Película para ver más de una vez, cada nuevo visionado te muestra cosas nuevas.
Ninguna película de Owen Wilson es buena, salvo esta.
Impresionante banda sonora, en especial la última canción.

Nunca 13 minutos dieron para tanto.
La pélicula es de 7, pero el prólogo que le precede es de 10.
Puedes ir al cine a ver está pelicula y salir del mismo a los 13 minutos porque ya habras pagado de sobra lo que has visto.
El encuentro de una pareja en un hotel de París, no hay más, apenas palabras, ¿para qué?....sobra, escuchar la música mientras ves a natalie desnuda.
El director, (Wes Anderson con un sentido del humor poco visto) capta en su plenitud la sensualidad y belleza que posee esta chica.

No es una de mis favoritas de Anderson, pero creo que sí es una de las más bellas visualmente. Los paisajes, los colores, la fotografía, la dirección de arte. Cada cosa (como es típico de Anderson) cuidada hasta el último detalle.

La película se deja ver, pero muy poco más. Como viaje espiritual nada de nada y como viaje cómico menos todavía. Es la primera que veo de Wes Anderson y creo que no voy a ver muchas más.

Tiene su estilo pero esperaba algún golpe de efecto, algún giro sorprendente de guión, esperé y esperé... hasta que llegaron los títulos de crédito.

Ahora falta ver algunas más de Anderson para ver si mejora la cosa o me confirma que es un fiasco (bajo mi opinión claro).

Una “train movie” o relato sobre un viaje iniciático de tres hermanos. Alta comedia, con toques de humor absurdo, servida de modo atractivo, con un estilo visual y narrativo deslumbrante. Bajo una apariencia naif, Wes Anderson presenta un relato denso, abierto a múltiples interpretaciones, con el rigor formal que le es habitual y que ya ha pasado a ser marca de la casa. Cabe destacar también la original estructura del guión, con un corto introductorio (de ritmo y estilo claramente diferenciado del resto, pero que constituye un prólogo genial), diversos flashbacks, y elementos y personajes que aparecen y desparecen en una especie de historia en espiral. "Viaje a Darjeeling" se ríe de los convencionalismos y de la espiritualidad impostada. El problema es que, de tanta brillantez, de tanta sátira, en ciertos momentos llega a saturar, y la sensación final es de una cierta indiferencia. “Viaje a Darjeeling” es una obra destacable, siempre buscando la equidistancia entre la bufonada, la crítica social y la exploración del lenguaje cinematográfico. Ése es su mayor mérito (seguramente, como todas las obras de Anderson), pero también su mayor inconveniente, porque no siempre sale bien parada en tan arriesgado empeño. Hay momentos brillantes, y otros que dejan al espectador con cara de tonto. Cabe destacar el gran elenco artístico, capitaneado por los tres actores principales, totalmente implicados en la peculiar propuesta que supone esta película. En conjunto, me quedo con la impresión de haber visto un film diferente, interesante, de humor ácido, pero también deslavazado y un pelín largo. No es lo mejor de Anderson, pero nadie podrá negarle la coherencia dentro de la línea de compromiso formal y de contenido que este director ha asumido durante toda su filmografía.