Éxodo: Dioses y Reyes
2014 

5.2
23,635
14 de diciembre de 2014
14 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me refiero con este título a que da la impresión de que Ridley Scott podría haber hecho una película mejor, teniendo en cuenta que en su conjunto "Exodus: Dioses y reyes" queda por debajo de "Los diez mandamientos" e incluso de "El príncipe de Egipto" (sí, la de animación de DreamWorks") por varios motivos que explico a continuación.
Para empezar la historia verdaderamente interesante tarda en arrancar. Se centra demasiado en las amenazas políticas y de propia corrupción interna que sufre el país, y la transformación de Moisés en auténtico libertador del pueblo hebreo viene tras un periodo de previa "militarización" de sus "soldados". En este aspecto, al igual que en el de la recreación histórica de los combates contra los hititas, Scott es ciertamente más realista; pero también ralentiza lo que al espectador le importa: La grandeza que superaría a todas las producciones hechas hasta la fecha sobre uno de los más apasionantes relatos bíblicos para llevar al cine.
En cuanto a los protagonistas Christian Bale consigue que olvides a Charlton Heston cuando se convierte en guía del éxodo, pero hasta entonces no. De hecho, cuando lo veía como egipcio, más bien me preguntaba si no hubiera sido un protagonista más digno para "El reino de los cielos" que Orlando Bloom. Por su parte Joel Edgerton, como todos los actores blancos cuya tez ha sido bronceada para parecer africanos, no terminó de convencerme como Ramsés (pero ya digo que no por su interpretación, que es buena, sino por el físico). En ese sentido prefiero a Yul Brynner, pues era más creíble para el papel.
Curiosamente la baza de los efectos especiales se desvanece y es aquí donde Scott casi se ahoga. Ridiculiza el paso del Mar Rojo en comparación a cómo Charlton Heston abría las aguas espectacularmente en el año 1956 (ver spoiler) y reduce las siete plagas a diez minutos (eso sí, sobrecogedoras y terroríficas en cuanto a poder sobrenatural) y a una comparecencia de Moisés ante el Faraón, cuando la Biblia narra que lo visitó en varias ocasiones para advertirle de que la siguiente epidemia sería peor y más mortífera para Egipto.
Eso por no hablar de la sucesión atropellada de la entrega de las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí o el Becerro de Oro, que se ve por ahí ligeramente. Incluso falta la caída del maná, supongo que por razones de metraje. Y es que a Scott se le queda corto el guión por haberse explayado tanto al comienzo (y eso que no parte de la recogida del Moisés bebé en el Nilo, que si no...).
Por último decir que la presencia de María Valverde como Séfora es más testimonial que otra cosa, la fotografía por momentos demasiado oscura y eso sí, muy buena la banda sonora de Alberto Iglesias con orquestaciones adicionales de Federico Jusid ("Isabel") y Harry Gregson-Williams ("El reino de los cielos").
Para empezar la historia verdaderamente interesante tarda en arrancar. Se centra demasiado en las amenazas políticas y de propia corrupción interna que sufre el país, y la transformación de Moisés en auténtico libertador del pueblo hebreo viene tras un periodo de previa "militarización" de sus "soldados". En este aspecto, al igual que en el de la recreación histórica de los combates contra los hititas, Scott es ciertamente más realista; pero también ralentiza lo que al espectador le importa: La grandeza que superaría a todas las producciones hechas hasta la fecha sobre uno de los más apasionantes relatos bíblicos para llevar al cine.
En cuanto a los protagonistas Christian Bale consigue que olvides a Charlton Heston cuando se convierte en guía del éxodo, pero hasta entonces no. De hecho, cuando lo veía como egipcio, más bien me preguntaba si no hubiera sido un protagonista más digno para "El reino de los cielos" que Orlando Bloom. Por su parte Joel Edgerton, como todos los actores blancos cuya tez ha sido bronceada para parecer africanos, no terminó de convencerme como Ramsés (pero ya digo que no por su interpretación, que es buena, sino por el físico). En ese sentido prefiero a Yul Brynner, pues era más creíble para el papel.
