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La gran belleza

Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
Críticas 302
Críticas ordenadas por utilidad
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6
16 de abril de 2014 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta pretenciosa que juega más a lo que intuyes o esperas que a lo que realmente ves. Algunos diálogos ingeniosos y viscerales enfundados en palabras muy acertadas. Algo anárquica, demasiado espiritual en momentos que no lo precisan y que se convierte en una combinación de escenas precisas con neuras psicológicas, eso sí rodadas con mucho estilo y elegancia. Gran diseño de producción, fotografía e iluminación nocturna y una música escogida para cubrir la continua fiesta sutil que aflora entre escena y escena. Adolece de un argumento convincente que empaque una producción con muchos elementos interesantes.
8
1 de diciembre de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que André Breton si sabía la respuesta, yo desde luego no.

No me reconozco en el espejo, cada mañana, como si de una instantánea se trátese, soy más consciente de las cicatrices, las marcas, las canas que nacen de mis sienes. Unos se arrancarán los pelos canosos como quien se amputa una pierna gangrenosa, y otros ocultarán sus marcas con químicos y potajes; mas siempre me he creído por encima de ello, nunca he hecho caso a esas instantáneas que me mostraban una evidente decadencia fruto de las fustas y abrasiones a las que me he visto sometido toda mi vida, pero hoy entiendo que mi frivolidad solo es una forma de esconder la debilidad que a todos nos acecha, unos en forma de talón, y otros en forma de flecha.
Los conductos sociales por los que unos surfean, yo nado, y los elementos de los que genuinamente me siento orgulloso, no son sino eventos pasados, refugio de mis fragilidades.

Siendo yo, alguien auténticamente reflexivo, y que, en conocimiento de causa, hasta este momento osaría saber reconocer sus carencias, como voy a saber yo discernir entre el Jep Gambardella lustroso escritor de punta en blanco, o el viejo desgraciado que yace en un sillón ajado.

Quien sería yo para criticar al pobre Romano, viejo desdichado, sombra de sus pretensiones y navegante de su miserable presente, al igual que cualquiera de esas carcasas inertes que pretender ser lo que muestran y no lo que hacen, retroalimentando ese “remolino de mundanidad”.

Me gusta entender “La grande belleza” como ese evento tan efímero a la par que inspirador que es la juventud, fuente de lascivia y viveza, belleza desmedida y ambrosia fugaz, raíz de las inspiraciones de nuestro protagonista, y por supuesto de su ya lejana obra…

Reprocho a la cinta su escaso esfuerzo por establecer y desarrollar conflictos, siendo en su lugar una sucesión de moralejas sin remate; una cruda representación reiterativa de lo que esta pretende plasmar, pero supongo que ojos del director, las mejores congas son aquellas que no llevan a ninguna parte…
5
2 de diciembre de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un escritor promisorio ve sumergida su inspiración en la maraña ilusoria de festicholas, lujuria y superficialidad de la alta burguesía romana. Vive la noche con el cinismo y desesperanza de quien se ve rodeado de gente que desprecia.

Un conocido director de cine en crisis existencial y estancado en el desarrollo de su última película tiene un encuentro con un alto representante de la iglesia entre las brumas de un baño turco. En un contrapicado hablando a las alturas a través de un ventiluz se confiesa “ Eminencia no soy feliz” a lo que el santo niega la vida fuera de la iglesia y le cierra lentamente la ventana, dejándolo más solo y vacío que antes.

El director de cine quiere ser capaz de dejar todo y consagrarse a una idea, encontrar una chica bellísima niña y mujer, auténtica y radiante que sea su salvación y le haga mas tolerable la vida. Recuperar el amor que quedo atrás en la pureza de la adolescencia y que nunca pudo recuperar.

