Amélie
2001 

7.8
158,916
Comedia. Drama
Amelie no es una chica como las demás. Ha visto a su pez de colores deslizarse hacia las alcantarillas municipales, a su madre morir en la plaza de Nôtre-Dame y a su padre dedicar todo su afecto a un gnomo de jardín. De repente, a los veintidós años, descubre su objetivo en la vida: arreglar la vida de los demás. A partir de entonces, inventa toda clase de estrategias para intervenir en los asuntos de los demás: su portera, que se pasa ... [+]
13 de abril de 2009
13 de abril de 2009
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay momentos en los que el cine o la literatura ayudan a ver las cosas de forma diferente. La vida tiene también esos pequeños detalles y esa mediocridad que hace que seamos más humanos. Lejos del convencionalismo holliwooliano, consigue despertar en el espectador una sonrisa y hace hincapié en lo poquito que hace falta para ser feliz.
Historia de amor de dos personas que muchos llamarán, diferentes. Te gustará si tú también eres diferente.
Historia de amor de dos personas que muchos llamarán, diferentes. Te gustará si tú también eres diferente.
4 de diciembre de 2016
4 de diciembre de 2016
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jeunet, en 'Amélie', usa, a mi modo de ver, tres herramientas; la extravagancia, el efectismo y el optimismo radical.
[Ninguna de las tres es negativa per se; lo son, para mí, en su modo de aplicación].
...
Jeunet no busca el retrato de lo real, busca su reverso de alegre fantasía ['Mary and Max', 'Life aquatic' o 'Yoyo' parten de premisas similares]. En su transcripción de lo real a lo irreal —y a lo "ideal"—, me empacha de detalles excéntricos, de ocurrencias de ingenio no siempre agudo (el pez suicida, la muerte de la madre...). Cada espectador tendrá una medida personal de cuándo las extravagancias dejan de ser entrañables y pasan a ser frívolas. En mi caso, la emoción, que es la misma en la novela y en el cuento, en el ensayo y en la música, apenas respira, constreñida en el embudo de delirantes sorpresas de Jeunet. Y la sorpresa es, de todas las emociones básicas, la única que carece de 'tono hedónico'; no siempre se disfruta lo que sorprende.
'Amélie' es inquieta, preciosista, vivaz. Su fotografía es vistosa y francamente trabajada. No obstante, es un hervidero de efectos lumínicos, 'forwards' y estridencias sonoras. Su ritmo es acelerado y agotador y, para mí, Jeunet no encuentra una decisión estética —más allá del jovial tono general—, que amplifique claramente lo que ocurre. Es decir, es arbitrario y caprichoso; su riesgo visual no resta, pero tampoco aporta. ['La gran belleza', '2001' o 'Enter the void' basan parte de su atractivo en la incontinencia técnica, y son películas que admiro; pero, sea talento de trilero por parte del director o no, casi todos sus excesos se antojan de naturaleza inviolable; es decir, sus directores te convencen de que la escena es así porque no habría podido ser de otra manera].
Finalmente, el optimismo convertido casi en acto terrorista: creo que 'Amélie' está enferma de él, de ahí que su periplo no pudiese terminar de otra forma que con un tajante 'happy end'. Me acuerdo de la noción platónica de que un atributo no existe sin su opuesto. El cielo existe porque, si no, el infierno no tendría razón de ser. No estoy seguro de si se puede reprochar a Jeunet que se cuide con tanto recelo de no mostrar un atisbo de ruindad en su universo, de ser tan iluso en su fabulación. Está en su derecho de hacer trampa, pero incluso las ingenuas películas de Capra consistía en la bondad infinita de un héroe frente a la vileza de miles. Atticus Finch, en 'Matar a un ruiseñor', era tan humano y justo porque había todo un prejuicioso pueblo que no lo era.
Yo no creo en el optimismo a toda costa, no me obceco en que jamás lloverá; creo en ser sereno bajo la lluvia, agradecido cuando el cielo es claro y respetuoso cuando aparecen las nubes.
Gracias.
[Ninguna de las tres es negativa per se; lo son, para mí, en su modo de aplicación].
