Una buena película de acción sin más, que abandona cualquier pretensión de ser una obra de arte y ofrece a los seguidores del género de acción lo que quieren, peleas y disparos por doquier con un carismático Bruce Willis desatado en el papel de tipo duro y arrogante soltando todo tipo de burradas e improperios por la boca.

Machismo y lenguaje soez quizás en exceso pero la película no es una obra educativa, cierto que también las fantasmadas son pura fantasía pero siendo Bruce Willis el protagonista todo vale. Es lo que tiene caer en gracia.
Unas cuantas escenas memorables harán las delicias de los mascapalomitas de turno.
Muy divertida de principio a fin.

Un filme sin complejos y que no sé avergüenza de sí mismo. Asume su rol de thriller de acción y hace gala de ello, con diálogos chulescos, agresivos y rudos. La historia no está mal, es suficiente para aguantar las escenas de acción y las brabuconerías de los personajes protagonistas. El relato es de esos que encantaba en los años noventa, donde violencia y arrogancia encarnadas por un buen héroe de acción eran suficientes para producir una cinta divertida.

PD: Eran otros tiempos, eran tiempos más sencillos.

Este boyscout no gana a John McClane en espectacularidad de la acción que ofrece, pero sí que es el personaje más mal hablado de la carrera de Willis.
Más que de acción, la película es cine negro puro y duro. Por muy moderna que sea, en el fondo este antihéroe es el habitual del género más clásico. Fracasado, borracho, solitario, fumador empedernido, patético en general y totalmente amargado. Todo eso es el protagonista, al que un buen día le llega un caso de parte de una jovencísima y espectacular Halle Berry (lástima que salga poco), relacionado con el fútbol americano.
Así que tiene que hacer pareja de investigación con un exdeportista con el que se lleva tan mal como con todo el mundo. El protagonista es tan chulo que al final termina cayendo bien y todo.
Esto da lugar a un derroche de diálogos tan divertidos como malsonantes. La montaña de insultos y barbaridades que podemos escuchar en la película creo sin duda que supera a otros festivales de tacos de la época, como “La jungla de cristal” o “Arma letal 3”.
Pero es precisamente por eso por lo que es divertidísima y uno se lo pasa muy bien viéndola. Es inevitable reírse con lindezas como “Te meto un paraguas por el culo y luego lo abro” o la escena de “si me tocas te mato”. También fue la primera vez que escuché la expresión “estar como una puta cabra”. ¡Hasta su hija, que no es muy mayor, tiene que lavarse la boca con lejía!
Pasa un poco como cuando ves “La chaqueta metálica”, que te echas unas buenas risas con su lindo vocabulario.
Echo en falta más acción. Aunque al final sí que tiene buenas dosis, (más o menos desde que cuenta el chiste de la gallina y la carretera), habría estado mejor con más escenas así repartidas en toda la primera parte, donde se limitan a investigar en plan detective. Podría haber estado bastante mejor en ese sentido, sobre todo para ser de quien es.
Como curiosidad, quería comentar que esta es una de esas películas que, cuando llegaron los reproductores dvd a España, “Warner” la distribuyó (al igual que otras como “Arma letal 4” o “Pasajero 57”) con el máster alemán montado para todos los públicos. Así que la primera edición de dvd tenía cortes en el montaje para que no se vieran los momentos más sangrientos o violentos. Me costó Dios y ayuda encontrar la versión íntegra. Menos mal que con el tiempo dejaron de hacer eso.

La mejor película de acción de Bruce Willis tras la primera "Jungla". Despiporre de acción y comedia noventera al 100%. Sé de buena tinta que la producción atravesó odios y problemas, que sus protagonistas ni siquiera se podían ver en pintura (lo que demuestra que son buenos en lo suyo, pues la química y el buen rollo es lo que desprenden frente a la cámara). Pero honestamente la película les quedó genial. Se puede ver una y otra vez y siempre resulta tan amena como febril. Perfecta en lo que se propone.

Llamémoslo ejercicio de retroalimentación, ironías o paradoja, pero sí, tanto a John McClane tal y como lo volveríamos a conocer unos años después como al mismo tipo de héroe de acción al que Bruce Willis seguiría recurriendo en ocasiones puntuales durante otro par de décadas, iban a patentarles media personalidad el distinguido creador de la competencia directa en materia de género Shane Black -creador de los personajes principales de 'Arma Letal'- y, sin pretenderlo, Norman Jewison cuando lo bautizase como antihéroe -intimista, eso sí- cínico y borrachuzo en 'Recuerdos de guerra'.
Si al morro torcido, las pullas incesantes -con, qué curioso, el Roger Murtaugh televisivo, Damon Wayans- y una vida familiar de mierda le encasquetas acción y humor... ¡voilà! Tenemos al cabroncete pelopincho en el que se tornó en su estado natural. Ser cool y un tipo duro nunca resultó tan proporcional a una apariencia desgastada desde los tiempos de Steve McQueen... hasta ahora:
" - ¡Me gustaría oírte gritar de dolor!
- Pues ponme un rap".
En los 90 si lo que querías era que un tío mierda al que nadie querría al lado te salve el culo de los malos tenías a Bruce Willis. Y si querías atiborrarte de violencia, explosiones y chistes de colegas armados -un detective y un jugador de fútbol caídos en desgracia- tenías la pluma que guionizaba los mejores pifostios explosivos para los directores que mejor traducían sus follones con imágenes: desde Richard Donner a Renny Harlin o John McTiernan y, aquí, el más que inspirado hermanísimo Scott, Tony, que raramente solía aburrirnos (con bastante menos asiduidad que Ridley en trabajos venideros). Lo que se va fraguando entre Bruce Willis y Damon Wayans, por otro lado, es un campo de pruebas perfecto para lo que tendría que pasar entre el primero y el semiconocido Samuel L. Jackson.
Las amenazas y la extorsión, con obligatorio peaje de Willis atado a una silla fumándose un pitillo mientras lo corren a hostias, son del veterano Noble Willingham, a años luz de su ranger campechano y majo que se echaba unas cervezas con Chuck Norris en la tele. A Danielle Harris también se le da de miedo tocarle las narices al detective "y padre" Willis, pero lo hace verbalmente... ya venía entrenada de tanto esquivar a Michael Myers o ejercer como sobrinita de un debutante Steven Seagal.
Ni a Joel Silver o a Bruce Willis les caían en gracia Scott y Black, ni a Shane Black y Tony Scott les gustaban Silver y Willis. Y a Michael Kamen le parecía un cagarro lo que hicieron todos. Por fortuna corrían tiempos en los que las películas de de acción salían bien hasta cuando nadie lo pretendía, y más si Stuart Baird arregla el desaguisado en la sala de montaje.
Por cierto, que no os confunda ver a Halle Berry y creer que está casi igual que en ésta, su tercera película: los misterios de la genética y el mindfulness son inescrutables. O puede que Joel Silver siempre sepa cómo convencerla para que dé su mejor DO de pecho (no sería la última ocasión, ni la más... ejem, gráfica de sus colaboraciones).
¡¡¡Yipi Kai Yei hijo de ... ah no, calla, que eso no era de aquí. Bueno... tanto monta, monta tanto.
¡La vida es una mierda!
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