Habitación en Roma
Drama. Romance
Verano de 2008. Se inspira en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize. En un hotel del centro de Roma se conocen una rusa y una española. Al día siguiente, Alba volverá a España y Natasha a Rusia. En la habitación del hotel se respira una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad. Entre ellas nace un sentimiento nuevo que ambas aceptan. Durante doce horas, las dos mujeres se confían sus vidas, hablan de sus compromisos y del ... [+]
29 de diciembre de 2010
29 de diciembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta muy difícil intentar comprender lo que le ha pasado a Julio Medem. Alguien que supo manejarse tan bien en los entresijos del amor y del sexo, de la pasión y del deseo con una obra tan bella a sus espaldas como es Los Amantes del Círculo Polar, paradigma en la manera de contar una historia hermosa y conmovedora a través de los sentimientos, derrumba en Habitación en Roma todo su ideario de la manera más estrepitosa.
No se trata meramente de que nada funcione en la película aquí hay algo más pero ciñéndonos de momento solamente a los aspectos cinematográficos todos ellos son de una ínfima calidad. El guión que debería ser fundamental para lo que se nos pretende contar es un despropósito exasperante y hueco, dando lugar a situaciones de lo más insulsas que nunca entrañan verisimilitud. La cantidad de momentos sonrojantes se suceden sin descanso en todas las conversaciones que entablan Anaya y Yarovenko entre historias inauditas de jeques árabes, sesiones interminables en Google Earth o bodas ficticias al salir de la ducha, resultando imposible empatizar con ellas y llegar a creerse el supuesto enamoramiento que va surgiendo de una manera tan milagrosa como inexplicable.
Entre medias de tanto verborrea se entrelazan un par de escenas de supuesto alto voltaje erótico que sirvieron a su vez para vender el film (solo hay que ojear los trailers que estuvieron disponibles) y que al menos a mi solo me produjeron sopor y hastío, sexo remilgado de tapadillo y claroscuro tan mal rodado como digerido y perfumado con una supuesta vena arty, entre cuadros renacentistas o románicos y una musiquilla infumable repetida hasta la saciedad.
Pero más allá de todo esto lo más irritante es que el amor no es así y eso Julio Medem lo sabía o debería saberlo. No existe en Habitación en Roma ni un solo destello de aquel director que sabía atinar en los asuntos del corazón. Y aún así se empeña en darle un papelillo al mismísimo Cupido para redondear el sinsentido general. Menudo descalabro. Ana y Otto solo necesitaban una mirada para mostrarnos su amor. A su lado Alba y Natasha solo son dos patos mareados.
https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
No se trata meramente de que nada funcione en la película aquí hay algo más pero ciñéndonos de momento solamente a los aspectos cinematográficos todos ellos son de una ínfima calidad. El guión que debería ser fundamental para lo que se nos pretende contar es un despropósito exasperante y hueco, dando lugar a situaciones de lo más insulsas que nunca entrañan verisimilitud. La cantidad de momentos sonrojantes se suceden sin descanso en todas las conversaciones que entablan Anaya y Yarovenko entre historias inauditas de jeques árabes, sesiones interminables en Google Earth o bodas ficticias al salir de la ducha, resultando imposible empatizar con ellas y llegar a creerse el supuesto enamoramiento que va surgiendo de una manera tan milagrosa como inexplicable.
Entre medias de tanto verborrea se entrelazan un par de escenas de supuesto alto voltaje erótico que sirvieron a su vez para vender el film (solo hay que ojear los trailers que estuvieron disponibles) y que al menos a mi solo me produjeron sopor y hastío, sexo remilgado de tapadillo y claroscuro tan mal rodado como digerido y perfumado con una supuesta vena arty, entre cuadros renacentistas o románicos y una musiquilla infumable repetida hasta la saciedad.
Pero más allá de todo esto lo más irritante es que el amor no es así y eso Julio Medem lo sabía o debería saberlo. No existe en Habitación en Roma ni un solo destello de aquel director que sabía atinar en los asuntos del corazón. Y aún así se empeña en darle un papelillo al mismísimo Cupido para redondear el sinsentido general. Menudo descalabro. Ana y Otto solo necesitaban una mirada para mostrarnos su amor. A su lado Alba y Natasha solo son dos patos mareados.
