Golpe de suerte en París
2023 

6.3
7,454
Romance. Comedia. Drama
Fanny y Jean parecen el matrimonio ideal: ambos son profesionales consumados, viven en un precioso apartamento en un exclusivo barrio de París y parecen tan enamorados como cuando se conocieron. Pero cuando Fanny se cruza accidentalmente con Alain, un antiguo compañero de instituto, cae rendida a sus pies. Pronto vuelven a verse y se acercan cada vez más... (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2024
7 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Allen retorna (y van unas cuantas) a una de sus obsesiones: el azar. Antes lo hizo mejor (‘Delitos y faltas’ o ‘Match point’). Los diálogos son menos chispeantes, la trama criminal es perezosa y al retrato de la clase alta francesa le falta colmillo. Se ve bien, pero no entusiasma; el listón del genio neoyorquino está muy alto. Visualmente es deliciosa (Storaro) y el final es resultón. Suerte, Woody, es disfrutarte una vez más.
@pildoras_de_cine
@pildoras_de_cine
29 de enero de 2025
29 de enero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
«El tren se mete en un túnel… oscuro, siniestro, aterrador… entonces veo el verdadero rostro de la existencia… y cuando salgo del túnel… ya no soy el mismo», son las palabras de Jean, el marido de Fanny, hablando con su suegra. Parece un lugar común, algo dicho al pasar por este asesor financiero. Difícil distinguir la realidad o la esencia de una persona, hay gente transparente y otra que debe intervenir esa realidad, usar máscaras, para encajar en una existencia inventada.
Es un placer disfrutar de los guiones del neoyorkino, encuadres perfectos a cargo de Vittorio Storaro y una partitura de excelencia. El montaje es cuidado y no existen escenas redundantes, pero el montaje musical para enlazar esas escenas es la marca distintiva de este fanático del jazz.
El tema de Herbie Hancock, Cantaloupe Island, es perfecto… Allen ha escogido una pieza que escuchaba por el año 96. Compuesta en esos años junto a Miles Davis y que bifurcaba en dos significados: noches bohemias llenas de humo y por otro lado la traición de una pareja de entonces.
La música y la ciudad son un universo perfecto y ellos se muestran sin máscaras. El montaje al ritmo de jazz resuma verdad, es una delicia esta mirada enamorada del cineasta, quizás un recuerdo del pasado.
Jean es un burgés acostumbrado a las vitrinas, que los demás admiren a su esposa perfecta y todos los lugares comunes de un nuevo rico, cuya infancia atormentada canaliza en una enfermiza pasión por los trenes eléctricos, que en su imaginación lo salvan de lo oscuro y siniestro.
Si la primera parte era ágil y ensoñadora, en la segunda el director pone freno de mano. En adelante todo será impostado y Jean ha sacado del camino a su contrincante, de la peor manera. Resuelve sus problemas de forma drástica para volver al cuento original, parece no importarle que ella se haya enamorado de otra persona en tanto el resto vea ese ficticio cuento de hadas.
El retrato de la burguesía es despiadado y recuerda al mejor Buñuel. Vacío existencial de seres que deben hacer trampa porque no tienen nada que ofrecer.
Alain le obsequió poesía, palabras nunca rebuscadas, tan distintas al discurso artificioso de Jean ante la madre de Fanny.
Un golpe de suerte reunió a los amantes, esos momentos no se borrarán, y otro golpe de suerte ajustará las cuentas de la realidad.
Es genial cuando un realizador se transporta a otra época y lo hace con tanta gracia. Woody Allen trajo de vuelta recuerdos dolorosos, fui traicionado por una mujer fascinante que me engaño con su exesposo, no es broma.
Bailábamos otra versión en la Batuta, Cantaloop de US3, versión funky de la pieza original de Hancock. Ella al medio de la pista disfrutando de un vodka tonic. Era el hombre más feliz del mundo y ese recuerdo permanece, quise denunciar al tipo por traficar con drogas, pero no valía la pena.
La policía no conduce a nada bueno, hay que asumir que esa mujer ya no te ama y escribir el dolor.
Visionar a Woody Allen permite superar esos duros momentos.
