padre muerto que se aparece cual fantasma al hijo, una madre que se casa con un villano, las ansias vengativas en el hijastro). Ello con referencias diáfanas en teatrales y diálogos, y con este hilo se puede ver el amor a las tablas del creador de “Fresas salvajes”, siendo él mismo director prolífico teatral, además de haber claros elementos dickensianos en la vejación de niños por parte de adultos. Siendo además una oda a la imaginación como medio para escapar de nuestra aciaga realidad (ejemplo claro es la ‘linterna mágica’ de Alexander que ya ha aparecido en otras cintas pretéritas del escandinavo)

La primera parte comienza con los fastos de Navidad en 1907 en el hogar de Uppsala del acomodado clan sueco Ekdahl, una prole que vive liberalmente y sin prejuicios, intentando disfrutar de la vida, llegando a vivir en comunión armoniosa incluso con el servicio. La viuda matriarca Helena tiene un amante judío Isak Jacobi (gran Erland Josephson como un prototípico judío), que no oculta, uno de los hijos de Helena, Gustaf (estupendo Jarl Kulle), lleva un restaurant y está felizmente casado y a la vez tiene de amante a una de las criadas, la jovial e ingenua Maj (Pernilla August, excelente en su entusiasmo, con ese toque de que sea coja que despierta empatía), ello tolerado sin problemas por su mujer; otro de los hijos es un profesor borrachín, Carl (Börje Ahlstedt, muy bueno, sobre todo cuando está abatido contándole a su mujer su mal sino) que disfruta ofreciendo espectáculos flatulentos a los niños. Tiene numerosas deudas; el tercer vástago es Oscar (buen Allan Edwall), el más recto, el que dirige e incluso actúa en el teatro familiar, tiene de hijos a los protagonistas del título, Fanny (Pernilla Allwin, aunque en el título, queda un poco al margen de todo, apenas tiene peso. Aun así, lo mejor es su rostro cuando el Obispo, tras fustigar a Alexander le pide un beso, zasca!) y Alexander (Bertil Guve, esplendido, sobre todo en los ententes con Malmsjö); Durante este primer acto se nos transmite felicidad, regocijo, ganas de vivir, el cariño y amor fluye de modo grácil. Ello con una escenografía fulgente de cromatismos vivos, donde la decoración lo rebosa todo. Este entusiasmo vital reflejado en la inocencia de Alexander levantándose a medianoche para proyectar la ‘Linterna Mágica’ en la pared.

Pero llega la oscuridad en forma de muerte inesperada durante alegóricamente una representación de ‘Hamlet’, pues lo que está por venir tiene muchos efluvios al relato shakesperiano. La madre de los niños protagonistas, Emilie (Ewa Fröling) da un giro a su vida cuando se casa con reverendo luterano, Edvard (Jan Malmsjö, radiante en el modo que emite dureza de carácter y sadismo en su rostro pétreo). Entonces el colorido desaparece cuando nos hundimos en el ascético hogar del clérigo, una residencia despojada de adornos, todo muy frugal y monacal, una prisión donde los familiares y servicio son la antítesis del hogar de los Ekdahl, seres traicioneros, severos, sádicos. Se producirán diferentes colisiones entre padrastro e hijastro, es el poder una fe vengativa que cree en un Dios inmisericorde frente a la imaginación y la bondad de Alexander, este tiene de aliado para insuflarle valor al fantasma de su padre, que viste de impoluto blanco, ello en claro enfrentamiento contra el negro del cura, el Bien vs Mal. Ejemplificada esta batalla en la cruda escena de los azotes a Alexander, secuencia con un crescendo de densidad asfixiante siniestra, llega a dolerte lo que le pasa.

Como en mucho de la filmografía bergmaniana se juega con la fina línea que separa la realidad de la fantasía, no sabiéndose bien donde termina lo racional y empieza la ensoñación mística. En este caso se mezcla el mundo de los muertos, con apariciones a Alexander de su padre, silenciosas, no intrusivas, hasta aquí todo puede ser producto de la imaginación febril del niño, pero con la aparición en la residencia del obispo del hebreo Isak Jacobi (dejando patente el antisemitismo del radicalismo religioso) entran en liza el esoterismo de la Cábala judía, y aquí el surrealismo se apodera de la historia en su clímax, con ocultaciones imposibles, desdoblamientos físicos, lo paranormal se entrelaza con lo real para fundir una fábula con un final retorcido (spoiler). La ambigüedad, la complejidad, todo enfocado para que sea el espectador el que dé respuestas a los enigmas mostrados, que se atomizan en el extravagante y misterioso hogar de Jacobi, con sus sobrinos,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...siendo Ismael especie de demiurgo en medio de micro mundo teatral (con marionetas, títeres, teatrillos, ...) que da luz a los deseos de Alexander. Entra de lleno en eso tan de Bergman como analizar la Fe y las dudas. Indaga en la hipocresía auto impostada que muchas veces es necesaria a modo de máscaras creadas cual coraza para soportar el dolor.