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24 de enero de 2011
24 de enero de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burgos. 7 de agosto de 1984. Un caballero de 62 años, calvo y con bigote, arranca su Talbot Horizon en dirección a Berlangas de Roa, donde le espera su mujer junto a sus octogenarios padres. A la altura de Lerma, rodando a 80 km/hora, se le rompe el eje delantero. Afortunadamente, gracias a la completa ausencia de tráfico y a que no hubiera absolutamente nada a los lados de la carretera, sale ileso del siniestro. Pero debe pasar la noche en un hostal. Sorprendido, se da cuenta de que al otro lado de la vía hay un 'club' de carretera. Es la ocasión de su vida -pues siempre lleva colgada del brazo a su enjoyada mujer- de probar lo que hay dentro. Cruza, se acerca, va a entrar, pero algo le paraliza. No se atreve. No tiene huevos. Puede oír la música pop al otro lado mas es incapaz de empujar la puerta y entrar en el local. Abochornado, sube de nuevo a su habitación. No lo duda y causa estragos en el mueble bar. Hace calor. 38º a las 2:00 am. Se desnuda. Abre la ventana de par en par. No entra aire pero se ve la luna. Ahí están los dos, frente a frente. Decide, apurando la última botellita de Gordons, tumbarse en la cama y hacerse una buena paja. No una cualquiera, no como la de todos los días, a escondidillas en el ropero. Una profunda, con temple y emoción: una paja con presentación, nudo y desenlace. En esos instantes en los que su mente no puede parar de crear, de sugerir ideas caóticamente, toman forma despacito las facciones de una conocida de Valladolid, que resulta ser su cuñada. Se la separa de su marido e hijos. En Roma, por ejemplo, en un viaje absurdo. Un simposio, mismamente. Y allí se la encierra con algo grande, imponente, no escatima en sueños, qué caray, con una jamelga platino de Crimea de dos metros diez. Todo lo que sigue es experimentación extrema. Diálogos pausados, aparentemente triviales, rotos por sexo desbocado. En la cama, en la ducha, en la terraza. Impenitentemente la misma dinámica. Nuestro hombre acaba roto. Media docena de orgasmos. Tres horas que son tres días en su mente. A la mañana siguiente lo anota todo en su diario. El manuscrito, años más tarde, es adquirido por Julio Medem tras insondables peripecias. Con este texto, en 2010, decide adaptar una película chilena. Un encargo. EL 90% de los diálogos los copia exactos. Queda fuera lo relativo al Google Earth, que en el original es el Calendario Zaragozano y los personajes se sitúan, jugueteando, en diferentes ferias rurales según las dimensiones de su catálogo hortofrutícola. Más datos técnicos, en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Medem no es ni tonto ni manco. Sabe rodar y sabe dirigirse a un público. Su lenguaje no es merecedor en absoluto de burla. No todo en el cine tiene por qué ser hiperrealista para ser bueno. No toda ficción ha de tener lugar en el espacio exterior o las tierras de Mordor. Se puede dejar volar la imaginación a través de lo cotidiano, entre sentimientos y sensaciones, para echar un buen rato entre onírico y -lo dicho- masturbatorio. A este viaje ayuda que su equipo y su talento saben jugar con las imágenes, lograr escenas brillantes y hacer guiños al espectador con muy poco. Ahora bien. Un centrifugado de tópicos (la rusa, como daba pena desaprovechar el recurso de las tenistas, dos gemelas, una modelo y la otra tenista) el carrusel de hijos muertos y odiseas femeninas a lo No sin mi hija, las risas cómplices sin sustento y demás momentos completamente aleatorios, coronados por un paupérrimo amanecer, en nada ayudan a la dignidad de cierto estilo de cine.
7 de febrero de 2011
7 de febrero de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos mujeres, una española (Elena Anaya) y una rusa (Natasha Yarovenko), y una habitación de hotel (en Roma, claro) son los únicos ingredientes utilizados para dar cuerpo a este drama erótico de bella factura pero escaso contenido. Así, a lo largo de toda una noche (la que ambas pasan en la habitación del personaje de Anaya) seremos testigos de cómo nuestras protagonistas se desnudan física y emocionalmente, una experiencia que las marcará irremediablemente.
La historia transcurre prácticamente en un único escenario, lo que delimita sobremanera el campo de acción. Pero la película tiene un problema mucho mayor, ya que a pesar de su buen acabado no consigue transmitirnos sentimiento alguno por los personajes, por su pasado o por su incierto futuro. Tampoco ayudan demasiado unos diálogos que más que poéticos resultan forzados y, en ocasiones, ridículos. Medem se pierde entre pechos y una poesía más impostada que romántica. Lo mejor: la participación de Russian Red en la banda sonora.