Se da cuenta finalmente que palabras sonidos muchedumbre nos ahogan y nos aíslan de lo esencial. El artista que no tiene nada que decir debe guardar silencio como lo expresó Mallarmé con la página en blanco o Rimbaud que renunció a escribir.
Pero también descubre que el artista no debe temer mostrar el catálogo de sus errores, atar los pedazos de sus miserias, alegrías, recuerdos y sueños con los retazos de gente que no se supo amar. Debe quererlos porque son su esencia, en eso radica la gran belleza de la vida y encuentra al fin su liberación aceptándose, mostrando a la gente lo que se es realmente, sepultado antes bajo todo lo que él quería ser.
Cualquier amante del cine sabrá por supuesto que el primer párrafo alude a La Dolce Vita y todos los demás a 8 y medio.
Si no fuera admirador de Fellini y esas dos obras maestras ( principalmente la magistral 8 y medio) me habría gustado la película de Sorrentino. Pero hay demasiadas similitudes envueltas en grandiosos movimientos de cámara que me hacen pensar que más que una obra original La Grande Belleza parece ser un homenaje a esas dos películas. La similitudes son tantas que me limité a lo esencial, donde por supuesto abundan las monjitas fellinianas, las vedetongas exuberantes y decadentes, el amigo con su joven e interesada amante y hasta una enana. Sorrentino transforma la página en blanco de Mallarmé en el libro sobre la nada de Rimbaud (ni siquiera cambió la nacionalidad del escritor) y hasta el religioso para dejar sin consuelo al protagonista en lugar del ventiluz del baño turco le sube lentamente el vidrio de un auto.
10
21 de septiembre de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película muy arriesgada, se puede tener la tentación de abandonarla, sobre todo al principio, pero no se hace, porque te atrapa, porque quieres seguir mirando, esa es la palabra, esas imágenes, esos ambientes, esos personajes. Al menos eso es lo que me ha pasado a mí. Es arriesgada porque no es fácil contar lo que cuenta, y la forma de contarlo es lo mejor de este film. Hay que dominar mucho un medio, y estar muy seguro de ese dominio, para abordar y conseguir esta obra cruda y delicada, llena de sensibilidad, lirismo y de ternura a la vez que de amargura, aspereza e impiedad. Imágenes bellas, inquietantes, impactantes y también irreales y duras en algún momento.
Después de verla que cada uno la interprete y saque sus propias conclusiones según su edad y sus vivencias. Yo he sacado las mías aunque no quiero aburrirles con ellas. Vean la película para obtener las suyas.
Así son las grandes narraciones, las que al final permiten interpretaciones que normalmente serán distintas por parte de cada espectador. Interpretaciones de lo que se ha querido contar, no de lo que "superficialmente" cuenta, que está muy claro.
Y también como las grandes narraciones uno desea disfrutarla más de una vez.
Contiene además escenas y planos inolvidables para mi historia del cine.
Decadente, tierna, dura y bella como otras grandes películas italianas, como las grandes películas de Federico Fellini que tanto amo.
9
7 de enero de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchos momentos para no olvidar en "La gran belleza", una de esas raras películas que acerca el cine de intelectuales al más mundano espectador de sofá y devorador de plataformas. Yo creo que por eso no gusta a todos y por eso me ha gustado a mí, que para eso tecleo estas palabras y que por otra parte quedarán sepultadas bajo las anteriores casi trescientas críticas. Pero quería escribir sobre Sorrentino, un tío que se echa para adelante sin complejos, con canciones remasterizadas de Raffaella Carrá y a lomos de un personaje con el que caminaremos cogidos de su mano para conocer la máxima expresión de la decrepitud. No es una película de unánimes opiniones, porque el intelectual dirá que es accesible a todos y el espectador más básico se va a aburrir con sus más de dos horas.

No pasa nada y pasa de todo, pero sobre todo hay momentos para no olvidar. Confesiones a flor de piel, bofetadas de realidad, personajes que pululan alrededor de nuestro protagonista que servirían cada uno para otra película y, ya lo diré por fin, la incuestionable fascinación que produce una fotografía y un uso de la cámara (joder, estamos hablando de cine) que nos acerca a la belleza absoluta. Los fotogramas que decidió montar Sorrentino están medidos y calculados al milímetro, lo mismo enseñándonos jaulas de oro como el paseo de un cura por un parque o a Jeb, nuestro cicerone, en un restaurante. No me olvido de la gran pregunta; ¿por qué no volviste a escribir?; joder, hasta yo lo entendí, ¿qué necesidad había de estropear algo tan hermoso y bello como es el máximo esplendor de la juventud?; y una última pregunta; ¿qué fue de Ramona?; qué más da....
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