Creed II: Defendiendo el legado
2018 

6.3
12,643
Drama
Adonis Creed se debate entre las obligaciones personales y el entrenamiento para su próxima gran pelea, con el desafío de su vida por delante. Enfrentarse a un oponente que tiene vínculos con el pasado de su familia solo intensifica su inminente batalla en el ring. Afortunadamente Rocky Balboa está a su lado a lo largo de todo el camino, y juntos se cuestionarán por lo que vale la pena luchar y descubrirán que nada es más importante que ... [+]
30 de mayo de 2020
30 de mayo de 2020
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Rocky se hace mayor: hay que aceptarlo. Hace mucho tiempo que dejó de boxear. Ahora se dedica a entrenar a su ahijado Adonis Creed, hijo de su rival, primero, y mejor amigo después.
Rocky siente y vive el boxeo a su manera, a la antigua, con el corazón, de la única manera que sabe. Cuando el hijo de Iván Drago, su peor enemigo a los que se ha enfrentado, reta a su pupilo, sus caminos están condenados a cruzarse una vez más.
Adonis no es Apollo, eso está claro, aún así hay algo en esta “Creed II” que funciona. El papel de mentor de Rocky, a veces, incluso fuera del ring, es genial. El esfuerzo por actualizar el mundo del boxeo a día de hoy es loable (presión mediática, contratos millonarios, etc), aunque resulta complicado prolongar una serie después de tantos años (El primer “Rocky” es de ¡1976!).
Desde el principio se nos presentan 2 personajes contrapuestos: Viktor Drago, en Kiev (Ucrania), que vive sólo por y para el boxeo, para vencer a Creed y limpiar su apellido, tras la humillación sufrida por su padre a manos de Rocky Balboa.
Mientras Adonis empieza a acomodarse en su trono, en parte por el intento de formar una familia.
Rocky sigue siendo el nexo. Un envejecido Stallone sigue siendo carismático, (por ejemplo con sus charlas en el cementerio a Adrian), sobre todo para los que hemos seguido la saga desde el principio.
Los puntos fuertes siguen siendo la preparación de los combates y los propios combates. Por cierto que Viktor Drago es el impresionante Florian Munteanu, con un físico desbordante.
Lo cierto es que esta película podría analizarse, en mi opinión, desde dos puntos de vista: como una película de boxeo más, de acción, entretenida, y ciertamente funciona.
O como lo que realmente es: una prolongación de una saga que, aunque da muestras ya de lógico agotamiento, consigue mantener viva la llama de Rocky con cierta dignidad y no defraudar a los miles de seguidores, algo muy complicado después de tanto tiempo.
Rocky siente y vive el boxeo a su manera, a la antigua, con el corazón, de la única manera que sabe. Cuando el hijo de Iván Drago, su peor enemigo a los que se ha enfrentado, reta a su pupilo, sus caminos están condenados a cruzarse una vez más.
Adonis no es Apollo, eso está claro, aún así hay algo en esta “Creed II” que funciona. El papel de mentor de Rocky, a veces, incluso fuera del ring, es genial. El esfuerzo por actualizar el mundo del boxeo a día de hoy es loable (presión mediática, contratos millonarios, etc), aunque resulta complicado prolongar una serie después de tantos años (El primer “Rocky” es de ¡1976!).
Desde el principio se nos presentan 2 personajes contrapuestos: Viktor Drago, en Kiev (Ucrania), que vive sólo por y para el boxeo, para vencer a Creed y limpiar su apellido, tras la humillación sufrida por su padre a manos de Rocky Balboa.
Mientras Adonis empieza a acomodarse en su trono, en parte por el intento de formar una familia.
Rocky sigue siendo el nexo. Un envejecido Stallone sigue siendo carismático, (por ejemplo con sus charlas en el cementerio a Adrian), sobre todo para los que hemos seguido la saga desde el principio.
Los puntos fuertes siguen siendo la preparación de los combates y los propios combates. Por cierto que Viktor Drago es el impresionante Florian Munteanu, con un físico desbordante.
Lo cierto es que esta película podría analizarse, en mi opinión, desde dos puntos de vista: como una película de boxeo más, de acción, entretenida, y ciertamente funciona.
O como lo que realmente es: una prolongación de una saga que, aunque da muestras ya de lógico agotamiento, consigue mantener viva la llama de Rocky con cierta dignidad y no defraudar a los miles de seguidores, algo muy complicado después de tanto tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Plano, escena o secuencia favorita:
La preparación en el desierto de Adonis. También la visita de Drago al restaurante de Rocky.
La preparación en el desierto de Adonis. También la visita de Drago al restaurante de Rocky.
