Vaya por delante que no tenía ningún deseo de ver esta película. La predecesora siempre me ha parecido aburrida y sobrevalorada. Pero, este es el año de las sorpresas y películas por las que no daba un duro me han proporcionado tardes de entretenimiento puro. Esta, sin duda, es de las que más me ha gustado y volveré a verla cuando pasen un par de semanas.
Todo en la película encaja como las piezas de un reloj suizo. El guión es coherente y tiene un ritmo que el director ha convertido en un gran espectáculo. Los actores están todos de 10 y el apartado técnico brilla en todo. Efectos, fotografía, música y la dirección han logrado una película casi redonda.
Muy recomendable para los amantes del cine de catástrofes y los que buscan un entretenimiento refrescante para estas tardes de tórrido verano.

Disfruto mucho cuando una película no engaña y te da exactamente lo que le pides. ¿Qué le podías pedir a la secuela tardía de una dignísima película de catástrofes de hace más de 20 años? Pues exactamente lo que es: un entretenido blockbuster veraniego, con un ritmo más que adecuado, divertida a rabiar y con unos efectos especiales que quitan el hipo.
Es de esas películas que se disfrutan en pantalla grande y sonido atronador. Si a eso le añades algún homenaje a la película original (yo hubiera añadido más, pero he detectado la máquina para estudiar los tornados y una trepidante secuencia nocturna como en la primera), unas actuaciones muy acertadas (Glen Powel confirma que sabe elegir muy bien sus proyectos y Daisy Edgar-Jones para mí ha sido todo un descubrimiento, gran química entre los dos) así como un montaje bastante bueno en el que las escenas de tornados se suceden de una forma muy natural y coherente con una historia sencilla pero convincente, el resto sale solo.
Lógicamente nunca se llevará un Oscar por su guión y su único fallo es que en un par de ocasiones el ritmo decae hasta niveles de película de fin de semana de Antena 3. Pero lo sabe remontar con nota. Si sabes a lo que vas te va a encantar.

Todavía recuerdo el día que fui a ver la original "Twister", protagonizada por Helen Hunt y el malogrado Bill Paxton, en el cine. Qué recuerdos. Me encantó y me sigue encantando a día de hoy. Los efectos visuales, el reparto, la música... Pues bien, se acaba de estrenar una actualización, un reboot de aquella, Esta vez, la historia tiende a ir por otros caminos, con otros personajes, pero rebosa de acción, unos buenos efectos visuales, aventuras, drama y buenos toques de humor. La cinta la dirige Lee Isaac Chung y está protagonizada por Daisy Edgar-Jones (Fresh, 2022), el actor de moda Glen Powell (visto en Cualquiera Menos Tú junto a Sydney Sweeney), Anthony Ramos (En un barrio de Nueva York), entre otros. Powell y Edgar-Jones se nota la química entre ellos, desde que el personaje de Tyler Owens pone los ojos en Kate Cooper, pero no es tan brutal como la que tuvo con la Sweeney, y eso lo defenderé siempre. Este llamado reboot es refrescante, la mar de entretenido, te mantiene atento a la pantalla durante sus algo más de dos horas de metraje, pero nunca logra hacerle sombra a la original del año 1996 y dirigida por Jan de Bont. Creo que no quiere eso. Sobretodo con el tema de la partitura musical. Aquí tenemos a Benjamin Wallfisch, no niego que sea bueno, pero todavía tengo pegado el score de Mark Mancina y de eso ha llovido bastante. Mi nota final es de 8/10.

Esta película hay que verla en gran formato y con un sonido adecuado para ello.
Es una pasada como están hechos los twisters y las escenas con ellos, grandes efectos especiales.
La historia que nos cuenta a parte de las tormentas, es sencilla y sin complicaciones que empiezas un poco odiando al personaje de Powell y Edgar-Jones hacen buena pareja.
Me lo he pasado bien viéndola en la gran pantalla y al fresquito.
La recomiendo, buena(7).
Besitos y saludos.

Dirigida por Lee Isaac Chung y protagonizada por Daisy Edgar-Jones, Glen Powell, Anthony Ramos y David Corenswet.

Sinopsis

Una actualización de la película de 1996 «Twister», que se centró en un par de cazadores de tormentas que arriesgan sus vidas en un intento de probar un sistema experimental de alerta meteorológica.

Bueno, la primera gran sorpresa que genera Twisters es saber que el director de la aclamada Minari es capaz de brindarnos uno de los blockbusters más entretenidos del año. Desde ese punto de arranque la película ya logra dejarte con una grata sonrisa.

Después nos encontramos con una historia que funciona a la perfección como una gran mezcla de géneros que vienen de la mano de un Joseph Kosinski que algo sabe de aquello. Para luego tener un reparto carismático, divertido, entregado y solvente, lo que permite que todo se mezcle de forma gratificante en una película perfectamente disfrutable como uno de los hits de este 2024.

La inteligencia de la película es que no intenta mejorar nada, por el contrario, se alimenta de la sangre de la original y transcurre por su propio camino en donde como espectador nos quedamos con una propuesta mucho más gigantesca en cuanto a tornados y con toda la simpatía de un grupo de personajes que caen bien a la primera.

Ciertamente, no es una película perfecta y tiene un par de decisiones que no terminan de satisfacer por completo, pero en realidad es pedir demasiado a una película que tampoco busca aquello, sino más bien que te la pases bien junto a ella, incluso con sus momentos más bajos.

El sorprendente manejo que tiene Lee Isaac Chung a la hora de brindarnos las escenas de acción y tornados hacen que el director ponga de lleno su nombre para futuras entregas de alto presupuesto, en donde Chung logra llevar al terror y la monstruosidad máxima a los tornados y francamente es deslumbrante lo que logra en pantalla con secuencias divertidas y visualmente hermosas, todo el recurso puesto en darle protagonismo a lo que realmente importa la destrucción.

Un pasatiempo gratificante, una película propia que no supera a su antecesora, pero que tampoco necesita hacerlo porque es una grata propuesta para que las nuevas generaciones tengan su propia Twisters tal como hace 30 años tuvimos la propia.

Uno de los gratos aciertos del año, sin duda.