Sin lugar para los débiles
2007 

7.2
114,745
16 de noviembre de 2012
16 de noviembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es país para viejos exhibe la apariencia de una película que juega a la fórmula del gato y el ratón. Los personajes, convertidos en enemigos irreconciliables, se enzarzan en una persecución continua que tan sólo puede acabar con la muerte de uno de ellos.
Sin embargo, tras esta premisa tan manida, hay mucho. Muchísimo diría yo.
Se trata de una obra tremendamente ambigua, por lo que os hablaré de sensaciones o creencias, y no de certezas. Creo, o tengo la sensación de que los Coen, los geniales hermanos Coen, han tratado de contraponer aquí el cine a la vida. Porque si en No es país para viejos el cine está encarnado por los personajes de Josh Brolin y Javier Bardem, o más bien por su situación (repleta de tensión, emoción y aventura), la vida está representada por un tercer personaje, relativamente ajeno a la cacería humana que se está llevando a cabo, e interpretado por Tommy Lee Jones. Éste es un sheriff desencantado, perezoso y casi depresivo, que lleva una vida insulsa y rutinaria.
La película comienza con Brolin y Bardem (excelente. Asegura que se basó en Bush para preparar su papel de asesino) como protagonistas, con paisajes áridos pero expléndidos, voz en off, asesinatos y persecuciones. De vez en cuando aparece Lee Jones para poner pausa, aportando un ritmo y un tono muy distinto. Es aquél que representa a la vida real, esa vida que transcurre lejos de los focos y las cámaras, lejos de una pantalla de cine. Y poco a poco, es éste personaje quién va tomando importancia, dominando la función. Y la vida se cuela en la obra, recordándonos que estamos jugando con fuego, arriesgandonos frente a la muerte, malgastando nuestro tiempo. Y vemos que no somos los protagonistas, no somos imprescindibles, y los acontecimientos nos pueden alcanzar. Y si es así, el mundo seguirá girando.
Es genial la elipsis que se produce en el motel de El Paso, evitando un climax que se intuía inminente y natural, y recordándonos que en el mundo real no hay nada escrito, no hay guión, y puede suceder cualquier cosa en cualquier momento. Y lo más escalofriante, esto no tendrá ninguna repercusión a nivel global. Esta escena, al igual que el abrupto final, ha irritado y confundido a mucha gente. Sea cual sea tu opinión, hay que reconocer la osadía e innovación de los directores.
La suerte tiene un peso muy importante a lo largo de todo el metraje. El agua, la moneda, el accidente. Los Coen parecen decir que está nos domina. Y parecen decir que con la pérdida de valores actuales, los actos de las personas ya no están guiados por nada. Sin valores que dirijan tus actos solo la suerte, imprevisible y salvaje, tiene capacidad para decidir. Con la próxima persona con quien te cruces... ¿tocará cara o tocará cruz?
http://www.elcineenlasombra.com/
Sin embargo, tras esta premisa tan manida, hay mucho. Muchísimo diría yo.
Se trata de una obra tremendamente ambigua, por lo que os hablaré de sensaciones o creencias, y no de certezas. Creo, o tengo la sensación de que los Coen, los geniales hermanos Coen, han tratado de contraponer aquí el cine a la vida. Porque si en No es país para viejos el cine está encarnado por los personajes de Josh Brolin y Javier Bardem, o más bien por su situación (repleta de tensión, emoción y aventura), la vida está representada por un tercer personaje, relativamente ajeno a la cacería humana que se está llevando a cabo, e interpretado por Tommy Lee Jones. Éste es un sheriff desencantado, perezoso y casi depresivo, que lleva una vida insulsa y rutinaria.