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Jeunet no busca el retrato de lo real, busca su reverso de alegre fantasía ['Mary and Max', 'Life aquatic' o 'Yoyo' parten de premisas similares]. En su transcripción de lo real a lo irreal —y a lo "ideal"—, me empacha de detalles excéntricos, de ocurrencias de ingenio no siempre agudo (el pez suicida, la muerte de la madre...). Cada espectador tendrá una medida personal de cuándo las extravagancias dejan de ser entrañables y pasan a ser frívolas. En mi caso, la emoción, que es la misma en la novela y en el cuento, en el ensayo y en la música, apenas respira, constreñida en el embudo de delirantes sorpresas de Jeunet. Y la sorpresa es, de todas las emociones básicas, la única que carece de 'tono hedónico'; no siempre se disfruta lo que sorprende.
'Amélie' es inquieta, preciosista, vivaz. Su fotografía es vistosa y francamente trabajada. No obstante, es un hervidero de efectos lumínicos, 'forwards' y estridencias sonoras. Su ritmo es acelerado y agotador y, para mí, Jeunet no encuentra una decisión estética —más allá del jovial tono general—, que amplifique claramente lo que ocurre. Es decir, es arbitrario y caprichoso; su riesgo visual no resta, pero tampoco aporta. ['La gran belleza', '2001' o 'Enter the void' basan parte de su atractivo en la incontinencia técnica, y son películas que admiro; pero, sea talento de trilero por parte del director o no, casi todos sus excesos se antojan de naturaleza inviolable; es decir, sus directores te convencen de que la escena es así porque no habría podido ser de otra manera].
Finalmente, el optimismo convertido casi en acto terrorista: creo que 'Amélie' está enferma de él, de ahí que su periplo no pudiese terminar de otra forma que con un tajante 'happy end'. Me acuerdo de la noción platónica de que un atributo no existe sin su opuesto. El cielo existe porque, si no, el infierno no tendría razón de ser. No estoy seguro de si se puede reprochar a Jeunet que se cuide con tanto recelo de no mostrar un atisbo de ruindad en su universo, de ser tan iluso en su fabulación. Está en su derecho de hacer trampa, pero incluso las ingenuas películas de Capra consistía en la bondad infinita de un héroe frente a la vileza de miles. Atticus Finch, en 'Matar a un ruiseñor', era tan humano y justo porque había todo un prejuicioso pueblo que no lo era.
Yo no creo en el optimismo a toda costa, no me obceco en que jamás lloverá; creo en ser sereno bajo la lluvia, agradecido cuando el cielo es claro y respetuoso cuando aparecen las nubes.
Gracias.
2 de agosto de 2006
2 de agosto de 2006
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver un film de este calibre es un gran honor, puesto que este tipo de género realista-fantasioso esta en peligro de extinción. Amelie es como "el efecto mariposa" pero sin la parte de ciencia ficción, es decir, es una realidad (que no espacio virtual) en la que tú mismo (ella, en este caso) puedes modificar las tendencias "normales" de los acontecimientos para bien (es lo que se busca, al menos para uno mismo) o para mal.
Si eres de las que cree que existe el principe azul, que los misteriosos personajes todavía estan entre nosotros (salvo que se demuestre lo contrario), que los actos de buena fé y ayuda al prójimo no son una utopía y de que todo es posible, esta es tú película. Un 10 para Jean-P. Jeunet y otro para la sonrisa que Audrey nos ofrece periodicamente a lo largo de las escenas. Disfrutadla.
Si eres de las que cree que existe el principe azul, que los misteriosos personajes todavía estan entre nosotros (salvo que se demuestre lo contrario), que los actos de buena fé y ayuda al prójimo no son una utopía y de que todo es posible, esta es tú película. Un 10 para Jean-P. Jeunet y otro para la sonrisa que Audrey nos ofrece periodicamente a lo largo de las escenas. Disfrutadla.
2 de junio de 2006
2 de junio de 2006
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como hemos podido pasar tanto tiempo sin tanta dulzura en estado puro. No, no es una película pastel, es una mezcla de ternura y picaresca que nos embriaga de alegría. Y es que a pesar de tener un argumento sencillo, nos cuenta una gran historia de una originalidad desbordante. Es un cuento, pero para adultos. Con personajes entrañables y extravagantes a más no poder, a los que Amelie, una muchacha introvertida y de infancia difícil, intenta alegrar un poco la vida.
