''Ratatouille'' me dejó sin habla, lo tiene todo, nos muestra un París soñador y deslumbrante que consigue que desee volver, nos transporta allí y consigue que añoremos esa preciosa imágen que nos muestran en todo momento de esos edificios vigilados por una gran Torre Eiffel, nos provoca apetito, el deseo de querer probar esas deliciosas recetas cocinadas por Remy y los compases los marca una música bellísima que profundiza en cada una de las escenas.

Remy es una rata dulce y simpática, que consigue enamorarme. Una simple rata que de normal me hubiese parecido asquerosa me ha producido esperanza y emoción, ha conseguido que logre admirarla en medio de esa cocina que le viene tan grande de tamaño pero muy pequeña como para albergar tanto talento, la manera de moverse, de cocinar, de manejar un simple cuchillo o a su amigo Linguini escondido en su gorro de cocinero, estoy segura de que ha conquistado a todo el que le haya dedicado tan solo 5 minutos a esta maravillosa película.

El final es magnifico, con unas frases maravillosas que cualquiera soñaría escribir así de correctas y profundas y una moraleja entrañable.

Y para concluir, debo decir que para mí este es el verdadero cine animado, aquel que con un robot como en ''Wall-e'' consigue llegarme al alma o aquel como en ''Up'', un anciano que casi no habla me permite hacerle un hueco en el corazón y que la recuerde por mucho tiempo que pase, porque adoro este tipo de cine, que nunca me deja indiferente y que siempre logra calar en mí. Porque me hace soñar, cogerle cariño a unos personajes inexistentes e incluso me enseña algo, como en este caso, que ''Tout le monde peut cuisiner''.

Reconozco que antes de ver esta película me resultaba altamente desagradable la misma solo por su temática y protagonistas, una rata inmersa en los fogones de una cocina de diseño. Absurdo y desagradable a todas luces, pues pocos protagonistas más repulsivos de entrada que una rata podemos ver en una película y, a su vez, pocos temás más discutibles que la calidad de la alta cocina actual podemos encontrar.

Todo el mundo puede cocinar nos dice la película, hasta una rata. Argumento sencillo y hasta simplón para una película, una rata de cloaca que a escondidas quiere convertirse en el mejor chef de París. Pero esto que parece poco funciona para todos los públicos. Los personajes se hacen simpáticos y el visionado de la película es agradable en todo momento, que no es poco decir.

Lo mejor de la película es la reflexión final del crítico, Ego, pocas veces he podido disfrutar de unas lineas, leidas por el crítico y redactadas de forma tan bella, armónica y con un mensaje de gran calado, yo entendí que lo que nos viene a decir es que las cosas se pueden hacer con cariño y respeto, y así está hecha esta película amable.

Lo peor, por decir algo, es que el protagonista es una rata y eso por muy bonitos que sean los dibujos o muy humanizada que este su expresión a mi al menos me produce cierto rechazo inconsciente, siglos de considerar a las ratas un peligro hace que sea "dificil" ver a una de la misma forma amistosa que a un gato o perro. Cuestiones de la evolución.

Me pregunto si Brad Bird podra hacer lo mismo con actores reales en una pelicula que no sea de animacion? Por que todo lo que hasta el momento va haciendo conquista tanto a niños como adultos, en un mundo donde las peliculas al parecer estan tan bajonas como la bolsa de valores. No había llorado con una pelicula para "niños" desde el Rey Leon. ¿Porqué? La verdad es que no lo se pero bastaron las ultimas palabras de Ego mezcladas con la cancion de Camile al final para derramar unos vasos de lagrimas. Citando a Ego "Cualquiera no puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede venir de cualquier origen". Eso es Brad Bird al igual que Remmy.

Del inaudito argumento que supone meter a una simpática e infalible (olfativamente hablando) rata de chef en un restaurante parisino, logra la fusión de Pixar con Walt Disney otra de las obras maestras que jalonan el esplendor del cine de animanción de los últimos años. "Ratatouille" es genial en su conjunto, pero especialmente virtuosa y brillante en su primera parte, sacando un partido óptimo al mundo culinario, con grandes momentos y todo tipo de virguerías en un caudal humorístico incesante que la hacen un producto tan simpático e irrechazable como elaborado y espléndido. Una de las cimas de su tiempo, dirigida por el especialista Brad Bird. Un banquete de película; debe aparecer en cualquier antología.

Creía que el cine de moralina había pasado a mejor vida. Creía que el nuevo cine de animación había abandonado esa costumbre de demostrar que todo se puede conseguir. Este cine se alejaba del pensamiento único que nos ofrecía el cine de Disney. Pues bien, ese cine enlatado buscando situaciones forzosas para conseguir una determinada doctrina ha vuelto con la última película de Pixar.

La película técnicamente es todo un prodigio, hay que reconocer que Pixar tiene los mejores diseñadores del mundo del cine. La textura de los ratones, el color de los platos es todo un prodigio. Pero el resto es muy poca cosa, muy previsible, personajes poco carismáticos, y lo peor de todo, un guión que no sabe que contar.

Para Brad Bird todo el mundo puede conseguir lo que se propone. Esto está muy bien sino tuviera una edad para creerme determinadas cosas. Que sea un ratón el mejor pinché de París me parece un problema. El ratón puede ser muchas cosas pero un animal agradable de ver posiblemente no y menos si te lo encuentras en una cocina. Además dice muy poco de los inspectores sanitarios de Francia.

El resto se convierte en una película un tanto liosa, con situaciones muy repetitivas, incluso que roza el ridículo. El final se quiere convertir en la cúspide de la película y a mi particularmente es lo que más me chirría.

Se nos vendió el nuevo cine de animación como la posibilidad de disfrutar tanto los niños como los mayores. A los niños puede ser que le haga gracia, aunque este ratón hecho cocinero no creo que se convierta en uno de sus personajes favoritos, y los mayores puede ser que les guste, aunque también habrá quien se aburra.