Curiosamente la baza de los efectos especiales se desvanece y es aquí donde Scott casi se ahoga. Ridiculiza el paso del Mar Rojo en comparación a cómo Charlton Heston abría las aguas espectacularmente en el año 1956 (ver spoiler) y reduce las siete plagas a diez minutos (eso sí, sobrecogedoras y terroríficas en cuanto a poder sobrenatural) y a una comparecencia de Moisés ante el Faraón, cuando la Biblia narra que lo visitó en varias ocasiones para advertirle de que la siguiente epidemia sería peor y más mortífera para Egipto.
Eso por no hablar de la sucesión atropellada de la entrega de las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí o el Becerro de Oro, que se ve por ahí ligeramente. Incluso falta la caída del maná, supongo que por razones de metraje. Y es que a Scott se le queda corto el guión por haberse explayado tanto al comienzo (y eso que no parte de la recogida del Moisés bebé en el Nilo, que si no...).
Por último decir que la presencia de María Valverde como Séfora es más testimonial que otra cosa, la fotografía por momentos demasiado oscura y eso sí, muy buena la banda sonora de Alberto Iglesias con orquestaciones adicionales de Federico Jusid ("Isabel") y Harry Gregson-Williams ("El reino de los cielos").
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué cuando Nun ha revelado a Moisés su verdadero origen, éste mata sin mediar palabra a dos oficiales egipcios? ¿Porque lo llaman esclavo despectivamente, o porque no lo reconocen? No queda demasiado comprensible.
También le pediría al señor Scott que me explicara por qué eligió un niño con cara de mala leche para representar a Dios durante toda la película (hubiera sido más efectiva una voz en off como sucedía en "Los diez mandamientos").
Y el spoiler más importante: ¿Secar el Mar Rojo con una marea baja es separar las aguas? Y encima Ramsés sobrevive al tsunami (claro que Moisés también debería haber muerto, pero como era el elegido de Dios eso no se puede discutir).
También le pediría al señor Scott que me explicara por qué eligió un niño con cara de mala leche para representar a Dios durante toda la película (hubiera sido más efectiva una voz en off como sucedía en "Los diez mandamientos").
Y el spoiler más importante: ¿Secar el Mar Rojo con una marea baja es separar las aguas? Y encima Ramsés sobrevive al tsunami (claro que Moisés también debería haber muerto, pero como era el elegido de Dios eso no se puede discutir).
15 de diciembre de 2014
15 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin negar sus maravillosos efectos especiales y su buen dirección artística y unos actores que actúan con dignidad...la verdad es que me resultó aburrida, a veces embrollada, confusa y mira que la historia es bien conocida,
Para una tarde en que no haya nada mejor que hacer.
Para una tarde en que no haya nada mejor que hacer.
20 de diciembre de 2014
20 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sir Ridley Scott es un maestro del cine. No hace falta que siga intentando hacer una obra maestra de baratillo para impresionarnos. Es el responsable de películas como Blade Runner, Alien el octavo pasajero o Gladiator (película que marcó mi infancia de forma irremediable). Palabras mayores, que se dice pronto, a ver quien de vosotros puede decir haber hecho algo así. Tiene más joyas por supuesto, quien quiera más información que se tome un momento para buscar en Google (si, esos que nos han retirado el servicio Google news gracias a nuestro gobierno).
La semana pasada se estrenó en cines Exodus: dioses y reyes, la última del señor Scott. La película narra la historia archiconocida de Moisés y como consiguió liberar al pueblo hebreo de la tiranía de Egipto que los tenía sometidos como esclavos. En esta nueva vuelta de tuerca, los guionistas han decidido darle un toque más realista a la historia, justificando algunas de las cosas que narra la Biblia sobre esta pasaje. Aquí quizás radica el principal problema de la película, pero no nos adelantemos, primero me gustaría remarcar las cosas buenas, que las hay.
