El retrato de Dorian Gray
5.0
17,141
Drama. Thriller
Dorian Gray (Ben Barnes) es un joven aristócrata muy atractivo que, después de haber pasado una solitaria adolescencia en el campo, regresa a Londres, donde ha heredado una mansión. Atraído por la vida nocturna, se sumerge en ella de la mano de Lord Henry Wottom (Colin Firth), que lo conduce a los antros más recónditos y sórdidos de la ciudad. Al joven le fascina el estilo de vida decadente y amoral de Wotton. Por otra parte, su ... [+]
2 de noviembre de 2010
2 de noviembre de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película mal aprovechada a una idea muy interesante y a una buena novela de Wilde. Película que no termina de enganchar en ningún momento y hace que bosteces en más de una ocasión.
No muy recomendable.
No muy recomendable.
15 de enero de 2011
15 de enero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me dispuse a verla esperando encontrarme con un film interesante (he de decir que no he leído el libro), y me topé con una narración aburrida, con pocos altibajos y con un Colin Firth que se salva únicamente de la quema.
La película en su fase intermedia es un continuo flujo de imágenes eróticas sin venir a cuento; utilizando este recurso una sola vez hubiera estado bien, pero abusar de él como ocurre en la película es excesivo.
El intento de darle unas pinceladas de terror es nefasto, ya que lo hacen, háganlo bien por favor.
El protagonista, Ben Barnes, no siente bien el papel, creo que le queda grande, aunque viendo que su trabajo principal, es de Principe Caspian, ya dice bastante.
El desenlace te lo imaginas desde el principio, por tanto o el libro no es muy bueno (que no lo sé) o la adaptación es pésima (sinceramente, creo que ocurre lo segundo)
En resumen se trata de una película totalmente prescindible, no la recomiendo para nada.
La película en su fase intermedia es un continuo flujo de imágenes eróticas sin venir a cuento; utilizando este recurso una sola vez hubiera estado bien, pero abusar de él como ocurre en la película es excesivo.
El intento de darle unas pinceladas de terror es nefasto, ya que lo hacen, háganlo bien por favor.
El protagonista, Ben Barnes, no siente bien el papel, creo que le queda grande, aunque viendo que su trabajo principal, es de Principe Caspian, ya dice bastante.
El desenlace te lo imaginas desde el principio, por tanto o el libro no es muy bueno (que no lo sé) o la adaptación es pésima (sinceramente, creo que ocurre lo segundo)
En resumen se trata de una película totalmente prescindible, no la recomiendo para nada.
24 de enero de 2011
24 de enero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El libro está mucho mejor” esta frase la hubiera utilizado como recurso, para hacerme cochambrosamente el interesante, en una cita después de haber salido del cine. Pero como aquí no es el caso y además hace mucho que leí el libro y no lo recuerdo lo suficiente para entrar en comparaciones, solo me queda decir que lo que más me marcó del libro fueron los cítricos comentarios de Lord Henry; que curiosamente, a mi parecer, es lo único mejor de la película.
Para que no se remueva mucho el Sr. Wilde en su tumba, habrá que decir que tampoco esta película destroza mucho la melodía de su libro -afortunadamente no hay un retrato de Dorian paseándose por Londres como si de un zombi se tratara- aunque puede que sí se le haya añadido algún que otro desafortunado arreglillo, a modo de punteo metálico y solo de batería, para más que nada buscar el sobresalto de algún adormilado. O quizás, también, sea para intentar acercar el libro a un público más joven, convenciendo con su moraleja final algo conservadora que si eres muy Dorian Grey acabaras en el infierno o más solo que la una. Por cierto, moraleja que no recordaba para nada del libro... !Qué manera más cochambrosa de dar la vuelta a tortilla¡
Para que no se remueva mucho el Sr. Wilde en su tumba, habrá que decir que tampoco esta película destroza mucho la melodía de su libro -afortunadamente no hay un retrato de Dorian paseándose por Londres como si de un zombi se tratara- aunque puede que sí se le haya añadido algún que otro desafortunado arreglillo, a modo de punteo metálico y solo de batería, para más que nada buscar el sobresalto de algún adormilado. O quizás, también, sea para intentar acercar el libro a un público más joven, convenciendo con su moraleja final algo conservadora que si eres muy Dorian Grey acabaras en el infierno o más solo que la una. Por cierto, moraleja que no recordaba para nada del libro... !Qué manera más cochambrosa de dar la vuelta a tortilla¡
8 de febrero de 2011
8 de febrero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna es difícil adaptar una novela sobre la gran pantalla (la historia lo demuestra), y más difícil es complacer a las personas que la han leído, mas si es conocida globalmente. Pero esta película no complace ni a los incautos que aun no la han leído; y esto es muy mala señal.
Intento fallido de película de terror-acción-drama, desviándose de la idea original, que no agrada ni a unos ni a otros. Espantosa adaptación, que además apartándonos si es buena o no esta, es una película que aburre y solo esperas que termine.
MI RECOMENDACIÓN: No la veas. Ni siquiera no tengas nada mejor que hacer. En definitiva, navega por internet o léete un libro o una revista o has zapping en la televisión, pero no te acerques a esta película.
