La cena de los idiotas
1998 

7.1
51,874
Comedia
Pierre Brochant y sus amigos organizan todos los miércoles una cena que es una especie de apuesta: el que invite al idiota más extraordinario será el ganador. Una noche, Brochant está pletórico: ha encontrado una auténtica joya, un idiota integral. Se trata de François Pignon, un chupatintas del Ministerio de Finanzas con una gran pasion por las construcciones hechas a base de cerillas. Lo que Brochant ignora es que Pignon es un ... [+]
26 de enero de 2014
26 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando se puede encontrar en el mundo del cine algún film, que es a la vez, original además de interesante, como es el caso de esta película llamada "La cena de los idiotas", que hace ya tiempo que la vi por primera vez, y me gustó bastante. También da la casualidad de que esta película es francesa y no made in Hollywood, con lo que se demuestra que no son sólo los americanos los únicos que saben hacer buenas películas en el mundo.
El caso es que este curioso film, lo habré visto ya unas cuantas veces, y aún no ha llegado a cansarme, claro que esto es debido a lo estúpenda que es, ya que si no, no sería así, aunque también es cierto que hace ya mucho que no la veo, pero si ahora volviera a verla de nuevo por enesima vez, me seguiría gustando tanto como la primera vez que la vi.
Así que ya sabeís, si alguien está buscando una película original, que sea algo diferente a todo lo que se ve últimamente en el mundo del cine (acción, terror, drama, violencia, etc.) "La cena de los idiotas" puede que esta sea la peli que está buscando (seguramente)
El caso es que este curioso film, lo habré visto ya unas cuantas veces, y aún no ha llegado a cansarme, claro que esto es debido a lo estúpenda que es, ya que si no, no sería así, aunque también es cierto que hace ya mucho que no la veo, pero si ahora volviera a verla de nuevo por enesima vez, me seguiría gustando tanto como la primera vez que la vi.
Así que ya sabeís, si alguien está buscando una película original, que sea algo diferente a todo lo que se ve últimamente en el mundo del cine (acción, terror, drama, violencia, etc.) "La cena de los idiotas" puede que esta sea la peli que está buscando (seguramente)
7 de mayo de 2015
7 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué alivio se siente cuando se ve una comedia de las de verdad, de las que tienen gracia, de las que no ofenden a la inteligencia del espectador y solo deja buen sabor de boca y un grato recuerdo. Lejos quedan una temible mayoría de comedias que se clasifican en dos categorías, a groso modo, las comedietas románticas y los petardos de “caca, culo, pedo, pis” con el sexo y lo escatológico por bandera.
“La cena de los idiotas”, término que ya forma parte del lenguaje coloquial, incluso por quien no ha visto la película, ofrece humor inteligente, que no recurre a los chistes fáciles, ayudado por sus escasos setenta minutos de duración, hacen que sea una grata experiencia. Es cierto, como se ha comentado, que el comienzo es algo endeble, dando la imagen de que nos espera la típica comedia ligera con uno o dos gags buenos, pero pronto abandonamos esa idea cuando la presentación está ya servida y disfrutamos viendo al señor Pignon descolgando el teléfono, lo que augura humor del bueno. La gran labor de los actores, sobretodo la pareja protagonista, engrandecen esta cuasi obra teatral, que se sustenta por completo tanto en el reparto, como en el guión y la labor de dirección.
Una hilarante situación tras otra, en una película totalmente obligatoria. Perdérsela sería digno de una invitación a cenar, desconfíen.
“La cena de los idiotas”, término que ya forma parte del lenguaje coloquial, incluso por quien no ha visto la película, ofrece humor inteligente, que no recurre a los chistes fáciles, ayudado por sus escasos setenta minutos de duración, hacen que sea una grata experiencia. Es cierto, como se ha comentado, que el comienzo es algo endeble, dando la imagen de que nos espera la típica comedia ligera con uno o dos gags buenos, pero pronto abandonamos esa idea cuando la presentación está ya servida y disfrutamos viendo al señor Pignon descolgando el teléfono, lo que augura humor del bueno. La gran labor de los actores, sobretodo la pareja protagonista, engrandecen esta cuasi obra teatral, que se sustenta por completo tanto en el reparto, como en el guión y la labor de dirección.
Una hilarante situación tras otra, en una película totalmente obligatoria. Perdérsela sería digno de una invitación a cenar, desconfíen.
12 de mayo de 2015
12 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cena de los idiotas es una comedia elegante, sofisticada, cuidada. La finalidad es, obviamente, la de toda película de este género, pero logra posicionarse como una alternativa a comedias simplistas carentes de guión y originalidad.