2 de noviembre de 2020
2 de noviembre de 2020
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Si algo hay que reconocerle a la saga de Rocky es su capacidad de rehacerse cuando ya parecía agotada. Esto hace que tenga subidas, picos, bajadas y sonoras depresiones -Rocky V-. En el caso de Creed II, que el hijo de Apolo Creed se enfrentara al hijo de Iván Drago, apuntaba a que la enésima secuela del boxeador de Filadelfia no solo tomaría oxígeno, sino que mantendría el listón de la excelente y sorprendente Creed. Sin embargo no es el caso, pues todo recuerda a fórmulas manidas de superación e individuos hechos a sí mismos, enmarcados en tedioso telefilm y odiosos videoclips. Pero aun así la película salva los muebles del naufragio por lo que se cuenta en la esquina del cuadrilátero. El personaje de Dolph Lundgren adquiere proporciones casi shakesperianas y donde veíamos en el pasado un saco de músculos robótico (Rocky IV), el paso de los años lo ha transformado en un tipo arrasado por la derrota con una personalidad muy compleja en busca de la redención a través de su hijo. Stallone no brilla, ni tampoco Michael B. Jordan en esta revisitación de la guerra fría donde parece que la URSS nunca se fue -Rusia es Ucrania y Ucrania es Rusia-, pero por ver a Lundgren en la mejor actuación de su carrera y metamorfoseado en el auténtico Rocky Balboa, merece la pena.
28 de enero de 2021
28 de enero de 2021
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Buena película para despedir por lo menos de momento esta impresionante saga que no te dejará indiferente.
A mí personalmente me gustó mas la primera de Creed, pero esta no se queda muy atrás, buenas peleas, gran ambientación y unas magnificas historias que nos cuentan cuando indagan en la vida de los personajes.
Me encantó la saga, muchísimo mas de lo que podía esperar y como siempre el tan criticado Sylvester Stallone haciendo de oro todo lo que toca, a pesar de todas las críticas a veces justificadas otras no tanto.
A mí personalmente me gustó mas la primera de Creed, pero esta no se queda muy atrás, buenas peleas, gran ambientación y unas magnificas historias que nos cuentan cuando indagan en la vida de los personajes.
Me encantó la saga, muchísimo mas de lo que podía esperar y como siempre el tan criticado Sylvester Stallone haciendo de oro todo lo que toca, a pesar de todas las críticas a veces justificadas otras no tanto.
11 de abril de 2021
11 de abril de 2021
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Creed II sigue utilizando fantasmas del pasado (Rocky, Ivan Drago,..) para rememorar tiempos pasados (los tiempos pretéritos no siempre fueron mejores) y lograr la aceptación del espectador; curiosamente, no es necesario, porque el guion, la interpretación, la música y la fotografía nos afirman que se trata de una buena película. La historia de un "héroe trágico" que debe enfrentarse a su destino, interpretada por un Jordan magistral, jalonada de pequeños detalles que suman puntos y más puntos (la descalificación, el padre que protege a su hijo, el reconocimiento de los errores pasados,...). Todo ello sin olvidar a Tessa Thompson que fuera de los focos del mundo del boxeo, logra una buena interpretación y cuyo personaje podía haber brillado con luz propia (su carrera de cantante, la sordera,...).
12 de mayo de 2021
12 de mayo de 2021
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Muchas han de ser sus virtudes si después de tanto tiempo sigue aguantando los golpes y una de las cosas que se pueden sonsacar, es que evoluciona con tanto sentido como deseo. El viejo Rocky ya no es quien se enfunda los guantes y sube al cuadrilátero, pero quien le pone el alma, el viejo Sly, sí. Su influencia en el guion sigue siendo fundamental para que la regeneración no sufra un desgaste excesivo y todo tenga una extraña mezcla de sensaciones, en donde lo añejo continúa pareciendo nuevo.
'No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte' proclamaba el gran Rocky con validez más allá del ring, algo adaptable a su propio mito ante las numerosas veces que todo ha parecido terminar y de nuevo se ha acabado levantando de la lona. Cuando Rocky pasó a ir acompañado de Balboa, gracias al ánimo de seguir acrecentando su leyenda, cambio de siglo mediante, pocos imaginaban que eso no supusiera el fin de ciclo definitivo (esta vez sí) del famoso boxeador de ficción. Se equivocaban. Al paso primero del relevo generacional en la familia Creed, años más tarde, la saga original se recupera para la causa y se reencuentra consigo misma, desempolvando del baúl de los recuerdos como quien dice, al que probablemente haya sido el mayor antagonista del púgil de Filadelfia. El viejo enemigo, el gran Iván Drago (Dolph Lundgren) emerge de entre las neblinas del pasado, con el ansia de la revancha, masticando durante todo ese tiempo su sed de venganza, transmitido a una nueva promoción. Un déjà vu sabiamente tuneado con otras caras y otros nombres sobre el cuadrilátero, utilizados como puente de enlace directo a ese tiempo en que el bloque comunista implicó un activo subliminal, para que Balboa hiciera en 1985 algo más que vengar la muerte de su amigo y rival Apolo. Se gestó en la cabeza del ninguneado como intérprete Stallone (nunca ha sido Brando ni Olivier, O Pacino por mencionar alguno de sus contemporáneos), la oportunidad de abrir horizontes más allá de la frontera. Bien hizo, para entonces y casi mejor para ahora, desde la seguridad de que nadie tuviera en aquellos días capacidades visionarias vislumbrando un revival futuro, lo que supondría sacarse de la chistera a una mole venida del frío, de nombre Ivan y de apellido Drago. Constituyó un nuevo golpe de efecto (el 4ª) que tumbó para siempre al gran Apolo y parecía cerrar definitivamente, entonces, cualquier relación con Rocky.
