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Matar a un ruiseñor

Drama Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
Críticas 203
Críticas ordenadas por utilidad
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10
5 de septiembre de 2010 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi hace mil años; la leí no hace mucho y la volví a ver ayer de madrugada. La memoria es curiosa: el libro estaba reciente, pero fue esa película, perdida en un recuerdo vago, la que aparecía, recordándome escenas que me sabían cada vez más frescas y jugosas. Según avanzaba, iba recordando lo que sentí cuando la vi de pequeña. Que me gustaría llevar el pelo paje y ese peto vaquero que parecía tan cómodo para lanzarse, a toda pastilla, en una rueda, calle abajo. Hasta llegar a una casa donde vivía todo el misterio que una pudiera soportar. Y quería tener un hermano como Jem, tan cómodo como el peto, tan divertido como la rueda, tan sorprendente, fuerte, listo, bueno y guapo que no había más remedio que quererle y estar orgullosa de él. Y, sobre todo, quería un Atticus. Más que ninguna otra cosa, incluidos Jem y la rueda... Envidiaba por sobre todas las cosas tener un porche con un banco colgante, donde por la noche, antes de dormir, alguien como él me enseñara todas las cosas importantes de la vida. Yo no sabía ponerle nombres a esas cosas, ahora los llamaría honradez, justicia, coherencia, empatía, solidaridad, bondad y tolerancia. Pero antes, en mis recuerdos de mil años atrás era algo que tenía que ver con no pelear con la gente que quiere pelea contigo sin razón, con no juzgar a los demás sin ponerte en su lugar, con no importante ser diferente cuando solo eres tú misma, con no dar por bueno lo que los demás piensen de las cosas antes de conocerlas por ti misma, con no ensañarse con los que están peor que tú, con ayudar, con comprender... Uf! ¿Y cómo se hace eso? Ponte en su lugar, diría. Y él lo haría, además. Aunque fuera muy difícil, aunque le escupieran o le provocaran.

La película seguía pasando y yo seguía recordando. Me daban escalofríos, porque parecía sobrenatural. ¿Tanto me impactó entonces? Igual cuando yo era una enana me parecía un poco a esa niña pelo paje del peto vaquero y podía comprender cosas que parecían complicadas para mi edad ¡Ojala! Seguía con la carne de gallina. Recordé la escena del juicio: Atticus recogiendo sus papeles, fracasado tal vez, acaso derrotado, frágil y perdido, solo en el piso de abajo, y por encima de él, cientos de personas en silencio, de pie, con el sombrero en la mano, esperando que el saliera primero... A lo mejor comprendí que estaba viendo la representación perfecta de la admiración y el respeto por un ser humano.