Es un placer disfrutar de los guiones del neoyorkino, encuadres perfectos a cargo de Vittorio Storaro y una partitura de excelencia. El montaje es cuidado y no existen escenas redundantes, pero el montaje musical para enlazar esas escenas es la marca distintiva de este fanático del jazz.
El tema de Herbie Hancock, Cantaloupe Island, es perfecto… Allen ha escogido una pieza que escuchaba por el año 96. Compuesta en esos años junto a Miles Davis y que bifurcaba en dos significados: noches bohemias llenas de humo y por otro lado la traición de una pareja de entonces.
La música y la ciudad son un universo perfecto y ellos se muestran sin máscaras. El montaje al ritmo de jazz resuma verdad, es una delicia esta mirada enamorada del cineasta, quizás un recuerdo del pasado.
Jean es un burgés acostumbrado a las vitrinas, que los demás admiren a su esposa perfecta y todos los lugares comunes de un nuevo rico, cuya infancia atormentada canaliza en una enfermiza pasión por los trenes eléctricos, que en su imaginación lo salvan de lo oscuro y siniestro.
Si la primera parte era ágil y ensoñadora, en la segunda el director pone freno de mano. En adelante todo será impostado y Jean ha sacado del camino a su contrincante, de la peor manera. Resuelve sus problemas de forma drástica para volver al cuento original, parece no importarle que ella se haya enamorado de otra persona en tanto el resto vea ese ficticio cuento de hadas.
El retrato de la burguesía es despiadado y recuerda al mejor Buñuel. Vacío existencial de seres que deben hacer trampa porque no tienen nada que ofrecer.
Alain le obsequió poesía, palabras nunca rebuscadas, tan distintas al discurso artificioso de Jean ante la madre de Fanny.
Un golpe de suerte reunió a los amantes, esos momentos no se borrarán, y otro golpe de suerte ajustará las cuentas de la realidad.
Es genial cuando un realizador se transporta a otra época y lo hace con tanta gracia. Woody Allen trajo de vuelta recuerdos dolorosos, fui traicionado por una mujer fascinante que me engaño con su exesposo, no es broma.
Bailábamos otra versión en la Batuta, Cantaloop de US3, versión funky de la pieza original de Hancock. Ella al medio de la pista disfrutando de un vodka tonic. Era el hombre más feliz del mundo y ese recuerdo permanece, quise denunciar al tipo por traficar con drogas, pero no valía la pena.
La policía no conduce a nada bueno, hay que asumir que esa mujer ya no te ama y escribir el dolor.
Visionar a Woody Allen permite superar esos duros momentos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Fanny engaña a Jean con un compañero del liceo de Nueva York: Alain, escritor que de pronto desaparece y ha olvidado la única copia de su manuscrito, detalle que devela el fin de un plan retorcido.
La película se transformará en una comedia negra cercana al thriller. Alain y Fanny se han reencontrado en París, un momento casual despertará recuerdos de su amor platónico, aunque esta vez será correspondido.
Alain no es un escritor snob que gusta de la poesía. Es directo y las palabras surgen sin esfuerzo como muestra de su amor. Allen se salta el sexo y detiene la cámara en detalles deliciosos, paseos por la ciudad, copas de vino frente a una buhardilla. Los amantes sólo requieren estar al lado del otro, mientras el marido descubre el affaire al contratar a un investigador privado.
Jean es un burgés acostumbrado a las vitrinas, que los demás admiren a su esposa perfecta y todos los lugares comunes de un nuevo rico, cuya infancia atormentada canaliza en una enfermiza pasión por los trenes eléctricos, que en su imaginación lo salvan de lo oscuro y siniestro.
Si la primera parte era ágil y ensoñadora, en la segunda el director pone freno de mano. En adelante todo será impostado y Jean ha sacado del camino a su contrincante, de la peor manera. Resuelve sus problemas de forma drástica para volver al cuento original, parece no importarle que ella se haya enamorado de otra persona en tanto el resto vea ese ficticio cuento de hadas.
Alain le obsequió poesía, palabras nunca rebuscadas, tan distintas al discurso artificioso de Jean ante la madre de Fanny.