La historia transcurre prácticamente en un único escenario, lo que delimita sobremanera el campo de acción. Pero la película tiene un problema mucho mayor, ya que a pesar de su buen acabado no consigue transmitirnos sentimiento alguno por los personajes, por su pasado o por su incierto futuro. Tampoco ayudan demasiado unos diálogos que más que poéticos resultan forzados y, en ocasiones, ridículos. Medem se pierde entre pechos y una poesía más impostada que romántica. Lo mejor: la participación de Russian Red en la banda sonora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se agradece que el final sea lo suficientemente abierto como para que el espectador pueda decidir si la relación tiene continuidad o se queda en una simple noche de pasiones encontradas.
2 de junio de 2011
2 de junio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habitación en Roma, suerte de revisión personal del film En la cama, ha sido el nuevo proyecto de Medem, un nombre que cada vez parece más decantado hacia un cine no convencional. El halo místico que lo caracteriza sigue entre las cuatro paredes del título, también un culto a la belleza femenina de una planificación técnica exquisita. El cine de Medem ha ido recrudeciéndose con el tiempo. Vacas, Tierra y La ardilla roja estaban diseñadas a modo de paranoias visuales, thrillers intensos, rurales y turbios que llevaban el espectador a otra dimensión. El cine de Medem es un cine que se vive; que, como en una poesía, se disfruta más la forma que el contenido. Hay que conectar con él, y Medem parece empeñado en plantearse más inaccesible y críptico. Ello abre una problemática tanto para la crítica (empeñada en dilapidar al cineasta vasco, posiblemente influida por el revuelo que armó La pelota vasca) como para el público (que vive con incertidumbre cada uno de sus nuevos estrenos, todos ellos muy diferentes entre sí, y sumamente opuestos también al Medem más publicitado de hace unos años). Los amantes del círculo polar continúa siendo su título más accesible, y Lucía y el sexo, para quien esto escribe la mejor jugada de Medem, supo combinar la lírica de la anterior etapa con la radicalidad de la nueva (desnudos cada vez más explícitos y personajes más descarnados, en momentos emocionales límite).
Habitación en Roma no cultiva tanto la metáfora como Caótica Ana, y aún así los mejores momentos del film son aquellos en los que Medem juega con la música y el encuadre de sus imágenes (la pesadilla de la bañera es brillante). Paralelamente a su condición de tótem lésbico, de cine más experimental, Habitación en Roma tiene como contrapunto algunos diálogos forzados, otros alicaídos y alguna ñoñería de más. Interesa su exploración de la psique femenina, pero todo se me antoja demasiado artificial (no superficial). Habitación en Roma conserva la fuerza visual del Medem de siempre, pero no pasará a la historia como uno de sus mejores títulos. El viaje es un placer. Hubo, eso sí, otros mejores.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Habitación en Roma no cultiva tanto la metáfora como Caótica Ana, y aún así los mejores momentos del film son aquellos en los que Medem juega con la música y el encuadre de sus imágenes (la pesadilla de la bañera es brillante). Paralelamente a su condición de tótem lésbico, de cine más experimental, Habitación en Roma tiene como contrapunto algunos diálogos forzados, otros alicaídos y alguna ñoñería de más. Interesa su exploración de la psique femenina, pero todo se me antoja demasiado artificial (no superficial). Habitación en Roma conserva la fuerza visual del Medem de siempre, pero no pasará a la historia como uno de sus mejores títulos. El viaje es un placer. Hubo, eso sí, otros mejores.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
9 de junio de 2011
9 de junio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lamentable película de Medem que, en el siglo pasado, realizó cuatro películas interesantes ("Vacas", "La ardilla roja", "Tierra" y "Los amantes del círculo polar") pero, al que el cambio de siglo debió sentar fatal, porque desde la lamentable "Lucía y el sexo" ha devenido en un cineasta plomizo y vacuamente esteticista, cuando no directamente catastrófico, como en ese disparate que fue su anterior película, "Caótica Ana"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un ejemplo de redundancia narrativa (disfrazado de pretendido simbolismo) se produce hacia el final de la película, cuando un Cupido invisible atraviesa con su flecha el corazón del personaje de Elena Anaya, previamente a que las protagonistas retocen en la bañera hasta que sus cuerpos se fundan envueltos en sangre.
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