No deja de ser un espectacular blockbuster en el que tiene que lucir cada dólar de los millones que se han invertido, la verdad es que en este caso los millones lucen de forma maravillosa. La reconstrucción de Egipto es magistral, te crees cada detalle que aparece en el palacio del faraón, de la vida de los pastores de cabras por el desierto y en los barrios más pobres de la región. Cada plano está lleno de detalles. Se nota que hay bastante esfuerzo por querer reconstruir Egipto a ojos del espectador y hacerle viajar al pasado. Quitando esto, que lógicamente era lo menos que se puede esperar de semejante producción, la épica de la película tal vez está algo forzada con repetidos planos aéreos, que la mayoría de las veces parecen puestos para lucir decorado. El trabajo de los actores, destaca sobretodo por un entregado Christian Bale como el líder salvador Moíses, del resto, lógicamente Joel Edgerton como su antagonista-hermanastro Ramsés también se lleva un buen rato en pantalla, aunque está algo más flojito. El resto, teniendo en cuenta que hay nombres de la talla de Sigourney Weaver, Ben Kingsley o John Turturro, poco pueden hacer para unos papeles la mar de simples. María Valverde pasa por ahí, lo mismo que el protagonista de la premiada serie Breaking Bad, Aaron Paul. Este Moíses es un superhéroe que hace de todo: desde combatir como un ninja, a dar una arenga de 2 frases para que todos le sigan como un rebaño, a inventar la guerra de guerrillas, se hace todo demasiado fácil para él. Lo aceptas, porque sabes que tiene que pasar y así está escrito.
Comentaba más arriba que el problema radica en el guión, y es que la película no pretende mojarse en cuestiones teológicas. La representación de Dios en la película es muy inteligente, por la originalidad del comportamiento de éste, sin embargo quitando este detalle, el resto pasa todo demasiado deprisa, hay saltos temporales absurdos, y sobretodo las relaciones con los personajes son como son porque así también está escrito. Resumiendo, la sensación de que las cosas tienen que pasar porque sí impera durante toda la película. No obstante, si tenemos en cuenta el hecho de que no pueda ser una molestia que nos sepamos la historia te animas a verla, tampoco es una decepción. Es una de esas que luce bien en el cine, y que merece la pena ver en una sala. Hay planos realmente espectaculares y conseguidos, y es que Ridley Scott tiene mano ahí y se nota.
Respecto al punto más crítico de la película, la verosimilitud que intenta aportar a una historia como esta, resulta un poco absurda. ¿Que clase de lógica puede tener la muerte de los primogénitos en una sola noche? Juega a la ambigüedad con Moíses mientras conversa con Dios; ¿realmente ve a alguien con quien dialogar? O simplemente está loco? La escena de las aguas, la famosa escena que inmortalizó Charlton Heston en aquel clásico de los años 50 dividiendo las aguas con su cayado, precisamente en esta Exodus sufre de este mal. Al no querer casarse con la fantasía, ni poder justificarlo todo, queda espectacular en pantalla el modo en que Scott lo resuelve, pero es demasiado ambiguo. Si decides realizar una historia como esta, abrazas la fantasía del relato, creo yo. Nadie espera que Moíses sea una historia sin detalles fantásticos, veáse por ejemplo la misma Noé, estrenada este mismo año.
Creo que merece la pena verla en el cine, no es un empacho de cine religioso, para nada, ya que el tema de la fe apenas se toca, y si que es una película espectacular aunque de ritmo un tanto irregular. Vamos, que Christian Bale es el *uto amo.
PD: la BSO (vamos, la música) es de un español, el compositor Alberto Iglesias, que no hace un mal trabajo
XOXO SoldieRyan
La semana pasada se estrenó en cines Exodus: dioses y reyes, la última del señor Scott. La película narra la historia archiconocida de Moisés y como consiguió liberar al pueblo hebreo de la tiranía de Egipto que los tenía sometidos como esclavos. En esta nueva vuelta de tuerca, los guionistas han decidido darle un toque más realista a la historia, justificando algunas de las cosas que narra la Biblia sobre esta pasaje. Aquí quizás radica el principal problema de la película, pero no nos adelantemos, primero me gustaría remarcar las cosas buenas, que las hay.
No deja de ser un espectacular blockbuster en el que tiene que lucir cada dólar de los millones que se han invertido, la verdad es que en este caso los millones lucen de forma maravillosa. La reconstrucción de Egipto es magistral, te crees cada detalle que aparece en el palacio del faraón, de la vida de los pastores de cabras por el desierto y en los barrios más pobres de la región. Cada plano está lleno de detalles. Se nota que hay bastante esfuerzo por querer reconstruir Egipto a ojos del espectador y hacerle viajar al pasado. Quitando esto, que lógicamente era lo menos que se puede esperar de semejante producción, la épica de la película tal vez está algo forzada con repetidos planos aéreos, que la mayoría de las veces parecen puestos para lucir decorado. El trabajo de los actores, destaca sobretodo por un entregado Christian Bale como el líder salvador Moíses, del resto, lógicamente Joel Edgerton como su antagonista-hermanastro Ramsés también se lleva un buen rato en pantalla, aunque está algo más flojito. El resto, teniendo en cuenta que hay nombres de la talla de Sigourney Weaver, Ben Kingsley o John Turturro, poco pueden hacer para unos papeles la mar de simples. María Valverde pasa por ahí, lo mismo que el protagonista de la premiada serie Breaking Bad, Aaron Paul. Este Moíses es un superhéroe que hace de todo: desde combatir como un ninja, a dar una arenga de 2 frases para que todos le sigan como un rebaño, a inventar la guerra de guerrillas, se hace todo demasiado fácil para él. Lo aceptas, porque sabes que tiene que pasar y así está escrito.