La oscuridad para los hermanos y la madre en la casa del obispo, contrastada con secuencias de la matriarca en su luminosa residencia, donde de modo melancólico se refugia en recuerdos de fotos para recordar la felicidad de antaño con su hija.

Puesta en escena sublime en su crucial función de emitir de modo dramático un estado de ánimo adecuado en cada momento. Con gran dirección artística de Anna Asp (“Sonata de otoño” o “Pelle, el conquistador”), en conjunción con los decorados de Susanne Lingheim, sobresaliendo en los contrastes entre el inicio radiante de decoración y la parte en el hogar del sacerdote, así como en el hogar de Isak, que parece un trastero bien cuidado; Esto en miscelánea con el espléndido y oscarizado vestuario creado por Marik Vos-Lundh, tuvo la tarea de supervisar un proyecto que requería 250 trajes para los actores principales, junto con más de 1,000 trajes para los extras.; Todo esto filtrado por la siempre sensacional cinematografía del bi-oscarizado (por “Gritos y susurros” y por esta “Fanny y Alexander”) Sven Nykvist, arrollando en su primer tramo de colores vivos que parecen traspasar la pantalla, así como tonalidades gélidas-grisáceas en el tramo del parco hogar del beato, además de componiendo cuadros de una beldad fascinante, con primorosos primeros planos que dan vigor a las estupendas interpretaciones.

Spoiler:

La turbadora aparición de Isak en el hogar del Obispo para ‘comprarle’ un arcón, todo es una excusa para sacar a los niños de allí, esto por petición de su amante Helena. Todo transcurre de modo muy teatral y medido, pero hay un momento en que todo supera a la razón cuando Isak cubre a los niños en el arcón con un pañuelito. Edvard iracundo forcejea y pega a Isak recriminándole que sabe ha venido a por los críos, pero entonces Isak abre el arcón e incomprensiblemente Edvard no ve a los niños, el espectador se queda a cuadros, pero la cosa no acaba ahí, se redobla el efecto ‘lynchiano’ (seguro David Lynch en su cine estuvo inspirado por esta escena), pues Edvard corre a la habitación de los niños y allí está la madre,... y los dos niños ¿?. Isak entonces se lleva el arcón y en su casa lo abre y allí están Fanny y Alexander ¿?; La escena impulsada por los deseos de Alexander, como bien le dice en una perturbadora secuencia Ismael, de cómo la hermana de Edvard arde y en la vorágine va a pedir ayuda a su hermano y este termina también ardiendo cual tea; Resulta que Alexander se creía en felicidad tras la muerte de su tiránico padrastro Edvard, pero este en el tramo final se le aparece como un fantasma, y este si es intervencionista (no como Oscar), le agarra del brazo y le dice, "No te librarás de mí nunca" (la Felicidad nunca es duradera)

Las referencias a Hamlet son diáfanas cuando Emelie le dice a Alexander esto en la cama, respecto a ella y su marido Edvard: "No actúes como Hamlet, hijo mío. No soy la reina Gertrudis, tu amable padrastro no es rey de Dinamarca, y esto no es el castillo de Elsinore, aunque parezca sombrío".

“La mentira y la realidad son una, todo puede acontecer; todo es sueño y verdad, el tiempo y el espacio no existen; y sobre la frágil base de la realidad la imaginación teje su tela, y diseña nuevas formas, nuevos destinos”. (Helena parafraseando en el epílogo al dramaturgo August Strindberg 1849-1912, de su obra “El sueño” de 1901)

Un film no apto a todos los paladares cinéfilos, pero que a los que disfruten de obras de calado emocional, que te dejan reflexionado, se sentirán reconfortados. Fuerza y honor!!!

Para leer más sobre el film ir: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/04/fanny-y-alexander.html
9
2 de septiembre de 2011 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El abismo se extiende intolerable más allá de nuestra cotidianidad.

Tal vez algo similar quiso decirnos Gustaf Adolf cuando, ebrio de vida, alzó la voz sobre sus familiares e invitados. Sus sonrojados labios no acertaban a dar con las palabras apropiadas, y aunque bien es cierto que era presa del licor, por puro interés nos inclinamos a creer que la causa última de su torpeza se halla agazapada en las sabias limitaciones reptilianas de su proceder, ante el prójimo y ante los acontecimientos.

Tal vez es mucho lo que de él sus dos hermanos envidian. Entre el concurrido público podemos distinguir al menor de ellos. Con él comparte las inquietudes terrenales y, pese a ello, Carl agoniza en vida por carecer de esa inteligencia primaria capaz de cultivar y paladear los pequeños gozos que brinda el día a día. A Oscar tan sólo alcanzaremos a intuirlo en el fondo de la estancia, no sin riesgo de confundir la figura del padre con la del hijo. El primogénito heredó las dotes teatrales de Helena, su madre, un ser, como él, incapaz de ponerse a cubierto de las tempestades de lo desconocido. Ahora, poquito más allá del umbral de los vivos, contempla la escena con la misma impotencia que padeció en vida.

