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La muerte de Stalin

Comedia La noche del 2 de marzo de 1953 murió un hombre. Ese hombre es Josef Stalin, dictador, tirano, carnicero y Secretario General de la URSS. Y si juegas tus cartas bien, el puesto ahora puede ser tuyo. Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación. Dos jornadas de duras peleas por el poder absoluto a través de manipulaciones, lujurias y traiciones.
Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
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8
21 de octubre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Algo bestia, pero una lección de historia contemporánea. Quítenle algunas exageraciones que rayan la astracanada, la sal gruesa que a veces sobra o el ¿humor torrentino?, y no creo que las luchas que se desencadenaron en el seno del PCUS tras la muerte de Stalin fueran muy diferentes a lo que, exageradamente, nos muestra la cinta.
Las sucesiones en el poder de las dictaduras suelen acabar a tiros.
Una parodia, sí, pero no muy alejada de lo que realmente debió pasar.
No es ciertamente una "cinta de risas" como decíamos de niños. Ninguna comedia negra lo es. Eso para quienes van al cine a reírse. ¿Además, se han fijado que apenas se escuchan carcajadas en las salas aun en las "cintas de risas"?
Excelentes tanto el guion como la realización que mezclan con acierto la severidad de la arquitectura, los personajes y la nomenklatura soviética con la banalidad de sus personalidades. Así se refleja tras ver por enésima vez el western preferido de Stalin cuando comentan en el politburó "Larga vida a Lenin y a Stalin, larga vida a John Wayne y a Ford".
Excelentes también la ambientación (fíjense en el teléfono rojo sobre la mesa del camarada secretario general), y las interpretaciones.
"Comedia negra en la plaza Roja", "Berlanga a la rusa". Dos buenos títulos de otros colegas que dan en el clavo.
Una buena lección de historia, añadimos nosotros. No se la pierdan.
3
4 de abril de 2018
12 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “The Death Of Stalin” (2017) de Armando Iannucci con Steve Buscemi, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough, Jason Isaacs, Paddy Considine, Jeffrey Tambor, Michael Palin, Rupert Friend, entre otros. Comedia esperpéntica, basada en la novela gráfica homónima creada por el guionista Fabien Nury y el dibujante Thierry Robin, que relata los hechos ocurridos, de forma libre, tras la muerte del líder soviético Josef Stalin, y su grupo de mando cercano, la guerra de poder y las intrigas entre ellos, y la purga resultante, todo narrado en tono de comedia tontorrona, que pone en manifiesto el ridículo del régimen, y la incapacidad de sus dirigentes; por lo que la película cae en territorio bufonesco; y enciende la chispa de una historia real para provocar incendios. La película no es un documental, por lo que abundan las inexactitudes históricas, pues lo que destaca es la caricaturización de los personajes y las situaciones que tuvieron lugar durante esa época; por lo que no honra aquellos que murieron durante el liderazgo de Stalin; por tanto, fundamentalmente la película está mal equipada para ubicar la comedia inherente al estalinismo, y le faltan marcas que no sabe que debería apuntar. La película fue prohibida en Rusia el 23 de enero de 2018, 2 días antes de su estreno; y un miembro de la junta asesora del Ministerio de Cultura fue citado diciendo: “La película profana nuestros símbolos históricos: El himno soviético, las órdenes y las medallas, y el mariscal Zhukov es retratado como un idiota”, y agregó que el estreno de la película, antes del 75° aniversario del final de La Batalla de Stalingrado, el 2 de febrero, “sería una afrenta para los veteranos de La Segunda Guerra Mundial en Rusia” Como dato final, las personas que se borran de las imágenes en los créditos finales, se refieren a la extendida práctica de censura visual en La URSS, cuando el gobierno soviético borraba algunas figuras depuradas de la historia soviética, alterando sus imágenes, o eliminándolas. “¿Deberíamos investigar...?”
NO RECOMENDADA
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
10
8 de septiembre de 2018
8 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para no ponerme demasiado solemne, solo decir que esta película me ha hecho reír a gusto, cosa que hacía mucho que no me sucedía. El humor negro de Armando Iannucci hace más por desenmascarar la tiranía comunista que la más incendiaria de las soflamas. Por desgracia servirá de poco. Si bien la mayor parte de la gente normal no compraría nunca la ridícula parafernalia soviética, cubana o bolivariana, son incapaces de detectar la misma hidra bajo el disfraz aparentemente inocuo del neofeminismo, de la ideología de género o del multiculturalismo. En cualquier caso, mil gracias al director y a los excelentes actores por hacerme pasar un buen rato.
6
9 de marzo de 2018
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros días de marzo de 1953, fallecía Josef Stalin, Presidente del Consejo de Ministros de la URSS, Secretario General del Partido Comunista, y uno de los mayores tiranos que ha conocido la historia contemporánea, pese a que muchos aún le contemplen, quizá de de una forma tan romántica como errónea, como un líder capaz, con el paso del tiempo de van conociendo más detalles de su legado de terror, ocultos bajo la sombra de la censura soviética durante décadas, y que deja episodios tan espeluznantes, como el asesinato de algo más de 20.000 oficiales del ejercito polaco en el bosque de Katyn, en los albores de la II Guerra Mundial.