Comentaba más arriba que el problema radica en el guión, y es que la película no pretende mojarse en cuestiones teológicas. La representación de Dios en la película es muy inteligente, por la originalidad del comportamiento de éste, sin embargo quitando este detalle, el resto pasa todo demasiado deprisa, hay saltos temporales absurdos, y sobretodo las relaciones con los personajes son como son porque así también está escrito. Resumiendo, la sensación de que las cosas tienen que pasar porque sí impera durante toda la película. No obstante, si tenemos en cuenta el hecho de que no pueda ser una molestia que nos sepamos la historia te animas a verla, tampoco es una decepción. Es una de esas que luce bien en el cine, y que merece la pena ver en una sala. Hay planos realmente espectaculares y conseguidos, y es que Ridley Scott tiene mano ahí y se nota.
Respecto al punto más crítico de la película, la verosimilitud que intenta aportar a una historia como esta, resulta un poco absurda. ¿Que clase de lógica puede tener la muerte de los primogénitos en una sola noche? Juega a la ambigüedad con Moíses mientras conversa con Dios; ¿realmente ve a alguien con quien dialogar? O simplemente está loco? La escena de las aguas, la famosa escena que inmortalizó Charlton Heston en aquel clásico de los años 50 dividiendo las aguas con su cayado, precisamente en esta Exodus sufre de este mal. Al no querer casarse con la fantasía, ni poder justificarlo todo, queda espectacular en pantalla el modo en que Scott lo resuelve, pero es demasiado ambiguo. Si decides realizar una historia como esta, abrazas la fantasía del relato, creo yo. Nadie espera que Moíses sea una historia sin detalles fantásticos, veáse por ejemplo la misma Noé, estrenada este mismo año.
Creo que merece la pena verla en el cine, no es un empacho de cine religioso, para nada, ya que el tema de la fe apenas se toca, y si que es una película espectacular aunque de ritmo un tanto irregular. Vamos, que Christian Bale es el *uto amo.
PD: la BSO (vamos, la música) es de un español, el compositor Alberto Iglesias, que no hace un mal trabajo
XOXO SoldieRyan
22 de diciembre de 2014
22 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que una película de dibujos animados tenga mucha más fuerza que este título dirigido por el veterano Ridley Scott lo dice todo.
Para muchos la gran referencia sobre este pasaje bíblico serán “Los diez mandamientos” para otros lo será “El príncipe de Egipto”. Ambas no escatimaban en espectacularidad, pero sin abandonar el lado humano y emocional de sus personajes, independientemente de las creencias religiosas de cada uno.
La cinta de Scott es una película deshumanizada, una relectura innecesaria en un tiempo donde la tecnología es capaz de crear efectos especiales sorprendentes. Virtud que resulta vacía a la hora de remover emociones sobre un relato archiconocido, que intenta ir por derroteros realistas, pero que sucumbe a un tono que termina despistando a los espectadores.
La historia no se decanta por un mensaje religioso claro, pero tampoco escatima en mostrar grandes fuerzas sobrenaturales.
En muchas ocasiones podemos encontrar ciertas similitudes formales con aquel despropósito de Darren Aronofsky sobre la vida de Noé y en otras incluso resbala por los mismos caminos que transitó Martin Scorsese en su polémica “La última tentación de Cristo”.
Scott busca ser original en dos momentos significativos, como es el caso de la zarza ardiendo, donde encontramos uno de los muchos anti clímax que tiene la película. Junto con las aguas del mar Rojo, donde parece decantarse (al principio) por una de las muchas teorías que pregonan algunos sobre este impactante evento.