Al igual que otra película francesa, Le prenom, toda (o casi toda) la trama se desarrolla en el apartamento del protagonista. La base, el sustento, la clave de la peli son los diálogos, el guión, los enredos, el devenir de la historia.
Partimos de la siguiente premisa: Un grupo de acaudalados hombres de negocios realiza cada año una cena de idiotas donde cada uno de ellos lleva a un pobre hombre para ridiculizarlo y ver, finalmente,cuál es el más idiota de todos, cuál es el más idiota de entre los idiotas.
La película da una vuelta de tuerca y hace que toda la vida de uno de esos acaudalados y despiadados hombres de negocios este en manos de su idiota.
La historia es, cuanto menos, original y atractiva.
Los enredos, malentendidos y quebraderos de cabeza causados por el idiota son innumerables y realmente brillantes. Ver cómo en una simple velada puede irse por la borda la vida de un hombre que lo tiene todo a causa del hombre del que se intentaba burlar no tiene precio. Infidelidades, abandonos, daño físico, daño psíquico e inspección por fraude fiscal es lo que te espera al cenar con este tío.
Está bien poder ver una comedia de vez en cuando que no se descuida, que no se hace de cualquier manera. Una comedia que presta especial atención al guión, que se molesta en ofrecernos una película entretenida, original y sencilla.
Con La cena de los idiotas cabría destacar, además, dos cosas; El final y la duración.
El final es perfecto. Cuando empezabas a suponer un final convencional te encuentras con que estás ante, con todos mis respetos, el campeón de todos los idiotas.
La duración es la justa y necesaria. No hay por qué alargar la película si resulta innecesario. Es esta la duración ideal, la requerida por la trama, y menos mal que no optaron por estirar lo inestirable.
Al igual que otra película francesa, Le prenom, toda (o casi toda) la trama se desarrolla en el apartamento del protagonista. La base, el sustento, la clave de la peli son los diálogos, el guión, los enredos, el devenir de la historia.
Partimos de la siguiente premisa: Un grupo de acaudalados hombres de negocios realiza cada año una cena de idiotas donde cada uno de ellos lleva a un pobre hombre para ridiculizarlo y ver, finalmente,cuál es el más idiota de todos, cuál es el más idiota de entre los idiotas.
La película da una vuelta de tuerca y hace que toda la vida de uno de esos acaudalados y despiadados hombres de negocios este en manos de su idiota.
La historia es, cuanto menos, original y atractiva.
Los enredos, malentendidos y quebraderos de cabeza causados por el idiota son innumerables y realmente brillantes. Ver cómo en una simple velada puede irse por la borda la vida de un hombre que lo tiene todo a causa del hombre del que se intentaba burlar no tiene precio. Infidelidades, abandonos, daño físico, daño psíquico e inspección por fraude fiscal es lo que te espera al cenar con este tío.
Está bien poder ver una comedia de vez en cuando que no se descuida, que no se hace de cualquier manera. Una comedia que presta especial atención al guión, que se molesta en ofrecernos una película entretenida, original y sencilla.
Con La cena de los idiotas cabría destacar, además, dos cosas; El final y la duración.
El final es perfecto. Cuando empezabas a suponer un final convencional te encuentras con que estás ante, con todos mis respetos, el campeón de todos los idiotas.
La duración es la justa y necesaria. No hay por qué alargar la película si resulta innecesario. Es esta la duración ideal, la requerida por la trama, y menos mal que no optaron por estirar lo inestirable.
16 de enero de 2017
16 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película se presenta como comedia y el tiempo se te pasa volando entre carcajadas no hace falta explicar mucho porque te parece una película excelente. Al principio me da un poco de pena el personaje de Pignon (yo también hago maquetas con cerillas), pero te ríes tanto que eso pasa a un segundo plano, la lástima por el idiota. Porque el guión es tan bueno, es el secreto de esta película, una situación normal se va enrevesando dando lugar a continuos gags y a cada vez más embarazosos problemas para el desafortunado que se quería reír del idiota y le sale el tiro por la culata. Genial comedia.