La película se transformará en una comedia negra cercana al thriller. Alain y Fanny se han reencontrado en París, un momento casual despertará recuerdos de su amor platónico, aunque esta vez será correspondido.
Alain no es un escritor snob que gusta de la poesía. Es directo y las palabras surgen sin esfuerzo como muestra de su amor. Allen se salta el sexo y detiene la cámara en detalles deliciosos, paseos por la ciudad, copas de vino frente a una buhardilla. Los amantes sólo requieren estar al lado del otro, mientras el marido descubre el affaire al contratar a un investigador privado.
Jean es un burgés acostumbrado a las vitrinas, que los demás admiren a su esposa perfecta y todos los lugares comunes de un nuevo rico, cuya infancia atormentada canaliza en una enfermiza pasión por los trenes eléctricos, que en su imaginación lo salvan de lo oscuro y siniestro.
Si la primera parte era ágil y ensoñadora, en la segunda el director pone freno de mano. En adelante todo será impostado y Jean ha sacado del camino a su contrincante, de la peor manera. Resuelve sus problemas de forma drástica para volver al cuento original, parece no importarle que ella se haya enamorado de otra persona en tanto el resto vea ese ficticio cuento de hadas.
Alain le obsequió poesía, palabras nunca rebuscadas, tan distintas al discurso artificioso de Jean ante la madre de Fanny.
12 de abril de 2025
12 de abril de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Con Golpe de suerte, Woody Allen firma su película número 50. Rodada en París, con reparto francés y diálogos en francés, la cinta confirma dos cosas: que Allen sigue siendo un narrador elegante y que su fórmula, aunque gastada, aún funciona si no se le exige demasiado.
La historia es sencilla: una mujer casada con un empresario rico se reencuentra por azar con un antiguo compañero de estudios. Ese encuentro provoca un romance que desemboca en celos, tensiones familiares y crimen. La película transita entre el drama íntimo, el suspense ligero y el humor irónico. El tema de fondo, como en Match Point o Delitos y faltas, es la suerte, esa fuerza arbitraria que decide destinos.
Allen no arriesga. Repite estructuras, situaciones y obsesiones ya vistas en su cine: el adulterio, la culpa, la apariencia, el azar como mecanismo narrativo. Pero lo hace con oficio. La puesta en escena es sobria, la fotografía de Vittorio Storaro convierte el otoño parisino en un escenario hermoso, y Lou de Laâge, la protagonista, aporta frescura y carisma.
Sin embargo, el guion es menos brillante de lo habitual. Los diálogos carecen del ingenio afilado al que Allen nos tenía acostumbrados. Hay escenas que avanzan por inercia, y personajes algo planos. El final, aunque eficaz, no sorprende si uno conoce la trayectoria del director.
Golpe de suerte no es una gran película, pero tampoco es un fracaso. Es menor dentro de su filmografía, pero tiene momentos de ritmo, ironía y lucidez. No renueva nada, pero entretiene con clase.
La historia es sencilla: una mujer casada con un empresario rico se reencuentra por azar con un antiguo compañero de estudios. Ese encuentro provoca un romance que desemboca en celos, tensiones familiares y crimen. La película transita entre el drama íntimo, el suspense ligero y el humor irónico. El tema de fondo, como en Match Point o Delitos y faltas, es la suerte, esa fuerza arbitraria que decide destinos.
Allen no arriesga. Repite estructuras, situaciones y obsesiones ya vistas en su cine: el adulterio, la culpa, la apariencia, el azar como mecanismo narrativo. Pero lo hace con oficio. La puesta en escena es sobria, la fotografía de Vittorio Storaro convierte el otoño parisino en un escenario hermoso, y Lou de Laâge, la protagonista, aporta frescura y carisma.
Sin embargo, el guion es menos brillante de lo habitual. Los diálogos carecen del ingenio afilado al que Allen nos tenía acostumbrados. Hay escenas que avanzan por inercia, y personajes algo planos. El final, aunque eficaz, no sorprende si uno conoce la trayectoria del director.
Golpe de suerte no es una gran película, pero tampoco es un fracaso. Es menor dentro de su filmografía, pero tiene momentos de ritmo, ironía y lucidez. No renueva nada, pero entretiene con clase.