Algo parecido ocurre con la ira de Dios, y la muerte de los primogénitos, ¿recordáis esa lengua de aliento sobrenatural que quitaba las vida a los niños en “El príncipe de Egipto”?
Y lo que resulta torpe por parte de su director, son esas arriesgadas elipsis, que hacen de la película un campo de hoyos con muchas lagunas que completar.
A lo que se viene a sumar un ejercicio de casting inconexo, lleno de caras conocidas. John Turturro y Sigourney Weaver no aportan nada a la trama, es más, están caracterizados de tal manera, que parecen sacados de un Belén viviente del teatrillo navideño de un colegio de la EGB.
Pero el principal problema reside en Joel Edgerton, en la que es posible la peor elección de un actor en este año 2014. No imprime fuerza, le faltan ganas y talento, lo que le lleva a destrozar no solo a un villano que debería haber sido memorable, sino también la relación con su compañero de cartel.
De todo ello tan solo podemos salvar esa media hora final electrizante, y la muy (al fin) adecuada partitura de Alberto Iglesias.
Para muchos la gran referencia sobre este pasaje bíblico serán “Los diez mandamientos” para otros lo será “El príncipe de Egipto”. Ambas no escatimaban en espectacularidad, pero sin abandonar el lado humano y emocional de sus personajes, independientemente de las creencias religiosas de cada uno.
La cinta de Scott es una película deshumanizada, una relectura innecesaria en un tiempo donde la tecnología es capaz de crear efectos especiales sorprendentes. Virtud que resulta vacía a la hora de remover emociones sobre un relato archiconocido, que intenta ir por derroteros realistas, pero que sucumbe a un tono que termina despistando a los espectadores.
La historia no se decanta por un mensaje religioso claro, pero tampoco escatima en mostrar grandes fuerzas sobrenaturales.
En muchas ocasiones podemos encontrar ciertas similitudes formales con aquel despropósito de Darren Aronofsky sobre la vida de Noé y en otras incluso resbala por los mismos caminos que transitó Martin Scorsese en su polémica “La última tentación de Cristo”.
Scott busca ser original en dos momentos significativos, como es el caso de la zarza ardiendo, donde encontramos uno de los muchos anti clímax que tiene la película. Junto con las aguas del mar Rojo, donde parece decantarse (al principio) por una de las muchas teorías que pregonan algunos sobre este impactante evento.
Algo parecido ocurre con la ira de Dios, y la muerte de los primogénitos, ¿recordáis esa lengua de aliento sobrenatural que quitaba las vida a los niños en “El príncipe de Egipto”?
Y lo que resulta torpe por parte de su director, son esas arriesgadas elipsis, que hacen de la película un campo de hoyos con muchas lagunas que completar.
A lo que se viene a sumar un ejercicio de casting inconexo, lleno de caras conocidas. John Turturro y Sigourney Weaver no aportan nada a la trama, es más, están caracterizados de tal manera, que parecen sacados de un Belén viviente del teatrillo navideño de un colegio de la EGB.
Pero el principal problema reside en Joel Edgerton, en la que es posible la peor elección de un actor en este año 2014. No imprime fuerza, le faltan ganas y talento, lo que le lleva a destrozar no solo a un villano que debería haber sido memorable, sino también la relación con su compañero de cartel.
De todo ello tan solo podemos salvar esa media hora final electrizante, y la muy (al fin) adecuada partitura de Alberto Iglesias.
24 de diciembre de 2014
24 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este año celebrábamos la vuelta de Ridley Scott, creador de clásicos de la ciencia ficción como Blade Runner y Alien. Por un lado, se puede comprender que el público actual necesite ideas frescas y condene cruelmente los remakes. Por otro lado, se tiene que agradecer a Scott la valentía para recuperar una historia ya vista y revista que puede parecer nueva para una generación de jóvenes, que se han perdido los clásicos religiosos emitidos desde hace años por Semana Santa. En todo caso, la decaída y falta de acierto del director británico últimamente se hace patente en Exodus.
Doy por sentado que la historia ya es conocida por todos: el pasaje bíblico donde Moisés libera el pueblo judío abriéndose paso por el Mar Rojo. Por esa razón, nos esperaríamos de la película unas grandes interpretaciones, un guión a la altura o algún detalle de la historia que la haga diferente de lo visto hasta ahora. Pues no es el caso de Exodus. De hecho, se produce el efecto contrario estropeando el relato y hasta poniendo en duda el estatus de su elenco de actores y actrices y de su propio director.