10 de mayo de 2018
10 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
99/02(03/05/18) El galo Francis Veber creo hace veinte años una de las mejores comedias de las últimas dos décadas, uno de esos films que te ríes a carcajada limpia, y eso en mi es harto complicado, cinta desprovista de sentimentalismos pueriles, se ríe de nuestra sociedad narcisista y arrogante. Son 80 minutos delirantes en su encadenamiento de situaciones desternillantes, y lo mejor es que lo hace desde la naturalidad y fluidez, sin caer en absurdos o simplezas forzadas, todo discurre de modo verosímil. Veber adapta su propia obra de teatro del mismo nombre en la que Jacques Villeret desempeñó el mismo papel. Obra de un ritmo endiablado, donde los gags se desarrollan en un ambiente cuasi-teatral onde la fuerza la transmite la brillante química entre los co-protagonistas, Thierry Lhermitte como el arrogante tipo de la alta sociedad que mira a los demás por encima del hombreo, frente a él un mindundi feucho, regosrdrete, clavo, con su poco cabello enmarañado, un perdedor que no tiene consciencia de ella, entre los dos las chispas saltan a cada momento, a cada gesto, entrelazándose situaciones en un increscendo climático apabullante. Nominado seis veces durante la 24 ª ceremonia del César en 1999, ganó tres premios: mejor actor para Jacques Villeret, mejor actor de reparto por Daniel Prévost y Mejor Guión Original o Adaptado por Francis Veber. Con más de 9 millones de entradas, Le Dîner de Cons es el segundo en la taquilla francesa del año 1998 detrás de Titanic. El personaje encarnado por François Pignon es recurrente en las obras del realizador, es Jacques Brel en “L’Emmerdeur” (guioniza) de Edouard Molinaro, de Pierre Richard en “Los compadres” y “Dos fugitivos”, de Auteuil en el armario de Gad Elmaleh en Salir del armario”, así como Patrick Timsit en la nueva versión de “La Emmerdeur”. Se han hecho en todo el mundo varios remake, ninguno tan genuino y fresco como este.
Comedia ágil y muy dinámica que con unos pocos medios (prácticamente un solo escenario apenas cuatro actores) sabe explotarlos de modo majestuoso, manejando recursos como el enredo, la confusión de identidades, los equívocos, los diálogos con dobles sentidos, los latiguillos, donde se conjuga el humor inteligente con el hilarante, ello en un tour de forcé sensacional entre los personajes, de como el “idiota” cada vez que intenta ayudar al “listo” lo empeora, emponzoñándolo todo más y más, la bonhomía del “idiota” hace que nos caiga simpático, que nos compadezcamos de él, mientras la petulancia del “listo” nos hace querer que le vaya mal, el “idiota” es un torbellino que arrasa con la vida del anfitrión. Un relato lleno de sencillez pero que evoluciona de modo endiabladamente jocoso, siendo un humor apta a todos los públicos, sin necesidad de caer en la sal gorda, sus bazas son el ingenio con el contraste entre los supuestamente inteligentes idiotas, donde el realizador consigue hacer difusa esta línea que los separa.
Jacques Villeret como François Pignon es el alma de la película, el que hace que todo el humor solaz cobre sentido, su rostro de perdedor transpira humanidad, ser de una bondad solo equiparable con su candidez, es un elefante en cacharrería para el anfitrión, su nobleza y buen corazón no van acompañados de sagacidad y picardía, es un desastre con patas, su naturalidad e ingenuidad ante lo que sucede alrededor provoca genuino humor; Thierry Lhermitte encarna a Pierre Brochant, un displicente, egocéntrico, narcisista y soberbio tipo, de apariencia triunfador, un editor de clase alta, vive en un lujoso apartamento, un pretencioso que encuentra la horma de su zapato en Pignon, al que cree dominar y manipula, pero que cuanto más marionetiza más se pone él mismo contra el reflejo de sus defectos y debilidades humanas. Mantiene el actor con Villeret una química arrolladora en su diferencia de caracteres.
Francis Huster da un buen perfil como Just LeBlanc, el que era el mejor amigo de Brochant, especie de ojo del espectador en este vodevil que se encuentra Pierre, con esa risa contagiable que es prácticamente la nuestra; Daniel Prévost como el auditor de hacienda Lucien Cheval es todo un repunte sabiamente incluido en el rush final para dar aún más ritmo, derivando en situaciones ácidamente divertidas.
La puesta en escena resulta marcadamente teatral (fiel a su origen), con diseño de producción de Hugues Tissandier (“Juan de Arco de Luc Beson” o “Valerian y la ciudad de los mil planetas”), siendo el elitista apartamento recreado en los Studios Eclair-Seine-Saint-Denis (Francia); La fotografía es de Luciano Tovoli, (“El reportero” o “Suspiria”), llenando de colorido y luminidad acorde con el estado de ánimo vitalista requerido; El score es obra de Vladimir Cosma (“La Diva” o “El animal”), de poca relevancia en el desarrollo, aunque llamativo el tema de los créditos iniciales escrito e interpretado por Georges Brassens, “Le temps ne fait rien à l'affaire”, que ya impregna de ese aire distendido la trama.