Intento fallido de película de terror-acción-drama, desviándose de la idea original, que no agrada ni a unos ni a otros. Espantosa adaptación, que además apartándonos si es buena o no esta, es una película que aburre y solo esperas que termine.
MI RECOMENDACIÓN: No la veas. Ni siquiera no tengas nada mejor que hacer. En definitiva, navega por internet o léete un libro o una revista o has zapping en la televisión, pero no te acerques a esta película.
2 de abril de 2012
2 de abril de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El retrato de Dorian Gray”, de Oliver Parker, es una película elegante, aterradora y arquetípica, una nueva y bien resuelta versión del clásico cuento de Oscar Wilde. Su historia se desarrolla en la Inglaterra victoriana y nos presenta la tragedia de un joven aristócrata, muy apuesto, quien es la admiración de las damas y la envidia de sus congéneres. La película trabaja muy bien la ambientación de la época con elegantes vestuarios y decorados muy finos, pero la excelente fotografía y sobre todo la gran actuación de los protagonistas: Ben Barnes, Ben Chaplin y Colin Firth hacen que la obra no se quede anquilosada en el pasado, sino que mueva a buen ritmo y se perciba muy actual.
Pero lo que realmente hace interesante la obra es la aterradora historia inventada por Wilde: Dorian Gray es un caballero que busca inmortalizar su juventud y belleza, para ello contrata a un pintor, quien hace un fiel retrato de su figura; pero un mal amigo incita a Dorian a ir más allá, le dice que puede preservar sus atributos de forma permanente en su propia persona, que sólo tiene que desearlo ardientemente y solicitarlo al siniestro poder que domina los pecados de la carne, el reino de las apariencias. Dorian Gray se decide, se arriesga, lo apuesta todo, y todo lo que tiene es su alma, su ego lleno de vanidad y narcisismo. El trato es simple: Dorian Gray sí envejecerá, pero no en la carne, sino en el cuadro fatídico que compró, éste permanecerá oculto, velado, mientras Dorian Gray disfruta sin medida de su juventud y hermosura en una vorágine de pansexualismo y hedonismo.
Wilde tuvo la genialidad de inventar un arquetipo espiritual del ser humano, en realidad él es el pintor que retrata con maestría el alma humana, porque en su personaje Dorian Gray nos vemos reflejados todos los hombres, quienes oculta o abiertamente albergamos la vanidad, sea ésta de la juventud, la belleza o el poder, y vendemos nuestras almas al pecado para disfrutar momentos fugaces de actos hedonistas, carnales y hasta bestiales, instantes en los que nos creemos eternos, fuertes y divinos; pero después de aquella crápula inmoral desvelamos el retrato de nuestro verdadero yo, en el cual nos vemos feos y decrépitos, pues el pecado se ha cobrado inexorablemente la factura.
No sé si la intención de Wilde fue moralista, o si incoscientemente actuó como un profeta, pero lo cierto es que su parábola es una poderosa advertencia para no vendernos al mal, el cual siempre paga con la muerte, sino cuidar lo más preciado que tenemos, que es nuestra alma. Al menos yo así entendí el cuento de Oscar Wilde, desde la primera vez que lo leí cuando era niño, y la película de Oliver Parker me lo ha venido a recordar.
Pero lo que realmente hace interesante la obra es la aterradora historia inventada por Wilde: Dorian Gray es un caballero que busca inmortalizar su juventud y belleza, para ello contrata a un pintor, quien hace un fiel retrato de su figura; pero un mal amigo incita a Dorian a ir más allá, le dice que puede preservar sus atributos de forma permanente en su propia persona, que sólo tiene que desearlo ardientemente y solicitarlo al siniestro poder que domina los pecados de la carne, el reino de las apariencias. Dorian Gray se decide, se arriesga, lo apuesta todo, y todo lo que tiene es su alma, su ego lleno de vanidad y narcisismo. El trato es simple: Dorian Gray sí envejecerá, pero no en la carne, sino en el cuadro fatídico que compró, éste permanecerá oculto, velado, mientras Dorian Gray disfruta sin medida de su juventud y hermosura en una vorágine de pansexualismo y hedonismo.
Wilde tuvo la genialidad de inventar un arquetipo espiritual del ser humano, en realidad él es el pintor que retrata con maestría el alma humana, porque en su personaje Dorian Gray nos vemos reflejados todos los hombres, quienes oculta o abiertamente albergamos la vanidad, sea ésta de la juventud, la belleza o el poder, y vendemos nuestras almas al pecado para disfrutar momentos fugaces de actos hedonistas, carnales y hasta bestiales, instantes en los que nos creemos eternos, fuertes y divinos; pero después de aquella crápula inmoral desvelamos el retrato de nuestro verdadero yo, en el cual nos vemos feos y decrépitos, pues el pecado se ha cobrado inexorablemente la factura.
No sé si la intención de Wilde fue moralista, o si incoscientemente actuó como un profeta, pero lo cierto es que su parábola es una poderosa advertencia para no vendernos al mal, el cual siempre paga con la muerte, sino cuidar lo más preciado que tenemos, que es nuestra alma. Al menos yo así entendí el cuento de Oscar Wilde, desde la primera vez que lo leí cuando era niño, y la película de Oliver Parker me lo ha venido a recordar.
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