La película se fue acabando. Volví a recordar escenas y así como fotos que se me habían quedado grabadas también en la memoria: el árbol de los tesoros, los niños por el bosque, el hombre bueno y raro en la penumbra de la habitación... muchas cosas. Y cuando se acabó del todo, también pensé algo que hacía mucho que no pensaba... Recordé por qué hace tiempo la gente se ponía de pie para aplaudir cuando una película se acababa...
8
1 de abril de 2012 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aun pasa hoy en día, y es que erradicar el racismo es algo difícil de conseguir porque la verdad es que el ser humano está lleno de prejuicios. Pero, estoy seguro que al señor Atticus le resultará tan complicado educar bien a sus hijos en un ambiente así, como defender la causa de su cliente. La fantástica película nos enseña que la mejor forma de luchar contra el racismo es la educación de los más jóvenes, y no hay mejor forma de educarlos que dar ejemplo, y Atticus da los ejemplos que deberíamos de seguir todos: el de perseverancia, el de valentía y el de tolerancia. Lo mejor que tiene la película es que es para todos los públicos, y deberían verla todos los niños para que vean lo inútil y lo dañino que es el racismo a cualquier escala. Lo malo que tiene la película es que es un poco lenta, creo que en algunas fases se hace un poco larga. De todas formas, es una delicia ver películas así. Ojala solo unos pocos abogados fuesen como Atticus.
9
20 de abril de 2012 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
80/08(09/04/12) Mi homenaje en el 50 aniversario de este fascinante film, la magnífica adaptación de la única novela de la escritora Harper Lee que además fue premio Pulitzer en 1961, a ella le entusiasmó la cinta. Harper Lee se basó en experiencias autobiográficas de su niñez en su pueblo, el amigo, “Dill” Harris (buen John Megna) que les acompaña en verano es un alter ego del escritor Truman Capote, amigo íntimo de la novelista, el caso judicial a ella le aconteció en 1936. El minusvalorado realizador, Robert Mulligan, nos regaló una mágica obra envuelta en un entrañable halo de misterio, un canto a la infancia, al despertar de la inocencia, a la justicia, a la difícil tarea de la educación paterna y una dura crítica al racismo, a la intolerancia y a los prejuicios. En la década de 1930, en Maycomb-Alabama (localidad ficticia) viven dos hermanos pequeños, Jean Louise ‘Scout’ Finch (gran Mary Badham, fue la más joven en la historia en ser nominada al Oscar) de 6 años y Jem (buen Philip Alford) de 10, lo hacen con su viudo padre, Atticus Finch (carismático Gregory Peck), un idealista abogado, allí perpetran travesuras con una enigmática casa donde habita un hombre con problemas psíquicos, un día el padre se hace cargo de un caso de violación, teniendo que defender de oficio al acusado, Tom Robinson (gran Brock Peters), un negro que al parecer su gran delito es su color de piel, la presunta víctima es una muchacha ‘hillbilly’ blanca, Mayella Ewell (buena Collin Wilcox), los hijos con esto comienzan a ver como este duro mundo en realidad. La puesta en escena es de una belleza deliciosa, de las que recuerda a un cuento de hadas con tintes de terror, un pueblo reflejado de forma cuasi idílica, querían rodar en el que se basa Harper Lee, Monroe en Alabama, pero había cambiado mucho, por lo que se reprodujo en un plató de la Universal Pictures, con una tenebrosa fotografía en glorioso blanco y negro del gran Russell Harlan (‘Rio Rojo’, ‘Rio Bravo’ o ‘Testigo de cargo’) y envuelto en la mágica música de Elmer Bernstein (‘Los 7 Magníficos’ o ‘El cabo del Miedo’), con escenas rodadas con un cariño y un aura onírica estremecedora. El guión de Horton Foote es una maravilla de descripción de personajes, de creación de ambientes, y por supuesto la maravillosa realización de Robert Mulligan es de una sensibilidad magnífica, la nostalgia de nuestra infancia recorre de modo evocador el relato. (Continua en Spolier sin Spoilers)
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spoiler:
La historia está partida en tres, en el primero se nos presentan los personajes y el escenario, vemos a unos traviesos niños temerosos de lo desconocido, asimismo conocemos al protagonista Atticus Finch, personalización de la justicia, la dignidad y el temple, muy alegórica la escena en que aparece en medio de la calle y sin darle importancia elimina desde lejos a un perro rabioso, el padre protector que no podrá impedir que sus hijos asistan a los horrores del mundo, aparece el caso que va a centrar el peso de la obra, la acusación de violación a un negro por una blanca, en este bloque hay una emocionante escena en que Atticus va a defender al preso a la comisaria ante el acoso de una horda furibunda de violentos y como llegan los hijos y con su ingenuidad los avergonzaran, conmovedora, el segundo tramo implica el juicio donde todos los prejuicios y las miserias de la sociedad saldrán a relucir, filmado con un ritmo prodigioso, con unas interpretaciones sensacionales, Brock Peters/Tom Robinson te toca la fibra, y con un alegato final de Atticus que habría que esculpir en mármol, uno de los más grandes monólogos de la Historia del Cine, impresionante, y la tercera es un brillante epilogo, donde cobrará sentido el título del film, un minicuento de terror, con un bosque, dos niños desamparados, un ogro y una hada salvadora, no se puede contar más en menos tiempo, y donde todos aprenden una lección. La estrella de la cinta sin duda es Gregory Peck, es el papel por el que siempre será recordado, de hecho su actuación preferida, estaba en su apogeo y su arrollador carisma y poderosa personalidad irradian cada fotograma, es la bondad, la rectitud y la justicia en persona, es el padre idealizado que todos querríamos tener, nombrado por el American Film Institute el héroe más grande del cine americano, Harper Lee le gustó tanto su interpretación que le regaló un reloj que su padre le había dejado, el único objeto de valor que tenía su padre, Peck lo llevaba cuando recibió el Oscar (el único de su carrera) de manos de Sophia LorenComentaré algunas anécdotas, fue el primer papel en cine de Robert Duvall que tiene una aparición escalofriante en un clímax final sublime, es uno de los Ruiseñores que se dice en el título, Brock Peters hizo tan buena amistad con Peck que en su entierro hizo una elegía sobre él, el apellido Finch era el apellido de soltera de la madre de Harper Lee. En conjunto una tierna historia, un clásico que debería ser de visión obligatoria en centros de educación, de un valor pedagógico extraordinario, que sobre todo nos habla de la integridad, la justicia moral y el Sentido del Deber, y lo hace atrapándote desde el minuto uno con unos títulos de crédito hipnóticos, donde lo lírico se funde con lo cuasi-onírico, para enseñarnos el mundo a través de los ojos de la candidez de una niña y como despiertan de la inocencia a base de las enseñanzas éticas de su padre. Fuerza y honor!!!
10
5 de mayo de 2014 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Mulligan filmó una obra maestra con Matar a un ruiseñor.
La película, igual que la novela de Harper Lee, combina la denuncia social y judicial y los prejuicios raciales de los EEUU de los años 30 con el que termina siendo el tema principal de toda la historia, que es el amor de un padre hacia sus hijos y lo que significa ser un buen progenitor, que no es otra cosa que enseñar cosas valiosas a los vástagos, estar a su lado siempre y transmitirles el sentido del honor y de la bondad. Ahí está Atticus Finch, el protagonista, siempre intentando hacer lo correcto aunque para ello se enemiste con toda su localidad, comprendiendo y tolerando los gustos y la manera de ser de sus hijos, consintiéndoles ciertas cosas pero estricto en lo que se refiere al comportamiento y la integración en la sociedad.
Tiene la narración una belleza exquisita, con esos diálogos tan bien escritos y tantos momentos que resultan inolvidables (los Finch enfrentados al pueblo en la puerta de la cárcel y el discurso de Scout, todas las conversaciones entre padre e hija, las entrañables apariciones de la criada Calpurnia, y por supuesto la magistral secuencia del juicio) que no queda sino rendirse a la evidencia: Matar a un ruiseñor es una de las mejores películas de la historia del cine por la sencilla razón de que todas sus piezas encajan a la perfección. Es emotiva, combina técnica con corazón y denuncia con amor familiar. Y tiene a un Gregory Peck que jamás estuvo mejor en su soberbia y magnífica carrera que en su personificación de un hombre corriente que se convierte en héroe sin perder su sencillez, acompañado por la excelsa Mary Badham (muy justamente nominada al Oscar), un emotivo Brock Peters y un entonces debutante Robert Duvall.
Imprescindible.