Comedia ágil y muy dinámica que con unos pocos medios (prácticamente un solo escenario apenas cuatro actores) sabe explotarlos de modo majestuoso, manejando recursos como el enredo, la confusión de identidades, los equívocos, los diálogos con dobles sentidos, los latiguillos, donde se conjuga el humor inteligente con el hilarante, ello en un tour de forcé sensacional entre los personajes, de como el “idiota” cada vez que intenta ayudar al “listo” lo empeora, emponzoñándolo todo más y más, la bonhomía del “idiota” hace que nos caiga simpático, que nos compadezcamos de él, mientras la petulancia del “listo” nos hace querer que le vaya mal, el “idiota” es un torbellino que arrasa con la vida del anfitrión. Un relato lleno de sencillez pero que evoluciona de modo endiabladamente jocoso, siendo un humor apta a todos los públicos, sin necesidad de caer en la sal gorda, sus bazas son el ingenio con el contraste entre los supuestamente inteligentes idiotas, donde el realizador consigue hacer difusa esta línea que los separa.
Jacques Villeret como François Pignon es el alma de la película, el que hace que todo el humor solaz cobre sentido, su rostro de perdedor transpira humanidad, ser de una bondad solo equiparable con su candidez, es un elefante en cacharrería para el anfitrión, su nobleza y buen corazón no van acompañados de sagacidad y picardía, es un desastre con patas, su naturalidad e ingenuidad ante lo que sucede alrededor provoca genuino humor; Thierry Lhermitte encarna a Pierre Brochant, un displicente, egocéntrico, narcisista y soberbio tipo, de apariencia triunfador, un editor de clase alta, vive en un lujoso apartamento, un pretencioso que encuentra la horma de su zapato en Pignon, al que cree dominar y manipula, pero que cuanto más marionetiza más se pone él mismo contra el reflejo de sus defectos y debilidades humanas. Mantiene el actor con Villeret una química arrolladora en su diferencia de caracteres.
Francis Huster da un buen perfil como Just LeBlanc, el que era el mejor amigo de Brochant, especie de ojo del espectador en este vodevil que se encuentra Pierre, con esa risa contagiable que es prácticamente la nuestra; Daniel Prévost como el auditor de hacienda Lucien Cheval es todo un repunte sabiamente incluido en el rush final para dar aún más ritmo, derivando en situaciones ácidamente divertidas.
La puesta en escena resulta marcadamente teatral (fiel a su origen), con diseño de producción de Hugues Tissandier (“Juan de Arco de Luc Beson” o “Valerian y la ciudad de los mil planetas”), siendo el elitista apartamento recreado en los Studios Eclair-Seine-Saint-Denis (Francia); La fotografía es de Luciano Tovoli, (“El reportero” o “Suspiria”), llenando de colorido y luminidad acorde con el estado de ánimo vitalista requerido; El score es obra de Vladimir Cosma (“La Diva” o “El animal”), de poca relevancia en el desarrollo, aunque llamativo el tema de los créditos iniciales escrito e interpretado por Georges Brassens, “Le temps ne fait rien à l'affaire”, que ya impregna de ese aire distendido la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Momentos recordables (se me quedaran muchos en el “tintero”): La llamada que Pignon hace a LeBlanc para saber si está con él la mujer de Pierre, con la excusa de comprar los derechos de un libro, auténticamente descacharrante como se viene arriba Pignon y termina extasiado por haber conseguido su objetivo ficticio, y haberse olvidado de lo importante, la cara de Pierre es un poema; La metedura de pata de Pignon (cuando no?) cuando confunde a la esposa de Pignon (Marlene) con la amante; La llamada telefónica que Pignon hace a Lucien para sonsacarle la dirección de un tipo, y acaban discutiendo por futbol, y sin hablar de la dirección, otra vez la cara de Pierre, esta vez junto a Just, resulta atronadora; Otra llamada telefónica, esta vez al playboy que puede estar con Marlene, este comenta que no está con ella, que está con la esposa del auditor, y este lo oye allí presente, un giro desbordante de jocosidad; La discusión climática en que Pierre arremete contra Pignon, una vez este se ha enterado de lo que es la cena a la que estaba invitado, con este haciendo burla del contestador de Pignon; El giro final brillante, con Pignon que ha hecho una llamada a la esposa de Pierre hablándole maravillas de Pierre, este empatiza con Pignon por vez primera, pero entonces se produce una llamada telefónica que vuelve a sacar la torpeza de Pignon…
Una comedia blanca, que te hace reír en constantes ocasiones, con mucho ingenio y un discurrir formidable en el tempo narrativo, y con un Jacques Villeret sublime en su capacidad de emitir humor. Fuerza y honor!!!
Una comedia blanca, que te hace reír en constantes ocasiones, con mucho ingenio y un discurrir formidable en el tempo narrativo, y con un Jacques Villeret sublime en su capacidad de emitir humor. Fuerza y honor!!!
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