Sin embargo, nos plantamos más de tres décadas después (y de cuatro si contamos desde que lo conocimos en 1976) y el nombre de Rocky Balboa sigue golpeando, demostrando que sí sabe aguantar los golpes como ninguno aunque sea encomendándose a otro nombre. Con Adonis, hijo natural y profesional de Apolo, se abrió una nueva ventana en la franquicia, con tanto o mejor resultado que su señora madre (o más bien su señor padre). Si alguien tenía dudas, más o menos objetivas, de cómo podría tirar para delante esto, deberían haber quedado disipadas. La incursión de nuevo de Stallone en la elaboración del guion, tras un paso ausente al respecto con el primer Creed sin que por ello se viera vulnerado el resultado final, ha brindado la ocasión de continuar como si nada hubiera cambiado. El tiempo ha pasado y los compases del gran Bill Conti hace mucho que dejaron de sonar, pero los ecos del mismo y de la legendaria figura principal siguen estando intactos.
Entrega, garra, sacrificio y mucha ilusión han sido heredados en las manos de Adonis Creed (Michael B. Jordan) con la misma fortuna que, el hoy, su preparador. Y en frente, vuelve a estar otro Drago, de nombre Viktor, más grande, más fuerte, pero menos convencido que su padre. Nada que suponga óbice para que la leyenda, además de seguir viva, siga suponiendo una emoción brutal.
'No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte' proclamaba el gran Rocky con validez más allá del ring, algo adaptable a su propio mito ante las numerosas veces que todo ha parecido terminar y de nuevo se ha acabado levantando de la lona. Cuando Rocky pasó a ir acompañado de Balboa, gracias al ánimo de seguir acrecentando su leyenda, cambio de siglo mediante, pocos imaginaban que eso no supusiera el fin de ciclo definitivo (esta vez sí) del famoso boxeador de ficción. Se equivocaban. Al paso primero del relevo generacional en la familia Creed, años más tarde, la saga original se recupera para la causa y se reencuentra consigo misma, desempolvando del baúl de los recuerdos como quien dice, al que probablemente haya sido el mayor antagonista del púgil de Filadelfia. El viejo enemigo, el gran Iván Drago (Dolph Lundgren) emerge de entre las neblinas del pasado, con el ansia de la revancha, masticando durante todo ese tiempo su sed de venganza, transmitido a una nueva promoción. Un déjà vu sabiamente tuneado con otras caras y otros nombres sobre el cuadrilátero, utilizados como puente de enlace directo a ese tiempo en que el bloque comunista implicó un activo subliminal, para que Balboa hiciera en 1985 algo más que vengar la muerte de su amigo y rival Apolo. Se gestó en la cabeza del ninguneado como intérprete Stallone (nunca ha sido Brando ni Olivier, O Pacino por mencionar alguno de sus contemporáneos), la oportunidad de abrir horizontes más allá de la frontera. Bien hizo, para entonces y casi mejor para ahora, desde la seguridad de que nadie tuviera en aquellos días capacidades visionarias vislumbrando un revival futuro, lo que supondría sacarse de la chistera a una mole venida del frío, de nombre Ivan y de apellido Drago. Constituyó un nuevo golpe de efecto (el 4ª) que tumbó para siempre al gran Apolo y parecía cerrar definitivamente, entonces, cualquier relación con Rocky.
Sin embargo, nos plantamos más de tres décadas después (y de cuatro si contamos desde que lo conocimos en 1976) y el nombre de Rocky Balboa sigue golpeando, demostrando que sí sabe aguantar los golpes como ninguno aunque sea encomendándose a otro nombre. Con Adonis, hijo natural y profesional de Apolo, se abrió una nueva ventana en la franquicia, con tanto o mejor resultado que su señora madre (o más bien su señor padre). Si alguien tenía dudas, más o menos objetivas, de cómo podría tirar para delante esto, deberían haber quedado disipadas. La incursión de nuevo de Stallone en la elaboración del guion, tras un paso ausente al respecto con el primer Creed sin que por ello se viera vulnerado el resultado final, ha brindado la ocasión de continuar como si nada hubiera cambiado. El tiempo ha pasado y los compases del gran Bill Conti hace mucho que dejaron de sonar, pero los ecos del mismo y de la legendaria figura principal siguen estando intactos.
Entrega, garra, sacrificio y mucha ilusión han sido heredados en las manos de Adonis Creed (Michael B. Jordan) con la misma fortuna que, el hoy, su preparador. Y en frente, vuelve a estar otro Drago, de nombre Viktor, más grande, más fuerte, pero menos convencido que su padre. Nada que suponga óbice para que la leyenda, además de seguir viva, siga suponiendo una emoción brutal.
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