20 de abril de 2025
20 de abril de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Algunas de las últimas películas de Woody Allen en el continente europeo no habían sido nada satisfactorias para el director de Nueva York. La que le dedicó a Roma ("A Roma con Amor") o la más reciente que tenía el festival de cine de San Sebastián como protagonista ("Rifkin´s Festival") no gustaron en absoluto y fracasaron.
En consecuencia, podía ser descabellado querer despedirse del mundo del cine rodando fuera de Nueva York (la reciente "Día de Lluvia en Nueva York" fue un acierto sin ir más lejos) y hacerlo en otro idioma. Sin embargo, "Un Golpe de Suerte" no podría ser mejor para terminar la prolífica carrera de Woody Allen que no olvidemos, es el autor de todos los guiones de sus películas.
De hecho, "Golpe de Suerte" supone nada más y nada menos que la película número 50 de Woody Allen y está rodada con una maestría inigualable para una persona que tenía 83 años en el momento de realizarse y el guion es de los mejores de Woody Allen en los últimos 15 años.
La protagonista es la actriz francesa Lou de Laâge (nacida en Burdeos en el año 1990) que parece tener una vida idílica con su gran trabajo en París y su respetado matrimonio. No obstante, un inesperado reencuentro con un antiguo amor de adolescencia cambiará su aparente vida perfecta.
Recientemente, la película francesa "Anatomía de una Caída" ganó la palma de Oro en Cannes. La misma pretendía ser profunda con ínfulas feministas pero era un terrible tostón. Woody Allen con mimbres menos pretenciosos y ruidosos ha rodado una mejor película utilizando el mismo idioma.
Ser el autor de 50 películas no es ningún hito menor y no era sencillo encontrar un perfecto epílogo final. Woody Allen lo ha conseguido con "Un Golpe de Suerte".
En consecuencia, podía ser descabellado querer despedirse del mundo del cine rodando fuera de Nueva York (la reciente "Día de Lluvia en Nueva York" fue un acierto sin ir más lejos) y hacerlo en otro idioma. Sin embargo, "Un Golpe de Suerte" no podría ser mejor para terminar la prolífica carrera de Woody Allen que no olvidemos, es el autor de todos los guiones de sus películas.
De hecho, "Golpe de Suerte" supone nada más y nada menos que la película número 50 de Woody Allen y está rodada con una maestría inigualable para una persona que tenía 83 años en el momento de realizarse y el guion es de los mejores de Woody Allen en los últimos 15 años.
La protagonista es la actriz francesa Lou de Laâge (nacida en Burdeos en el año 1990) que parece tener una vida idílica con su gran trabajo en París y su respetado matrimonio. No obstante, un inesperado reencuentro con un antiguo amor de adolescencia cambiará su aparente vida perfecta.
Recientemente, la película francesa "Anatomía de una Caída" ganó la palma de Oro en Cannes. La misma pretendía ser profunda con ínfulas feministas pero era un terrible tostón. Woody Allen con mimbres menos pretenciosos y ruidosos ha rodado una mejor película utilizando el mismo idioma.
Ser el autor de 50 películas no es ningún hito menor y no era sencillo encontrar un perfecto epílogo final. Woody Allen lo ha conseguido con "Un Golpe de Suerte".
2 de octubre de 2023
2 de octubre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin necesidad de lamentarse, porque muchos nos acordamos de la suerte sólo cuando es mala.
Y me caen mal las personas que se creen dueñas de su destino. Si lo somos o no es cosa de la relatividad.
Qué prestigio da el dinero. No compra la felicidad, pero sí todo lo demás. Aquí Allen actualiza a Quevedo. Y supongo que a muchos otros sabios.
Justicia poética. Se compara esta película con Delitos y Faltas y con Match Point. El viejo Woody acude en esta ocasión a las altas instancias.
Y me caen mal las personas que se creen dueñas de su destino. Si lo somos o no es cosa de la relatividad.
Qué prestigio da el dinero. No compra la felicidad, pero sí todo lo demás. Aquí Allen actualiza a Quevedo. Y supongo que a muchos otros sabios.
Justicia poética. Se compara esta película con Delitos y Faltas y con Match Point. El viejo Woody acude en esta ocasión a las altas instancias.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here