La película comienza con Brolin y Bardem (excelente. Asegura que se basó en Bush para preparar su papel de asesino) como protagonistas, con paisajes áridos pero expléndidos, voz en off, asesinatos y persecuciones. De vez en cuando aparece Lee Jones para poner pausa, aportando un ritmo y un tono muy distinto. Es aquél que representa a la vida real, esa vida que transcurre lejos de los focos y las cámaras, lejos de una pantalla de cine. Y poco a poco, es éste personaje quién va tomando importancia, dominando la función. Y la vida se cuela en la obra, recordándonos que estamos jugando con fuego, arriesgandonos frente a la muerte, malgastando nuestro tiempo. Y vemos que no somos los protagonistas, no somos imprescindibles, y los acontecimientos nos pueden alcanzar. Y si es así, el mundo seguirá girando.
Es genial la elipsis que se produce en el motel de El Paso, evitando un climax que se intuía inminente y natural, y recordándonos que en el mundo real no hay nada escrito, no hay guión, y puede suceder cualquier cosa en cualquier momento. Y lo más escalofriante, esto no tendrá ninguna repercusión a nivel global. Esta escena, al igual que el abrupto final, ha irritado y confundido a mucha gente. Sea cual sea tu opinión, hay que reconocer la osadía e innovación de los directores.
La suerte tiene un peso muy importante a lo largo de todo el metraje. El agua, la moneda, el accidente. Los Coen parecen decir que está nos domina. Y parecen decir que con la pérdida de valores actuales, los actos de las personas ya no están guiados por nada. Sin valores que dirijan tus actos solo la suerte, imprevisible y salvaje, tiene capacidad para decidir. Con la próxima persona con quien te cruces... ¿tocará cara o tocará cruz?
http://www.elcineenlasombra.com/
26 de noviembre de 2007
26 de noviembre de 2007
28 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve el mejor lado de los Coen, tal vez, para quien esto escribe los Jeckyll y Hyde del cine moderno, capaces de lo mejor y de lo peor de un film a otro. Porque poco más que naderías eran sus dos films anteriores, películas éstas ("Ladykillers" y "Crueldad intolerable") que acusaban un cansancio y una repetición formal de su estilo dando señales de alarma creativa.
Se tomaron sus tres años para volver y aquí están con "No country for old men" indudablemente más cerca de la maestría de "Fargo" o "Barton Fink". Ésta película, digámoslo ya, tiene su mayor baza en la disposición formal, en la aplicación con sabiduría del guión más allá de sus diálogos (buenos, pero tal vez más escasos que de costumbre), en su montaje a tres bandas repartidas desigualmente pero todas ellas interesantes. Porque el eje de la película, el motor de la historia no es nada del otro mundo, otra vez los consabidos maletines con dinero, el hombre que lo encuentra y el dueño psicópata que lo quiere recuperar. Pero lo que los Coen construyen aquí con ello además de un film de persecución constante a ritmo pausado es una reflexión sobre la violencia, tal vez lo mejor de la función representado en el personaje secundario de Tommy Lee Jones, policía en fase semidepresiva que asiste desde la última posición de los hechos al desastre de la avaricia, la maldad y el paso del tiempo.
Mucho se ha hablado y loado la interpretación de Bardem y siendo apreciable como es tampoco podemos hacer sonar las campanas ante un personaje el suyo centrado en la frialdad e inexpresividad de su rostro, en un personaje mecánicamente violento, ejecutor (tal vez equiparable al Dennis Hopper de "Terciopelo azul" pero con peor peinado). Da más profundidad Lee Jones en bastante menos tiempo.
Pero lo mejor de la función sin duda es el toque crepuscular, áspero, desértico que recorre todo el metraje, con puntuales dosis de humor contenido, su final cortante, sus paisajes cubiertos de melancolía y su sereno porte de cine duradero.
Se tomaron sus tres años para volver y aquí están con "No country for old men" indudablemente más cerca de la maestría de "Fargo" o "Barton Fink". Ésta película, digámoslo ya, tiene su mayor baza en la disposición formal, en la aplicación con sabiduría del guión más allá de sus diálogos (buenos, pero tal vez más escasos que de costumbre), en su montaje a tres bandas repartidas desigualmente pero todas ellas interesantes. Porque el eje de la película, el motor de la historia no es nada del otro mundo, otra vez los consabidos maletines con dinero, el hombre que lo encuentra y el dueño psicópata que lo quiere recuperar. Pero lo que los Coen construyen aquí con ello además de un film de persecución constante a ritmo pausado es una reflexión sobre la violencia, tal vez lo mejor de la función representado en el personaje secundario de Tommy Lee Jones, policía en fase semidepresiva que asiste desde la última posición de los hechos al desastre de la avaricia, la maldad y el paso del tiempo.