No resulta nada fácil contar hechos históricos, sobre todo cuando, y como se suele decir, la realidad supera con creces a la ficción, seguramente por eso, y tras asimilar el cómic de Fabien Nury, el realizador británico Armando Iannucci ha decidido abrazar la sátira como motor expositivo de una historia, que como bien indica su título, se centra en los días previos y posteriores a la muerte del dictador de origen georgiano.

Resulta imposible obviar, la relación que une esta Muerte de Stalin tiene con aquel Teléfono Rojo, que el maestro Stanley Kubrick descolgó en 1964, más por la forma que por el contenido, en un estilo de comedia complejo y depurado, que requiere cierta complicidad e interés, por parte de aquel espectador acostumbrado a productos de corte más bien convencional.

Parte de ese esfuerzo, será necesario para entrar de lleno en el film de Iannucci, su tablero se plantea con un notable exceso de personajes, un estilo cáustico en la narración, y cierto nivel de excentricidad, que por otra parte, son señas reconocibles del género al que se adscribe.

Tampoco viene mal conocer algunos de los personajes y parte de los historia que se narra, seguramente, los nombres de Vyacheslav Mólotov y Georgy Malenkov nos resultan más ajenos, pero forman parte de esa camada de lobos con piel de cordero, de entre los que destaca la lucha encarnizada que se produjo entre Lavrenti Beria y Nikita Khrushchev, que surgieron en dicho punto de inflexión, con el cadáver del dictador aún caliente, provocando un nuevo amanecer rojo, caracterizado por un acelerado proceso de desestalinización de la URSS.

Un trabajo coral, que puede presumir de contar con un reparto comprometido, protagonizado por un Steve Buscemi, que sin parecerse nada a Nikita Khrushchev, se las apaña para hacer suyo el personaje, bien acompañado por secundarios talentosos como Michael Palin, Simon Beale, o Jeffrey Tambor, todos ellos dotados con un físico ideal, para la caricaturización de esos hombrecillos tan ridículos y ebrios de poder.

Finalmente, es bastante probable que 'La Muerte de Stalin' pase algo desapercibida, absorbida por ese engranaje algo idiotizado que domina el universo cinematográfico, no se trata en ningún caso de un film memorable, pero resulta loable su empeño por resultar diferente, sabe manejar con habilidad su modesta economía, y deja detalles tan interesantes como ese último plano, en el que Leonidas Brézhnev observa a Khrushchev de manera sibilina, ambicionando un cargo de Secretario General que finalmente acabaría por ser suyo, algo que deja bastante claro la inexistente catadura moral de unos individuos, que dirigieron el destino del pueblo ruso y sus satélites limítrofes durante décadas.




<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>
3
30 de agosto de 2022 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni las escenas con mayor intención cómica hacen la menor gracia. Las constante sobreactuación de los personajes, todos ellos con un comportamiento bufonesco e infantil, tienen la clara intención de ridiculizar a políticos soviéticos que podrán gustar más o menos, pero eran de todo menos payasos. Me sorprende que un actor como Steve Buscemi se haya prestado a participar en este lamentable espectáculo.
Resaltar también el parecido enorme del personaje de Stalin a Miguel Ángel Revilla, mucho más que al del líder soviético. Esta circunstancia refleja claramente qué tipo de película es.
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