El estilo de Jean Pierre Jeunet, el director, es de sobra conocido para quien haya visto “Delicatessen” o “La ciudad de los niños perdidos”, sus dos primeras películas. El surrealismo de estas dos producciones se acerca a la que nos ocupa, sin levantar los pies de la tierra como sucede con las ya nombradas.
Amelie, es el nombre que se le dio en un primer momento a este largometraje pensando en que el papel de protagonista lo interpretaría Emily Watson (Rompiendo las olas). Audrey Tautou (Venus), que la sustituyó, bordó el papel de tal manera que dio un nuevo sentido a las palabras inocencia y bondad.
Acompañada de una banda sonora especial para la película, el autor nos hace participes de los pequeños detalles que forman parte de la vida de Amelie. Por muy insignificantes que parezcan estos, consigue despertar el interés.
No es de extrañar que se llevase 4 premios en los Cesar franceses, como los Goya para nosotros. Y como ahí no podía acabar la cosa fue nominada a cinco premios Oscar (mejor película de habla no inglesa, mejor guión original, mejor dirección artística, mejor fotografía y mejor sonido). La esperada nominación a mejor película no pudo ser, quizás sea porque en Hollywood tienen verdadero pavor a que se repita lo de “La vida es bella”.
En conclusión, Amelie no es una película bonita, es una película que despierta buenos sentimientos, quizá sea lo que nos hace falta en este mundo.
El estilo de Jean Pierre Jeunet, el director, es de sobra conocido para quien haya visto “Delicatessen” o “La ciudad de los niños perdidos”, sus dos primeras películas. El surrealismo de estas dos producciones se acerca a la que nos ocupa, sin levantar los pies de la tierra como sucede con las ya nombradas.
Amelie, es el nombre que se le dio en un primer momento a este largometraje pensando en que el papel de protagonista lo interpretaría Emily Watson (Rompiendo las olas). Audrey Tautou (Venus), que la sustituyó, bordó el papel de tal manera que dio un nuevo sentido a las palabras inocencia y bondad.
Acompañada de una banda sonora especial para la película, el autor nos hace participes de los pequeños detalles que forman parte de la vida de Amelie. Por muy insignificantes que parezcan estos, consigue despertar el interés.
No es de extrañar que se llevase 4 premios en los Cesar franceses, como los Goya para nosotros. Y como ahí no podía acabar la cosa fue nominada a cinco premios Oscar (mejor película de habla no inglesa, mejor guión original, mejor dirección artística, mejor fotografía y mejor sonido). La esperada nominación a mejor película no pudo ser, quizás sea porque en Hollywood tienen verdadero pavor a que se repita lo de “La vida es bella”.
En conclusión, Amelie no es una película bonita, es una película que despierta buenos sentimientos, quizá sea lo que nos hace falta en este mundo.
22 de septiembre de 2009
22 de septiembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica persona, increible personalidad, mágica Belleza. Con Amélie sobran las palabras, sus ojos, Su mirada... lo dice todo.
Amélie nos muestra lo bello de la vida... y su esfuerzo por ayudar a los demás de forma humilde, y por otro lado su ingenio a la hora de ser justa poniendo a cada persona en su lugar y con lo que se merece.
Me encanta de principio a fin, porque para mi representa el entusiasmo y la ilusión... por supuesto que también la imaginación y a mi me gusta de vez en cuando sentir todo eso en mi propia vida, en mi propia piel... por cosas que pasan, por personas, por decisiones que tomamos...
Cada vez que la veo me hace más feliz...
Única e incomparable.
Amélie nos muestra lo bello de la vida... y su esfuerzo por ayudar a los demás de forma humilde, y por otro lado su ingenio a la hora de ser justa poniendo a cada persona en su lugar y con lo que se merece.
Me encanta de principio a fin, porque para mi representa el entusiasmo y la ilusión... por supuesto que también la imaginación y a mi me gusta de vez en cuando sentir todo eso en mi propia vida, en mi propia piel... por cosas que pasan, por personas, por decisiones que tomamos...
Cada vez que la veo me hace más feliz...
Única e incomparable.
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