Mucho se ha hablado y loado la interpretación de Bardem y siendo apreciable como es tampoco podemos hacer sonar las campanas ante un personaje el suyo centrado en la frialdad e inexpresividad de su rostro, en un personaje mecánicamente violento, ejecutor (tal vez equiparable al Dennis Hopper de "Terciopelo azul" pero con peor peinado). Da más profundidad Lee Jones en bastante menos tiempo.
Pero lo mejor de la función sin duda es el toque crepuscular, áspero, desértico que recorre todo el metraje, con puntuales dosis de humor contenido, su final cortante, sus paisajes cubiertos de melancolía y su sereno porte de cine duradero.
1 de febrero de 2008
1 de febrero de 2008
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llewelyn Moss (Josh Brolin) caza antílopes en el desierto, muy al sur, cerca de la frontera con México. Moss encuentra en una planicie perdida el escenario de un sangriento tiroteo en una entrega de droga. Un moribundo le pide agua, no tiene solución. Moss vuelve a casa, pero con dos millones de dolares de los narcotraficantes. Moss no puede conciliar el sueño, vuelve al desierto para dar agua al moribundo mexicano. A partir de ahi le seguirá la pista un asesino, Anton (Javier Bardem), un psicopata despiadado, que nisiquiera respetará a los narcos que lo contratan. Anton le perseguirá implacable.
Llewlyn Moss solo contará con la ayuda de un sheriff (Tommy Lee Jones), cansado, a punto de retirarse, hastiado de la violencia y el caos en que el mundo se ha convertido.
Durísimo film de los Coen. Tremendo, seco, repleto de retazos de estos genios, pero alejado de ese humor negro típico de ellos. La fotografía es maravillosa, espectacular, tanto los exteriores como los interiores cuidados hasta el más mínimo detalle, con esos colores... es quizá la película visualmente mas bella de los Coen. Cada plano es una obra de arte.
Es una película inquietante y fascinante pero en la comparación inevitable con "Fargo" sale perdiendo. A pesar de eso, es sin duda una de las mas grandes obras de los hermanos Coen, y quizá la mejor película del año.
Como decía es durísima, muy seria, la carencia de música acentua esa frialdad. Así como la falta de esa mala leche tan oscura y por eso atractiva que tenía "Fargo". Ésta última, sin duda una obra maestra de la historia del cine, posee además de una historia mas jugosa y unos actores (aunque parezca increible) todavía mejores que "No es país para viejos". Y hablemos de actores, Bardem si se lleva el oscar lo hará merecidamente, su trabajo es excepcional, de una credibilidad absoluta.
Los Coen inciden una vez más en la "AMBICIÓN" que turbia al ser humano y que lo conduce a la perdición. En este caso el personaje de Anton, es mucho más que un mero instrumento del destino o del infortunio, es un psicópata con unos principios inamovibles e intransferibles. Es una máquina maligna y oscura, impenetrable, que no llegamos a comprender pero que sabemos totalmente alejada de la casualidad.
Una vez más queda retratada parte de esa américa real y profunda, donde los policias no disparan todos los días, donde observamos bajo una mirada de cotidianeidad, a personajes bruscos, únicos, reales, vendidos, débiles... el universo de los Coen no es otro que mostrarnos lo más horrible del ser humano de la manera más bella posible. Eso es cine, y con mayúsculas.
Imprescindible.
Llewlyn Moss solo contará con la ayuda de un sheriff (Tommy Lee Jones), cansado, a punto de retirarse, hastiado de la violencia y el caos en que el mundo se ha convertido.