Lo mejor: Gregory Peck a la cabeza de un reparto inmaculado y la grandeza de la historia y de la imaginación de Harper Lee, magistralmente plasmada por Horton Foote en el guión.
Lo peor: Quizás podría haber sido un poco más corta en las partes de los juegos de los niños, pero el defecto es tan mínimo que se le perdona.
9
6 de abril de 2015 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matar a un ruiseñor es de esas películas que suelo repetir cada dos años y que jamás me cansaré de ver. Aparte de que el género de juicios y abogados me encanta, son tantas las cosas a resaltar en esta película, que nadie debiera dejar de verla.

Resaltar que nos enfrentamos a una historia con doble vertiente, una parte la cuenta la hija del protagonista desde la visión de una niña y otra la que nos cuentan los hechos que allí se producen y que son asuntos de mayores. En una época donde ser negro era igual a no tener derechos, ni voz, ni voto y donde ya era un privilegio trabajar para los blancos, el abogado Atticus Finch se hace cargo de defender a un muchacho negro al cual se le acusa de violación a una chica blanca. No creo que haya mayor delito para un hombre negro en aquellos años, que atacar a un blanco y más aún si es una chica.

Los niños tendrán su doble vida y la cual se agradece en la película, ya que ellos en su propio mundo tendrán otros asuntos de menor importancia para los mayores, pero de enorme relevancia para estos pequeñajos. Su casa en el árbol, su amigo de verano, su vecino el monstruo, esas correrías por el pueblo buscando aventura y las cual agradecerá el espectador para suavizar el resto de la historia. Porque como dije al principio, Matar a un ruiseñor es más que una película de juicios. Valores, respeto, seriedad, humor, lealtad, coraje, cada personaje aporta algunos de estos adjetivos y lo iremos comprobando a medida que avanza la trama.

Por otro lado tenemos a un espectacular Gregory Peck en el papel de Atticus Finch, un abogado que debe no solo luchar contra el mundo en este nuevo caso, sino lidiar con una familia en la cual falla la figura materna. Ejercer de padre-trabajador no es sencillo, pero a base de razonamientos y valores ha ido educando a esa pareja de renacuajos. Funciona perfectamente las escenas del juicio, manejando los diálogos y los interrogatorios de forma inteligente para no perder el hilo de donde estuvo y que hacía cada personaje en dicha historia. Es curioso observar la distribución en el juzgado de los hombres según su color de piel y el respeto que le guardan los negros a Atticus. Un hombre que te trata de tú a tú independientemente del color de tu piel.

El resultado de dicho juicio quizás no sea tan impredecible teniendo en cuenta la situación latente con la cual nos encontraremos, pero lo que vendrá a continuación, no dejará indiferentes a aquellos espectadores más exigentes.

Sin duda, de las mejores películas del género.
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