Tal vez Oscar no es más que recuerdo y herencia en los inmensos ojos de Alexander, nuestro objetivo con el que enfocar apenas los pensamientos ya maduros del cineasta. Sobre su superficie traslúcida se reflejan los miedos de un niño que se asoma por vez primera al abismo. Nos hacen partícipes de su rabia hacia lo incomprensible, de su rebeldía estéril como su propia estirpe, y de su huída definitiva a un lugar hecho de ensueños. Su hermana Fanny será su compañera y cancerbera de esa fortaleza imaginaria.

Tal vez Bergman encuentra en estos refugios de cada uno, una respuesta a los misterios que atormentan al ser consciente. La fórmula, aunque endeble, esconde precarios equilibrios dinámicos que fuerzan al individuo a trasmutarse en muchos otros y muy diversos. Se equivocó el obispo, nos dice, pues la única careta que moldeó en vida acabó por comerse su propia carne.

Tal vez Alexander fue sodomizado por su propia sexualidad incipiente; tal vez, tras experimentar el vértigo, aprenda a aislarse mejor del abismo. Tal vez Emilie, y el espectador, quienes tacharon de frívola su convivencia inicial con la familia Ekdahl, aprendan después de todo una valiosa lección.

Tal vez, maestro Bergman, quién sabe lo que nos aguarda tras la tenue frontera.
6
28 de junio de 2012 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida con los ojos de 2 hermanos. Una cinta para elegir entre la alborotada vida familiar por navidad, la estricta disciplina clerical o el siempre inquietante misterio. Muy importante la fotografía con la que Bergman cubre cada situación y escenario. Transmite bastante. Como pega... que se hace un poco pesada. Son más de 3 horas y hay partes bastante intrascendentes.
10
5 de junio de 2020 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente no sé por donde empezar esta crítica; la película ha tratado tantos temas diferentes que es difícil realizar una crítica lógica para que la gente entienda las sensaciones que me ha dejado al acabar de verla. Creo que ha sido un resumen perfecto a la filmografía del genio sueco, introduciendo todos los temas que han marcado de una manera u otra su vida; la condición humana, sus miedos, sus angustias, sus deseos, la vida después de la muerte, la existencia de Dios y la religión, las luces y alegrías de la vida frente a las sombras tenebrosas de la oscuridad y la muerte.

La película nos traslada a la Suecia de principios de siglo para contarnos la vida de la familia Ekdahl, una familia adinerada que vive encerrada en su propio mundo, un mundo de lujos y criados alejado de la realidad, de ese otro mundo exterior donde la gente sufre, pasa hambre y frío. Aunque el mundo de los Ekdahl se nos muestra colorido y alegre, realmente es una burdo engaño, se esconden bajo el alcohol, la lujuria y las deudas para evadirse de sus penas y desgracias.

Toda esa aparente alegría y felicidad cambia cuando muere el padre de Alexander y su madre se vuelve a casar con el obispo luterano de la ciudad. En un principio enamorada, pronto se da cuenta de que su nueva vida va a ser muy diferente a la anterior. Descubre que el obispo es una persona posesiva, inflexible y cruel con él y con sus hijos. Bergman juega muy bien aquí sus cartas para mostrarnos ese otro mundo opuesto al de los Ekdahl, ese mundo real donde las circunstancias son muy diferentes, austeras, rígidas e inhumanas.

En este punto Bergman nos introduce el duelo entre la razón y la sensatez, individualizadas en Alexander, frente a la opresión, el despotismo y la decadencia de la iglesia. Entra en juego la existencia de Dios desde los ojos del pequeño, recalcando su indiferencia e ineptitud ante los problemas de la gente, de sus desgracias, de sus miedos e inquietudes.

Por último, me gustaría subrayar el miedo a la muerte tan claramente definido en el pequeño Alexander, sobre todo cuando encara la muerte de su padre con horror. Puede ser ese miedo o esa angustia el motivo por el que se le aparece continuamente el fantasma de su padre durante toda la película, esa obsesión de Bergman por la vida después de la muerte. Los deseos que tiene Alexander de venganza hacia el obispo le hacen generar en su mente la muerte del mismo, obsesión que se hará realidad y que le atormentará posteriormente.

Indudablemente, Bergman nunca ha dejado indiferente a nadie. Con el sueco no hay término medio, o lo amas o lo odias, pero creo que la palabra que mejor lo define es diferente. Plasmaba en cada una de sus películas todos sus miedos y angustias, sus deseos, sus temores, toda su alma puesta en un rollo de cinta. Con esta película puso prácticamente punto y final a su filmografía... y menudo colofón. Creo que es un resumen perfecto a ese universo bergmaniano que creó el genio sueco.
8
3 de noviembre de 2021 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de Bergman. Lo que más llama la atención no es el guión o los actores y actrices, ni siquiera los temas tan trascendentales que trata, sino el poderío de cada plano.
La delicadeza con la que está posicionada la cámara en cada escena, la duración de los planos, el encuadre, la perspectiva, inclinación... parece que todo está tan sutilmente medido que da hasta miedo que los personajes salgan de la película y te increpen hasta a tí mismo.
Trata todos los temas habidos y por haber: la infancia, el poder,el autoritarismo, la familia, el sexo, el arrepentimiento, el odio...
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