Durísimo film de los Coen. Tremendo, seco, repleto de retazos de estos genios, pero alejado de ese humor negro típico de ellos. La fotografía es maravillosa, espectacular, tanto los exteriores como los interiores cuidados hasta el más mínimo detalle, con esos colores... es quizá la película visualmente mas bella de los Coen. Cada plano es una obra de arte.
Es una película inquietante y fascinante pero en la comparación inevitable con "Fargo" sale perdiendo. A pesar de eso, es sin duda una de las mas grandes obras de los hermanos Coen, y quizá la mejor película del año.
Como decía es durísima, muy seria, la carencia de música acentua esa frialdad. Así como la falta de esa mala leche tan oscura y por eso atractiva que tenía "Fargo". Ésta última, sin duda una obra maestra de la historia del cine, posee además de una historia mas jugosa y unos actores (aunque parezca increible) todavía mejores que "No es país para viejos". Y hablemos de actores, Bardem si se lleva el oscar lo hará merecidamente, su trabajo es excepcional, de una credibilidad absoluta.
Los Coen inciden una vez más en la "AMBICIÓN" que turbia al ser humano y que lo conduce a la perdición. En este caso el personaje de Anton, es mucho más que un mero instrumento del destino o del infortunio, es un psicópata con unos principios inamovibles e intransferibles. Es una máquina maligna y oscura, impenetrable, que no llegamos a comprender pero que sabemos totalmente alejada de la casualidad.
Una vez más queda retratada parte de esa américa real y profunda, donde los policias no disparan todos los días, donde observamos bajo una mirada de cotidianeidad, a personajes bruscos, únicos, reales, vendidos, débiles... el universo de los Coen no es otro que mostrarnos lo más horrible del ser humano de la manera más bella posible. Eso es cine, y con mayúsculas.
Imprescindible.
13 de febrero de 2008
13 de febrero de 2008
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi la película y realmente me dejó perplejo, he necesitado unas horas de reflexión y de análisis para lograr captar todos los detalles de la misma y ciertamente como titulan en una de las críticas “No film for young men”.
Se trata de un western crepuscular con altas dosis de suspense y violencia, en algunos casos totalmente explicita, en otros mostrada con total sutileza . Todas las actuaciones son destacables, desde la corta actuación de Woody Harrelson, hasta la de los tres protagonistas y decir que sin duda Bardem se merece el oscar aunque perfectamente podría haber sido nominado como principal.
Todo gira en torno a estos tres personajes y a un entorno de violencia por la persecución de dos millones de dolares. Bardem es el psicópata asesino... ¡el cazador!, Brolin es el que pasaba por ahí, el que estaba en el lugar equivocado... ¡el perseguido! y Tommy Lee es el policía que se encarga del caso, el narrador, el que pone el punto filosófico y moralesco de la película... ¡la metáfora!.
Sin duda alguna nos encontramos con la vuelta por fin de los hermanos Coen, después de unos años de sequía y de bajada de nivel en sus películas.
Me encanta como siempre su facilidad para darles importancia a todos los personajes desde la suegra, a la vis cómica del ayudante del sheriff, pasando por una de las escenas memorables del film, la que se produce entre Bardem y el gasolinero... ¡COEN EN ESTADO PURO!.
Los Coen cuidan hasta el más mínimo detalle, un clic de un gatillo, un hueso roto, manchas de sangre, el surco de una maleta, las posibles manchas de sangre en unas camperas... ¡realmente magistral!... el reflejo de un rostro en una televisión, la marca en la pared de una cerradura, el aumentar de un detector... ¡realmente magistral!.
La película tiene de todo, acción en un principio, suspense a raudales en la persecución entre Bardem y Brolin, humor negro al más puro estilo Coen y un final totalmente reflexivo que posiblemente descoloque a la mayoría como me pasó a mí. Os recomiendo que estéis muy atentos a todas las apariciones de Tommy Lee(Digamos que es la F.McDormand de esta película), sobre todo al final si queréis captar la verdadera esencia de esta película porque os daréis cuenta de que esto... NO ES PAIS PARA VIEJOS.
