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Los idiotas

Drama Un grupo de jóvenes comparte un mismo interés: la idiotez. Con una casa de campo como base, pasan su tiempo libre juntos explorando los ocultos y poco apreciados valores de la idiotez. El grupo se dedica a enfrentarse a la sociedad con sus idioteces. Karen, una mujer solitaria y reservada, se une al grupo después de participar involuntariamente en una de sus actuaciones. (FILMAFFINITY)
Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
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6
9 de julio de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se mantiene sobre una cuerda de funambulista, mientras que hay momentos poco creíbles al igual que patéticos, hay otros en que el drama está muy conseguido y sólo el personaje de Karen es el que mantiene la historia; y es entonces cuando llegados al desenlace final Lars Von Trier nos enseña, y lo que es más importante, nos demuestra quienes son los verdaderos idiotas, ...

Doctor Hackenbush.
7
29 de diciembre de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Idiotizarse es un ejercicio de poder. Un grupo de individuos, retoños del welfare danés, deciden romper con sus vidas burguesas, útiles, para convertirse en memos deficientes a modo de catársis existencial. Una mujer topa con semejante elenco y al unirse a ellos encuentra la evasión para su realidad sangrante. Explícito y ultrarrealista ejercicio de Lars Von Trier, que ilustra las inquietudes personales de un autor independiente, si por independiente entendemos la consideración pautada de algo que no entendemos sin vaselina o no nos provoca la risa fácil. Sin duda un guiño Dogma que será del gusto de todos aquellos que entiendan el cine como algo más que dos horas en las que no pensar en nada. Recuerda, has nacido en Ultramemia.
7
26 de enero de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vino un día Von Trier y dijo "Voy a crear un nuevo movimiento cinematográfico, ¿te apuntas amigo Vintenberg?" Dogma 95 fue el nombre de este curioso experimento que, paradójicamente, aboga por la libertad del cine, la eliminación de tapujos estéticos y la colectividad del arte. "¡Además, juro que como director me abstendré de todo gusto personal! Ya no soy un artista.", reza el manifiesto que él mismo firmó.

Y entonces Von Trier rodó Los Idiotas.

Y desde entonces lo abandonó.

Por que si hay algo que caracteriza al director es su soberbia y egolatría, pero también su gran intelegencia y talento y, como era de esperar, Los Idiotas tiene su sello personal, por muy "dogmática" que sea. Emociones humanas, realismo puro, sesaciones vívidas, angustia, dolor, temor, horror y tristeza.

Los Idiotas supone un mazazo contra los convencionalismos prejuiciosos. Si bien existe una crítica contra la burguesía danesa -extrapolable a cualquier tipo de burguesía- la tesis que Von Trier quiere transmitir es mucho más profunda. El problema que se manifiesta tiene su germen en nosotros mismos, en nuestras ideas, en nuestros modos de actuar. La cinta no se decanta por sí el comportamiento del grupo es correcto o no lo es. Porque si, vale, hacen ver como el resto de la gente rechaza a los deficientes mentales, pero cuando son ellos los que se enfrentan a un grupo de enfermos de verdad, ¿qué ocurre?

Los prejuicios están más allá que en la mera actuación, que en el proceder de cada día. No podemos abandonarlos con sólo comportarnos de manera diferente. No es así de fácil. Y el protagonista dueño de la casa se enfada, y se vuelve loco, y lo tienen que atar. Pero él tampoco está liberado. También está atrapado. -Por cierto, en su figura puede verse un reflejo del propio director e, incluso, una crítica al movimiento que el propio Von Trier ha creado. Aunque estas reflexiones, las dejo para los más informados-.

La historia de Karen, sencillamente brillante. De nuevo, es una mujer -como luego hará Björk y más tarde Nicole Kidman- la que se enfrenta al problema final. Y de las escenas más escabrosas, pues que quieres que te diga, así es como se folla, como se mea y como un pene entra en erección. Si hay algo que me gusta de Von Trier es que rompe con lo políticamente correcto y los tabús...aunque esto bien puede considerarse como un recurso para ganar popularidad. Pero esto, ya es tema de otro debate.
8
19 de octubre de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad que Lars Von Trier cada día me sorprende más gratamente. Desde que vi Dogville que empezé a mirar películas de este director y creo que es un genio.

En sus películas saca los instintos más bajos de las personas, lo peor de ellas... En los idiotas me sorprendió muchísimo, es decir, ¿cómo se puede fingir ser algo que no eres por simple distracción? Pero me gustó más como se veia reflejada la incomprensión y represión por parte de la otra gente, en verdad es un juego de lo más inocente pues no hacen daño a nadie pero está mal visto y es incomprensible, pero ellos son felices así.

¿Se es más feliz siendo un idiota? ... No lo sé.
6
30 de marzo de 2010 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bautizo de Lars von Trier en el movimiento que él mismo se había encargado de fundar (en teoría, buscando realizar un cine más puro y sin artificios), y que, más tarde, él mismo se encargó de enterrar, prescindiendo de los puntos de su manifiesto que le incomodaban cuando le convenía, es esta interesante película, en la que el director danés da rienda suelta a su desmesurado afán por polemizar; ese es el mayor handicap de una cinta que olvida a veces su propia razón de ser, supeditándose a la última vuelta de tuerca que se le pasaba por la cabeza a su creador.

Y es que von Trier, un director imprescindible, se mire por donde se mire, capaz de realizar maravillas como "Rompiendo las olas" o "Dogville", egocéntrico y megalómano como sólo los genios saben serlo, se rinde en esta ocasión a la premisa de que el director es la estrella y se olvida del espectador (si este hombre no tuviera en mente constantemente a los críticos y detractores de sus filmes, todos saldríamos ganando), que tiene que soportar todos sus desvaríos, supuestamente revolucionarios y rompedores, para poder disfrutar de un final realmente demoledor, de esos que te dejan clavado en la butaca.

A pesar de todo, pese a lo repetitivo y prescindible de muchas de las escenas, y aunque sólo sea por ese final, merece la pena seguir las vicisitudes de ese grupo de hedonistas disfrazados de revolucionarios, cobardes avergonzados cuando se enfrentan a aquellos que pretenden imitar, cobardes teóricos de la revolución incapaces de llevar sus ideales a la práctica (las similitudes con los progres que pretendían cambiar el mundo en el 68 y que hoy son los mismos que se encargan de mantener el statu quo no son casuales). Sólo el personaje de Karen (enorme Bodil Jorgensen), inicialmente deslumbrada por la libertad que encuentra, desencantada al fin, pero sin nada que perder, se mantiene firme en sus ideales, regalándonos una de las escenas más escalofriantes de los últimos tiempos.
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