Un buen año tiene quizás el peor pecado para una comedia, y es que no hace reir ni de lejos. Russell Crowe, que por buen actor que sea según dicen sus 2 oscars hacer reir no es lo suyo (al menos no en una comedia), y por más que se esfuerza no consigue sacar adelante su papel de alto ejecutivo de las finanzas que hereda de su tío un viñedo en Francia, que viaja a Francia para liquidar la herencia. Las situaciones no resultan divertidas y la historia es totalmente previsible y aburrida en una Francia por lo demás tópica. En fin, la peor película de Ridley Scott en años.

Este film me ha resultado bastante aguado, bastante simple y en ocasiones bastante tonto por culpa de las escenas cómicas que son exageradas y que no causan ninguna gracia.

Si algo bueno tiene es el poder disfrutar aunque sólo sea en ficción de ver todo lo que tiene el protagonista al alcance de su mano, y hacer un poco nuestro ese sueño durante la duración de la película, al igual que nos venden la moto con la lotería en el anuncio de los viñedos. Bueno claro, y también el mensaje final que es en el que se sustenta todo el peso del guión y que como digo al principio es totalmente predecible, pero bueno, es un mensaje positivo que hay que tener en cuenta al fin y al cabo. Pero la película en su conjunto es bastante flojita a mi parecer.

Saludos.

Hacía tiempo que no me aburría (e indignaba) tanto viendo una peli.Sólo se libran las preciosas localizaciones, pero los fallos son innumerables. ¿Este es el director de Thelma y Louise? Imposible

Vi esta película porque era de Ridley Scott con Russell Crowe. La cosa prometía. Pero no era lo que parecía. Evidentemente ambos son buenos profesionales, pero supongo que querían hacer una película comercial para ganar dinero. Una película ñoña sin pretensiones que gustara a aquellos a los que no les gusta verdaderamente el cine y que sólo van de vez en cuando y quieren algo fácilón para pasar el rato. Algo mediocre. Imagino que querían hacer eso. Y vaya si lo consiguieron. Son grandes profesionales.

Si ya de por si la mayor parte de las comedias románticas suelen ser unas empanadas, esta película que puede calificarse con rubor como "comedia romántica para hombres" resulta completamente indigesta. Una nadería rimbombante y pretenciosa pero tan aburrida, mema e intrascendente que a uno le cuesta comprender como alguien se ha atrevido a rodar algo con tan poco material. Y que encima esté dirigida por el otrora buen director Ridley Scott. Ni que decir tiene que en esta "Un buen año" no hay sombra del estilo del británico aunque para ser justo tampoco lo hay de inteligencia, talento o gracia. Por decirlo claro, en ningún momento hay siquiera un amago de sonrisa, ni tampoco algo que muy remotamente te toque la fibra sensible. Sólo payasadas, tópicos, dudas absurdas, pamplinas y recuerdos tirando a repipis. Lo suficiente como para condenar por completo cualquier obra que pretenda hacerse pasar por una comedia romántica.

"Un buen año" parte del grave inconveniente de contar con un protagonista, Max (Russell Crowe, que me da la sensación que se ha quedado para siempre como el de "Una mente maravillosa" ¿Será que Jennifer Connelly lo puso tonto?), que no te puede caer peor en menos tiempo. Un absoluto impresentable. Afortunadamente nada más llegar a Provenza, con el calorcito y los recuerdos de su tío, cuyas enseñanzas tan valiosas incluyen beber vino o falsificar su letra, se metamorfosea en alguien más humano. Más adelante volverá a mutar para dejar de ser un auténtico canalla que usa a las mujeres sin ningún pudor y convertirse en un devoto y fiel enamorado. Eso si, de la tía más impresentable de esa parte de Francia. Una mujer libre y emancipada, que sólo se encama con aquellos que van de paso para no tener complicaciones de ningún tipo. Muy progre y feminista pero siempre en lo alto de la escala social, propietaria de un bistrot, nada de empleada, faltaría más.

Como decía, "Un buen año" va de parida en parida (¿cómo va arreglar esa casa en 72 horas encima haciendo chuflas y jugando al tenis?) hasta que uno descubre que detrás de esta hojarasca no hay nada más. Ni sorpresa con el vino, ni con la supuesta hija (una muy guapa Abbie Cornish), de la que sólo deseaba que saliera indemne de tanto hombre, ni nada de nada. Todo tan simple como previsible. Visto lo visto me pregunto que quién se puede sentirse identificado con este soberbio y desaprensivo ricachón. Si al menos hubiera una evolución más o menos creíble o se le sometiera a un escarmiento para que nos riamos de él. Pero nada. Además, esa es otra, valiente dilema al que se le somete. ¿Quieres ser rico y seguir siendo operador de bolsa? ¿O bien retirarte a una vida tranquila y "familiar" en tus propiedades de la Provenza más rico todavía? Menuda duda existencial. Pero ¿alguien que no sea un snob de cuidado puede tomarse en serio esta historia y este dilema?