Se trata de un western crepuscular con altas dosis de suspense y violencia, en algunos casos totalmente explicita, en otros mostrada con total sutileza . Todas las actuaciones son destacables, desde la corta actuación de Woody Harrelson, hasta la de los tres protagonistas y decir que sin duda Bardem se merece el oscar aunque perfectamente podría haber sido nominado como principal.
Todo gira en torno a estos tres personajes y a un entorno de violencia por la persecución de dos millones de dolares. Bardem es el psicópata asesino... ¡el cazador!, Brolin es el que pasaba por ahí, el que estaba en el lugar equivocado... ¡el perseguido! y Tommy Lee es el policía que se encarga del caso, el narrador, el que pone el punto filosófico y moralesco de la película... ¡la metáfora!.
Sin duda alguna nos encontramos con la vuelta por fin de los hermanos Coen, después de unos años de sequía y de bajada de nivel en sus películas.
Me encanta como siempre su facilidad para darles importancia a todos los personajes desde la suegra, a la vis cómica del ayudante del sheriff, pasando por una de las escenas memorables del film, la que se produce entre Bardem y el gasolinero... ¡COEN EN ESTADO PURO!.
Los Coen cuidan hasta el más mínimo detalle, un clic de un gatillo, un hueso roto, manchas de sangre, el surco de una maleta, las posibles manchas de sangre en unas camperas... ¡realmente magistral!... el reflejo de un rostro en una televisión, la marca en la pared de una cerradura, el aumentar de un detector... ¡realmente magistral!.
La película tiene de todo, acción en un principio, suspense a raudales en la persecución entre Bardem y Brolin, humor negro al más puro estilo Coen y un final totalmente reflexivo que posiblemente descoloque a la mayoría como me pasó a mí. Os recomiendo que estéis muy atentos a todas las apariciones de Tommy Lee(Digamos que es la F.McDormand de esta película), sobre todo al final si queréis captar la verdadera esencia de esta película porque os daréis cuenta de que esto... NO ES PAIS PARA VIEJOS.
11 de febrero de 2008
11 de febrero de 2008
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un paisaje desierto unido a la áspera voz de Tommy Lee Jones da comienzo al último largometraje de los hermanos Coen, "No Country For Old Men". La cinta no es un western a la vieja usanza. Ya no queda sitio en el desierto para los sheriffs con placa ni para los vaqueros que desenfundaban sus pistolas en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora reina el descontrol, la anarquía, el sálvese quien pueda. Mercenarios y asesinos a sueldo campan a sus anchas por un terreno que hacen suyo, sin el más mínimo respeto por la tierra que pisaron sus padres y abuelos, ahora confinados en sus casas o postrados ante sus camas. Y es que la edad no sólo afecta a las personas.
Ya se han acabado los míticos duelos a la puerta de los bares, las persecuciones a caballo e incluso los mismos caballos. Ahora coches todoterrenos circulan por estas tierras, y no se usan pistolas de fuego sino de aire comprimido. El dinero ya no se entierra a la sombra de un árbol marcado, sino que se esconde en la rejilla de ventilación de un motel. Ya ni siquiera se hacen fuegos para pasar la noche caliente. Se alquila un cuarto en un motel.
Todo esto lo retrata la novela de Cormac McCarthy llevada muy logradamente al cine por los hermanos Coen, con un reparto de lujo: Josh Brolin (muy activo últimamente, que siga así), Tommy Lee Jones y Javier Bardem. Dejo al español para el último no porque sea el menos importante, ni mucho menos, sino porque su papel merece mención aparte. Eso es construir un personaje. Bardem se merece todos los premios habidos y por haber por su rol de implacable y parco en palabras (salvo cuando saca la moneda, en que recita unos impresionantes diálogos) asesino. Lo mejor de la película es su actuación sin duda alguna.