Es una innumerable fuente de errores, demasiados detalles sin acabar, muchos aspectos sin pulir, una guía perfecta de lo que no se debe hacer. Para empezar, deja la historia al servicio de los efectos especiales, probablemente el mayor inconveniente del avance tecnológico y creativo en el cine actual. Lo siguen de muy cerca un guión pésimo y unos saltos temporales sin sentido y muy mal resueltos.
Por otra parte, los personajes son totalmente planos, no existe conflicto ni interno ni una relación entre ellos. Parece mentira que en una película donde aparece esa cantidad de gente se perciba una distancia enorme entre ellos, dejando mucho que desear. A eso tenemos que sumarle la interpretación de los personajes, muy mediocre y pobre a mi parecer. Christian Bale, al que el Batman de Nolan le ha hecho más daño de lo que creemos, interpreta a un Moisés altruista; ya que libera un pueblo entero convenciéndolo en cuestión de segundos de cuál es su destino y porque da más a Moisés de lo que recibe Bale del general judío. En cuento a los personajes secundarios, no hay nada a destacar excepto que se hace patente la importancia de un buen personaje para que un actor pueda dar de sí, ya que en este caso no funciona de ninguna manera pese al esfuerzo de nombres conocidos como María Valverde o Sigourney Weaver.
Recomendación
Hemos llegado hasta el punto de crear películas épicas que tienen de todo menos épica. Puede que se salve una magnífica ficha técnica, con una gran fotografía y música. A pesar de todo, y por supuesto es lo que me hace más pena, es que destroce un relato tan mágico sin aportar nada ni religiosa ni históricamente. No la recomendaría para aquellos que queráis ver un remake de aquella historia que tantas veces habéis vivido con las obras de DeMille pero sí a aquellos que de nuevo quieren quedarse satisfechos y orgullosos del rendimiento que pueden darnos hoy en día tales efectos especiales.
Doy por sentado que la historia ya es conocida por todos: el pasaje bíblico donde Moisés libera el pueblo judío abriéndose paso por el Mar Rojo. Por esa razón, nos esperaríamos de la película unas grandes interpretaciones, un guión a la altura o algún detalle de la historia que la haga diferente de lo visto hasta ahora. Pues no es el caso de Exodus. De hecho, se produce el efecto contrario estropeando el relato y hasta poniendo en duda el estatus de su elenco de actores y actrices y de su propio director.
Es una innumerable fuente de errores, demasiados detalles sin acabar, muchos aspectos sin pulir, una guía perfecta de lo que no se debe hacer. Para empezar, deja la historia al servicio de los efectos especiales, probablemente el mayor inconveniente del avance tecnológico y creativo en el cine actual. Lo siguen de muy cerca un guión pésimo y unos saltos temporales sin sentido y muy mal resueltos.
Por otra parte, los personajes son totalmente planos, no existe conflicto ni interno ni una relación entre ellos. Parece mentira que en una película donde aparece esa cantidad de gente se perciba una distancia enorme entre ellos, dejando mucho que desear. A eso tenemos que sumarle la interpretación de los personajes, muy mediocre y pobre a mi parecer. Christian Bale, al que el Batman de Nolan le ha hecho más daño de lo que creemos, interpreta a un Moisés altruista; ya que libera un pueblo entero convenciéndolo en cuestión de segundos de cuál es su destino y porque da más a Moisés de lo que recibe Bale del general judío. En cuento a los personajes secundarios, no hay nada a destacar excepto que se hace patente la importancia de un buen personaje para que un actor pueda dar de sí, ya que en este caso no funciona de ninguna manera pese al esfuerzo de nombres conocidos como María Valverde o Sigourney Weaver.
Recomendación
Hemos llegado hasta el punto de crear películas épicas que tienen de todo menos épica. Puede que se salve una magnífica ficha técnica, con una gran fotografía y música. A pesar de todo, y por supuesto es lo que me hace más pena, es que destroce un relato tan mágico sin aportar nada ni religiosa ni históricamente. No la recomendaría para aquellos que queráis ver un remake de aquella historia que tantas veces habéis vivido con las obras de DeMille pero sí a aquellos que de nuevo quieren quedarse satisfechos y orgullosos del rendimiento que pueden darnos hoy en día tales efectos especiales.
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