La fotografía es sublime, vemos el desierto de Texas como si estuviéramos allí, y la dirección de los hermanos consigue darle vida propia, haciéndole conductor de tres caminos que apenas llegan a entrelazarse en toda la película, alejando a ésta de filmes más convencionales. Su final, "decrescendo" (de más a menos), es otro sello de calidad que la diferencia y la hace única (si bien ésta última parte presenta algunos altibajos en cuanto al estupendo ritmo que estaba manteniendo).
Por todo ello, la cinta de los Coen se alza como digna competidora en la carrera hacia los Oscar, y tiene desde ya asegurado un puesto entre los mejores westerns. No aquellos en los que se mataba por un puñado de dólares, o en los que no se concedía perdón alguno, o en los que un solo hombre permanecía solo ante el peligro. Ni siquiera en los que se moría con las botas puestas. Este es un western que sucede a todo aquello. Más que un western, es lo que queda de ellos hoy en día. Y ya sólo los más mayores, como refleja la conversación que Tommy Lee Jones mantiene con un antiguo vaquero que ha sustituido la silla de montar por una de ruedas, son los que recuerdan los tiempos de gloria pasados.
Ya no queda nada de aquello en esa tierra. Ya no es país para viejos.
Ahora reina el descontrol, la anarquía, el sálvese quien pueda. Mercenarios y asesinos a sueldo campan a sus anchas por un terreno que hacen suyo, sin el más mínimo respeto por la tierra que pisaron sus padres y abuelos, ahora confinados en sus casas o postrados ante sus camas. Y es que la edad no sólo afecta a las personas.
Ya se han acabado los míticos duelos a la puerta de los bares, las persecuciones a caballo e incluso los mismos caballos. Ahora coches todoterrenos circulan por estas tierras, y no se usan pistolas de fuego sino de aire comprimido. El dinero ya no se entierra a la sombra de un árbol marcado, sino que se esconde en la rejilla de ventilación de un motel. Ya ni siquiera se hacen fuegos para pasar la noche caliente. Se alquila un cuarto en un motel.
Todo esto lo retrata la novela de Cormac McCarthy llevada muy logradamente al cine por los hermanos Coen, con un reparto de lujo: Josh Brolin (muy activo últimamente, que siga así), Tommy Lee Jones y Javier Bardem. Dejo al español para el último no porque sea el menos importante, ni mucho menos, sino porque su papel merece mención aparte. Eso es construir un personaje. Bardem se merece todos los premios habidos y por haber por su rol de implacable y parco en palabras (salvo cuando saca la moneda, en que recita unos impresionantes diálogos) asesino. Lo mejor de la película es su actuación sin duda alguna.
La fotografía es sublime, vemos el desierto de Texas como si estuviéramos allí, y la dirección de los hermanos consigue darle vida propia, haciéndole conductor de tres caminos que apenas llegan a entrelazarse en toda la película, alejando a ésta de filmes más convencionales. Su final, "decrescendo" (de más a menos), es otro sello de calidad que la diferencia y la hace única (si bien ésta última parte presenta algunos altibajos en cuanto al estupendo ritmo que estaba manteniendo).
Por todo ello, la cinta de los Coen se alza como digna competidora en la carrera hacia los Oscar, y tiene desde ya asegurado un puesto entre los mejores westerns. No aquellos en los que se mataba por un puñado de dólares, o en los que no se concedía perdón alguno, o en los que un solo hombre permanecía solo ante el peligro. Ni siquiera en los que se moría con las botas puestas. Este es un western que sucede a todo aquello. Más que un western, es lo que queda de ellos hoy en día. Y ya sólo los más mayores, como refleja la conversación que Tommy Lee Jones mantiene con un antiguo vaquero que ha sustituido la silla de montar por una de ruedas, son los que recuerdan los tiempos de gloria pasados.
Ya no queda nada de aquello en esa tierra. Ya no es país para viejos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Imprescindible ver la versión original para, entre otras cosas, respetar el trabajo vocal de Bardem, sustituido en España por una voz mafiosa que no le llega ni a la suela de la bota.
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